Claro García
Viernes, 03 de Febrero de 2017

Estación de Astorga. Carta abierta al Sr. Íñigo de la Serna, Ministro de Fomento

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Estimado señor Ministro: Si una estación de tren desaparece, su hueco lo llena el olvido. Surge de forma silenciosa (el olvido suena a ventanilla que se cierra), y, de pronto, más rápido de lo que muchos piensan, la luz se vuelve oscuridad, el sol se transforma en neblina, el cielo se desdibuja y todo adquiere un aire de abandono y de ausencia. Nada vuelve a ser lo mismo.

 

La Estación de Astorga, señor Ministro, es más que una Estación: forma parte de nuestro paisaje, de nuestra memoria íntima. La Estación somos nosotros. Guarda en su secreta consigna nuestros recuerdos y nuestros deseos. Nos conoce a todos. Desde su andén salimos un día a estudiar o a trabajar, y a su andén regresamos años más tarde sintiendo que la Estación se alegraba de volver a vernos. Habíamos aprendido que el mundo podía ser plano y cuadrado como las maletas, y que la vida era una hermosa metáfora, un maravilloso viaje de ida y vuelta. 

 

Por la Estación, además de mercancías, entraron también nuevas ideas. Como un corazón gigante, la Estación bombeaba y sigue bombeando cultura y comercio en un intercambio gozoso sin el que resultaría difícil entender el progreso de una ciudad fantástica que ya estaba en la Vía mucho antes de que se inventase el tren. Astorga es Camino, y en cierta forma, siempre ha sido un poco ‘camino de hierro’, porque es mucho lo que nos ha dado Renfe, (‘la Renfe’), pero también, si me permite, es mucho lo que nosotros, cultural y económicamente, le hemos dado a ella. Romper esta alianza en estos tiempos de crisis sería una tragedia. El principio del fin. Teniendo en cuenta su trayectoria política, y que es usted del norte, sé que lo entenderá muy bien.

 

Astorga está llevando a cabo un monumental esfuerzo para reactivarse en todos los sectores: el comercio, la industria, el turismo, la cultura… Necesitamos, por tanto, que la Estación esté más operativa que nunca, que esa ventanilla siga abierta de par en par para que por ella continúe entrando y saliendo el desarrollo que buscamos.

 

Esta tierra leonesa, señor Ministro, lucha desde hace años contra el abandono, el olvido y la despoblación. Ayúdenos antes de que el invierno se apodere de todo. No nos deje habitando el cansancio, el vértigo y el desamparo de los que ya esperan poco. No podemos ir hacia atrás porque hacia atrás no hay nada. No queremos ser un recuerdo ni vivir del pasado. No queremos ver pasar el progreso como las vacas ven pasar el tren. Astorga es presente, y las ideas para un futuro mejor, un futuro que exista de verdad, y que exista para todos, exige mantener activa nuestra Estación.

 

En Astorga tenemos los ojos acostumbrados al movimiento de los trenes. Esta tierra siempre ha estado regada por el tren. Las vías son venas que bañan un órgano, la Estación, sin la cual Astorga sería un cuerpo incompleto, mutilado. Para muchos de nosotros, tiene la presencia y la categoría de monumento interior, como el Palacio, la Catedral o las murallas. Sin ella, sin la Estación, nos sumiríamos en una oscuridad antigua que viene para quedarse y que se adueña de miradas y de gestos. Es la oscuridad del abandono y de la soledad; la que León lleva años intentando evitar. La oscuridad de las tierras y de los mapas vacíos donde habita gente prodigiosa que tiene derecho a un tren que es de todos. 

 

El tren es luz, vida, imaginación y cultura. Aquí, el tren siempre ha sido ‘de casa’. Astorga lo ha resistido todo, pero no sé si resistiríamos su ausencia. Renfe siempre ha sido nuestra aliada. Estamos hermanados. Estamos juntos en esto. No es hora de separarnos. Debemos estar más unidos que nunca, señor Ministro. Todos estamos trabajando juntos por una ciudad activa, floreciente, preciosa. Échenos una mano. Astorga y Sahagún no pueden perder el tren. Renfe tampoco.

 

Atentamente, Claro García. 

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