El fútbol une León y Catar
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Probablemente el fútbol sea la disciplina deportiva y social que mejor exprese el fenómeno de la globalización. Hoy, los seguidores de los grandes clubes han dejado de ser patrimonio nacional. Real Madrid y Barcelona, por ejemplo, presumen de legiones de fans en muchos países allende las fronteras, o más allá, en las antípodas. El llamado clásico entre estos dos equipos concita una expectación traducida en cientos de millones de personas frente a los aparatos de televisión.
Es la globalización masiva, la que promocionan los grandes clubes de las principales ligas nacionales o de la Champions League, pero el reflejo se expande por otros ámbitos menos cosmopolitas y aristocráticos, aunque tampoco exentos de inspiración y resultados potencialmente espectaculares.
León, y su equipo de fútbol de cabecera, es uno de esos ejemplos modestos de globalización, pero con una capacidad imaginativa digna de las mejores creaciones. La historia, apasionante e ilusionante, ha sido contada por sus promotores al Círculo de Periodistas Leoneses en Madrid, en el habitual escenario de la Casa de León. La práctica de este deporte es el nexo de unión entre dos mundos y dos culturas, tan diferentes en el punto de partida de cualquier análisis. Una simbiosis compartida entre la Cultural y Deportiva Leonesa y el emirato de Catar, una nación que, al reclamo de los petrodólares, será sede en 2022 de una fase final del Campeonato Mundial de Fútbol. Un país carente de tradición futbolística y huérfano de estructuras organizativas, que busca en León poner la primera piedra de un proceso de aprendizaje previo a la cita con uno de los mayores espectáculos del mundo.
En el proyecto se han juntado hambre y ganas de comer. Lo cuenta Felipe Llamazares, director general de la Cultural Leonesa: “en junio de 2015 el club estaba prácticamente desaparecido, con una deuda de 1,7 millones de euros y las conversaciones para reflotarlo con las instituciones locales y provinciales sin dar frutos”.
Compra del 99,7% de las acciones de la Cultural
La inquietud de algunos jóvenes gestores de empresas y eventos deportivos puso en el punto de mira a Aspire Academy, un proyecto del gobierno catarí para formar futbolistas de cara al Mundial de 2022, buscando clubes de categoría similar a la 2ª División B, como trampolín formativo de sus futbolistas. Tras una serie de contactos, un principio de acuerdo con la Cultural se alcanzó en junio, y se cerró definitivamente en diciembre, con la compra por la entidad del emirato, del 99,7 % de las acciones del club, una operación que supuso poner a cero el endeudamiento del equipo leonés.
Llamazares opina que la elección de la Cultural por los cataríes se ha debido al hecho de ser un equipo de capital de provincia, disponer de un estado moderno, contar con instalaciones idóneas de entrenamiento, una estructura bien perfilada de cantera con 14 equipos de todas las categorías, incluidas cadete, benjamines, alevines y chupetines (de 5 a 7 años) y a un potencial de afición futbolística leal y fiel, “aunque ahora legítimamente desencantada, porque se la ha engañado mucho”.
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Antonio Martín, ex jugador de baloncesto del Real Madrid, internacional y hermano del fallecido Fernando Martín, se ha incorporado al proyecto y forma parte del Consejo Asesor de la “Cultu”. Martín apela a un sentimiento intangible, ligado a las denominaciones que conforman el nombre del club: “Cultural y Deportiva, tiene que significar algo. Es nuestro reto. Se concibe como un proyecto inversor innovador en el fútbol español. Ni es una inversión a corto plazo, ni es un equipo plataforma de otros grandes clubes. La idea central es la formación de jugadores; crear una escuela de futbolistas planteada como un juego y hacer que el niño se divierta, sin frustrarse si al final no triunfa. Nuestra implicación es la creación de una cantera que tenga sentido”.
Profundiza Martín, captado para la devoción leonesista por razones de matrimonio, en las distinciones, cuando explica que “una cosa es el primer equipo, abierto a España y a todo el mundo y otra es la formación y lo que con ella logremos. Si conseguimos que un señor de Bilbao acepta que su hijo juegue en León, estamos empezado a conseguir objetivos”.
