Los descartes de Álvaro Delgado
En Astorga Redacción como acompañamiento a la exposición de Álvaro Delgado, que puede visitarse en la Casa de Panero, publicamos este trabajo de Antonio Martínez Fuertes, realizado a partir de una entrevista que iba a ser sobre la relación de Álvaro Delgado con Leopoldo Panero y terminó siendo sobre la relación con Eugenio de Nora y su 'Pueblo Cautivo'. Así salda las cuentas Antonio Martínez con el pintor recientemente fallecido: "Me insistió en que le mandase la entrevista cuando fuese publicada y esto nunca sucedió, teniendo una deuda con Álvaro Delgado y su memoria que me ha perseguido estos años, sabiendo además, que se fue todavía no hace un año"
"Las ciudades de los muertos (...)
Los caminos de España bordeados de sepulcros;
Las cárceles oscuras, y las madres más solas..."
Eugenio de Nora
Preguntaréis: ¿Y dónde están las lilas?
¿Y la metafísica cubierta de amapolas?
Pablo Neruda
![[Img #26197]](upload/img/periodico/img_26197.jpg)
Se había editado en junio de 2013 un libro de textos sobre Leopoldo Panero, en él iban incluidos autores variados con diferentes visiones y cuyo título evocaba en un verso, ese mundo del poeta: 'El peso de lo alegre', siendo su editor Juan Manuel Sandín Pérez. Un amigo se hizo con todo el material además de los descartes que no cabían en dicha publicación. La propuesta era entrevistar a uno de aquellos que habían quedado fuera. Se trataba de un pintor importante, emparentado con la Escuela de Vallecas y más tarde con la Escuela de Madrid, llamado Álvaro Delgado. Quedo con él por teléfono para visitarle en su casa de la calle Biarritz en Madrid, con la idea de hacerle una entrevista un viernes 8 de noviembre de 2013 a las seis de la tarde.
Durante toda la conversación fueron saliendo nombres, hechos y momentos de gran valor referencial para la cultura de los últimos 70 años. Teniendo en cuenta que la idea inicial era su relación directa con Leopoldo Panero, me iba dando cuenta que ya estaba documentada por las diferentes entrevistas con personajes relevantes de la cultura astorgana. Esto me hizo ir perdiendo el interés por hallar algo novedoso pese al aluvión de personajes que me iba desgranando. Este avatar último dejó descansar la entrevista, la cual nunca olvidé del todo, y en especial recordando al artista en su faceta de ilustrador para un libro, pienso que capital, para la poesía de postguerra. Me insistió en que le mandase la entrevista cuando fuese publicada y esto nunca sucedió, teniendo una deuda con Álvaro Delgado y su memoria que me ha perseguido estos años, sabiendo además, que se fue todavía no hace un año.
Dejo para los curiosos su importante biografía, copiosa vida y afanosa creación; sus obras, géneros, estilo y técnica, así como su importante labor de retratista, su lucha contra el mundo académico como señalaba Lafuente Ferrari, su encuentro con Asturias (Navia) o la sierra madrileña (La Olmeda) y por encima de todo, su Madrid.
Álvaro Delgado, me cuenta, que se había convocado la 1ª Bienal Hispanoamericana (1951-1952), y un grupo de artistas donde se incluía él, deciden no presentarse si la muestra iba a estar marcada por artistas tradicionales, al final se presentaron todos menos él. Leopoldo Panero gracias al ceramista catalán Josep Llorens i Artigas, que conocía a Álvaro Delgado, le insiste en que le diga que es una oportunidad y que le transmita que venga a hablar con él.
Leopoldo Panero
Leopoldo Panero en esos momentos trabajaba con Luis González Robles, que dirigió varias Bienales posteriores. Después de charlar un rato le dijo que si no iba como pintor iría como jurado, pero rehusó alegando que en esta bienal no quería estar, que contase con él para las siguientes. Desde ese momento se fraguó una amistad que nunca desaparecerá, convirtiéndose en un asiduo de su casa y con la presencia de Felicidad Blanc y sus hijos que eran niños. Su recuerdo va para el capitán Marciales, encarnado en L. M. Panero, el único hijo vivo en el momento de mi entrevista, y que más bien le sirvió como modelo al que retrató varias veces.
