Rumor y silencio de los libros
Cada año, por primavera, los libros salen al escaparate público de las plazas y calles delas poblaciones. Salen a encontrarse con la sociedad, con los vecindarios, con los lectores. Son las ferias del libro, que, periódicamente, ponen ante nosotros una de las herramientas civilizadoras más decisivas que ha creado el ser humano, para transmitir el conocimiento, la emoción, la sensibilidad y, en definitiva, para documentar la vida: el libro.
Da igual el formato de que se trate (el libro impreso tiene una larga andadura histórica desde el final de los tiempos medievales y a lo largo de toda la modernidad y contemporaneidad). Lo importante es que estamos ante una herramienta civilizadora decisiva.
Leer es el modo más eficaz de ser cultos y, aún más, de ser civilizados. De ahí la decisiva importancia social de la lectura, que ha de fomentarse, de modo intenso, tanto en el ámbito educativo, como el en familiar, tanto en el ámbito personal (la lectura libre, individual y silenciosa), como en el grupal (en este sentido, los clubes de lectura, que proliferan por doquier, tienen hoy una gran importancia, como ámbito de convivencia, de comunicación, de contacto, de información y de transmisión del conocimiento).
Pero tales ferias del libro se celebran, sobre todo, en las ciudades. ¿No les habrá llegado la hora ya a los pueblos de contar también con ferias del libro, por humildes que sean?
El fin de semana de mediados de mayo, participé, en dos pueblos salmantinos de la Sierra de Francia (Mogarraz y La Alberca) de una primera feria del libro en tales localidades, que un librero de viejo establecido en la primera de ellas impulsó, con el nombre de “poesía en las farolas”, dedicada a José Ángel Valente, con paneles de poemas del poeta gallego colgados de las farolas de ambos pueblos.
Una iniciativa feliz y pionera, culminada en Mogarraz con una lectura en un ámbito urbano abierto y con un recogido público entregado y atento, de poemas de José Ángel Valente, de la que nos encargamos nosotros mismos.
Rumor y silencio de los libros. Una de las mayores herramientas de civilización y cultura que ha creado el ser humano. No volvamos las espaldas a ellos, impulsemos la lectura en todos los ámbitos de la sociedad. Para que no avance la barbarie.
Cada año, por primavera, los libros salen al escaparate público de las plazas y calles delas poblaciones. Salen a encontrarse con la sociedad, con los vecindarios, con los lectores. Son las ferias del libro, que, periódicamente, ponen ante nosotros una de las herramientas civilizadoras más decisivas que ha creado el ser humano, para transmitir el conocimiento, la emoción, la sensibilidad y, en definitiva, para documentar la vida: el libro.
Da igual el formato de que se trate (el libro impreso tiene una larga andadura histórica desde el final de los tiempos medievales y a lo largo de toda la modernidad y contemporaneidad). Lo importante es que estamos ante una herramienta civilizadora decisiva.
Leer es el modo más eficaz de ser cultos y, aún más, de ser civilizados. De ahí la decisiva importancia social de la lectura, que ha de fomentarse, de modo intenso, tanto en el ámbito educativo, como el en familiar, tanto en el ámbito personal (la lectura libre, individual y silenciosa), como en el grupal (en este sentido, los clubes de lectura, que proliferan por doquier, tienen hoy una gran importancia, como ámbito de convivencia, de comunicación, de contacto, de información y de transmisión del conocimiento).
Pero tales ferias del libro se celebran, sobre todo, en las ciudades. ¿No les habrá llegado la hora ya a los pueblos de contar también con ferias del libro, por humildes que sean?
El fin de semana de mediados de mayo, participé, en dos pueblos salmantinos de la Sierra de Francia (Mogarraz y La Alberca) de una primera feria del libro en tales localidades, que un librero de viejo establecido en la primera de ellas impulsó, con el nombre de “poesía en las farolas”, dedicada a José Ángel Valente, con paneles de poemas del poeta gallego colgados de las farolas de ambos pueblos.
Una iniciativa feliz y pionera, culminada en Mogarraz con una lectura en un ámbito urbano abierto y con un recogido público entregado y atento, de poemas de José Ángel Valente, de la que nos encargamos nosotros mismos.
Rumor y silencio de los libros. Una de las mayores herramientas de civilización y cultura que ha creado el ser humano. No volvamos las espaldas a ellos, impulsemos la lectura en todos los ámbitos de la sociedad. Para que no avance la barbarie.




