Redacción
Lunes, 20 de Mayo de 2013

José María Luengo y las cloacas romanas

Publicamos extractos de las conclusiones de la investigación sobre los canales de desagüe romanos realizada por el arqueólogo astorgano, difundidas en el Noticiero Arqueológico Hispánico en 1955. De esta manera, desde Astorga Redacción damos la bienvenida al legado del padre de la arqueología astorgana.

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Primera página de El Pensamiento Astorgano del 1 de agosto de 1946, informando del inicio de la investigación de las cloadas romanas por parte de José María Luengo.


“Entre los años 1865 y 1866, al procederse a la nivelación de la plaza de San Julián, tuvo lugar el encuentro de la primera galería; que es la que sube con la misma dirección de la Rúa antigua (hoy Manuel Gullón). Afluente de esta apareció otra, que sigue la trayectoria de la Rúa Nueva (hoy Pío Gullón), y ambas parecen prolongarse: la primera hasta Sancti Spiritus, y la segunda hasta la calle de la Tahona, y que acaso continúen. Cortando estos dos ramales longitudinales se descubrió otro en 1866, que pasa por la calle de la redecilla (hoy García Prieto), cuya salida se ve en las murallas, cerca del sitio donde estaba la Puerta de Rey, y por el lado opuesto se prolonga hasta llegar, por lo menos, a la calle de la Torrecilla (hoy Padre Blanco) (…)
Al abrirse los cimientos para las nuevas casas se han hallado con frecuencia las bóvedas de otras galerías, y así se ha tenido conocimiento de un ramal que va por detrás de la calle Santiago, que parece tener salida bajo las murallas detrás del palacio episcopal, y otro que atraviesa por debajo del Jardín, que se intentó limpiar a principios de siglo, y que acaso, según la opinión de Matías Rodríguez, fuese a empalmar con el que apareciese en la plaza se San Julián".

Así comienza el artículo publicado por  José María Luengo, en el Noticiario Arqueológico Hispánico, en el año 1955. 

La grandiosidad de la obra había dado lugar a hipótesis rayanas en la fantasía, al modo cunqueriano; hubo quienes aventuraron que eran caminos de salida al exterior de las fortificaciones, y de ahí se imaginaron duendes, raptos de princesas y huidas desesperadas.

Tras el somero estudio que Antonio del Campo había realizado del trozo de cloaca comprendida entre la Rúa Antigua y la de puerta Rey, en el que incluían unos croquis, nada se había vuelto a saber de las cloacas; también habían desaparecido como por encanto los objetos exhumados en los antedichos ramales, de alto interés y de los que tan solo quedan algunas notas escritas.

El 6 de enero de 1946 la Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas, con ayuda del Ayuntamiento de la ciudad, autoriza la exploración de las cloacas.

Los trabajos comenzaron en la cloaca del jardín, por el desagüe sito en la calle de la Buraca: “Al penetrar en la galería de la cloaca se vio que faltaban las cobijas y que aparecía cimentada la muralla sobre los muros de alcantarilla, que permanecían intactos, continuando el relleno del escombro romano, siendo necesario taladrar la muralla para continuar la excavación", escribió José María Luengo.

No parecía difícil continuar la excavación por ese lugar, sin embargo se prefirió hacerlo por el sótano de los herederos de Vicente González, al otro extremo del Jardín, donde la alcantarilla había sido cortada para realizar un subterráneo. La zona estaba inundada por el agua de dos pozos aledaños. Hubo de extraerse unos 300 000 litros de agua hasta llegar a una zona donde ya no pudo seguirse por no alcanzar hasta allí las mangueras.

“El tramo explorado posee una longitud de 72 metros, desde la casa de Vicente García a 2,50 m bajo el pavimento yendo a salir a la calle de la Buraca a una profundidad de 9,30 m. La galería presenta un ancho que oscila entre 0,88 y los 0,90 metros, con una alturaa total que oscila entre 1,60, 1,72 y 1,80 metros.”
El escrito de José María Luengo se entretiene luego en una descripción minuciosa del tramo excavado, en el cual incorpora dos dibujos y cinco planos además de una fotografía de la muralla y otra de detalle sobre la desembocadura de la cloaca romana.

Añade un breve estudio comparativo y cronológico de las cloacas romanas españolas, deteniéndose en las cloacas romanas de Mérida , sobre las cuales se había realizado un estudio.

“De las cloacas romanas españolas destaca el estudio realizado en las de Mérida, su plano dado a conocer por el señor Macías, consta de ocho galerías y de otras catorce que las cortan, con canales accesorios de acometidas y registros con entrada por las calles. Las dimensiones de estas cloacas son muy aproximadas a las astorganas, un poco más estrechas".

Aventuraba Luengo la hipótesis de la construcción de las cloacas astorganas en dos épocas distintas: “Pertenece a la primera la galería explorada en el jardín, con sus bóvedas de hormigón y hombros de rajuela, muros de mampostería y piso de pizarras, que  muy bien puede ser obra de la Legión X Gémina, que, según el Sr Gómez Moreno, estuvo acuartelada en Astorga en el siglo I de nuestra Era. A la segunda época correspondería el ramal de la calle de García Prieto; con bóveda toda ella de lajas de pizarra, muros de mampuesto y pavimento de mosaico, lujo inusitado en esta clase de obras (…) y que bien puede remontarse a los siglos III o IV".

Finaliza el escrito con la enumeración del material recogido durante la exploración, de valor escaso por ya haberse removido con antelación, entre los que se cuentan: trozos de 'terra sigillata' que no revelan formas y carecen de ornamento y marcas de alfar; restos de vasijas de barro corriente de color rojizo o negruzco, y  la boca de un jarrito con su correspondiente asa; dos rodajas, además de 'tégulas' e 'ímbrices' varios.
También se da cuenta de fragmentos varios de objetos de vidrio de escaso valor, un disco de mármol blanco, ligeramente veteado y muy bien labrado.

El hallazgo más interesante fue una basa de columna de granito perteneciente a un edificio corintio; la columna constaría de 20 módulos, o sea que tendría una altura de dos metros, a los que habría que añadir los 0,75 del arquitrabe, computado en cinco módulos, y tendría unos intercolumnios de seis módulos, que dan una distancia de 0,95 m; lo que demuestra pertenecer a un edificio de pequeñas proporciones, tal vez un peristilo de casa particular".

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