Bruno Marcos
Miércoles, 28 de Septiembre de 2016

Lo que soñaba ser

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Una de las noticias más tristes de los últimos meses fue una que pasó prácticamente inadvertida. Una mañana del verano pasado, entre los juncos de la vereda del río Bernesga, apareció un cuerpo sin vida. El cadáver estaba cubierto por muchas ramas, junto a algo que debió ser su casa, una especie de chamizo o cabaña construida con palos, hojas y plásticos. A pocos pasos una maleta con ropa íntima y zapatos de tacón. Un poco más allá, entre las verjas del paseo que limita el río, un bolso femenino. Al principio se creyó que se trataba de una mujer pero, luego, se supo que era un varón sudamericano que ejercía, en el paseo próximo, la prostitución.

 

Uno piensa en la escena suya cotidiana paralizada por la muerte y en la contradicción tan grande entre lo que debieron ser sus sueños y su realidad.

 

Donde los edificios van desapareciendo y las vegas de los ríos Bernesga y Torío se juntan bajo arboledas cada vez más espesas, medio emboscado, saliendo a prostituirse al paseo de al lado, muy cerca de mi casa, casi de mi edad, un hombre que pensaba ser lo que soñaba ser, mujer, viviendo entre los árboles, cuidando sus zapatos de tacón, su maleta, su pasaporte.

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