Arrierías del Gato Maragato
El Gato Maragato, el personaje de cuento o fábula, nacido de la imaginación de la escritora astorgana Mercedes G. Rojo, ha iniciado el oficio de la zona, la arriería, por Madrid.
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Las cartas credenciales las presentó en la Casa de León de la capital, en un acto que la autora quiso tratar al modo de los filandones o calechos, conversaciones en torno al calor de la lumbre, tan propios de la filosofía leonesa. Madrid puso el calor sofocante de un bochorno típico del mes de junio.
Mercedes se vio arropada en la presentación de su último trabajo - editado por Lobo Sapiens y que ya va por la segunda edición- por la escritora y poetisa leonesa Sol Gómez Arteaga, quien trazó una visión de la imaginería infantil, argumento central de La Leyenda del Gato Maragato. La presentación corrió a cargo del coordinador de Cultura de la casa leonesa en Madrid, José María Hidalgo, y por quien esto suscribe, que glosó la necesidad de retornar, padres e hijos, a los juegos participativos y a la siempre sugerente tarea de contar y escuchar las historias olvidadas del entorno en que se nace y pace, al modo de nuestros mayores.
Poco antes del acto, Rojo se reunió en un almuerzo con una representación del Círculo de Periodistas Leoneses en Madrid, para adelantar impresiones de su libro y planes de futuro.
La escritora maragata apuntó que este libro es un intento de “recuperar la memoria, nuestra niñez en los filandones”. Y esta declaración de intenciones enlaza con el recuerdo evocador hacia su padre, al que definió como un entrañable relator de las pequeñas y domésticas historias de los pueblos de La Maragatería.
Una noche de agosto en Tabuyo y el candor de los niños
La inspiración partió, cuenta Mercedes, “de una noche estrellada de agosto en Tabuyo del Monte, formado parte de un campamento infantil. Busqué una sugestión con esta historia del minino y os puedo asegurar que los chavales vieron el gato dibujado en las estrellas”.
Mercedes también acude a su experiencia profesional como impulsora de esta historia, pues declara que ese nudo argumental de estimulación de la memoria tiene base en los trabajos llevados a cabo en un taller de actividades para personas mayores en Astorga.
El Gato Maragato tendrá secuelas, anuncia Rojo, en la forma de una colección de libros orientados en la misma dirección didáctica, pero en los que, a lo mejor, el gato no es protagonista. De momento, el personaje se acompaña en sus juegos con una serie de actividades y pasatiempos anexos al libro, con los que se pretende acercar la historia y las tradiciones maragatas, al tiempo que intentar “la recuperación oral de una complicidad entre generaciones”.
Otra complicidad reflejada en el libro toma forma con las ilustraciones que acompañan al texto de la dibujante Eva del Riego, en unas acuarelas en las que se plasma el vigoroso azul de un cielo tachonado de estrellas y la figura de un gato entre dulce y travieso que habla con la expresividad de sus ojos saltones y algún que otro guiño.
Y para terminar, un contrapunto, Mercedes reconoce no tener química hacia los gatos, pero el imán de una ficción de aristas tan variadas y atrayentes impone contradictorias afinidades.
Las cartas credenciales las presentó en la Casa de León de la capital, en un acto que la autora quiso tratar al modo de los filandones o calechos, conversaciones en torno al calor de la lumbre, tan propios de la filosofía leonesa. Madrid puso el calor sofocante de un bochorno típico del mes de junio.
Mercedes se vio arropada en la presentación de su último trabajo - editado por Lobo Sapiens y que ya va por la segunda edición- por la escritora y poetisa leonesa Sol Gómez Arteaga, quien trazó una visión de la imaginería infantil, argumento central de La Leyenda del Gato Maragato. La presentación corrió a cargo del coordinador de Cultura de la casa leonesa en Madrid, José María Hidalgo, y por quien esto suscribe, que glosó la necesidad de retornar, padres e hijos, a los juegos participativos y a la siempre sugerente tarea de contar y escuchar las historias olvidadas del entorno en que se nace y pace, al modo de nuestros mayores.
Poco antes del acto, Rojo se reunió en un almuerzo con una representación del Círculo de Periodistas Leoneses en Madrid, para adelantar impresiones de su libro y planes de futuro.
La escritora maragata apuntó que este libro es un intento de “recuperar la memoria, nuestra niñez en los filandones”. Y esta declaración de intenciones enlaza con el recuerdo evocador hacia su padre, al que definió como un entrañable relator de las pequeñas y domésticas historias de los pueblos de La Maragatería.
Una noche de agosto en Tabuyo y el candor de los niños
La inspiración partió, cuenta Mercedes, “de una noche estrellada de agosto en Tabuyo del Monte, formado parte de un campamento infantil. Busqué una sugestión con esta historia del minino y os puedo asegurar que los chavales vieron el gato dibujado en las estrellas”.
Mercedes también acude a su experiencia profesional como impulsora de esta historia, pues declara que ese nudo argumental de estimulación de la memoria tiene base en los trabajos llevados a cabo en un taller de actividades para personas mayores en Astorga.
El Gato Maragato tendrá secuelas, anuncia Rojo, en la forma de una colección de libros orientados en la misma dirección didáctica, pero en los que, a lo mejor, el gato no es protagonista. De momento, el personaje se acompaña en sus juegos con una serie de actividades y pasatiempos anexos al libro, con los que se pretende acercar la historia y las tradiciones maragatas, al tiempo que intentar “la recuperación oral de una complicidad entre generaciones”.
Otra complicidad reflejada en el libro toma forma con las ilustraciones que acompañan al texto de la dibujante Eva del Riego, en unas acuarelas en las que se plasma el vigoroso azul de un cielo tachonado de estrellas y la figura de un gato entre dulce y travieso que habla con la expresividad de sus ojos saltones y algún que otro guiño.
Y para terminar, un contrapunto, Mercedes reconoce no tener química hacia los gatos, pero el imán de una ficción de aristas tan variadas y atrayentes impone contradictorias afinidades.