Wert y la educación A.M.D.G.
JOSÉ SANTAMARTA FRAGUAS /
Hoy es ayer: más de cien años después de la importante novela A.M.D.G. (A La Mayor Gloria De Dios), nos encontramos con una Ley de Educación que impone la asignatura de Religión a los chicos españoles si no quieren ser castigados con una asignatura alternativa dura. Porque si no es ya suficientemente grave el hecho de confiar la educación de los hijos de un tercio de las familias españolas a empresas-colegios privados concertados, en su grandísima mayoría religiosos, ahora van a obligar a los centros no religiosos a ofertar la Religión como asignatura en todos los cursos. O su castigo por no ser religiosos, para más INRI: una asignatura alternativa fuerte. Hay muchos cambios muy graves en la LOMCE, pero hoy hablaremos de este, que también lo es y además es muy popular. Ya otro día trataremos otros menos conocidos.
La liaron parda ya hace unos años Ramón Pérez de Ayala and friends, cuando, en 1931, se estrenó en Madrid la adaptación teatral de la principal novela de Ayala, A.M.D.G. (1910). De corte autobiográfico, retrataba en ella la educación en un colegio de aquella época, religioso claro. Era un colegio jesuita de Carrión de los Condes, en el que estudió el escritor, un niño finisecular nacido en Asturias pero de padre de Tierra de Campos. De aquí en definitiva, Reino de León todo. Un colegio religioso Jesuita, como el Papa que recién fue nombrado. No como quien podríamos denominar, para entendernos, su Secretario de Estado de Economía, maragato del Opus Dei y ecónomo. Aquel que hace nada ponía a Astorga en el mapa apareciendo en la prensa nacional en relación con los escándalos especulativos e inmobiliarios de Gescartera. No le gustaba al escritor el modelo de educación religiosa, como no gustaba en la época a una buena parte de la población. Al poco se separó a la Iglesia de la tarea educativa, como de toda tarea política también. Era la II República Española, un momento brillante para la educación de nuestro país. Es un hecho.
Y ahora, ¡año 2013, señoras y señores!, tenemos una nueva ley en proyecto, la tan nombrada LOMCE. Ley no ley, recordemos que solo tiene un artículo que modifica muchos de la LOE, que, tras otro de los consejos de ministros de los denominados religiosa y socarronamente viernes de dolores, fue aprobada por el Gobierno del Partido Popular y espera su trámite parlamentario. Una ley educativa que vuelve a imponer la Religión (varias religiones realmente, como sucede en la actualidad: católica, islámica, judía y evangélica) como una asignatura más, una de las denominadas específicas, no troncales. Y, al igual que en aquellos años pretéritos, tampoco hoy casi nadie parece estar de acuerdo con que tal materia cuente como las demás a la hora de pedir una beca o de pasar de curso o de calcular la nota media de los estudiantes que los habilita, o no, para acceder a otros estudios, centros, etc., que es lo que quiere el Gobierno de Rajoy. Y en realidad, según las encuestas, solo un 27% de la sociedad aproximadamente estaría de acuerdo en esto. Incluso la mitad de los votantes del partido en el Gobierno preferirían que la Religión no jugara un papel tan determinante. Parece que solo el 17% de la población adulta española se define como católica practicante. Pero es que además, de esta mínima parte de la ciudadanía que así se declara, un tercio estaría en contra incluso de este papel de la Religión en la Educación.
Resumiendo el torbellino de datos: que una amplia mayoría de la población padecerá las preferencias de una reducida minoría. La misma mayoría que interpreta también que esta fuerte presencia de la Religión en el currículo responde más a una presión de la jerarquía eclesiástica que a motivaciones propiamente educativas, según las encuestas también. Vamos que no cuela, pero que ahí está.
Y luego viene otro dato, pásmense, también tremendamente importante. Las personas que van a impartir clase de esas religiones, ¡reciben su sueldo de la Administración, los pagamos entre todos! Y es mucho dinero, porque son muchos. Y por si esto fuera poco, además a estas personas las contrata y despide su iglesia (el imán, el obispo,…) según su criterio, aunque con dinero ajeno. Nada de garantía de igualdad, mérito, capacidad, publicidad,… Qué va. ¡A dedo! ¡Qué me dicen a esto? ¿Se dan cuenta? Es como invitar a una mariscada a los amigos y que pague el de la mesa de al lado, que no solo no nos conoce, sino que además, quizás no nos soporta. Asombroso, ¿verdad? Pues así funciona el tema. Lo cuentas por ahí en cualquier otro país desarrollado y no te lo creen. Será que esto no es un país desarrollado…Tendremos que asumirlo. En fin, que aquí se mezclan churras con merinas en un asunto tan trascendente como la educación de los niños y no pasa nada. Adelante con los faroles que dice una amiga de cerca de Astorga.
