Martes, 07 de Mayo de 2013

La educación está hecha una mierda

JOSÉ SANTAMARTA FRAGUAS / 

La educación está hecha una mierda, con perdón, le oía el otro día en un bar a un grupo que charlaba mientras yo intentaba tomarme en paz mi café de media mañana ojeando el periódico un poquitín. Pero sí, vox populi. Aunque claro, es que ya hace un tiempo que nos lo vienen diciendo algunos de los esos organismos que se citan con siglas: el PISA, la OCDE, la UE, el MECD, etc., algunos de los cuales, por cierto, no conocíamos casi nadie antes, pero que ahora, ay, sientan cátedra. Que fatal. Que así no. Que somos los peores. Los PIG. En todo. Y en la educación… también. Qué le vamos a hacer. Bien. Vale. 
Sin embargo, se me plantea una duda. En definitiva, a estos ¿quién les ha dado vela en el entierro? Porque, digo yo, ¡a ver si es que van a ver aquello que les interesa ver y no ver lo que no les interesa ver, aunque esté ahí? Porque claro, estas instituciones quizás, y digo quizás, no sean tan desinteresadas como podría parecer, o como podrían hacernos creer que pareciera. ¿Quién está detrás de la OCDE? ¿Quién paga a esos señores? ¿Quién es PISA? ¿Quién decide en la UE? ¿O en el MECD? En fin, que, como decía mi padre, ¿Eso quién lo gobierna? 

Y es que puede que estas conclusiones sobre el desastre de la educación en España, no sean tan de fiar, máxime cuando este sistema ha permitido que nuestro país saliera de un nivel sociocultural y económico propio de países no muy desarrollados en bastante poco tiempo. Sobre todo, gracias al acceso a niveles educativos elevados de una gran parte de la población más joven que, debido a la gratuidad de los estudios y a las becas, ha podido labrarse un futuro mejor con su esfuerzo académico, incluso siendo de humilde extracción social. ¿Que necesita mejoras? Claro. Pero estas no llegarán con esta nueva ley LOMCE.
Que es que aquí ya no queda nadie objetivo, desinteresado, honesto. El discurso único del sistema único de las ideas únicas, no es, digamos, altruista del todo. No, queridos amigos, en la sociedad actual, como saben, a la gran mayoría de estos organismos, incluso algunos que son públicos, o que hasta se presentan como oenegés, no los mueve el interés general o el altruismo. Lo que les mueve es algo mucho más pedestre: sus sacrosantos beneficios. El lucro. La pasta, dicho en román paladino. Este es el mantra. Hacerse lo más rico posible. Lo saben.

Hoy en día, hacer algo por el bien de la sociedad, no se estila. No hablamos de trabajar gratis y por los demás, no, que eso, cuatro, aunque heroicos. Hablamos de trabajar honestamente, de no engañar para obtener esos beneficios, y de lo que se está dispuesto a hacer para ello. Hablamos de no manipular la opinión pública (y el dinero público, en fin) a través de sus medios de comunicación, o sin más, directamente, a través de los elegidos en las urnas (lo que es peor). Y todo ello, como es lógico, para lograr beneficios sociopolíticos y, á la limite, económicos. Porque esta es la piedra de toque que revela la naturaleza del sistema, de eso va todo este rollo, amigos. De redactar normas, leyes, boletines, etc., no para el bien común, que es el fin primordial de la res pública, de nuestra Administración, de nuestros gobernantes, representantes y demás, sino para el bien particular, individual, privado. 

Esos a los que pagamos entre todos para que nos lleven los asuntos de todos y, con ese dinero de todos, nos procuren una vida mejor a todos. Todos para todos, que decía más o menos el padre Dumas. Esos que nos representan, esos, no nos representan. Porque se trata, a lo que se ve, de gobernar, no para el bien público, como decía, sino para el bien privado. Y este es el ten con ten de la España de hoy: la lucha entre lo público y lo privado, entre el interés particular y el interés general. Esto es lo que se está dirimiendo. Y… que parezca un accidente.

Pero, ¿cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Qué ha pasado por el camino? ¿Cuándo se ha producido el efecto taumatúrgico? Elegimos a unos representantes para que gestionen nuestras cosas velando por nuestros intereses y ¿qué hacen?... ¡LAS VENDEN! Se las venden, generalmente a precio de ganga, tras provocar su deterioro paulatino, a algunas de las corbatas más lustrosas de este país, preferiblemente de su confianza: amigos y familiares más o menos directos, vamos. Lo hemos visto varias veces últimamente. Y al final, lo privatizado, nos sale caro. Pregunten a los que llevan a sus hijos a los colegios privados-concertados y verán.
Y esto es lo que está ocurriendo con la Educación en España. Un saqueo. Algo que ya viene perpetrándose desde hace años vía centros concertados pero que ahora, gracias a la LOMCE, la Ley Orgánica de Mejora (?!) de la Educación, va a terminar de concluirse. Los detalles son importantes, aunque farragosos (otro día podemos explicarlos), pero, por resumir: reválidas, evaluaciones externas, religión, rankings, segregación, competitividad, sumisión, fin de la democracia en los centros, creación de centros privados según la demanda social, etc.  

Y todo con un único objetivo: el expolio. El negocio. El lucro. La entrega de la educación púbica, de nuesto dinero, a manos de empresas privadas (fundamentalmente la Iglesia, que es la que maneja la mayoría de estos centros). De hecho, la LOMCE no se ha negociado con ninguno de los representantes de la comunidad educativa: alumnado, familias o profesorado. Solo con la Iglesia y con las organizaciones de la privada, que salieron, por cierto, muy satisfechas, ambas, de las reuniones (síntoma palmario). Y es tan peligroso dejar la educación de los hijos en manos de empresas con un interés más lucrativo que educativo, que no es fácil entender que la sociedad lo permita. Porque esos intereses son los mismos que derrumban edificios en Bangladesh atestados de sastres de segunda y, para algunas personas, personas de segunda. Los beneficios son el fin, y estos son los medios. A la mayor gloria de su becerro dorado.

Bueno. El otro día me decía una amiga mía de Astorga mientras tomábamos una cañina de final del día, que lo normal para solucionar un problema que afecta a la gente, a la sociedad, es reunirse con los implicados y escuchar sus opiniones para encontrar entre todos la solución más acertada posible. Que eso de que tomen las decisiones otros por unos sin conocer el asunto del todo, a lo mejor no está tan bien, o es por algo…Toda la razón, creo. Anuncio: SE VENDE.

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