También coincidía en su casa con Dámaso Alonso que le parecía que era padrino, él o su mujer de L. M. Panero. Todo ello sucedía en la calle Ibiza, y la amistad que ambos compartían con Carlos Pascual de Lara, artista de la llamada Segunda Escuela de Vallecas, al que visitaban en el sanatorio de la Concepción, y que acabaría muriendo en el año 58… Especial era la amistad con Luis Rosales y Luis Felipe Vivanco, y en aquellos años, un Madrid mucho más concentrado que en la actualidad, donde se coincidía en los mismos lugares o mundos comunes. Recorridos y tertulias. Uno de estos lugares de bullicio intelectual era el Café Lion, donde apenas había pintores, ya que en opinión de Álvaro Delgado, no sentían próxima la literatura, salvo excepciones como Vela Zanetti al cual le echó una mano Leopoldo, además de un personaje clave para los pintores del momento, que eran Benjamín Palencia. Ortega Muñoz… Zabaleta…, sobre los que ha caído el silencio de una forma estúpida, de ese silencio político se quejaba a lo largo de conversación.
![[Img #26200]](upload/img/periodico/img_26200.jpg)
Leopoldo Panero “era ya alguien” antes de la guerra, dentro de la poesía y también en el campo del arte, por eso lo hacía atractivo para los jóvenes de ese momento. En el Café Lion próximo a Cibeles se reunían los de falange, pero a nosotros no nos gustaban, dice Álvaro Delgado, pese a tener amistad con Sánchez Mazas, al cual consideraba un interesante escritor sobre el que también cayó el peso del olvido (Álvaro fue amigo de su hijo Rafael Sánchez Ferlosio). Ridruejo que ya estaba apartado…
Posteriormente tuvo algún encuentro con Michi Panero. De Felicidad, después de la película, se aleja pese a que cuando Felicidad se instala en Irún mantiene amistad con un hermano de su mujer. “Nos sentó como un tiro la película”, “nosotros por lo que veíamos de Leopoldo, por su manera de tratar a sus hijos, veíamos que era gran amante de su familia, por el cariño con que se dirigía a Felicidad…, ella debía estar un poco… y de los hijos ya no digamos”. Entonces su relación con la familia desapareció. Hace unos años fue a un acto en el que estaba L. M. Panero y habló con él pero no le identificó, “estaba como enajenado”.
Un día que visitaban (Álvaro y Leopoldo) a Carlos Pascual de Lara que estaba hospitalizado, muriéndose, le dice: “Alvarito (así le llamaba) esta noche te vas a pagar tú el taxi”, Álvaro Delgado percibió altivez que no entendió. Una vez en casa sonó el teléfono y era Leopoldo: “Alvarito prepárate que paso a recogerte”, respondiéndole Álvaro Delgado, “no Leopoldo hoy me pago yo el taxi”. Ahí la relación se enfrió por la dificultad del carácter de Leopoldo, el cual no era tipo fácil, en palabras de Álvaro Delgado. Un día Felicidad Blanc le invita al estreno de 'El desencanto'. Álvaro Delgado, Luis Rosales y otro amigo, asisten perplejos y estupefactos en el Cine Palace, a algo que no se correspondía con la imagen que ellos tenían de Leopoldo, preguntándose de dónde procedía tanto dolor.
Eugenio de Nora
Como anteriormente mencioné, parecía que no iba a descubrir nada nuevo bajo el manto tantas veces manoseado de L. Panero, y sí en cambio su vida anterior, la de ilustrador, me parecía seductora por su trabajo en el poemario “Pueblo Cautivo” (1946):
“Este volumen, obra de un POETA SIN NOMBRE, el primero de la Ediciones F.U.E.,
se acabó de imprimir en un lugar de España en los talleres del periódico clandestino
U.F.E.H. el día treinta y uno de Diciembre del año de mil novecientos cuarenta y seis
Y séptimo de la tiranía franquista. De esta edición original se tiraron doscientos diez
Ejemplares de la A a L y numerados de uno a doscientos.”
Cuando me está hablando de los poetas que tanto les interesaban a ellos, los jóvenes (Leopoldo era algo mayor que ellos), les seducían todo lo acontecido antes de la guerra, la actitud política de tantos que han sido menospreciados y que como Leopoldo “tenían que vivir de algo”. Me habla de un libro. Me dice, "abre esa puerta y llama a Ana" (una mujer ucraniana que lo atendía con gran cariño) y le pide un ejemplar que se acababa de reeditar 'Falange y Literatura' de José-Carlos Mainer, me recuerda, y lo subraya, que él no había sido franquista (y mucho menos falangista, tampoco en el libro de Mainer aparece referencia alguna a Leopoldo como falangista), y que incluso, sufrió varias detenciones, una de ellas por realizar la ilustraciones de la obra arriba reseñada.
Álvaro Delgado se acercaba al Campamento de las Milicias Universitarias de La Granja, recogía los poemas de Eugenio de Nora, que guardaba en el bolsillo. Más tarde Eugenio de Nora dirá de las ilustraciones que “le sorprendieron por su vigor y calidad, en perfecta sintonía con los textos”. Su detención en las más oscuras celdas del franquismo no le reportó grandes problemas, dice, buscaban al autor de los textos y no vieron más allá de unas ilustraciones expresionistas.
