ENTREVISTA / Violeta Serrano, escritora
Violeta Serrano: "Tenés que hacer camino, y si no lo hay, lo creás"
Violeta Serrano (Astorga, 1988) ha publicado 'Camino de ida' (Modesto Rimba, 2016), libro que presentó la pasada semana en la Casa Panero junto a Antonio Gamoneda. Junto con la poeta y dramaturga Macarena Trigo creó un espectáculo homónimo que trabaja sobre los conceptos de desarraigo y migración entre Argentina y España. Es co-directora del posgrado internacional 'Escrituras: creatividad humana y comunicación' de FLACSO-Argentina que se realiza en cooperación entre México, Barcelona y Buenos Aires.
Es creadora y directora de la revista cultural digital independiente 'Continuidad De Los Libros'. En 2016 la publicación fue declarada de interés cultural por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a través de la Ley de Mecenazgo.
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Eloy Rubio Carro: Vamos a comenzar hablando del libro que has presentado junto a Antonio Gamoneda ‘Camino de ida’. ¿Por qué se divide en fugas?¿Fugas en el sentido de huidas o en el sentido más musical de ir por detrás de algo o de alguien? O tal vez el sentido sea diferente para cada una de las tres fugas que propones. Fuga de…, fuga de… y la tercera fuga, ‘Un nuevo índice de mortalidad’.
Violeta Serrano: El uso del término fuga es bastante literal en 'Camino de ida', aunque también puede tener un subtexto. Por un lado alude a mi propia fuga hacia Argentina, o del yo poético, si querés, y por otro lado, al sentido del movimiento que creo que tiene toda la obra: un despertar de la inocencia en distintas etapas. La primera se inicia con la elegía a Leopoldo María Panero, que además de ser un poeta asociado a mi propia tierra es quizás, el más paradigmático en lo que se refiere a la herida de la transición a la edad adulta. La segunda se abre con la elegía a Juan Gelman, que me sirve para ejemplificar el despertar ya dentro del país de acogida, con sus diferencias históricas y su forma de rearmarse ante las mismas. Creo que la historia personal de Juan Gelman es, también, paradigmática en este sentido: él llevó toda la vida una lucha para buscar a su nieta, robada.
Finalmente, en la tercera parte, no uso ya el término fuga porque no hay salida alguna para el yo poético, que ni siquiera se reconoce ya como parte de un país o del otro, sino más bien de los dos a un tiempo. Lo que concibe en ese punto, después de la fascinación inicial de una Buenos Aires que bulle y que está llena de oportunidades, es su realidad más descarnada. Por eso el título de esa parte es, justamente, ‘Adaptarse a un nuevo índice de mortalidad’.
Usted tiene una gran virtud camaleónica, ‘virtux camaleónica’, que diría Moliere. Apenas toca aire argentino y ya habla de otra manera, tal vez también sienta y piense de otra manera ¿Qué rasgos nuevos aporta su experiencia Argentina a su forma de escribir, a su forma de pensar?
Yo siempre digo que es como haberme metido en una centrifugadora. En mi vida profesional y en mi vida personal. Mi forma de ver el mundo ha cambiado: si querés, no es que me he vuelto más consciente de algunas cosas, que siempre lo fui, sino que ahora soy consciente de lo teóricas que eran mis luchas a nivel político, por ejemplo. Acá se vive en el futuro y en la planificación, sin embargo, allá se sobrevive en la urgencia. En lo que respecta a mi escritura, me ha cambiado bastante también. En la poesía, seguro. Mi prosodia ahora es otra y, por lo tanto, el ritmo de mi lenguaje, el que escucho al escribir, tiene otro tono. Al principio me costó reconocerlo, pero ahora está, y se ve reflejado en varios poemas de 'Camino de ida', donde mezclo por voluntad propia poemas de mi vida anterior y de la nueva.
Para la narrativa creo que le tengo mucho que agradecer a Argentina también: en primer lugar, mi incursión en el periodismo me ha ayudado a limar mi escritura, y, en segundo lugar, el hecho de hacer una inmersión lingüística ha funcionado como una suma exponencial de vocabulario y de expresiones. Lo estoy notando muchísmo en la novela en la que estoy trabajando ahora. Es muy enriquecedor. No hay más que leer a Bolaño, por ejemplo, nació en Chile, pero vivió en México y en Barcelona. Tenía recursos de tres castellanos distintos. Eso es excelente como caja de herramientas para cualquier escritor o escritora. Otro ejemplo más actual es la narradora Ariadna Castellarnau, ella es de Cataluña pero reside en Argentina desde hace más de cinco años y estos rasgos son patentes en su escritura. Sin ir más lejos, su novela 'Quema' ha ganado el Premio Las Américas este mismo año. Así que hay varios ejemplos así, y espero que haya muchos más.
