Desvelos de la LGTBI en Astorga
![[Img #22695]](upload/img/periodico/img_22695.jpg)
En la última celebración del Día del Orgullo gay hecha en Astorga, el ‘amor’ se veía a menudo velado, sin sexo explícito. ¿Por qué el desvelamiento de los signos del amor lo vuelve pornográfico? Porque en el mercado ese sexo es un sexo contable, dinerario. Lo que no pueda ser vendido no existe, queda secuestrado en su invisibilidad.
La verdad de la invisibilidad es de suyo invisible. La verdad de lo explicitado es la falsificación, la dimensión única que arruina las cualidades. Por esto la verdad de las fotografías de Ángela de la Torre queda a resguardo tras ese velo; es la veladura la que aporta la verdad, el diosecillo en su escondite.
“Mil campanas suenan en mi corazón” se escuchaba en la tarde del sábado en el Melgar de Astorga, y por detrás, en ‘of’, el gemido mágico del amor, de la ensoñación. A este gemir se agarraba el coro de danzantes de ‘La Canalla’, cabe los derrumbes de muralla romana. Todavía un velo encubre la expresión de lo pasional a la luz del secreto, tras las soflamas reivindicativas: "Ni tú ni nadie puede cambiarme".
La verdad de lo erótico no es lo que queda detrás ‘invisibilizado’. La ocultación es un ingrediente más cuando se manifiesta. Hemos atisbado el eros vestido, desvestido, desvistiéndose, no como ese rey, el mejor alcalde ya sin desnudez ni memoria propia.
En el pasacalle de la mañana del domingo la ‘bandera arco iris’ también velaba un cielo azul de luz ‘invisibilizante’. Música y danza y goce solar, sin veladuras apenas. La bandera iba envolviendo a una de las danzantes según se desenrollaba de su compañero de juego: "¿Adónde mi novia querida? -A formar con vos guarida, y debajo de la rosa". Un tiempo así ungidos girando en un solo cuerpo derviche. Al salir de la plaza los pedazos desmembrados de cada cual girarían en opuestos sentidos, siendo ‘inensamblables’ en lo que toca a sí mismos, pero también en lo que a los demás les toca, infelices. Todo a causa de este modo de vida incoherente, de esta época que nos vive... Dobles cabezas, tantas como ámbitos vitales, irreconciliables.
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En la última celebración del Día del Orgullo gay hecha en Astorga, el ‘amor’ se veía a menudo velado, sin sexo explícito. ¿Por qué el desvelamiento de los signos del amor lo vuelve pornográfico? Porque en el mercado ese sexo es un sexo contable, dinerario. Lo que no pueda ser vendido no existe, queda secuestrado en su invisibilidad.
La verdad de la invisibilidad es de suyo invisible. La verdad de lo explicitado es la falsificación, la dimensión única que arruina las cualidades. Por esto la verdad de las fotografías de Ángela de la Torre queda a resguardo tras ese velo; es la veladura la que aporta la verdad, el diosecillo en su escondite.
“Mil campanas suenan en mi corazón” se escuchaba en la tarde del sábado en el Melgar de Astorga, y por detrás, en ‘of’, el gemido mágico del amor, de la ensoñación. A este gemir se agarraba el coro de danzantes de ‘La Canalla’, cabe los derrumbes de muralla romana. Todavía un velo encubre la expresión de lo pasional a la luz del secreto, tras las soflamas reivindicativas: "Ni tú ni nadie puede cambiarme".
La verdad de lo erótico no es lo que queda detrás ‘invisibilizado’. La ocultación es un ingrediente más cuando se manifiesta. Hemos atisbado el eros vestido, desvestido, desvistiéndose, no como ese rey, el mejor alcalde ya sin desnudez ni memoria propia.
En el pasacalle de la mañana del domingo la ‘bandera arco iris’ también velaba un cielo azul de luz ‘invisibilizante’. Música y danza y goce solar, sin veladuras apenas. La bandera iba envolviendo a una de las danzantes según se desenrollaba de su compañero de juego: "¿Adónde mi novia querida? -A formar con vos guarida, y debajo de la rosa". Un tiempo así ungidos girando en un solo cuerpo derviche. Al salir de la plaza los pedazos desmembrados de cada cual girarían en opuestos sentidos, siendo ‘inensamblables’ en lo que toca a sí mismos, pero también en lo que a los demás les toca, infelices. Todo a causa de este modo de vida incoherente, de esta época que nos vive... Dobles cabezas, tantas como ámbitos vitales, irreconciliables.