La labor formativa no se detiene exclusivamente en los jugadores, a los que se pide un comportamiento deportivo muy exigente en el terreno de juego, aunque sin perder el miedo a meter la pierna, sino que se extiende al público y a los padres de los chavales de las categorías inferiores, para los que se ha editado una tarjeta con normas sobre el trato respetuoso a los entrenadores, los rivales y el nivel y modales de exigencia hacia sus propios hijos.
Objetivo: ascenso a la 2ª División
En esta primera temporada de colaboración con Catar, la plantilla de la Cultura ya cuenta con cuatro jugadores (dos de ellos internacionales olímpicos) del emirato, un nigeriano y un costamarfileño. Los cataríes, fruto de acuerdo con Aspire, disponen en León de un tutor de su país, así como del pupilaje por parte de los más veteranos. Residen de dos en dos, en viviendas particulares alquiladas, reciben clases de español y comen las especialidades culinarias de la tierra, con excepción del cerdo y sus derivados.
Objetivos deportivos, por supuesto, existen. El más inmediato, el ascenso de la Cultural a 2ª División, y en un futuro más lejano, “si se puede”, a la 1ª, “pero los proyectos no se hacen de un año para otro.
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Martín precisa que “el salto a 2ª dará solidez económica, pero tiene que hacerse de una forma sólida”. A los retos no escapan otras divisiones de la Cultural, y para el año que viene, se fija contar en 3ª división con el segundo equipo o filial y llevar a la entidad a la máxima categoría nacional de la Liga de Juveniles.
Otro integrante del Consejo Asesor, Ignacio Martín, es el encargado de hacer números, el vigilante de los presupuestos, quien asegura que “Aspire permitirá invertir más en función de las potencialidades. Los ingresos este año deben estar entre 500.000 y 600.000 euros”. Un paso en esa dirección ya se ha dado doblando la masa de socios de 1.500 a 3.150.
Probablemente el fútbol sea la disciplina deportiva y social que mejor exprese el fenómeno de la globalización. Hoy, los seguidores de los grandes clubes han dejado de ser patrimonio nacional. Real Madrid y Barcelona, por ejemplo, presumen de legiones de fans en muchos países allende las fronteras, o más allá, en las antípodas. El llamado clásico entre estos dos equipos concita una expectación traducida en cientos de millones de personas frente a los aparatos de televisión.
Es la globalización masiva, la que promocionan los grandes clubes de las principales ligas nacionales o de la Champions League, pero el reflejo se expande por otros ámbitos menos cosmopolitas y aristocráticos, aunque tampoco exentos de inspiración y resultados potencialmente espectaculares.
León, y su equipo de fútbol de cabecera, es uno de esos ejemplos modestos de globalización, pero con una capacidad imaginativa digna de las mejores creaciones. La historia, apasionante e ilusionante, ha sido contada por sus promotores al Círculo de Periodistas Leoneses en Madrid, en el habitual escenario de la Casa de León. La práctica de este deporte es el nexo de unión entre dos mundos y dos culturas, tan diferentes en el punto de partida de cualquier análisis. Una simbiosis compartida entre la Cultural y Deportiva Leonesa y el emirato de Catar, una nación que, al reclamo de los petrodólares, será sede en 2022 de una fase final del Campeonato Mundial de Fútbol. Un país carente de tradición futbolística y huérfano de estructuras organizativas, que busca en León poner la primera piedra de un proceso de aprendizaje previo a la cita con uno de los mayores espectáculos del mundo.
En el proyecto se han juntado hambre y ganas de comer. Lo cuenta Felipe Llamazares, director general de la Cultural Leonesa: “en junio de 2015 el club estaba prácticamente desaparecido, con una deuda de 1,7 millones de euros y las conversaciones para reflotarlo con las instituciones locales y provinciales sin dar frutos”.
