Una edición astorgana del Quijote
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Desde su primera aparición en 1605 hasta la actualidad, el Quijote es probablemente junto a la Biblia el libro más editado de la literatura universal. Entre sus innumerables ediciones, hay que incluir también una realizada en Astorga. El hecho no debe sorprender si se tiene en cuenta la particular relación de la ciudad maragata con la cultura y la imprenta. Esta última está ya documentada en Astorga en 1546 (unos cuantos años antes de que apareciera la inmortal novela de Cervantes), aunque alcanzará su época de esplendor a fines del XIX y comienzos del XX, cuando —en concreto en 1916— existen nada menos que seis imprentas, más incluso que en la propia capital leonesa.
En una de ellas, la situada en el número 3 la calle del Seminario, propiedad de Nicesio Fidalgo, editor del trisemanario La Luz de Astorga, se publica en 1907 una nueva edición de la novela de Cervantes. Aunque se presenta como “edición económica” en la cubierta y como “edición ilustrada” en la portada, se trata, en realidad, de una edición dirigida a un público infantil, según se desprende del breve prefacio que incluye, titulado “A los niños”. Aunque estas ediciones escolares existen en España desde mediados del siglo XIX, es a partir de 1905 cuando cobran pleno auge. El factor que las propicia es una Real Orden de ese mismo año, que, coincidiendo con la conmemoración del tercer centenario de la primera parte del Quijote, recomendaba la novela de Cervantes como libro de lectura en las escuelas. En el mismo 1905 aparecen ya diversas ediciones abreviadas del Quijote dirigidas a los escolares, entre las que destaca la “Edición Calleja para escuelas”, la más popular de todas, pues conocería varias reediciones en los años sucesivos.
Precisamente con el Quijote escolar de Calleja hay que relacionar la edición astorgana, aparecida solo dos años después de aquella. En efecto, ya a primer a vista es fácil apreciar las coincidencias: tanto el prefacio “A los niños” como los dibujos, debidos ilustrador gallego Manuel Ángel Álvarez (1855-1921), proceden de la citada edición. Asimismo, si se compara el índice de ambas se observa la supresión de los mismos capítulos. Por último, un cotejo más detallado del texto confirma que, en esencia, ambas ediciones son idénticas. Esta circunstancia puede resultar sorprendente, pero conviene recordar que era costumbre en esta época que las editoriales vendiesen a otras sus derechos de edición, de modo que el mismo libro podía aparecer en varios sellos editores.
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No obstante, el Quijote astorgano presenta también algunas diferencias, que consisten básicamente en la supresión de algunos elementos presentes en el de Calleja: el prólogo del editor dirigido “A los señores profesores de primera enseñanza” y el prólogo de Cervantes a la propia novela, así como un buen número de las ilustraciones de Manuel Ángel, que quedan aquí reducidas a veintitrés.
De pequeño formato (18x13), la de Nicesio Fidalgo es, según se ha dicho ya, una edición abreviada. Así, se han suprimido tres capítulos completos en la primera parte —entre ellos todo lo relativo a la novela de “El curioso impertinente”— y más de una quincena en la segunda. Igualmente se han excluido fragmentos de otros; por ejemplo, el cómico incidente de la venta del capítulo 16, en el que la disparatada imaginación de don Quijote y las andanzas nocturnas de Maritornes provocan un divertidísimo altercado en el que acabarán lloviendo tantas puñadas por todas partes que dejarán, una vez más a amo y escudero, molidos y quebrantados. En este caso, la supresión está justificada por el contenido poco adecuado de algunos detalles para los oídos de los jóvenes lectores.
Esa misma razón explica que, aunque se respeta el texto de Cervantes —pues se trata de una edición abreviada, insistimos, y no de una adaptación— se hayan eliminado algunas palabras o expresiones del original. Así, por ejemplo, en el capítulo 2 cuando don Quijote llega a la venta que él imagina castillo, escribe Cervantes: “Estaban acaso en la puerta dos mujeres mozas, de esas que llaman del partido”. La edición astorgana —siguiendo la de Calleja— se queda en “dos mujeres mozas”. También algunas expresiones malsonantes sobre todo en boca de Sancho han desaparecido decorosamente. Ya en el citado prólogo “A los señores profesores de primera enseñanza” de Calleja se advertía sobre estas supresiones: “si alguna frase de Sancho (muy pocas, por fortuna) se echara de menos, cúlpese a nuestro deseo de que ningún concepto que pueda disonar hiera los inocentes oídos de los lectorcitos a quienes esta edición va dedicada”. Con todo, no siempre está claro el criterio seguido por el editor para suprimir otros capítulos y fragmentos.
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A pesar de estas supresiones y del texto bastante apretado, la edición alcanza las 707 páginas, de modo que no solo los jóvenes, sino también los adultos —según se ha señalado, se anunciaba como "edición económica”, lo que venía a ser sinónimo de “popular”— podían hacerse con su lectura una idea bastante fiel y exacta del Quijote íntegro. En definitiva, si bien su dependencia del de Calleja resulta clara, el Quijote de Nicesio Fidalgo presenta pequeñas peculiaridades que le dan identidad propia. De modo que puede decirse que Astorga cuenta también con su propia edición de la inmortal novela cervantina.
