José Luis Puerto
Jueves, 08 de Septiembre de 2016

Tiempo de incertidumbres

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Parece que, en esta entrada en el nuevo curso, es la incertidumbre o, mejor, son las incertidumbres las que se apoderan de una sociedad como la nuestra, que se percibe a sí misma estancada y necesitada de una nueva perspectiva de regeneración, en todos los ámbitos de la vida pública, que están pidiendo la ciudadanía, pese a que no se le esté haciendo demasiado caso.

 

La política encallada, incapaz de alumbrar un nuevo gobierno (sin los vicios y abusos del rodillo de la mayoría absoluta del anterior, aún en funciones); los problemas sociales sin apenas perspectiva de mejora (paro, pobreza, faltas de oportunidades, desahucios, marginaciones de varios tipos, migraciones...); unas leyes (educativas, laborales, de seguridad...), que nos conducen al callejón sin salida de la sociedad cerrada; una corrupción a la que, a la hora de la verdad, no se le quiere poner remedio; una violencia de género que no deja de sangrar; y otros problemas que están sobre el tapete de la sociedad... hacen que haya una cierta desmoralización en la ciudadanía, en el honrado pueblo soberano, que percibe su existencia llena de incertidumbres.

 

¿Tiene solución todo esto? Sí, si se quiere; si se abordan los problemas; si se adoptan posturas consensuadas a la hora de buscar soluciones, de elaborar leyes que marcan la vida de la sociedad en terrenos como la educación, el empleo, la convivencia ciudadana y los demás campos de la vida; si se gobierna para el bien común y no para perspectivas de sectores privilegiados de la sociedad.

 

Porque la sociedad, de modo silencioso, paciente, pero decidido, está reclamando un tiempo nuevo de regeneración de la vida pública en todos sus aspectos. Está reclamando algo que nos gustaría llamar una sociedad abierta, que tiene, hoy, desgraciadamente, entre nosotros, no pocos enemigos.

 

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