Tolerando la intolerancia
Desde hace unos años, no muchos, algunos ciudadanos españoles estamos dando clases al mundo de cómo tolerar la intolerancia, de cómo sacudirnos las provocaciones e interpretar con calmada educación la crispación de los nuevos mesías. De esta manera intentamos contenernos y debemos reprimir la tentación de escandalizarnos si la muerte de un ser humano, un torero, les proporciona alas de futuro, remanso de inquietudes y hasta placidez en sus nada esclarecidos horizontes.
Estos días se han vertido impresionantes declaraciones de algunos impresentables sobre la muerte de un torero; comentarios muy crueles, mucho más que la crueldad contra los animales que ellos mismos predican. Me indigna, aunque intento contenerme, que aparezca un rapero podemita, que solo conocen en su casa, que celebra los atentados de ETA y que ya ha sido condenado por enaltecimiento del terrorismo, alegrándose de la muerte de Victor Barrio: “ Si todas las corridas de toros acabaran como esta, más de uno íbamos a verlas”, o la del profesor de EGB que alegremente se atreve a decir:"Muere un tal Víctor Barrio de profesión asesino de toros en Teruel (en su casa lo conocerían a la hora de la siesta), yo que soy un ciudadano muy 'educado' hasta el punto de ser maestro, me alegro mucho de su muerte, lo único que lamento es que de la misma cornada no hayan muerto los hijos de (...) que lo engendraron y toda su parentela, esto que digo lo ratifico en cualquier lugar o juicio. Hoy es un día alegre para la Humanidad. Bailaremos sobre tu tumba y (...)". Otra de los mismos, la concejal de Valencia Datxu Peris , apuntándose a la fila de los iluminados, se alegra “que ya haya dejado de matar” y lamenta “todos los cadáveres que el torero dejó a su paso”.
Estos y otros muchos desagradables comentarios que se plasmaron en las redes sociales sobre la muerte del joven torero, que perdió la vida el pasado sábado en la plaza de toros de Teruel, no han dejado indiferente a nadie. Yo que intento ser tolerante tolerando la intolerancia, me pregunto cómo este tipo de cabestros no están entre rejas. Se está confundiendo libertad con libertinaje y odio.
Ustedes me perdonarán, pero creo que esta gente está perdiendo el norte, las personas a mi entender deben estar por encima de los animales, con independencia que éstos merezcan nuestro respeto. Puedo entender que no les gusten las corridas de toros, que las critiquen, que se pongan en pelotas y se embadurnen de sangre artificial para hacerse notar; pero en una sociedad civilizada en la que cada uno puede mostrar su desacuerdo con las corridas de toros de diferentes maneras pacíficas, lo que no tiene cabida es comportarse como bárbaros para demostrar su solidaridad con los astados.
Frank Cuesta, que es un declarado anti taurino decía en su twitter que una cosa es estar en contra de las corridas de toros y otra alegrarse por la muerte de un torero. "Los que os alegráis de la muerte de un torero no sois más amantes de los animales sino peores personas”.
Desde hace unos años, no muchos, algunos ciudadanos españoles estamos dando clases al mundo de cómo tolerar la intolerancia, de cómo sacudirnos las provocaciones e interpretar con calmada educación la crispación de los nuevos mesías. De esta manera intentamos contenernos y debemos reprimir la tentación de escandalizarnos si la muerte de un ser humano, un torero, les proporciona alas de futuro, remanso de inquietudes y hasta placidez en sus nada esclarecidos horizontes.
Estos días se han vertido impresionantes declaraciones de algunos impresentables sobre la muerte de un torero; comentarios muy crueles, mucho más que la crueldad contra los animales que ellos mismos predican. Me indigna, aunque intento contenerme, que aparezca un rapero podemita, que solo conocen en su casa, que celebra los atentados de ETA y que ya ha sido condenado por enaltecimiento del terrorismo, alegrándose de la muerte de Victor Barrio: “ Si todas las corridas de toros acabaran como esta, más de uno íbamos a verlas”, o la del profesor de EGB que alegremente se atreve a decir:"Muere un tal Víctor Barrio de profesión asesino de toros en Teruel (en su casa lo conocerían a la hora de la siesta), yo que soy un ciudadano muy 'educado' hasta el punto de ser maestro, me alegro mucho de su muerte, lo único que lamento es que de la misma cornada no hayan muerto los hijos de (...) que lo engendraron y toda su parentela, esto que digo lo ratifico en cualquier lugar o juicio. Hoy es un día alegre para la Humanidad. Bailaremos sobre tu tumba y (...)". Otra de los mismos, la concejal de Valencia Datxu Peris , apuntándose a la fila de los iluminados, se alegra “que ya haya dejado de matar” y lamenta “todos los cadáveres que el torero dejó a su paso”.
Estos y otros muchos desagradables comentarios que se plasmaron en las redes sociales sobre la muerte del joven torero, que perdió la vida el pasado sábado en la plaza de toros de Teruel, no han dejado indiferente a nadie. Yo que intento ser tolerante tolerando la intolerancia, me pregunto cómo este tipo de cabestros no están entre rejas. Se está confundiendo libertad con libertinaje y odio.
Ustedes me perdonarán, pero creo que esta gente está perdiendo el norte, las personas a mi entender deben estar por encima de los animales, con independencia que éstos merezcan nuestro respeto. Puedo entender que no les gusten las corridas de toros, que las critiquen, que se pongan en pelotas y se embadurnen de sangre artificial para hacerse notar; pero en una sociedad civilizada en la que cada uno puede mostrar su desacuerdo con las corridas de toros de diferentes maneras pacíficas, lo que no tiene cabida es comportarse como bárbaros para demostrar su solidaridad con los astados.
Frank Cuesta, que es un declarado anti taurino decía en su twitter que una cosa es estar en contra de las corridas de toros y otra alegrarse por la muerte de un torero. "Los que os alegráis de la muerte de un torero no sois más amantes de los animales sino peores personas”.