Compra del 99,7% de las acciones de la Cultural
La inquietud de algunos jóvenes gestores de empresas y eventos deportivos puso en el punto de mira a Aspire Academy, un proyecto del gobierno catarí para formar futbolistas de cara al Mundial de 2022, buscando clubes de categoría similar a la 2ª División B, como trampolín formativo de sus futbolistas. Tras una serie de contactos, un principio de acuerdo con la Cultural se alcanzó en junio, y se cerró definitivamente en diciembre, con la compra por la entidad del emirato, del 99,7 % de las acciones del club, una operación que supuso poner a cero el endeudamiento del equipo leonés.
Llamazares opina que la elección de la Cultural por los cataríes se ha debido al hecho de ser un equipo de capital de provincia, disponer de un estado moderno, contar con instalaciones idóneas de entrenamiento, una estructura bien perfilada de cantera con 14 equipos de todas las categorías, incluidas cadete, benjamines, alevines y chupetines (de 5 a 7 años) y a un potencial de afición futbolística leal y fiel, “aunque ahora legítimamente desencantada, porque se la ha engañado mucho”.
Antonio Martín, ex jugador de baloncesto del Real Madrid, internacional y hermano del fallecido Fernando Martín, se ha incorporado al proyecto y forma parte del Consejo Asesor de la “Cultu”. Martín apela a un sentimiento intangible, ligado a las denominaciones que conforman el nombre del club: “Cultural y Deportiva, tiene que significar algo. Es nuestro reto. Se concibe como un proyecto inversor innovador en el fútbol español. Ni es una inversión a corto plazo, ni es un equipo plataforma de otros grandes clubes. La idea central es la formación de jugadores; crear una escuela de futbolistas planteada como un juego y hacer que el niño se divierta, sin frustrarse si al final no triunfa. Nuestra implicación es la creación de una cantera que tenga sentido”.
Profundiza Martín, captado para la devoción leonesista por razones de matrimonio, en las distinciones, cuando explica que “una cosa es el primer equipo, abierto a España y a todo el mundo y otra es la formación y lo que con ella logremos. Si conseguimos que un señor de Bilbao acepta que su hijo juegue en León, estamos empezado a conseguir objetivos”.
La labor formativa no se detiene exclusivamente en los jugadores, a los que se pide un comportamiento deportivo muy exigente en el terreno de juego, aunque sin perder el miedo a meter la pierna, sino que se extiende al público y a los padres de los chavales de las categorías inferiores, para los que se ha editado una tarjeta con normas sobre el trato respetuoso a los entrenadores, los rivales y el nivel y modales de exigencia hacia sus propios hijos.
Objetivo: ascenso a la 2ª División
En esta primera temporada de colaboración con Catar, la plantilla de la Cultura ya cuenta con cuatro jugadores (dos de ellos internacionales olímpicos) del emirato, un nigeriano y un costamarfileño. Los cataríes, fruto de acuerdo con Aspire, disponen en León de un tutor de su país, así como del pupilaje por parte de los más veteranos. Residen de dos en dos, en viviendas particulares alquiladas, reciben clases de español y comen las especialidades culinarias de la tierra, con excepción del cerdo y sus derivados.
Objetivos deportivos, por supuesto, existen. El más inmediato, el ascenso de la Cultural a 2ª División, y en un futuro más lejano, “si se puede”, a la 1ª, “pero los proyectos no se hacen de un año para otro.
Martín precisa que “el salto a 2ª dará solidez económica, pero tiene que hacerse de una forma sólida”. A los retos no escapan otras divisiones de la Cultural, y para el año que viene, se fija contar en 3ª división con el segundo equipo o filial y llevar a la entidad a la máxima categoría nacional de la Liga de Juveniles.
Otro integrante del Consejo Asesor, Ignacio Martín, es el encargado de hacer números, el vigilante de los presupuestos, quien asegura que “Aspire permitirá invertir más en función de las potencialidades. Los ingresos este año deben estar entre 500.000 y 600.000 euros”. Un paso en esa dirección ya se ha dado doblando la masa de socios de 1.500 a 3.150.