Desde su primera aparición en 1605 hasta la actualidad, el Quijote es probablemente junto a la Biblia el libro más editado de la literatura universal. Entre sus innumerables ediciones, hay que incluir también una realizada en Astorga. El hecho no debe sorprender si se tiene en cuenta la particular relación de la ciudad maragata con la cultura y la imprenta. Esta última está ya documentada en Astorga en 1546 (unos cuantos años antes de que apareciera la inmortal novela de Cervantes), aunque alcanzará su época de esplendor a fines del XIX y comienzos del XX, cuando —en concreto en 1916— existen nada menos que seis imprentas, más incluso que en la propia capital leonesa.
En una de ellas, la situada en el número 3 la calle del Seminario, propiedad de Nicesio Fidalgo, editor del trisemanario La Luz de Astorga, se publica en 1907 una nueva edición de la novela de Cervantes. Aunque se presenta como “edición económica” en la cubierta y como “edición ilustrada” en la portada, se trata, en realidad, de una edición dirigida a un público infantil, según se desprende del breve prefacio que incluye, titulado “A los niños”. Aunque estas ediciones escolares existen en España desde mediados del siglo XIX, es a partir de 1905 cuando cobran pleno auge. El factor que las propicia es una Real Orden de ese mismo año, que, coincidiendo con la conmemoración del tercer centenario de la primera parte del Quijote, recomendaba la novela de Cervantes como libro de lectura en las escuelas. En el mismo 1905 aparecen ya diversas ediciones abreviadas del Quijote dirigidas a los escolares, entre las que destaca la “Edición Calleja para escuelas”, la más popular de todas, pues conocería varias reediciones en los años sucesivos.
Precisamente con el Quijote escolar de Calleja hay que relacionar la edición astorgana, aparecida solo dos años después de aquella. En efecto, ya a primer a vista es fácil apreciar las coincidencias: tanto el prefacio “A los niños” como los dibujos, debidos ilustrador gallego Manuel Ángel Álvarez (1855-1921), proceden de la citada edición. Asimismo, si se compara el índice de ambas se observa la supresión de los mismos capítulos. Por último, un cotejo más detallado del texto confirma que, en esencia, ambas ediciones son idénticas. Esta circunstancia puede resultar sorprendente, pero conviene recordar que era costumbre en esta época que las editoriales vendiesen a otras sus derechos de edición, de modo que el mismo libro podía aparecer en varios sellos editores.
No obstante, el Quijote astorgano presenta también algunas diferencias, que consisten básicamente en la supresión de algunos elementos presentes en el de Calleja: el prólogo del editor dirigido “A los señores profesores de primera enseñanza” y el prólogo de Cervantes a la propia novela, así como un buen número de las ilustraciones de Manuel Ángel, que quedan aquí reducidas a veintitrés.
De pequeño formato (18x13), la de Nicesio Fidalgo es, según se ha dicho ya, una edición abreviada. Así, se han suprimido tres capítulos completos en la primera parte —entre ellos todo lo relativo a la novela de “El curioso impertinente”— y más de una quincena en la segunda. Igualmente se han excluido fragmentos de otros; por ejemplo, el cómico incidente de la venta del capítulo 16, en el que la disparatada imaginación de don Quijote y las andanzas nocturnas de Maritornes provocan un divertidísimo altercado en el que acabarán lloviendo tantas puñadas por todas partes que dejarán, una vez más a amo y escudero, molidos y quebrantados. En este caso, la supresión está justificada por el contenido poco adecuado de algunos detalles para los oídos de los jóvenes lectores.
Esa misma razón explica que, aunque se respeta el texto de Cervantes —pues se trata de una edición abreviada, insistimos, y no de una adaptación— se hayan eliminado algunas palabras o expresiones del original. Así, por ejemplo, en el capítulo 2 cuando don Quijote llega a la venta que él imagina castillo, escribe Cervantes: “Estaban acaso en la puerta dos mujeres mozas, de esas que llaman del partido”. La edición astorgana —siguiendo la de Calleja— se queda en “dos mujeres mozas”. También algunas expresiones malsonantes sobre todo en boca de Sancho han desaparecido decorosamente. Ya en el citado prólogo “A los señores profesores de primera enseñanza” de Calleja se advertía sobre estas supresiones: “si alguna frase de Sancho (muy pocas, por fortuna) se echara de menos, cúlpese a nuestro deseo de que ningún concepto que pueda disonar hiera los inocentes oídos de los lectorcitos a quienes esta edición va dedicada”. Con todo, no siempre está claro el criterio seguido por el editor para suprimir otros capítulos y fragmentos.
A pesar de estas supresiones y del texto bastante apretado, la edición alcanza las 707 páginas, de modo que no solo los jóvenes, sino también los adultos —según se ha señalado, se anunciaba como "edición económica”, lo que venía a ser sinónimo de “popular”— podían hacerse con su lectura una idea bastante fiel y exacta del Quijote íntegro. En definitiva, si bien su dependencia del de Calleja resulta clara, el Quijote de Nicesio Fidalgo presenta pequeñas peculiaridades que le dan identidad propia. De modo que puede decirse que Astorga cuenta también con su propia edición de la inmortal novela cervantina.