Samuel Yebra Pimentel
Miércoles, 03 de Agosto de 2016

Un Ayuntamiento con paredes de cristal

 

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En un mundo como el actual en el que la desnudez puede ser el vestido, lo peor es no ser visto. Imagínense que el rey, pongo por caso vestido de romano o de Nazareno, fuera en la comitiva y nadie lo viera. Que su paso a nuestra vista trasladara un trono vacío: El pánico, el estrépito callejero más sinuoso y cobarde, el caos. De ahí ese refrán de ‘A rey puesto, rey muerto’.

 

¿Cómo va a gustarle al rey la transparencia de la muerte? ¿Y cómo aceptaría el alcalde de una ciudad, pongo por caso como Astorga lo que le ha propuesto la oposición de I.U.? Y ello consistiría en que estarían dispuestos a gestionarle la transparencia de la Casona, su propia invisibilidad. Su trono vacío, su cuita.

 

La transparencia que interesa a quien tiene el poder es la que no deja ver cosa alguna; representando, sin notarse, la mayor cantidad de ausencia; la proyección de los títeres en la caverna. Nunca la del ‘Cojuelo’ tranqueando despacho a despacho, en deslumbramiento y asombro de ver el cristal a la luz de veras.

 

Audaz y visionario e incluso valiente sería aquel alcalde que aceptase una propuesta así, y además saldría al paso de tantas sospechas como las que por ahí ya murmuran dobladoras penas.

 

Los munícipes astorganos, a los que ya habíamos sorprendido en paseos y terrazas leyendo y debatiendo a los contemporáneos del liberalismo, ahora y únicamente con ánimo de enmienda podemos verlos deshojando la margarita de la intransigencia, de las 'Retóricas de la intransigencia', el libro de Hirschman.

 

De ese libro les fascina la ‘Tesis de la perversidad’, no para execrarla, sino para hacer buen uso de ella. Esta tesis reactivo-reaccionaria sostiene que “toda acción deliberada para mejorar algún aspecto del orden político, social o económico, únicamente sirve para agudizar la situación que se desea remediar”.

 

Se entiende ahora mejor el paternalismo, esa reserva por parte de nuestros ediles para que no se supiese gran cosa de los intríngulis de adentro la Casona. Ya que de cumplirse esa demanda de transparencia pudieran venir de manos desleales, los mayores males.

 

He ahí lo malo de lo bueno de lo que habrán de protegernos, de nosotros mismos. Pues en ansia de saber, todo llegaría a saberse... Lo malo de lo bueno es que aceptemos la proclama de que al cabo de un año solo hayan cumplido un 30% de su programa, cuando este está para cumplirlo al 100% desde el primer día.

 

El problema fundamental en la ‘sociedad-red’ dice Manuel Castells es el de la dominación de las mentes: “que aceptemos como natural y propio lo que está pasando”...  Por eso la filosofía está siendo expulsada de las aulas en provecho de las bendiciones y demás títeres y fanfarrias. Aunque con internet el mensaje siempre acabará por calar la tela de araña y las veladuras. Y ello a pesar de la transverberación del disco duro y de los informadores caseros.

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