A Oriol Mitjá nadie, o casi nadie, lo conoce
![[Img #31109]](upload/img/periodico/img_31109.jpg)
A Oriol Mitjà nadie, o casi nadie, lo conoce. Yo mismo casi no sabía quién era hasta que este domingo pasado –9 de julio del 2017– no leí un reportaje sobre él en la revista semanal Magazine. Sin embargo, quién no conoce a Leo Mesi o a Cristiano Ronaldo. Yo mismo también, que no me interesa el fútbol, sabía, incluso sé aún después de leer este reportaje, más cosas de estos futbolistas que de Oriol Mitjà. La gente sabe, y yo también sé, que Mesi juega en El Barca y Ronaldo en El Madrid, que Mesi es argentino y Ronaldo portugués, y que los dos han sido galardonados con el Balón de Oro. Incluso algunos saben –yo eso ya lo ignoro– quién de los dos tiene más Balones de Oro y cuánto dinero gana cada uno. Pero ignoran que Oriol Mitjà es un médico y un investigador científico de enfermedades tropicales que ha descubierto un tratamiento para erradicar una de estas enfermedades.
Se trata del pian. El pian es una enfermedad infecciosa, de las llamadas olvidadas, que afecta a más de medio millón de personas –principalmente niños– de África, Sudamérica, el Pacífico y el Sudeste Asiático. Esta enfermedad, provocada por una bacteria muy voraz (la subespecie pertenue deTreponema pallidum), se come los rostros y deforma las piernas. Es una enfermedad muy triste. El objetivo que este médico tiene en su cabeza no es otro que erradicar esta enfermedad en el 2030, diez años más tarde de lo previsto. Y quizá también, no se puede negar, busque que por ello se le conceda el premio Nobel de medicina, pues es humano y no sería extraño que le gustara que se le reconocieran sus méritos.
Si para entonces se consigue el objetivo, créanme, dudo de que los telediarios de las televisiones se hagan eco de esta noticia. En el mejor de los casos, le dedicarán unos segundos, un tiempo siempre mucho menor que el que se le concederá al equipo que ese año gane la liga. Porque, la verdad sea dicha, lo que a la gente le pone –nos pone– no es que se erradique el pian, o cualquier otra enfermedad tropical, sino que nuestro equipo de fútbol gane la liga, la ‘champion’, la copa, cuanto se dispute. Una noticia como la de que un médico español ha logrado erradicar el pian con una dosis oral única de antibiótico barato, la azitromicina, apenas nos causa una emoción que enseguida se desvanece. Pero, en cambio, saber que por fin hemos ganado el mundial nos da un ‘subidón’ que nos pone medio locos. Medio locos salimos a la calle, voceamos, nos abrazamos unos con otros y finalmente los más audaces –o los más insensatos– nos bañamos en las fuentes. Como si hubiéramos alcanzado el orgasmo de nuestra vida.
Ese año del 2030, si por fin se erradica esta enfermedad, Dios lo quiera, muchos ni siquiera escucharán la palabra pian, y los que tengan la suerte de escucharla o de verla escrita enseguida la olvidarán. No ocurrirá lo mismo con el último regate maravilloso del nuevo prodigio del fútbol, que nos quedará grabado en la mente unos cuantos días, incluso semanas, puede que meses. Acaso toda la vida. Pasarán los años y casi todo el mundo seguirá sabiendo quiénes fueron Mesi y Ronaldo. Pero muy pocos sabrán quién fue Oriol Mitjà. Casi nadie sabrá que en Lihir, una isla preciosa de Papúa Nueva Guinea, este médico e investigador científico español venció al pian y lo convirtió en la segunda enfermedad infecciosa después de la viruela en ser erradicada de nuestro planeta. Desde luego que este logro científico no nos llevará al éxtasis, como nos llevan los regates de Mesi o los chutes de Ronaldo, pero cambiará radicalmente la vida de muchas personas, casi todas pobres y olvidadas. Cambiará la ciencia y la misma humanidad.
