José Luis Puerto
Lunes, 18 de Abril de 2016
Elogio de lo pequeño
Vivimos en un mundo de megalomanías, de desmesuras. Como si lo grande, por el hecho de serlo, alcanzara ya por sí mismo una categoría y una importancia que no siempre tiene.
Pero vivimos también en un mundo de distraídos. La imagen acaso más paradigmática hoy de tal distracción es la de tantos individuos por la calle, aparentemente ensimismados, con las manos ocupadas en ese artilugio del móvil, que es una de las grandes adicciones de nuestro tiempo.
Hay una móvil-dependencia que asusta. Y vamos a un mundo lleno de aplicaciones, que, aparentemente, nos facilitan la vida, pero que, sobre todo, nos están creando una dependencia de los artilugios tecnológicos y una pérdida de autonomía, que terminaremos pagando.
Violeta Parra, en su hermoso cantar y poema de 'Gracias a la vida', que se difundiera por todos los rincones de nuestro idioma, y aun por los de América del norte, a través de la hermosa y poderosa voz de Joan Baez, daba gracias a la vida precisamente por lo que está en nosotros y nos da autonomía: nuestros sentidos, que nos permiten percibir el mundo y formarnos una imagen personal de él; nuestros pies, que nos permiten caminar y trasladarnos de un lugar a otro…
Es un elogio de lo pequeño, de lo íntimo y al tiempo de lo más universal. Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, en ese relato en verso, tan poliédrico e irisado, que es Libro de buen amor, elogiaba a la mujer pequeña, sirviéndose de una plástica imagen, en unos versos que cito de memoria: “chico es el grano de la buena pimienta / pero más que la nuez reconforta y calienta”.
Dejémonos ya de megalomanías y vivamos en lo pequeño, en lo que de nosotros depende, en esa autonomía que reside en nosotros, que es la mejor aplicación que podemos utilizar. Y dejémonos también de tantas distracciones.
Vivimos en un mundo de megalomanías, de desmesuras. Como si lo grande, por el hecho de serlo, alcanzara ya por sí mismo una categoría y una importancia que no siempre tiene.
Pero vivimos también en un mundo de distraídos. La imagen acaso más paradigmática hoy de tal distracción es la de tantos individuos por la calle, aparentemente ensimismados, con las manos ocupadas en ese artilugio del móvil, que es una de las grandes adicciones de nuestro tiempo.
Hay una móvil-dependencia que asusta. Y vamos a un mundo lleno de aplicaciones, que, aparentemente, nos facilitan la vida, pero que, sobre todo, nos están creando una dependencia de los artilugios tecnológicos y una pérdida de autonomía, que terminaremos pagando.
Violeta Parra, en su hermoso cantar y poema de 'Gracias a la vida', que se difundiera por todos los rincones de nuestro idioma, y aun por los de América del norte, a través de la hermosa y poderosa voz de Joan Baez, daba gracias a la vida precisamente por lo que está en nosotros y nos da autonomía: nuestros sentidos, que nos permiten percibir el mundo y formarnos una imagen personal de él; nuestros pies, que nos permiten caminar y trasladarnos de un lugar a otro…
Es un elogio de lo pequeño, de lo íntimo y al tiempo de lo más universal. Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, en ese relato en verso, tan poliédrico e irisado, que es Libro de buen amor, elogiaba a la mujer pequeña, sirviéndose de una plástica imagen, en unos versos que cito de memoria: “chico es el grano de la buena pimienta / pero más que la nuez reconforta y calienta”.
Dejémonos ya de megalomanías y vivamos en lo pequeño, en lo que de nosotros depende, en esa autonomía que reside en nosotros, que es la mejor aplicación que podemos utilizar. Y dejémonos también de tantas distracciones.