Samuel Yebra Pimentel
Martes, 16 de Agosto de 2016

El baldío de la Concejalía de Cultura de Astorga

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Ya lo dijo Julio Llamazares, cuando se asombraba, en la presentación de la exposición de ‘Sendo’, de que Astorga fuera culturalmente más activa que León y Ponferrada, y auspiciaba que este hecho podría generar un turismo cultural que repercutiera en otros ámbitos de la vida ciudadana. No lo ha entendido así la actual corporación edilicia que a lo visto posee un concepto más abierto de lo cultural, casi antropológico; lo que les ha llevado a sobrevalorar las simulaciones históricas o el comercio en crudo (Feria del Stock o Rallye del Comercio) sin marchamo cultural de fondo de otro tipo.


Otros son los valores que han decidido el transcurso de la actividad cultural o representativa en lo que llevamos de legislatura. Mientras la denostada ley laboral unida a una relajación en la persecución de los abusos ha generado una nueva clase de trabajadores empobrecidos y próximos a la esclavitud; el Ayuntamiento de Astorga se sensibiliza, y, a través sobre todo de su Concejalía de Cultura, trabaja para que sus operarios gocen de todos los derechos proclamados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos; incluso de aquellos derechos con los que no se atreven las sociedades más avanzadas; qué decir de la española. ¡Esto sí es liberalismo con rastro humano!


Los astorganos hemos de agradecer que estas disposiciones pretendan servir de modelo para el resto de las actividades empresariales y que por fin vayan a descansar los fines de semana los profesionales de la restauración y la hostelería y, como no, los de las farmacias de guardia. Ya no hay actos culturales en sábado o domingo que requieran el uso de instalaciones propiedad del Ayuntamiento, pero sí hay espectáculos a menudo grotescos y disparatados de salvas militares.

 
La iniciativa de no dar servicio en fin de semana desde el Ayuntamiento ha llegado a tal punto que pequeñas poblaciones más activas y más frescas de ideas como son Veguellina de Órbigo o el Val de San Lorenzo han rebasado por unos cuantos cuerpos la actividad cultural que se ha generado en Astorga.


Ya sabíamos del ‘Capitalismo de Compadreo’ (un día me detendré en ello) característico de nuestro Consistorio. Ahora vamos sabiendo de su defensa de los Derechos Humanos, que en lo que va de legislatura deben de estar, como en muchas otras cosas, al 30% de su cumplimiento. Falta por afinar ese 70% restante para acercarse a la igualdad en el igual acceso a la educación (los libros de la ESO vienen costando 300 euritos), en el reclamo convincente de un medio ambiente digno, en posicionarse a favor de quienes se han quedado sin vivienda; en fin, en ir limando esa concepción autoritaria y populista de un modo de hacer las cosas que pretendía arreglar un problema de pintadas con sambenitos.


No se engañen, el tráfago de agosto en el ámbito cultural no proviene de la efervescencia de las instituciones culturales independientes, que sin la respuesta de la Concejalía nada serían; pues casi nada podrían hacer en el cachito de semana que les conceden; -véanse sino la 'Escuela de Traductores' de la universidad de Kiel, los Amigos de la Casa de Panero, las variadas representaciones teatrales y presentaciones de libros, los cursos de verano de la ULE, por no hablar de los soliloquios y chirigotas panerianos que se avecinan para las fiestas de agosto, que irán a dar, al final del verano, al Festival de Cortos-.


Pero ¿Qué sería de la tal Concejalía sin esos proyectos que tan bien la adornan y tan bien se los viste y se los calza?

 

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