Domingo, 12 de Mayo de 2013

'Entrega' (poema inconcluso de Leopoldo Panero)

Este artículo es un apunte de Esteban Carro Celada (Astorga 1929-1974), escritor y periodista que trabajaba en una tesis doctoral sobre la obra de Leopoldo Panero. Para ello había transcrito la práctica totalidad de los originales inéditos del poeta, además de entrevistar a algunos de los mejores amigos y a la viuda del poeta, Felicidad Blanc. De cada papel que transcribía de Panero, Esteban Carro realizaba un comentario inmediato sobre el mismo. Lo que aquí se muestra es uno de esos papeles que dejó, sin corrección de estilo ni de sintaxis. Eran papeles para uso propio. En él podemos disfrutar del proceso creativo del poeta a partir de un poema inconcluso, falto de la última mano, del que nos entrega dos versiones.


Esteban Carro Celada

Será muy aleccionador desde el punto de vista estilístico conocer los distintos niveles de creación de este poema, que no llegó a publicarse y que por tanto aún estaba falto de la última mano. Partimos de un texto incompleto, mecanografiado, sin título. Transcribámoslo tal y como salió de la máquina, antes de que se le sometiera a nuevas tachaduras, añadidos y sustituciones: 

Lentamente te veo

empinarte, ser hombre

y tomar en tus ojos el vago color de la existencia;

y con las manos vacías te veo

del que ha soñado mucho y no ha contado su abundancia.

Y en el agua te veo

del futuro, lleno de luz en sus secretas galerías.

Pero al cerrar los ojos

la sencilla hermosura que mana a los sentidos

siento dentro, y las mariposas con sus alas

sacuden el rocío, el hado incierto

que ahora de su mano te lleva.

 

No sé dónde tu barca milagrosa

arribará dulcemente, sonando.

No sé y descanso en mi ignorancia;

y en mi ignorancia sufro

y todos los sitios de la vida sufro

y sin cesar confío

en la mudanza y en la angustia de todo amor humano

profundamente con los ojos cerrados, hijo mío,

para ver mejor, para amar lo imposible.

Tanto frescor, tan honda, tan rara ternura...


[Img #3095]

 

Los veintidós versos transcritos pertenecen a la primera versión mecanografiada, sin duda inconclusa

Veamos lo que sucede ahora, cuando comienza el trabajo de lima. Por una parte las supresiones: el verso octavo,

la segunda mitad del décimo, el décimo séptimo, el décimo noveno y el vocativo  ‘hijo mío’ del vigésimo. Por otra 

parte el verso cuarto se sustituye por el siguiente: ‘Paseo mis manos por tus cabellos sedosos, como un 

aroma solitario’. El verso octavo se sustituye por: ‘puramente te entrego’.


Tampoco hemos de olvidar el grupo de inversiones estilísticas que se operan; como la inversión del verso tercero y 

cuarto que se colocan tras del séptimo. A continuación de estos viene el undécimo, modificado y el duodécimo que 

adelantan al octavo, noveno y décimo.

No nos quedemos solamente con estas modificaciones de situación textual y de secuenciación de las fonías y de 

los contenidos. El poema se modifica también al invertirse y al añadir nuevas series de versos que completan el 

poema. Quizá Panero pensara en una última y definitiva lima. El poema, con todas estas correcciones se configura definitivamente así:

 

Lentamente te veo

empinarte, ser hombre, desprenderte

desprenderte de mi voluntad y empujar,

desprenderte, marcharte

como el impulso que duerme en el aroma,

impulsado lo mismo que la nieve,

venero, vaticinio,

desprenderte musical y separarte

de mí como la música pulsada

y tomar en tus ojos el vago color de la existencia;

y en el agua te veo

del futuro, lleno de luz en sus secretas galerías

temblando puramente.

Paseo mis manos por tus cabellos sedosos, como un aroma solitario

tal la frente tuvo

del que ha soñado mucho y no ha contado su abundancia.

Puramente te entrego al hado incierto

que ahora de su mano arrastra.

Lentamente dudando,

como la hoja antes de caer.

Puramente te entrego

bajo la sencilla hermosura que mana a los sentidos,

siento dentro.

 

No sé dónde tu barca milagrosa, y la espesura delgada,

arribará dulcemente soñando.

No sé y descanso en mi ignorancia;

y en mi ignorancia sufro

y sin cesar confío

profundamente con los ojos cerrados,

para ver mejor, para amar mejor lo imposible.

 

Tanto frescor, tan honda, tan rara ternura

de leve flor amarilla, y tanto amor que no puede morir

porque el alma pura siempre como un clavel lo necesita,

así como temblando en mis raíces, como doloroso de sueño,

te entrego.

Recuerdo en los veranos de la noche

el escalofrío y el tintineo del corazón; como el agua contra los

                                                                              puentes.

Y todo te lo entrego, todo lo deposito viviente

allí donde los huesos son como una estatua golpeada por el

                                                                              cierzo.

 

Quizá donde el rocío nos queremos

junto a Dios.

 

[Img #3094]

Hemos visto crecer el poema sin que quede concluso. Hemos visto como eliminaba algunas palabras que 

pudieran ser claves para la comprensión de la anécdota o para el destinatario. Esa supresión puede darnos a su 

vez otra clave; El poema pierde precisión con suprimir el vocativo 'hijo mío' en favor de un ensanchamiento del 

tema. El poema que es en verso libre, presenta concomitancias con un soneto que dedica a su  hijo, Juan Luis; 

el que lleva por título, 'Hijo mío'. Parece como si volver a aquel tema exigiera evocar el antiguo poema, y con su 

ayuda leer este de ahora. La idea viene a ser la misma, aunque desde otra perspectiva. 


Tal vez sea el mismo poema modificado por la diferencia temporal con las nuevas circunstancias que implican 

la relación entre padre e hijo. Antes veía al hijo, pequeño y confiado en el padre. Ahora se da cuenta de que 

crece, de que arranca el futuro, de que se empina como hombre y que el padre desconoce por incierto lo que 

hay luego, en el mañana. Desconoce el lugar donde atracará esta barca misteriosa del hijo; pero desde los 

veranos misteriosos de Castrillo salta hacia el rocío de Dios. Antes en el soneto de 'Escrito a cada instante'

la ignorancia pertenecía al hijo, ahora es cosa del padre. Simplemente una muestra de esta correlación:

 

'me arrastras de la mano…Y en tu ignorancia fío

y a tu amor me abandono sin que me quede'

 

y la otra del poema que comentamos:

 

'No sé y descanso en ignorancia;

y en mi ignorancia sufro

y sin cesar confío

profundamente, con los ojos cerrados´

 

Existen importantes semejanzas formales entre ambos poemas, pero entiendo que es más importante la similitud de actitudes frente al hijo mayor en dos momentos diferentes de su vida. El ahora se le presenta con dos caras, una orientada al pasado, es la cara del padre; otra que mira al porvenir; ahí radica el hijo, terriblemente futuro, aquí ya, aunque con lo incierto del 'hado'.


[Img #3084]

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