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A propósito de lo anterior, unos versos en ‘Camino de ida’ dicen:”Cuando llegué aquí no había nombres / me vi en la obligación de nombrarlo todo / de componer un estado de cosas / un inventario de la causalidad del escenario”. ¿Transformación, metamorfosis? ¿Operación bautismal de un mundo ya creado, de un mundo a conquistar?
El mundo en Argentina ya estaba creado, claro, pero el mundo de Violeta recién llegada allá sin haber tomado un vuelo transoceánico en la puta vida, no. Tuve que renombrar, adaptarme a una cultura distinta –parecemos similares, pero no lo somos tanto, a pesar de la cantidad de emigrantes de acá que allá viven-, comprender que mis inviernos iban a ser calurosos y mis veranos, fríos –más o menos, porque siendo de León el frío de Buenos Aires es casi imperceptible-. Esos versos hacen alusión a esa necesidad de metamorfosearse, de vincularse con el ambiente para sobrevivir y abrirse paso tan lejos de casa.
Esa metamorfosis bautismal de aquello que ve, le lleva a poner distancia con el lugar de origen y abordar tal vez menos apasionadamente su infancia en la otra orilla, atrás quedó la relación con su madre, con la ‘Matria’ España. ¿Es esto así?
No, mi relación con España no quedó atrás. Creo que es justo al contrario. Cuando te vas lejos de casa, a otro país, digamos, buscás de algún modo tus señas identitarias, tu pertenencia, tus raíces, supongo que justamente para hacerte más fuerte y no tambalearte ante las adversidades, que no son pocas. Así que cuanto más estoy allá, más pienso en León. Idealizás, si querés. Extraño, por ejemplo, los tonos del monte, el silencio, la carretera que va de Astorga a mi pueblo. Cosas así.
Irse a un país extranjero y hacer vida en él exige un alto pago. ¿Hay algún parecido entre la figura de exiliado y la del emigrante que deja su país? De los exiliados, que huyeron de la guerra dice María Zambrano que han dejado de ser personajes de la historia para devenir ’criaturas de la verdad’.. . “El exilio –nos dice Zambrano-, es el lugar privilegiado para que la patria se descubra”. ¿Cuál es su experiencia sobre esto?
Bueno, creo que he contestado esto en la pregunta anterior sin haber leído esto de Zambrano. Qué curioso. Tiene toda la razón, por algo es Zambrano.
![[Img #26193]](upload/img/periodico/img_26193.jpg)
Su generación podría definírsela como una ‘generación en fuga’, pero que sabe adaptarse fácilmente a las diferencias. Es difícil hablar por los demás. ¿Tiene alguna idea de cómo vive la gente de su edad esta situación, tanto los que se quedan como los que emigran?
No puedo generalizar. Cada sentimiento será particular, tanto de los que se quedan esperando que España les dé una oportunidad, como de los que nos hemos ido a buscarla fuera. Puedo decir que a mí Argentina me ha enseñado que nadie va a venir a darte nada hecho: tenés que hacer camino, y si no lo hay, te lo inventás, lo creás, seguís adelante y triunfás o no. Con trabajo, con esfuerzo y con empeño. Es una lección valiosísima en este momento histórico en el que nos encontramos.
¿Encuentra diferencias en cuanto a la valoración del talento entre España y los países por los que ha rodado?
Lamentablemente tengo que decir que sí. No ha sido fácil, pero en Argentina siento que lo que yo hago realmente se valora. Y decir Argentina es decir Buenos Aires en este caso, porque es la ciudad en la que yo me he movido.
La cultura allá es parte esencial de la vida y, por lo tanto, mi formación y mis capacidades en este aspecto han sido siempre muy valoradas, aunque, obviamente, he tenido que adaptarlas a sus intereses: de nada serviría que yo fuese a imponer mi cultura allá. No tendría ningún sentido y, además, me darían veinte vueltas en muchos aspectos. El nivel que tienen las personas que han estudiado Letras allá es para sacarse el sombrero. Tengo que decir también que ahora, a raíz de la publicación del libro y de varios años ejerciendo el periodismo cultural desde allá, sí es cierto que estoy teniendo una buena valoración en España, pero creo que hubiese sido casi imposible sin el paso previo de haber hecho camino allá antes.