Una vez editado el libro le piden que lo lleve al norte, al País Vasco, en donde conocía a la hermana de la pintora Menchu Gal, a la que le llevaría los libros y que posteriormente sería su mujer. Vivían en Irún y le llamaba la atención la forma de vestir, los perfumes, echarpes que llevaban, tal vez por la influencia de Francia, y que ejercían una atracción fascinante que no había en el Madrid de la autarquía. La dulzura con la que me narró su declaración de amor, después de entregarle los libros, evoca lo vivido. Y vuelve a hablar de esa generación de Leopoldo que bebía mucho y ellos, más jóvenes, les secundaban. Por eso ese día había tomado "lo indecible’ y sin saber lo que le había dicho, retorna a Madrid, donde su hermana Menchu Gal le llama por teléfono: “Álvaro, así que vamos a ser cuñados”.
![[Img #26199]](upload/img/periodico/img_26199.jpg)
‘Pueblo Cautivo’ mantuvo su anonimato hasta mitad de los años 90 del siglo veinte, el alma de la publicación fue Carmelo Soria que era amigo de Álvaro Delgado. Ahora pienso que le fueron quedando muy lejanos aquellos comienzos de la dictadura, como si su vida estuviera pendiente de lo que iba a suceder en los 50, las bienales, reconocimientos y premios, y en cambio los 40 se pierden en la neblina, en el polvo del granito machacado en Cuelgamuros.
El final de la Guerra Civil supuso un nuevo orden de cosas: las muertes, el hambre de esos primeros años, las vejaciones, los miedos, el exilio de Antonio Machado, de Prados, de Cernuda, de Alberti, de Altolaguirre, y constatar que en enero de 1940 se hablaba en términos oficiales de la existencia de doscientos cincuenta mil presos políticos, que en el año 1940, como en el 1944, como en el 1947, se seguía ejecutando al pueblo resistente como si la Guerra Civil todavía no hubiese acabado. Un 'pueblo paralizado' con una Universidad sin maestros, de una Universidad donde había más pistolas que libros.
La FUE, sindicato estudiantil de resistencia, intentó reorganizarse en los años cuarenta. Había sido muy importante y activa en el período de preguerra, durante los veinte y frente a la Dictadura de Primo de Rivera, contando con el magisterio de Unamuno, Ortega, Jiménez de Asúa, Fernando de los Ríos, Sánchez Albornoz. Esta FUE de posguerra española nació entre “una juventud universitaria sin universidad” en palabras de Fanny Rubio, que aprendía casi todo fuera de las aulas en libros que no eran los de texto, teniendo también a sus poetas fieles al sentir estético de Pablo Neruda, de Rafael Alberti, de César Vallejo.
Segunda edición de 'Pueblo Cautivo'
No me extenderé en la la importancia de la FUE y su revista UFEH y reclamo la atención sobre la segunda edición de ‘Pueblo Cautivo’ en el año 1978 con un prólogo esclarecedor de Fanny Rubio para la colección de poesía Hiperión. Se trata de una edición facsímil con los ya comentados grabados de Álvaro Delgado.
En abril de 1947, cae el comité en la clandestinidad de esta organización estudiantil. Los componentes son procesados y juzgados el 12 de diciembre del mismo año en lo que será el primer proceso público ante tribunal militar en Madrid. Nicolás Sánchez Albornoz, Manuel Lamana e Ignacio Faure fueron ingresados en el campo de Cuelgamuros (donde se efectuaba la construcción del Valle de los Caídos). Los dos primeros se fugarán en una peripecia de película en el coche de Norman Mailer y que posteriormente relatará Manuel Lamana en su libro 'Otros hombres'. Acusado pero no detenido, el reorganizador de la FUE y editor de 'Pueblo Cautivo', Carmelo Soria se exilió en Chile.
'Pueblo Cautivo' se inicia con unos versos de un poeta en el exilio, Pedro Garfias, continúa con un poema de Pablo Neruda extraído de su Tercera Residencia, y una serie de once ilustraciones acordes con el texto, las once ilustraciones de Álvaro Delgado. Este libro tiene el peso de la vida, que rompe, con las maneras ajustadas de hacer el verso, como dice Fanny Rubio, “suelta sin autocensura su pensamiento lírico, tiene la captación de unos gestos, de unos tonos”:
“la gente de las calles con uniforme o luto
las cicatrices que miro en tantas almas,
el sol rojizo iluminando cárceles,”
Sin conocerse el autor, pero apuntando a Eugenio de Nora, Fanny Rubio dice que el libro cumple la función de constatar la existencia de un pueblo silencioso, mediante el recurso expresivo de la voz y la imagen.
