Tomás Valle Villalibre
Viernes, 03 de Junio de 2016

Cáritas, una tabla de salvación

Las privaciones  debido a la crisis, también están afectando a familias de nuestro entorno, vecinos anónimos que no pueden permitirse comer carne, pescado, pollo o fruta al menos una vez a la semana; familias que durante los fríos días de invierno no han podido mantener la vivienda con una temperatura adecuada; que no han tenido capacidad para afrontar gastos imprevistos, que se ven obligados a tener  retrasos en pagos relacionados con la vivienda. Hasta las puertas de Cáritas ya no solo llegan personas pertenecientes a colectivos cuya cronicidad en ocasiones queda en entredicho.  

 

La crisis en este momento supone una secuencia que encadena distintos momentos de una situación social: el paro, la precariedad laboral, el estancamiento salarial, el endeudamiento de las familias, el desmantelamiento del Estado del bienestar, etc. La crisis está teniendo un efecto devastador sobre las condiciones de vida de la clase trabajadora, imponiendo unos cambios importantes en el modelo de relaciones sociales, caracterizado por la dualización y la polarización social. Lo que quiere decir, que los más pobres y vulnerables disponen de menos recursos y menor poder de decisión, mientras que los más ricos cuentan con más recursos y más poder decisorio. En nuestra ciudad las ayudas llevadas a cabo por Cáritas siempre han sido importantes, siéndolo aun más en estos años de crisis. Algo que personalmente nunca valoré pero que ahora, debido a mi profesión, he visto de cerca y considero que es un trabajo encomiable.

 

Las  cifras que se manejan a nivel nacional merecerían una reflexión por parte de nuestros gobernantes, y no solo del gobierno central, también el autonómico , el provincial y el local. Pero ellos están en su mundo, un mundo diferente.

 

A nivel de Cáritas Interparroquial de Astorga, las cifras del último año tampoco dejan de concitar alarma y preocupación. En el programa de alimentos, la cifra que han repartido entre ciento cincuentas familias que suponen más de quinientas personas, asciende a más de cien toneladas. Otro apartado importante es el reparto de ropa que han realizado: trencas, pantalones, vestidos, sabanas, canastillas, etc. Trescientas cincuenta familias han sido atendidas, pero no solo en ropa: cochecitos de bebé, cunas… Además gracias a la incorporación voluntaria de una psicóloga y una psicopedagoga, han iniciado un programa de atención integral a familias con menores en riesgo de exclusión social, destacando en este apartado las clases de español y de apoyo escolar que imparten profesionales también voluntarias.

 

Es curioso ser testigo de cómo desde otras instituciones las intervenciones directas con las familias se pierden entre firmas de jefes, jefecillos y técnicos a los que les encanta el postureo, y sin embargo en Cáritas todo se hace por inercia, con voluntarios que dejan parte de su tiempo sin pedir nada a cambio. Por cuestiones que no voy a reflejar en este momento y debido a la afinidad que tengo con esta ONG, en algunas ocasiones he visto y agradecido como algunas de mis propuestas se han podido llevar a cabo gracias al interés y comprensión de su dirección, destacando el curso de cocina y nutrición impartido por Dosi Nistal para quince mujeres en exclusión social de la comunidad de Trasmontanos, afincados en el barrio marginal conocido como 'Estación del Oeste'. De igual manera hace pocas fechas María, una joven esteticién, impartió, también para estas mujeres, un taller de higiene personal y estética, algo importantísimo para ser aceptadas por el resto de los ciudadanos y para su propia autoestima.

 

Pero la labor de Cáritas no finaliza con estos apuntes, nos llevaría un largo etc, poner en relieve todo el trabajo que desarrollan. No quiero finalizar estas líneas sin recordar que Caritas Diocesana, en silencio, gestiona directamente la “ Casita de San José”. Un servicio que funciona durante todo el año, que está dedicado a personas sin hogar y que en el último ejercicio  ha acogido a cuatrocientas personas aproximadamente. La marea sigue y una buena parte de la población está con el agua al cuello braceando nerviosa y sin apenas poder respirar. Caritas está siendo su tabla de salvación y por ello el resto de la sociedad debemos agradecérselo, puede que algún día  esa tabla de salvación, tenga que ser la nuestra.

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