En Buenos Aires dirige la revista digital ‘Continuidad de los libros’, donde colaboran escritores y escritoras de prestigio ¿Qué pretende esa revista? ¿Qué aporta a la cultura argentina?
La idea de la revista es, sobre todo, generar un espacio en el que convivan grandes firmas con otros autores que quizás no son tan conocidos pero que sí tienen una calidad suficiente para formar parte de la publicación y no desentonar. Me parece muy útil que en una misma revista haya textos de Leonardo Padura, de Elvira Lindo o de Enrique Vila-Matas, por poner algunos ejemplos, con otras firmas del todo desconocidas. Más allá de eso, intentamos ejercer un periodismo de calidad dentro del ámbito de la cultura en la medida de nuestras posibilidades. No somos un multimedio ni mucho menos. Hemos ido peleando desde que iniciamos nuestra andadura y hemos aprendido mucho por el camino.
Hace menos de un mes que hemos podido relanzar la plataforma ya que fuimos declarados sitio de interés cultural por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires este 2016. Todo un honor. De más está decirlo, pero siempre intento que la revista tenga un vínculo entre Argentina y España. En realidad, todo lo que hago apunta hacia esa dirección. También el posgrado que dirijo junto a Carlos Skliar en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales –Escrituras: creatividad humana y comunicación-. Puede cursarlo cualquier español, por ejemplo, en su modalidad virtual.
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Una de sus más fieles colaboradoras es Patricia Gutiérrez, ilustradora también astorgana. ¿No sienten recelos los compañeros/as bonaerenses ante tamaño desembarco?
¡No he tenido quejas!, al contrario. Patricia Gutiérrez es una excelente artista, con una imaginación y un estilo propio arrollador, además de ser una persona estupenda y generosa. Desde que empezó a colaborar con nosotros ha recibido varios premios importantes acá en Europa y no tengo duda de que seguirá haciendo un camino de excelencia si se lo propone. Es muy meticulosa. Y, además de tener un innegable talento, es muy trabajadora y responsable. Todos esos ingredientes son útiles para este tipo de oficios y la mezcla equilibrada de ellos no abunda. ¡Así que espero que siga mucho tiempo colaborando con sus ilustraciones en www.continuidaddeloslibros.com!
Es creadora y directora de la revista cultural digital independiente 'Continuidad De Los Libros'. En 2016 la publicación fue declarada de interés cultural por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a través de la Ley de Mecenazgo.
Eloy Rubio Carro: Vamos a comenzar hablando del libro que has presentado junto a Antonio Gamoneda ‘Camino de ida’. ¿Por qué se divide en fugas?¿Fugas en el sentido de huidas o en el sentido más musical de ir por detrás de algo o de alguien? O tal vez el sentido sea diferente para cada una de las tres fugas que propones. Fuga de…, fuga de… y la tercera fuga, ‘Un nuevo índice de mortalidad’.
Violeta Serrano: El uso del término fuga es bastante literal en 'Camino de ida', aunque también puede tener un subtexto. Por un lado alude a mi propia fuga hacia Argentina, o del yo poético, si querés, y por otro lado, al sentido del movimiento que creo que tiene toda la obra: un despertar de la inocencia en distintas etapas. La primera se inicia con la elegía a Leopoldo María Panero, que además de ser un poeta asociado a mi propia tierra es quizás, el más paradigmático en lo que se refiere a la herida de la transición a la edad adulta. La segunda se abre con la elegía a Juan Gelman, que me sirve para ejemplificar el despertar ya dentro del país de acogida, con sus diferencias históricas y su forma de rearmarse ante las mismas. Creo que la historia personal de Juan Gelman es, también, paradigmática en este sentido: él llevó toda la vida una lucha para buscar a su nieta, robada.
Finalmente, en la tercera parte, no uso ya el término fuga porque no hay salida alguna para el yo poético, que ni siquiera se reconoce ya como parte de un país o del otro, sino más bien de los dos a un tiempo. Lo que concibe en ese punto, después de la fascinación inicial de una Buenos Aires que bulle y que está llena de oportunidades, es su realidad más descarnada. Por eso el título de esa parte es, justamente, ‘Adaptarse a un nuevo índice de mortalidad’.
