Astorga Redacción
Jueves, 27 de Julio de 2017

Ya está en la calle el número 38 de la revista Argutorio

Podemos encontrar artículos dedicados a la monja viajera Egeria, al marquesado de Astorga, al escritor Andrés Martínez Oria o al autor de la Historia de Astorga, Matías Rodríguez, entre otros.

 

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La publicación se abre con un trabajo dedicado al obispo de Astorga Arnaldo (1114-1135) y a la Crónica Adefonsi Imperatoris, “una de las más singulares manifestaciones de la historiografía y de la épica latina medieval” según su autor, H. Salvador Martínez, de la Universidad de Nueva York. Arnaldo es “según el parecer más común” el autor de esta obra, “un personaje muy próximo al círculo del monarca [Alfonso VII], y especialmente de la reina Berenguela”. Salvador Martínez había escrito un libro sobre este asunto, El 'poema de Almería' y la épica románica, en 1975, pero ha actualizado esa obra a petición del equipo de redacción de la revista “para ofrecer a los astorganos la posibilidad de conocer mejor a su antiguo pastor”.

 

En la siguiente colaboración, 'Santa Eucheria: un nuevo abadengo en la Tebaida berciana. Avance de una investigación', Alejandro Valderas Alonso afirma que durante la Edad Media se mantuvo en Valdueza la memoria en torno a los fundadores del monacato berciano, Fructuoso, Valerio, Genadio y Egeria; en este último caso en forma de la titulación del abadengo de 'Santa Eucheria', “transcripción al latín de un cognomen griego que derivó en romance en el nombre común Egeria”. 


Esta mujer, Egeria, había sido elogiada por San Valerio, debido a su intrepidez viajera, en una carta escrita a unos monjes del Bierzo en el siglo VII, ya que había realizado un largo periplo desde “tierras extremas” hasta los lugares bíblicos entre los años 381 y 384. Egeria escribió un texto sobre su viaje, que apareció en una copia del siglo XI en 1884 en Arezzo. Se trata de la primera escritora española de nombre conocido y su libro el primer libro español de viajes. 

 

Olegario Pérez Alija analiza en la tercera colaboración algunos vestigios del castillo-palacio del marqués de Astorga. En el año 1772 el marqués, Ventura Osorio de Moscoso y Fernández de Córdoba, encarga al famoso arquitecto Ventura Rodríguez “levantar un fastuoso palacio en Madrid que rivalizara con el propio Palacio Real”. En el Archivo Histórico Nacional se encuentra documentación relacionada con el ducado de Baena, uno de los títulos que ostentaba el último miembro del linaje Osorio (fallecido en 1884) que tuvo el marquesado junto con los demás títulos de la Casa de Astorga. Gracias a que este archivo de Baena no sufrió el expolio del de Astorga, Pérez Alija ha conseguido acceder a datos muy interesantes sobre el castillo-palacio de Astorga; entre ellos un informe del arquitecto Terán, en el que éste analiza unas columnas desmontadas de este conjunto arquitectónico astorgano con la finalidad de su posible utilización en el nuevo palacio de Madrid. 

 

Pascual Riesco Chueca reúne una serie de datos complementarios sobre la retirada del general John Moore hacia La Coruña a finales del año 1808. El autor transcribe textos de miembros de los dos ejércitos, el francés, perseguidor, y el inglés, en desbandada. Algunos de estos testimonios incluyen interesantes descripciones de lugares y poblaciones pertenecientes al recorrido entre el límite de las provincias de Zamora y León y Astorga, como Villabrázaro, La Bañeza, Santibáñez de la Isla, La Vizana, Cebrones, Celada...

 

Por su parte, Ana Isabel Arias repasa la historia del convento de la Concepción en León, con motivo de su V centenario; una historia muy ligada a Beatriz de Silva, santa portuguesa nacida en 1424, que vino a España como dama de la reina Isabel de Portugal, esposa de Juan II. Beatriz de Silva creó la orden religiosa de la Concepción bajo la regla del Císter en tiempos de Isabel la Católica; y es a principios del siglo XVI cuando Juana Enríquez funda bajo esta orden el convento de las Concepcionistas de León.