Carmelo Soria
Precisamente por este uso de la expresividad en los grabados, se puso en contacto con el autor, Álvaro Delgado, que tuvo unas palabras de recuerdo para Carmelo Soria, “responsable de la edición de este libro e intermediario entre pintor y poeta”.
Carmelo Soria Espinoza amigo de Álvaro Delgado, lo había conocido en el cuartel de La Granja donde era soldado de farmacia. Nieto del urbanista Arturo Soria, se exiliará tras la huida de Lamana y Sánchez Albornoz del Valle de los Caídos. Cuenta Álvaro Delgado, que le había perdido la pista, sabía que estaba por Chile y nada más. Como una premonición, un día su hijo Álvaro Delgado Gal le pregunta por Carmelo Soria del que le había oído hablar en alguna ocasión y le explica quien era… Al día siguiente se compraba un coche (“¡ya teníamos dinero!”), mientras esperaba, coge 'El País' más tarde y apresurado lo deja sobre una mesa abriéndose por la página en que aparecía un retrato-dibujo de Carmelo Soria que le había hecho él. La noticia en grande señalaba: “español del exilio asesinado por la policía de Pinochet”.
![[Img #26198]](upload/img/periodico/img_26198.jpg)
Carmelo Soria, Baltasar Garzón y Pinochet
El 16 de julio de 1976 fue muerto por agentes de la DINA el economista español y funcionario de las Naciones Unidas, Carmelo Luis Soria Espinoza, militante del PS. La Comisión se formó la convicción de que Carmelo Soria fue ejecutado por agentes estatales, en violación de sus derechos humanos.
El 16 de octubre de 1998 el arresto domiciliario del general Augusto Pinochet, a instancias del juez Baltasar Garzón, apoyado en el principio de Jurisdicción Universal, marcó un hito en el tratamiento penal de genocidas y autores de crímenes contra la humanidad.
El proceso contra el dictador chileno, acusado de violaciones de derechos humanos en Chile —los cargos incluían 94 denuncias de tortura de ciudadanos españoles, el asesinato en 1976 del diplomático español Carmelo Soria y conspiración para cometer tortura — duró 16 meses, hasta que la Cámara de los Lores resolvió que Pinochet no gozaba de inmunidad y podía ser juzgado.
Mary Robinson, Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, elogió la decisión de la Cámara, declarando que quedaba claro que la tortura es un crimen internacional sujeto a jurisdicción universal.
Amnistía Internacional y la Fundación Médica para la Atención de las Víctimas de la Tortura pidieron la extradición del general a España. Por su parte, Chile retiró por un tiempo a su embajador en Madrid en protesta por la actuación de España. Baltasar Garzón, tantas veces acusado de injerencia en ámbitos de otros países, señalado como mal juez e insultado de múltiples maneras, 'sentaba en el banquillo' de la Justicia Universal, a un caudillo por atentar contra ciudadanos españoles, llevando la causa de la familia de Carmelo Soria con la dignidad que se merecen los compatriotas. Cabe preguntarse: ¿qué es ser patriota? Huyó, Carmelo Soria, de una dictadura para ser asesinado por un régimen de terror que puso fin al gobierno de Salvador Allende, siendo Carmelo Soria, defensor de un pueblo tan semejante al suyo.
En junio de 2004, se hizo la entrega al Centro de documentacio?n de la Residencia de Estudiantes (Madrid), de los dibujos realizados por A?lvaro Delgado sobre poemas de Eugenio de Nora para el libro 'Pueblo cautivo'. En el acto estaban A?lvaro Delgado, A?lvaro Llopis, Eugenio de Nora, Nicola?s Sa?nchez.-Albornoz y Carlos Ve?lez.
Los poemas de 'Pueblo Cautivo' fueron incluidos en el 'Romancero della resistenza spagnola' de Darío Puccini (1960) y la mayor parte de ellos publicados por Max Aub en su revista personal Sala de espera (1948-1951). En 1978 ediciones Hiperio?n publico? una edición facsi?mil con prólogo de Fanny Rubio pero la autoría de Eugenio de Nora no se hace pública hasta 1997, an?o en que el Instituto Leone?s de Cultura reedito? el libro (Breviarios de la Calle de Pez). Queda el recuerdo de que pudo haber sido traducido al francés por Paul Éluard.
Que sean estas líneas el recuerdo a aquellos hombres, Juan Manuel Díaz-Caneja, Luis Rubio, Antonio Lozano, Pablo Pintado, Paco Benet, Álvaro Delgado, Manuel Lamana, Nicolás Sánchez Albornoz, Ignacio Faure, Toni Rodríguez Mellado, Arturo y Carmelo. En palabras de Fanny Rubio: “reconocimiento de su esfuerzo, posiblemente romántico, no por utópico menos justo; en valoración en su lucha, no por minoritaria menos heroica”.