En Astorga, a 14 de julio de 2017
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A Oriol Mitjà nadie, o casi nadie, lo conoce. Yo mismo casi no sabía quién era hasta que este domingo pasado –9 de julio del 2017– no leí un reportaje sobre él en la revista semanal Magazine. Sin embargo, quién no conoce a Leo Mesi o a Cristiano Ronaldo. Yo mismo también, que no me interesa el fútbol, sabía, incluso sé aún después de leer este reportaje, más cosas de estos futbolistas que de Oriol Mitjà. La gente sabe, y yo también sé, que Mesi juega en El Barca y Ronaldo en El Madrid, que Mesi es argentino y Ronaldo portugués, y que los dos han sido galardonados con el Balón de Oro. Incluso algunos saben –yo eso ya lo ignoro– quién de los dos tiene más Balones de Oro y cuánto dinero gana cada uno. Pero ignoran que Oriol Mitjà es un médico y un investigador científico de enfermedades tropicales que ha descubierto un tratamiento para erradicar una de estas enfermedades.
Se trata del pian. El pian es una enfermedad infecciosa, de las llamadas olvidadas, que afecta a más de medio millón de personas –principalmente niños– de África, Sudamérica, el Pacífico y el Sudeste Asiático. Esta enfermedad, provocada por una bacteria muy voraz (la subespecie pertenue deTreponema pallidum), se come los rostros y deforma las piernas. Es una enfermedad muy triste. El objetivo que este médico tiene en su cabeza no es otro que erradicar esta enfermedad en el 2030, diez años más tarde de lo previsto. Y quizá también, no se puede negar, busque que por ello se le conceda el premio Nobel de medicina, pues es humano y no sería extraño que le gustara que se le reconocieran sus méritos.
Si para entonces se consigue el objetivo, créanme, dudo de que los telediarios de las televisiones se hagan eco de esta noticia. En el mejor de los casos, le dedicarán unos segundos, un tiempo siempre mucho menor que el que se le concederá al equipo que ese año gane la liga. Porque, la verdad sea dicha, lo que a la gente le pone –nos pone– no es que se erradique el pian, o cualquier otra enfermedad tropical, sino que nuestro equipo de fútbol gane la liga, la ‘champion’, la copa, cuanto se dispute. Una noticia como la de que un médico español ha logrado erradicar el pian con una dosis oral única de antibiótico barato, la azitromicina, apenas nos causa una emoción que enseguida se desvanece. Pero, en cambio, saber que por fin hemos ganado el mundial nos da un ‘subidón’ que nos pone medio locos. Medio locos salimos a la calle, voceamos, nos abrazamos unos con otros y finalmente los más audaces –o los más insensatos– nos bañamos en las fuentes. Como si hubiéramos alcanzado el orgasmo de nuestra vida.
Ese año del 2030, si por fin se erradica esta enfermedad, Dios lo quiera, muchos ni siquiera escucharán la palabra pian, y los que tengan la suerte de escucharla o de verla escrita enseguida la olvidarán. No ocurrirá lo mismo con el último regate maravilloso del nuevo prodigio del fútbol, que nos quedará grabado en la mente unos cuantos días, incluso semanas, puede que meses. Acaso toda la vida. Pasarán los años y casi todo el mundo seguirá sabiendo quiénes fueron Mesi y Ronaldo. Pero muy pocos sabrán quién fue Oriol Mitjà. Casi nadie sabrá que en Lihir, una isla preciosa de Papúa Nueva Guinea, este médico e investigador científico español venció al pian y lo convirtió en la segunda enfermedad infecciosa después de la viruela en ser erradicada de nuestro planeta. Desde luego que este logro científico no nos llevará al éxtasis, como nos llevan los regates de Mesi o los chutes de Ronaldo, pero cambiará radicalmente la vida de muchas personas, casi todas pobres y olvidadas. Cambiará la ciencia y la misma humanidad.
En Astorga, a 14 de julio de 2017






