Astorga Redacción
Sábado, 29 de Julio de 2017

De la arenga de Octavio Augusto a los suyos, al Valetudinarium y juegos de campaña

La vida cotidiana de Astúrica concentrada en el campamento se entremezcla con la preparación de las fuerzas para la batalla en el circo (19 horas, Plaza de Toros)

 

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Pasado el mediodía, en la Plaza Mayor, el césar Octavio Augusto pasó revista a las tropas, en medio de la música de gaitas. En un acto solemne en el que el caudillo exhortó a las tropas para la batalla que se avecina, exigió de sus soldados valentía e inteligencia, el ardid pronto y el coraje a punto. Recordó las hazañas del enemigo, reconociendo en ellos el arrojo y las batallas, pequeñas batallas perdidas.


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En la Capilla de San Esteban se ha instalado, mientras tanto (organizado por ‘Caetra Lucensium’), un hospital de campaña romano. En el se custodian las drogas de los médicos militares romanos para atenuar el dolor. Opio, beleño, raíz de mandrágora.

 

Podremos observar el instrumental médico utilizado por los cirujanos, desde la ‘capsa’ (bolsa) de cada médico militar romano donde se transportaban las decenas de instrumentos que podían utilizar  ante cualquier caído en la batalla.

 

Los instrumentos médicos más destacados que podemos ver son: el ‘mochliskos’, una palanca que se utilizaba para volver a colocar un hueso en su sitio, antes de entablillar. La ‘spathumele’, cuya la parte ancha se utilizaba para mezclar sustancias y la parte estrecha para aplicar dicha sustancia a la herida. El ‘ferrum candens’, para cauterizar heridas. La ‘ostagra’, unas pinzas que servían para extraer trozos de hueso en fracturas por hundimiento de cráneo. El ‘hamus’, escalpelos de diferentes tamaños. Las ‘fibulae’, una especie de clavos quirúrgicos para cerrar las heridas.


Para los médicos romanos era imprescindible limpiar el instrumental en agua hirviendo antes de utilizarlo sobre un paciente. 

 

 

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Las heridas se lavaban con ‘acetum’, vino a punto de convertirse en vinagre, y con ‘barbarum’, un potente compuesto de hierbas antisépticas, ideal para reducir infecciones en heridas profundas. Se limpiaba todo trazo de materia extraña de la herida, con lo que se prevenía la aparición del tétanos y la gangrena, y se cambiaban los vendajes con regularidad, utilizando vendas de lino levemente mojadas en miel.


Muchas de las heridas sufridas por los soldados romanos necesitaban un periodo de convalecencia. Durante las campañas militares, antes de que se construyeran los campamentos permanentes, los médicos romanos proveían estos periodos de convalecencia en tiendas dentro del propio campamento provisional.


Cuando los campamentos provisionales pasaban a ser permanentes, se construía el valetudinarium, el hospital militar permanente que  estaba a cargo del ‘optio valetudinari’, el oficial medico, que solo dependía del ‘prefectus castrorum’ de cada legión.

 

 

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A la salida del Valetudinarium podemos observar la Bomba de agua romana, una bomba que más sirve para diversión y refresco de la soldadesca y de quién por allí se terciare.

 

La ciudad vive su vida cotidiana, si esto se puede decir cuando ya se huele la contienda y las espadas nos dan luz. La vida campamental y sus atuendos pudieron observarse en la Plaza de Eduardo de Castro, por la 'Legio III Macedónica'.

 

Mientras tanto, en el campamento romano, los 'Hermanos de Armas' cocían el pan y diversas formas de boronas y empanadas


Las tropas romanas, en el pabellón de los deportes de Rectivía, organizados por ‘Superatti’, se distraían con una gran variedad de juegos: merellus, Ludus latrunculorum, el juego del soldado, a la seega, etc.

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