España, quiero arropar tu desgracia
en palabras hermosas como pliegues airados,
para que te conozcan y te amen
los que aún te ignoran, los que siguen ciegos
a tu dolor de cárcel y naufragio.
-Eugenio de Nora- “Quiero decir”
"Las ciudades de los muertos (...)
Los caminos de España bordeados de sepulcros;
Las cárceles oscuras, y las madres más solas..."
Eugenio de Nora
Preguntaréis: ¿Y dónde están las lilas?
¿Y la metafísica cubierta de amapolas?
Pablo Neruda
Se había editado en junio de 2013 un libro de textos sobre Leopoldo Panero, en él iban incluidos autores variados con diferentes visiones y cuyo título evocaba en un verso, ese mundo del poeta: 'El peso de lo alegre', siendo su editor Juan Manuel Sandín Pérez. Un amigo se hizo con todo el material además de los descartes que no cabían en dicha publicación. La propuesta era entrevistar a uno de aquellos que habían quedado fuera. Se trataba de un pintor importante, emparentado con la Escuela de Vallecas y más tarde con la Escuela de Madrid, llamado Álvaro Delgado. Quedo con él por teléfono para visitarle en su casa de la calle Biarritz en Madrid, con la idea de hacerle una entrevista un viernes 8 de noviembre de 2013 a las seis de la tarde.
Durante toda la conversación fueron saliendo nombres, hechos y momentos de gran valor referencial para la cultura de los últimos 70 años. Teniendo en cuenta que la idea inicial era su relación directa con Leopoldo Panero, me iba dando cuenta que ya estaba documentada por las diferentes entrevistas con personajes relevantes de la cultura astorgana. Esto me hizo ir perdiendo el interés por hallar algo novedoso pese al aluvión de personajes que me iba desgranando. Este avatar último dejó descansar la entrevista, la cual nunca olvidé del todo, y en especial recordando al artista en su faceta de ilustrador para un libro, pienso que capital, para la poesía de postguerra. Me insistió en que le mandase la entrevista cuando fuese publicada y esto nunca sucedió, teniendo una deuda con Álvaro Delgado y su memoria que me ha perseguido estos años, sabiendo además, que se fue todavía no hace un año.
Dejo para los curiosos su importante biografía, copiosa vida y afanosa creación; sus obras, géneros, estilo y técnica, así como su importante labor de retratista, su lucha contra el mundo académico como señalaba Lafuente Ferrari, su encuentro con Asturias (Navia) o la sierra madrileña (La Olmeda) y por encima de todo, su Madrid.
Álvaro Delgado, me cuenta, que se había convocado la 1ª Bienal Hispanoamericana (1951-1952), y un grupo de artistas donde se incluía él, deciden no presentarse si la muestra iba a estar marcada por artistas tradicionales, al final se presentaron todos menos él. Leopoldo Panero gracias al ceramista catalán Josep Llorens i Artigas, que conocía a Álvaro Delgado, le insiste en que le diga que es una oportunidad y que le transmita que venga a hablar con él.
Leopoldo Panero
Leopoldo Panero en esos momentos trabajaba con Luis González Robles, que dirigió varias Bienales posteriores. Después de charlar un rato le dijo que si no iba como pintor iría como jurado, pero rehusó alegando que en esta bienal no quería estar, que contase con él para las siguientes. Desde ese momento se fraguó una amistad que nunca desaparecerá, convirtiéndose en un asiduo de su casa y con la presencia de Felicidad Blanc y sus hijos que eran niños. Su recuerdo va para el capitán Marciales, encarnado en L. M. Panero, el único hijo vivo en el momento de mi entrevista, y que más bien le sirvió como modelo al que retrató varias veces.
También coincidía en su casa con Dámaso Alonso que le parecía que era padrino, él o su mujer de L. M. Panero. Todo ello sucedía en la calle Ibiza, y la amistad que ambos compartían con Carlos Pascual de Lara, artista de la llamada Segunda Escuela de Vallecas, al que visitaban en el sanatorio de la Concepción, y que acabaría muriendo en el año 58… Especial era la amistad con Luis Rosales y Luis Felipe Vivanco, y en aquellos años, un Madrid mucho más concentrado que en la actualidad, donde se coincidía en los mismos lugares o mundos comunes. Recorridos y tertulias. Uno de estos lugares de bullicio intelectual era el Café Lion, donde apenas había pintores, ya que en opinión de Álvaro Delgado, no sentían próxima la literatura, salvo excepciones como Vela Zanetti al cual le echó una mano Leopoldo, además de un personaje clave para los pintores del momento, que eran Benjamín Palencia. Ortega Muñoz… Zabaleta…, sobre los que ha caído el silencio de una forma estúpida, de ese silencio político se quejaba a lo largo de conversación.