Usted tiene una gran virtud camaleónica, ‘virtux camaleónica’, que diría Moliere. Apenas toca aire argentino y ya habla de otra manera, tal vez también sienta y piense de otra manera ¿Qué rasgos nuevos aporta su experiencia Argentina a su forma de escribir, a su forma de pensar?
Yo siempre digo que es como haberme metido en una centrifugadora. En mi vida profesional y en mi vida personal. Mi forma de ver el mundo ha cambiado: si querés, no es que me he vuelto más consciente de algunas cosas, que siempre lo fui, sino que ahora soy consciente de lo teóricas que eran mis luchas a nivel político, por ejemplo. Acá se vive en el futuro y en la planificación, sin embargo, allá se sobrevive en la urgencia. En lo que respecta a mi escritura, me ha cambiado bastante también. En la poesía, seguro. Mi prosodia ahora es otra y, por lo tanto, el ritmo de mi lenguaje, el que escucho al escribir, tiene otro tono. Al principio me costó reconocerlo, pero ahora está, y se ve reflejado en varios poemas de 'Camino de ida', donde mezclo por voluntad propia poemas de mi vida anterior y de la nueva.
Para la narrativa creo que le tengo mucho que agradecer a Argentina también: en primer lugar, mi incursión en el periodismo me ha ayudado a limar mi escritura, y, en segundo lugar, el hecho de hacer una inmersión lingüística ha funcionado como una suma exponencial de vocabulario y de expresiones. Lo estoy notando muchísmo en la novela en la que estoy trabajando ahora. Es muy enriquecedor. No hay más que leer a Bolaño, por ejemplo, nació en Chile, pero vivió en México y en Barcelona. Tenía recursos de tres castellanos distintos. Eso es excelente como caja de herramientas para cualquier escritor o escritora. Otro ejemplo más actual es la narradora Ariadna Castellarnau, ella es de Cataluña pero reside en Argentina desde hace más de cinco años y estos rasgos son patentes en su escritura. Sin ir más lejos, su novela 'Quema' ha ganado el Premio Las Américas este mismo año. Así que hay varios ejemplos así, y espero que haya muchos más.
A propósito de lo anterior, unos versos en ‘Camino de ida’ dicen:”Cuando llegué aquí no había nombres / me vi en la obligación de nombrarlo todo / de componer un estado de cosas / un inventario de la causalidad del escenario”. ¿Transformación, metamorfosis? ¿Operación bautismal de un mundo ya creado, de un mundo a conquistar?
El mundo en Argentina ya estaba creado, claro, pero el mundo de Violeta recién llegada allá sin haber tomado un vuelo transoceánico en la puta vida, no. Tuve que renombrar, adaptarme a una cultura distinta –parecemos similares, pero no lo somos tanto, a pesar de la cantidad de emigrantes de acá que allá viven-, comprender que mis inviernos iban a ser calurosos y mis veranos, fríos –más o menos, porque siendo de León el frío de Buenos Aires es casi imperceptible-. Esos versos hacen alusión a esa necesidad de metamorfosearse, de vincularse con el ambiente para sobrevivir y abrirse paso tan lejos de casa.
Esa metamorfosis bautismal de aquello que ve, le lleva a poner distancia con el lugar de origen y abordar tal vez menos apasionadamente su infancia en la otra orilla, atrás quedó la relación con su madre, con la ‘Matria’ España. ¿Es esto así?
No, mi relación con España no quedó atrás. Creo que es justo al contrario. Cuando te vas lejos de casa, a otro país, digamos, buscás de algún modo tus señas identitarias, tu pertenencia, tus raíces, supongo que justamente para hacerte más fuerte y no tambalearte ante las adversidades, que no son pocas. Así que cuanto más estoy allá, más pienso en León. Idealizás, si querés. Extraño, por ejemplo, los tonos del monte, el silencio, la carretera que va de Astorga a mi pueblo. Cosas así.
Irse a un país extranjero y hacer vida en él exige un alto pago. ¿Hay algún parecido entre la figura de exiliado y la del emigrante que deja su país? De los exiliados, que huyeron de la guerra dice María Zambrano que han dejado de ser personajes de la historia para devenir ’criaturas de la verdad’.. . “El exilio –nos dice Zambrano-, es el lugar privilegiado para que la patria se descubra”. ¿Cuál es su experiencia sobre esto?
