Palmeros y girasoles en el Ayuntamiento de Astorga
![[Img #23292]](upload/img/periodico/img_23292.jpg)
Las desigualdades deben beneficiar a los menos favorecidos, según reza el ‘principio de diferencia’ formulado por John Ralws, pensador liberal que se enfrenta directamente al neoliberalismo de un mercado absolutamente libre de cualquier forma de regulación por parte de las instituciones.
John Ralws ha de ser el autor más frecuentado por los ‘ideólogos’ del gobierno municipal astorgano, que en ello se desmarcan del neoliberalismo imperante en su partido: “El mercado abandonado a sí mismo, puede convertirse en un poderoso generador de desigualdades y profundas injusticias que impiden a grandes sectores de ciudadanos convertirse en sujetos de su propio destino”.
Vemos a menudo a los miembros del gobierno municipal en parques y terrazas, cavilosos, leyendo ‘Teoría de la Justicia’ o ‘Camino de servidumbre’ de Hayek; a menudo fatigando ‘caminos’ hasta hace bien poco confesionales.
Tras rumia muy meditada proceden luego a aplicar un principio de ‘discriminación positiva’, de manera metódica, artesanal. No lo han aplicado para las situaciones sociales depauperadas e injustas que sobran en la ciudad; sino que lo hacen en el ámbito de la empresa privada, de la emprendiduría, pero de la más afecta y cercana. Amistades de distintos ámbitos, -informativo, de asesoramiento etc- que entienden la lealtad como es debido, como la entienda la Alcaldía. Esto no cabe duda equilibra el mercado, catapulta a los más débiles e incapaces, con tan buena suerte de que son los propios.
Solemos entender la corrupción como el uso inadecuado de lo público para beneficiar el anhelo propio; pero lo propio es un campo que atiende más lejos de lo personal, que incorpora todo un ámbito de pertenencia.
Como rezaba aquella cancioncilla de ‘Semen up’: “Lo estás haciendo muy bien, muy bien, muy bien… pero cariño no pares, tu sigue y no hables...” Solo que ahora junto con Alberto Comesaña, se lo canta todo el coro de beneficiados.
“El liberalismo, dice Hayek, inaugura una continua desafección respecto al gobierno, un diagnóstico recurrente del fracaso unido a una exigencia, también recurrente, de gobernar mejor”.
Pero, como también confesaba el judío Rosenzweig, "los avestruces no se ejercitan en la autocrítica".
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Las desigualdades deben beneficiar a los menos favorecidos, según reza el ‘principio de diferencia’ formulado por John Ralws, pensador liberal que se enfrenta directamente al neoliberalismo de un mercado absolutamente libre de cualquier forma de regulación por parte de las instituciones.
John Ralws ha de ser el autor más frecuentado por los ‘ideólogos’ del gobierno municipal astorgano, que en ello se desmarcan del neoliberalismo imperante en su partido: “El mercado abandonado a sí mismo, puede convertirse en un poderoso generador de desigualdades y profundas injusticias que impiden a grandes sectores de ciudadanos convertirse en sujetos de su propio destino”.
Vemos a menudo a los miembros del gobierno municipal en parques y terrazas, cavilosos, leyendo ‘Teoría de la Justicia’ o ‘Camino de servidumbre’ de Hayek; a menudo fatigando ‘caminos’ hasta hace bien poco confesionales.
Tras rumia muy meditada proceden luego a aplicar un principio de ‘discriminación positiva’, de manera metódica, artesanal. No lo han aplicado para las situaciones sociales depauperadas e injustas que sobran en la ciudad; sino que lo hacen en el ámbito de la empresa privada, de la emprendiduría, pero de la más afecta y cercana. Amistades de distintos ámbitos, -informativo, de asesoramiento etc- que entienden la lealtad como es debido, como la entienda la Alcaldía. Esto no cabe duda equilibra el mercado, catapulta a los más débiles e incapaces, con tan buena suerte de que son los propios.
Solemos entender la corrupción como el uso inadecuado de lo público para beneficiar el anhelo propio; pero lo propio es un campo que atiende más lejos de lo personal, que incorpora todo un ámbito de pertenencia.
Como rezaba aquella cancioncilla de ‘Semen up’: “Lo estás haciendo muy bien, muy bien, muy bien… pero cariño no pares, tu sigue y no hables...” Solo que ahora junto con Alberto Comesaña, se lo canta todo el coro de beneficiados.
“El liberalismo, dice Hayek, inaugura una continua desafección respecto al gobierno, un diagnóstico recurrente del fracaso unido a una exigencia, también recurrente, de gobernar mejor”.
Pero, como también confesaba el judío Rosenzweig, "los avestruces no se ejercitan en la autocrítica".





