Transverberación de la Casona
![[Img #21547]](upload/img/periodico/img_21547.jpg)
Si en la época de los fundamentos lo esencial era invisible, en las sociedades reflexivas como la nuestra, lo esencial es transparente. ¿Por qué suelen confundirse estos conceptos? Porqué ambos tienen que ver con la imposibilidad de la mirada; solo que la imposibilidad de lo invisible es que elude cualquier inspección, incluso la circunspección, la pesquisa es así búsqueda sin término. Por el contrario, la invisibilidad de la transparencia no es de contenido, pues lo manifiesta. El corazón lanza su puñada de sangre contra la gran costumbre y te sabe en la boca ¿Sería capaz de percibirse por esta sola vez como si estuviera en una vitrina iluminada? El laberinto de la transparencia es aquel donde la dificultad es a la entrada, luego las evidencias, las vías bien iluminadas; resultará fácil situarse GPS en mano. Por el laberinto de la invisibilidad vas a matacandelas, como por una mala noche que diría Quevedo, te puedes escornar hasta contra una banqueta.
Las administraciones locales, incluso la más liberales suelen centrarse en el cuidado de la vida material del ciudadano, en el mobiliario, vamos (¿qué liberal decía que es la vida material la que determina nuestra conciencia?); no se nos fueran a escurrir (el ciudadano/ la ciudadana) por una boca de riego, en que los tapines sean antideslizantes, en que no haya refugio tras el recebado de los baches ni para las lagartijas.
Luego de esto, muchos ediles no disciernen que aún quedaría otra larga noche de piedra para iluminar. Son las más altas luces, las andaderas, las razones públicas que abrirían a la inspección del ciudadano los laberintos opacos, como de boca de lobo (otra vez Quevedo) de lo que se hace en representación nuestra.
Lo que permitiría entonces disfrutar a conciencia, con buena conciencia de la disposición de tan majestuoso mobiliario ciudadano, parterres, banquetas, fuentes 'enamoriscas' y de todas las cosas y de muchas otras cosas más...
Si en la época de los fundamentos lo esencial era invisible, en las sociedades reflexivas como la nuestra, lo esencial es transparente. ¿Por qué suelen confundirse estos conceptos? Porqué ambos tienen que ver con la imposibilidad de la mirada; solo que la imposibilidad de lo invisible es que elude cualquier inspección, incluso la circunspección, la pesquisa es así búsqueda sin término. Por el contrario, la invisibilidad de la transparencia no es de contenido, pues lo manifiesta. El corazón lanza su puñada de sangre contra la gran costumbre y te sabe en la boca ¿Sería capaz de percibirse por esta sola vez como si estuviera en una vitrina iluminada? El laberinto de la transparencia es aquel donde la dificultad es a la entrada, luego las evidencias, las vías bien iluminadas; resultará fácil situarse GPS en mano. Por el laberinto de la invisibilidad vas a matacandelas, como por una mala noche que diría Quevedo, te puedes escornar hasta contra una banqueta.
Las administraciones locales, incluso la más liberales suelen centrarse en el cuidado de la vida material del ciudadano, en el mobiliario, vamos (¿qué liberal decía que es la vida material la que determina nuestra conciencia?); no se nos fueran a escurrir (el ciudadano/ la ciudadana) por una boca de riego, en que los tapines sean antideslizantes, en que no haya refugio tras el recebado de los baches ni para las lagartijas.
Luego de esto, muchos ediles no disciernen que aún quedaría otra larga noche de piedra para iluminar. Son las más altas luces, las andaderas, las razones públicas que abrirían a la inspección del ciudadano los laberintos opacos, como de boca de lobo (otra vez Quevedo) de lo que se hace en representación nuestra.
Lo que permitiría entonces disfrutar a conciencia, con buena conciencia de la disposición de tan majestuoso mobiliario ciudadano, parterres, banquetas, fuentes 'enamoriscas' y de todas las cosas y de muchas otras cosas más...