Bueno, creo que he contestado esto en la pregunta anterior sin haber leído esto de Zambrano. Qué curioso. Tiene toda la razón, por algo es Zambrano.
Su generación podría definírsela como una ‘generación en fuga’, pero que sabe adaptarse fácilmente a las diferencias. Es difícil hablar por los demás. ¿Tiene alguna idea de cómo vive la gente de su edad esta situación, tanto los que se quedan como los que emigran?
No puedo generalizar. Cada sentimiento será particular, tanto de los que se quedan esperando que España les dé una oportunidad, como de los que nos hemos ido a buscarla fuera. Puedo decir que a mí Argentina me ha enseñado que nadie va a venir a darte nada hecho: tenés que hacer camino, y si no lo hay, te lo inventás, lo creás, seguís adelante y triunfás o no. Con trabajo, con esfuerzo y con empeño. Es una lección valiosísima en este momento histórico en el que nos encontramos.
¿Encuentra diferencias en cuanto a la valoración del talento entre España y los países por los que ha rodado?
Lamentablemente tengo que decir que sí. No ha sido fácil, pero en Argentina siento que lo que yo hago realmente se valora. Y decir Argentina es decir Buenos Aires en este caso, porque es la ciudad en la que yo me he movido.
La cultura allá es parte esencial de la vida y, por lo tanto, mi formación y mis capacidades en este aspecto han sido siempre muy valoradas, aunque, obviamente, he tenido que adaptarlas a sus intereses: de nada serviría que yo fuese a imponer mi cultura allá. No tendría ningún sentido y, además, me darían veinte vueltas en muchos aspectos. El nivel que tienen las personas que han estudiado Letras allá es para sacarse el sombrero. Tengo que decir también que ahora, a raíz de la publicación del libro y de varios años ejerciendo el periodismo cultural desde allá, sí es cierto que estoy teniendo una buena valoración en España, pero creo que hubiese sido casi imposible sin el paso previo de haber hecho camino allá antes.
En Buenos Aires dirige la revista digital ‘Continuidad de los libros’, donde colaboran escritores y escritoras de prestigio ¿Qué pretende esa revista? ¿Qué aporta a la cultura argentina?
La idea de la revista es, sobre todo, generar un espacio en el que convivan grandes firmas con otros autores que quizás no son tan conocidos pero que sí tienen una calidad suficiente para formar parte de la publicación y no desentonar. Me parece muy útil que en una misma revista haya textos de Leonardo Padura, de Elvira Lindo o de Enrique Vila-Matas, por poner algunos ejemplos, con otras firmas del todo desconocidas. Más allá de eso, intentamos ejercer un periodismo de calidad dentro del ámbito de la cultura en la medida de nuestras posibilidades. No somos un multimedio ni mucho menos. Hemos ido peleando desde que iniciamos nuestra andadura y hemos aprendido mucho por el camino.
Hace menos de un mes que hemos podido relanzar la plataforma ya que fuimos declarados sitio de interés cultural por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires este 2016. Todo un honor. De más está decirlo, pero siempre intento que la revista tenga un vínculo entre Argentina y España. En realidad, todo lo que hago apunta hacia esa dirección. También el posgrado que dirijo junto a Carlos Skliar en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales –Escrituras: creatividad humana y comunicación-. Puede cursarlo cualquier español, por ejemplo, en su modalidad virtual.
Una de sus más fieles colaboradoras es Patricia Gutiérrez, ilustradora también astorgana. ¿No sienten recelos los compañeros/as bonaerenses ante tamaño desembarco?
¡No he tenido quejas!, al contrario. Patricia Gutiérrez es una excelente artista, con una imaginación y un estilo propio arrollador, además de ser una persona estupenda y generosa. Desde que empezó a colaborar con nosotros ha recibido varios premios importantes acá en Europa y no tengo duda de que seguirá haciendo un camino de excelencia si se lo propone. Es muy meticulosa. Y, además de tener un innegable talento, es muy trabajadora y responsable. Todos esos ingredientes son útiles para este tipo de oficios y la mezcla equilibrada de ellos no abunda. ¡Así que espero que siga mucho tiempo colaborando con sus ilustraciones en www.continuidaddeloslibros.com!