Andrés Martínez Oria
Domingo, 29 de Mayo de 2016

Festín de libros

Un prólogo e índice de nombres propios de nuestro colaborador y crítico Luis Miguel Suárez acompañan los artículos de Luis Alberto de Cuenca, Premio Nacional de Poesía del presente año 2016

 

Luis Alberto de Cuenca, Libros para pasártelo bien. Edición y prólogo de Luis Miguel Suárez. Madrid, Reino de Cordelia, 2016.

 

 

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En edición cuidada hasta el detalle, como es habitual en el sello editorial del leonés Jesús Egido, se reúnen las reseñas literarias y artículos que Luis Alberto de Cuenca ha venido publicando en ABC desde octubre de 2010 a diciembre de 2015. El libro, con prólogo e índice de nombres propios de Luis Miguel Suárez, es continuación de aquel Libros contra el aburrimiento –Reino de Cordelia, 2011–, a su vez prolongación de otras recopilaciones de reseñas y artículos del autor, recientemente galardonado con el Premio Nacional de Poesía por su Cuaderno de vacaciones.

 

El conjunto, ordenado temática y cronológicamente, ofrece una visión más que atractiva del panorama literario en el que nos movemos, derivándose de ello no solo una lectura amena sino también una guía indispensable que, partiendo de Oriente y la antigüedad clásica, llega hasta nuestros días. A la sucesión de autores y libros, tratados con rigor pero lejos de la reseña académica y erudita, le da coherencia el estilo lleno de encanto de que hace gala el autor, además de una línea de pensamiento que va iluminando las obras imprescindibles de las distintas épocas, sin olvidar periodos tan maravillosos como oscuros y escasamente conocidos; véanse, por ejemplo, las aportaciones bibliográficas y las reflexiones sobre el reino visigodo de Toledo o las dedicadas al mundo bizantino, la lírica de los trovadores provenzales o las sagas de la literatura nórdica, aspectos tan queridos para Luis Alberto de Cuenca.

 

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No es difícil coincidir con él en la admiración por personajes como Julio César, nuestra reina Isabel la Católica o el capitán y poeta Francisco de Aldana, desaparecido en la jornada de Alcazarquivir junto al rey portugués don Sebastián, sin olvidar a los héroes de nuestra epopeya americana. Y cómo no recordar aquellas iniciáticas adaptaciones de los clásicos, que Araluce puso en nuestras manos infantiles hace más de medio siglo. Lecturas con frecuencia compartidas, que remiten a un poso literario común y reconocible, lo que, debido a las actuales taifas educativas, no será posible en un futuro inmediato. Interesantes reflexiones entre las que, por ejemplo, saca a colación el retrato de charanga y pandereta que de nuestro país dibujaron la mayoría de los viajeros foráneos en los siglos XVIII y XIX, lo que muchos españoles aún hoy –“multitud bobalicona de papanatas” –, seguimos creyendo a pies juntillas, como esa otra imperdonable Leyenda Negra.

 

Su opinión sobre el valor de un escritor o una obra –por ejemplo al preferir la narrativa de Galsworthy a la de su amigo Conrad o la del grupo de Bloomsbury, donde figura nada menos que Virginia Woolf–  tiene la garantía de quien puede presentar un interminable bagaje de lecturas y el criterio de un verdadero gourmet de la literatura. Su análisis del estilo de Baroja, sin ir más lejos, refleja lo que sería para él el modelo ideal de narrador espontáneo, directo, sin digresiones, como lo son en el cine, otro de sus inmensos dominios, John Ford o Howard Hawks. Porque el objetivo último de todo libro ha de ser, en opinión del autor, que así titula precisamente una de sus reseñas, el horaciano “instruir deleitando”. Por eso la insistencia de sus títulos, Libros contra el aburrimiento, y ahora, Libros para pasártelo bien.

 

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Se trata, en definitiva, de un conjunto inicialmente heterogéneo de reseñas y artículos que, cuidadosamente ordenados, ofrecen un recorrido lleno de interés y atractivo por todo lo que ha sido literaria y culturalmente significativo en los últimos milenios. Que no es poco. Todos esos artículos, leídos hoy de forma continuada gracias a la impecable labor de Luis Miguel Suárez, constituyen como la conciencia literaria que nos recuerda amablemente, eso sí, porque en Luis Alberto de Cuenca las formas son siempre exquisitas, lo que deberíamos leer para estar medianamente seguros de haberle dedicado tiempo a algo que vale la pena, además de habérnoslo pasado realmente bien.

 

Para leer el prólogo y las páginas primeras:

http://www.reinodecordelia.es/ppaginas/pasartelo.pdf

 

 

 

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