Leopoldo Panero “era ya alguien” antes de la guerra, dentro de la poesía y también en el campo del arte, por eso lo hacía atractivo para los jóvenes de ese momento. En el Café Lion próximo a Cibeles se reunían los de falange, pero a nosotros no nos gustaban, dice Álvaro Delgado, pese a tener amistad con Sánchez Mazas, al cual consideraba un interesante escritor sobre el que también cayó el peso del olvido (Álvaro fue amigo de su hijo Rafael Sánchez Ferlosio). Ridruejo que ya estaba apartado…
Posteriormente tuvo algún encuentro con Michi Panero. De Felicidad, después de la película, se aleja pese a que cuando Felicidad se instala en Irún mantiene amistad con un hermano de su mujer. “Nos sentó como un tiro la película”, “nosotros por lo que veíamos de Leopoldo, por su manera de tratar a sus hijos, veíamos que era gran amante de su familia, por el cariño con que se dirigía a Felicidad…, ella debía estar un poco… y de los hijos ya no digamos”. Entonces su relación con la familia desapareció. Hace unos años fue a un acto en el que estaba L. M. Panero y habló con él pero no le identificó, “estaba como enajenado”.
Un día que visitaban (Álvaro y Leopoldo) a Carlos Pascual de Lara que estaba hospitalizado, muriéndose, le dice: “Alvarito (así le llamaba) esta noche te vas a pagar tú el taxi”, Álvaro Delgado percibió altivez que no entendió. Una vez en casa sonó el teléfono y era Leopoldo: “Alvarito prepárate que paso a recogerte”, respondiéndole Álvaro Delgado, “no Leopoldo hoy me pago yo el taxi”. Ahí la relación se enfrió por la dificultad del carácter de Leopoldo, el cual no era tipo fácil, en palabras de Álvaro Delgado. Un día Felicidad Blanc le invita al estreno de 'El desencanto'. Álvaro Delgado, Luis Rosales y otro amigo, asisten perplejos y estupefactos en el Cine Palace, a algo que no se correspondía con la imagen que ellos tenían de Leopoldo, preguntándose de dónde procedía tanto dolor.
Eugenio de Nora
Como anteriormente mencioné, parecía que no iba a descubrir nada nuevo bajo el manto tantas veces manoseado de L. Panero, y sí en cambio su vida anterior, la de ilustrador, me parecía seductora por su trabajo en el poemario “Pueblo Cautivo” (1946):
“Este volumen, obra de un POETA SIN NOMBRE, el primero de la Ediciones F.U.E.,
se acabó de imprimir en un lugar de España en los talleres del periódico clandestino
U.F.E.H. el día treinta y uno de Diciembre del año de mil novecientos cuarenta y seis
Y séptimo de la tiranía franquista. De esta edición original se tiraron doscientos diez
Ejemplares de la A a L y numerados de uno a doscientos.”
Cuando me está hablando de los poetas que tanto les interesaban a ellos, los jóvenes (Leopoldo era algo mayor que ellos), les seducían todo lo acontecido antes de la guerra, la actitud política de tantos que han sido menospreciados y que como Leopoldo “tenían que vivir de algo”. Me habla de un libro. Me dice, "abre esa puerta y llama a Ana" (una mujer ucraniana que lo atendía con gran cariño) y le pide un ejemplar que se acababa de reeditar 'Falange y Literatura' de José-Carlos Mainer, me recuerda, y lo subraya, que él no había sido franquista (y mucho menos falangista, tampoco en el libro de Mainer aparece referencia alguna a Leopoldo como falangista), y que incluso, sufrió varias detenciones, una de ellas por realizar la ilustraciones de la obra arriba reseñada.
Álvaro Delgado se acercaba al Campamento de las Milicias Universitarias de La Granja, recogía los poemas de Eugenio de Nora, que guardaba en el bolsillo. Más tarde Eugenio de Nora dirá de las ilustraciones que “le sorprendieron por su vigor y calidad, en perfecta sintonía con los textos”. Su detención en las más oscuras celdas del franquismo no le reportó grandes problemas, dice, buscaban al autor de los textos y no vieron más allá de unas ilustraciones expresionistas.
