Claro García
Jueves, 26 de Enero de 2017

 Los Regates del Arte

 

[Img #26810]

 

 

              
He visto más arte en un campo de fútbol que en muchos museos. Siempre hay otro partido oculto en el interior del que se está jugando, y ese partido, invisible para muchos, es el que hace grande a un deporte que contiene todas las categorías artísticas. Si el cine es el compendio de todas las artes, el fútbol contiene, además, todas las corrientes y todos los géneros. La literatura, la pintura, la música, la danza, e incluso la escultura, se integran en el fútbol con la misma naturalidad que el barro se pega a los tacos de las botas. No sé si el fútbol es un arte -tampoco estoy seguro de que las Matemáticas lo sean-, pero sé que hay artistas cuyos regates trascienden al propio juego convirtiendo su oficio en algo deslumbrante y transmitiendo una emoción semejante a la que uno siente ante un cuadro, una película, una canción o una novela. Hay goles que tienen esa misma categoría, jugadas que no se agotan nunca, que suceden siempre en presente y que dejan abiertas de par en par y para siempre las puertas del placer, del sentimiento y de la pasión.

 

Los buenos partidos no se ven, se sienten. Acontecen en la antesala del alma, donde habita la emoción. El campo no es más que una metáfora de sí mismo, un decorado. Los noventa minutos se juegan en nuestro interior, que es donde también se escriben las novelas, se ruedan las películas, se cantan las óperas, se pintan los cuadros y se representa el teatro. El fútbol no es una cuestión de vida o muerte, es algo más importante. No recuerdo quién lo dijo, pero tiende a ser exacto. Como el arte, el fútbol es más grande que la vida y desafía a la lógica y a la razón con una soltura adolescente y, además, en pantalón corto.

 

Todas las emociones pasan por el fútbol. Remontadas, traiciones, errores, glorias, derrotas. Todos los movimientos artísticos tienen que ver con él. Hay un fútbol barroco, clásico, romántico, realista, surrealista… Hay partidos que son dramas, tragedias o comedias. Partidos que son de acción, de terror, de ciencia ficción, de suspense o musicales. Hay goles de arte y ensayo, goles épicos, jugadas líricas. Todas las pasiones humanas caben en el rectángulo de juego porque ese rectángulo somos nosotros mismos. Al fin y al cabo, los partidos se juegan en el patio interior de nuestro corazón.

 

Fútbol, arte y vida se entremezclan y se imitan. Son lo mismo. El fútbol es una ópera que, en vez de cantarse, se juega; es una novela que no se escribe en papel, una obra que no se representa en un escenario, una película que no se proyecta. Como la vida, se mueve entre la risa, el drama y la farsa. Todos los goles tienen cuerpo y alma. Todos constituyen una especie de milagro. Como nosotros.

 

No sé el arte que sobrevivirá dentro de unas décadas, pero entre películas, novelas, música, escultura y pintura, espero ver el gol de Maradona, las frenadas eléctricas de Cruyff, Messi sorprendiéndose a sí mismo, Zidane reinterpretando El Lago de los Cisnes con un balón, Guti inventando lo imposible, Xavi jugando como desde un helicóptero, Pelé abriendo puertas desconocidas, Ronaldo El Fenómeno arrancando desde atrás para demostrar que la fuerza es belleza, el pequeño gran Modric. 

 

Me gustaría cantar una obra de arte con la misma pasión que cantamos el gol de Iniesta.

 

 

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.