Samuel Yebra Pimentel
Martes, 21 de Junio de 2016

El mendigo de La Zuiza

[Img #22576]

 

Desde que ese mendigo se echase a andar en medio del espectáculo de La Zuiza, “matando con tan solo ser mendigo”, todo se vuelve irreal, todo extraño…


En el espectáculo lo que se vive es una representación de algo sucedido o fantaseado, convertido en mercancía, negación visible de la vida. Así sucede, por traer un ejemplo, con la procesión de la Zuiza en Astorga… La autoridad civil a las puertas de la catedral ensaya su ‘patita de cordero’ de salida para ofrecer a la eclesiástica un cofrecillo que suponemos contiene el trapo del estandarte o su facsímil, con honores de Capitán General. 


Autoridades civiles, militares, eclesiásticas, Banda de música, la guardia Zuiza, un puñado apenas de las 100 doncellas, el rey desnudo de una desnudez que ya no es suya… La gente abrochando el círculo en el atrio de la catedral para no perderse la escenificación. En el poyo corrido, junto al vano de la puerta izquierda, un mendigo mira o no mira todo este trajín; los fotógrafos, que son legión, ocupan el centro de la plaza.


Súbito, se suspende la escena; alguien se acerca al mendigo y le conmina a irse de allí. No parece entender a la primera. ¿Así que el espectáculo es un dinero solo para mirar? Se va y sienta un poco más lejos, a espaldas de los curas. Todo tan bien preparadito…


El arconte, en venias de ‘lacayo de Alicia’, acerca la arquilla a los 'pases de manos' curiales; en esto el mendigo se alza y se echa a andar, “disparando con cadencia mortal su mansedumbre”, parece que resucita y, “migaja al cinto”, que va a cambiarlo todo…


Y aunque las fuerzas vivas y los espectadores pretenden seguir ignorándolo, ya casi no es posible; se ha ‘sitiado’ en el centro de la plaza. Por un instante su paso titubeante omite el espectáculo, denuncia su silencio. Podemos apreciar su indignidad y por esa fractura entra el malestar social y acampa en la plaza. Súbitamente los encantadores invisibilizan toda esa parte doliente de España y el mendigo desaparece de escena.


Comenta Piter Kill, desde su minarete apócrifo, refiriéndose a La Zuiza: “De esa manera la perfecta negación del hombre, ha alcanzado a la totalidad de la existencia humana”.


A lo que añado: ¡Qué lástima no tener en Astorga ningún ‘Fellini’ que hiciera de esa bandería y otras más una sátira como Dios manda y nos removiera de la inopia!

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