Una vez editado el libro le piden que lo lleve al norte, al País Vasco, en donde conocía a la hermana de la pintora Menchu Gal, a la que le llevaría los libros y que posteriormente sería su mujer. Vivían en Irún y le llamaba la atención la forma de vestir, los perfumes, echarpes que llevaban, tal vez por la influencia de Francia, y que ejercían una atracción fascinante que no había en el Madrid de la autarquía. La dulzura con la que me narró su declaración de amor, después de entregarle los libros, evoca lo vivido. Y vuelve a hablar de esa generación de Leopoldo que bebía mucho y ellos, más jóvenes, les secundaban. Por eso ese día había tomado "lo indecible’ y sin saber lo que le había dicho, retorna a Madrid, donde su hermana Menchu Gal le llama por teléfono: “Álvaro, así que vamos a ser cuñados”.
‘Pueblo Cautivo’ mantuvo su anonimato hasta mitad de los años 90 del siglo veinte, el alma de la publicación fue Carmelo Soria que era amigo de Álvaro Delgado. Ahora pienso que le fueron quedando muy lejanos aquellos comienzos de la dictadura, como si su vida estuviera pendiente de lo que iba a suceder en los 50, las bienales, reconocimientos y premios, y en cambio los 40 se pierden en la neblina, en el polvo del granito machacado en Cuelgamuros.
El final de la Guerra Civil supuso un nuevo orden de cosas: las muertes, el hambre de esos primeros años, las vejaciones, los miedos, el exilio de Antonio Machado, de Prados, de Cernuda, de Alberti, de Altolaguirre, y constatar que en enero de 1940 se hablaba en términos oficiales de la existencia de doscientos cincuenta mil presos políticos, que en el año 1940, como en el 1944, como en el 1947, se seguía ejecutando al pueblo resistente como si la Guerra Civil todavía no hubiese acabado. Un 'pueblo paralizado' con una Universidad sin maestros, de una Universidad donde había más pistolas que libros.
La FUE, sindicato estudiantil de resistencia, intentó reorganizarse en los años cuarenta. Había sido muy importante y activa en el período de preguerra, durante los veinte y frente a la Dictadura de Primo de Rivera, contando con el magisterio de Unamuno, Ortega, Jiménez de Asúa, Fernando de los Ríos, Sánchez Albornoz. Esta FUE de posguerra española nació entre “una juventud universitaria sin universidad” en palabras de Fanny Rubio, que aprendía casi todo fuera de las aulas en libros que no eran los de texto, teniendo también a sus poetas fieles al sentir estético de Pablo Neruda, de Rafael Alberti, de César Vallejo.
Segunda edición de 'Pueblo Cautivo'
No me extenderé en la la importancia de la FUE y su revista UFEH y reclamo la atención sobre la segunda edición de ‘Pueblo Cautivo’ en el año 1978 con un prólogo esclarecedor de Fanny Rubio para la colección de poesía Hiperión. Se trata de una edición facsímil con los ya comentados grabados de Álvaro Delgado.
En abril de 1947, cae el comité en la clandestinidad de esta organización estudiantil. Los componentes son procesados y juzgados el 12 de diciembre del mismo año en lo que será el primer proceso público ante tribunal militar en Madrid. Nicolás Sánchez Albornoz, Manuel Lamana e Ignacio Faure fueron ingresados en el campo de Cuelgamuros (donde se efectuaba la construcción del Valle de los Caídos). Los dos primeros se fugarán en una peripecia de película en el coche de Norman Mailer y que posteriormente relatará Manuel Lamana en su libro 'Otros hombres'. Acusado pero no detenido, el reorganizador de la FUE y editor de 'Pueblo Cautivo', Carmelo Soria se exilió en Chile.
'Pueblo Cautivo' se inicia con unos versos de un poeta en el exilio, Pedro Garfias, continúa con un poema de Pablo Neruda extraído de su Tercera Residencia, y una serie de once ilustraciones acordes con el texto, las once ilustraciones de Álvaro Delgado. Este libro tiene el peso de la vida, que rompe, con las maneras ajustadas de hacer el verso, como dice Fanny Rubio, “suelta sin autocensura su pensamiento lírico, tiene la captación de unos gestos, de unos tonos”:
“la gente de las calles con uniforme o luto
las cicatrices que miro en tantas almas,
el sol rojizo iluminando cárceles,”
Sin conocerse el autor, pero apuntando a Eugenio de Nora, Fanny Rubio dice que el libro cumple la función de constatar la existencia de un pueblo silencioso, mediante el recurso expresivo de la voz y la imagen.
Carmelo Soria
Precisamente por este uso de la expresividad en los grabados, se puso en contacto con el autor, Álvaro Delgado, que tuvo unas palabras de recuerdo para Carmelo Soria, “responsable de la edición de este libro e intermediario entre pintor y poeta”.