 

Juan José Alonso Perandones publica la segunda y última parte del trabajo dedicado a Matías Rodríguez, autor de la Historia de Astorga y cronista de esta ciudad. Alonso Perandones repasa su etapa de formación; su paso como docente en la escuela elemental de Ardón; y su siguiente destino en Astorga, donde permanecerá hasta su jubilación, en 1895. También sus colaboraciones en el periódico provincial La Escuela; sus publicaciones didácticas, impresas en su mayoría en la imprenta astorgana de Porfirio López; su relación con la Cruz Roja local, principalmente en su labor de atención a los repatriados de Cuba; su implicación en la política local y provincial; y, por último, su actividad como fotógrafo, con establecimiento en la calle San Francisco (hoy, Padres Redentoristas).

 

 

 

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Luis Miguel Suárez Martínez trata en otro artículo de la obra literaria del astorgano Andrés Martínez Oria, que no ha tenido “la difusión y el eco crítico” que merecería, dada su “gran altura”. Suárez Martínez estudia especialmente en este trabajo su vinculación con el mundo clásico; en concreto la relación del relato El fondo ilusorio de los espejos con El asno de oro, de Apuleyo, y encuentra una relación estructural entre las dos obras; pero también considera que Oria ha pretendido realizar a través de esa obra un homenaje a la novela realista decimonónica, “cuyos orígenes, a través de la novela de los siglos de Oro –y en particular de Cervantes– remiten previamente a la novela latina”.

 

Muchas actividades tradicionales están en trance de desaparición por el abandono del mundo rural. De dos de ellas, el amasado del pan y la matanza, habla en el siguiente trabajo Martín Simón Martínez, que incluye un listado de términos relacionados al final del artículo. La mayoría de estos términos no aparecen en el diccionario de la RAE y están en desuso, al haberse dejado de matar el cerdo y de amasar el pan en la mayoría de los pueblos de las comarcas astorganas; es por ello que resulta de gran interés su publicación.


El siguiente artículo es de Abilio Reig-Ferrer, profesor de la Universidad de Alicante, que presenta aquí su quinta entrega de la serie de artículos dedicados a aves españolas con nombres de persona. En esta ocasión el protagonista es el Pito real ibérico, cuyo nombre científico (Picus Sharpei) es un homenaje a Richard Bowdler Sharpe (1847-1900). Según explica Reig-Ferrer en este trabajo, en el año 1872 el ornitólogo británico Howard Saunders describió una nueva especie de los Piciformes dedicada a Sharpe, que denominó Gecinus Sharpei. Hasta entonces esta especie se consideraba idéntica al Picus viridis, pero en la actualidad el Pito real ibérico (Picus sharpei) se considera una especie válida.


Fidel José Fernández y Fernández-Arroyo, presidente del Fondo para el Refugio de las Hoces del Riaza, dedica el penúltimo artículo de este número a su gran pasión: los buitres. En él habla del quebrantahuesos, del buitre negro, del alimoche, del buitre leonado, del moteado y del torgo u orejudo. Estos dos últimos son africanos, pero de los dos se tienen citas en nuestro país. Del moteado hay ya siete observaciones en el Refugio de Montejo, y del orejudo –que formó parte de la fauna española, porque vive o vivía en el antiguo Sáhara español– se dispone de una cita en 1940 en los Pirineos y otra –posible– en 1990, en Cáceres.

 

El doctor en Medicina y Cirugía Fidel Fernández Rubio continúa sus colaboraciones sobre el impacto de determinados seres vivos en la mente humana. En este caso se centra en las de los insectos, analizando en primer lugar los mitos y leyendas relacionados con ellos; después la utilización de éstos como alimento en las distintas culturas y en las diferentes etapas históricas; seguidamente las fobias asociadas a los insectos; y por último un delirio concreto vinculado a estos animales: el de infestación parasitoide.

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