Carmelo Soria Espinoza amigo de Álvaro Delgado, lo había conocido en el cuartel de La Granja donde era soldado de farmacia. Nieto del urbanista Arturo Soria, se exiliará tras la huida de Lamana y Sánchez Albornoz del Valle de los Caídos. Cuenta Álvaro Delgado, que le había perdido la pista, sabía que estaba por Chile y nada más. Como una premonición, un día su hijo Álvaro Delgado Gal le pregunta por Carmelo Soria del que le había oído hablar en alguna ocasión y le explica quien era… Al día siguiente se compraba un coche (“¡ya teníamos dinero!”), mientras esperaba, coge 'El País' más tarde y apresurado lo deja sobre una mesa abriéndose por la página en que aparecía un retrato-dibujo de Carmelo Soria que le había hecho él. La noticia en grande señalaba: “español del exilio asesinado por la policía de Pinochet”.
Carmelo Soria, Baltasar Garzón y Pinochet
El 16 de julio de 1976 fue muerto por agentes de la DINA el economista español y funcionario de las Naciones Unidas, Carmelo Luis Soria Espinoza, militante del PS. La Comisión se formó la convicción de que Carmelo Soria fue ejecutado por agentes estatales, en violación de sus derechos humanos.
El 16 de octubre de 1998 el arresto domiciliario del general Augusto Pinochet, a instancias del juez Baltasar Garzón, apoyado en el principio de Jurisdicción Universal, marcó un hito en el tratamiento penal de genocidas y autores de crímenes contra la humanidad.
El proceso contra el dictador chileno, acusado de violaciones de derechos humanos en Chile —los cargos incluían 94 denuncias de tortura de ciudadanos españoles, el asesinato en 1976 del diplomático español Carmelo Soria y conspiración para cometer tortura — duró 16 meses, hasta que la Cámara de los Lores resolvió que Pinochet no gozaba de inmunidad y podía ser juzgado.
Mary Robinson, Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, elogió la decisión de la Cámara, declarando que quedaba claro que la tortura es un crimen internacional sujeto a jurisdicción universal.
Amnistía Internacional y la Fundación Médica para la Atención de las Víctimas de la Tortura pidieron la extradición del general a España. Por su parte, Chile retiró por un tiempo a su embajador en Madrid en protesta por la actuación de España. Baltasar Garzón, tantas veces acusado de injerencia en ámbitos de otros países, señalado como mal juez e insultado de múltiples maneras, 'sentaba en el banquillo' de la Justicia Universal, a un caudillo por atentar contra ciudadanos españoles, llevando la causa de la familia de Carmelo Soria con la dignidad que se merecen los compatriotas. Cabe preguntarse: ¿qué es ser patriota? Huyó, Carmelo Soria, de una dictadura para ser asesinado por un régimen de terror que puso fin al gobierno de Salvador Allende, siendo Carmelo Soria, defensor de un pueblo tan semejante al suyo.
En junio de 2004, se hizo la entrega al Centro de documentacio?n de la Residencia de Estudiantes (Madrid), de los dibujos realizados por A?lvaro Delgado sobre poemas de Eugenio de Nora para el libro 'Pueblo cautivo'. En el acto estaban A?lvaro Delgado, A?lvaro Llopis, Eugenio de Nora, Nicola?s Sa?nchez.-Albornoz y Carlos Ve?lez.
Los poemas de 'Pueblo Cautivo' fueron incluidos en el 'Romancero della resistenza spagnola' de Darío Puccini (1960) y la mayor parte de ellos publicados por Max Aub en su revista personal Sala de espera (1948-1951). En 1978 ediciones Hiperio?n publico? una edición facsi?mil con prólogo de Fanny Rubio pero la autoría de Eugenio de Nora no se hace pública hasta 1997, an?o en que el Instituto Leone?s de Cultura reedito? el libro (Breviarios de la Calle de Pez). Queda el recuerdo de que pudo haber sido traducido al francés por Paul Éluard.
Que sean estas líneas el recuerdo a aquellos hombres, Juan Manuel Díaz-Caneja, Luis Rubio, Antonio Lozano, Pablo Pintado, Paco Benet, Álvaro Delgado, Manuel Lamana, Nicolás Sánchez Albornoz, Ignacio Faure, Toni Rodríguez Mellado, Arturo y Carmelo. En palabras de Fanny Rubio: “reconocimiento de su esfuerzo, posiblemente romántico, no por utópico menos justo; en valoración en su lucha, no por minoritaria menos heroica”.
España, quiero arropar tu desgracia
en palabras hermosas como pliegues airados,
para que te conozcan y te amen
los que aún te ignoran, los que siguen ciegos
a tu dolor de cárcel y naufragio.
-Eugenio de Nora- “Quiero decir”