Y opina el ínclito ministro Wert que aquí no se obliga a nadie a nada, que la Religión es optativa. Ya, claro, pero si no optan por una maría, como se considera a la Religión, recuerden ustedes sus años de estudiantes, se les castiga a cursar su alternativa fuerte, Valores Sociales o Culturales o Éticos, de la que tendrán que examinarse en su lugar. Y este es el truco. Porque, evidentemente, eso llevará a los padres y a sus hijos a inclinarse por la que es más sencilla de aprobar, dado que la nota cuenta para la media y además de este modo se descargan de tarea, que ya bastante tienen con las otras materias. Así ha sido siempre hasta que hace casi 25 años se instauró una alternativa, la actual MAE (Medidas de Atención al Estudio), que era y es, mayoritariamente, estudiar y hacer deberes bajo la supervisión de un docente, y que, naturalmente, no es evaluable. O la Historia de las Religiones, que tampoco.
Dice Wert que incluso pueden escoger las dos materias, Religión y su alternativa. Pero claro, así dejarían de recibir clase de otras asignaturas importantes, pues no pueden cursar un número ilimitado de esas asignaturas específicas. Y todo ello con el agravante de la necesidad de horas de clase que existe para otras muchas materias: pregúntenle a los docentes de Tecnología, Segunda lengua extranjera, Música o Plástica, Informática, etc. Y así en todos los cursos, desde Primaria a Bachillerato. Casí 1500 horas en total. Es que es todo un despropósito casi inescrutable.
Dicen también que si los valores religiosos… Sí, sí, muy bien, pero ¡acaso ahora decide los valores de una sociedad la Religión? Pero ¡en qué tipo de país vivimos? ¡Es que los contenidos religiosos son equiparables a los contenidos en valores sociales, culturales, éticos, cívicos o democráticos? ¡Es que es equiparable saber si hay hurís en el paraíso, o si Jesús caminó sobre el agua del lago Tiberiades, o los salmos de rigor, con conocer y fomentar la práctica de los valores sociales o éticos o los Derechos Humanos que es/era lo que se hacía básicamente en Ciudadanía, por ejemplo? Será un dogma que haya que creerse pero parece más bien que nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino. Claro que en las religiones católica, islámica,… hay valores humanos que coinciden con los DD.HH. Pero es que hay muchos otros contenidos que no y que además no tienen por qué estar presentes en una asignatura impartida en los centros educativos, pues son creencias, no ciencias. No es necesaria esta materia para impartir valores. E incluso puede ser contradictoria a ellos.
Esta etapa de injerencia de la religión en el ámbito de la Educación debe ser superada. La religión es un sentimiento muy respetable, pero no debe intentar imponerse a nadie. Aunque los intereses en juego son tales, que parece difícil que no sea así, ya que, por todo lo visto y oído, parece que la LOMCE sea una ley A.M.D.G., es decir, una ley Ad Maiorem Dei Gloriam que decía Ignacio de Loyola. Pareciera que también este fuera el lema del Ministro de Educación de Rajoy, A la Mayor Gloria de Dios. En fin, tiempos de otros tiempos.
JOSÉ SANTAMARTA FRAGUAS /
Hoy es ayer: más de cien años después de la importante novela A.M.D.G. (A La Mayor Gloria De Dios), nos encontramos con una Ley de Educación que impone la asignatura de Religión a los chicos españoles si no quieren ser castigados con una asignatura alternativa dura. Porque si no es ya suficientemente grave el hecho de confiar la educación de los hijos de un tercio de las familias españolas a empresas-colegios privados concertados, en su grandísima mayoría religiosos, ahora van a obligar a los centros no religiosos a ofertar la Religión como asignatura en todos los cursos. O su castigo por no ser religiosos, para más INRI: una asignatura alternativa fuerte. Hay muchos cambios muy graves en la LOMCE, pero hoy hablaremos de este, que también lo es y además es muy popular. Ya otro día trataremos otros menos conocidos.
La liaron parda ya hace unos años Ramón Pérez de Ayala and friends, cuando, en 1931, se estrenó en Madrid la adaptación teatral de la principal novela de Ayala, A.M.D.G. (1910). De corte autobiográfico, retrataba en ella la educación en un colegio de aquella época, religioso claro. Era un colegio jesuita de Carrión de los Condes, en el que estudió el escritor, un niño finisecular nacido en Asturias pero de padre de Tierra de Campos. De aquí en definitiva, Reino de León todo. Un colegio religioso Jesuita, como el Papa que recién fue nombrado. No como quien podríamos denominar, para entendernos, su Secretario de Estado de Economía, maragato del Opus Dei y ecónomo. Aquel que hace nada ponía a Astorga en el mapa apareciendo en la prensa nacional en relación con los escándalos especulativos e inmobiliarios de Gescartera. No le gustaba al escritor el modelo de educación religiosa, como no gustaba en la época a una buena parte de la población. Al poco se separó a la Iglesia de la tarea educativa, como de toda tarea política también. Era la II República Española, un momento brillante para la educación de nuestro país. Es un hecho.
Y ahora, ¡año 2013, señoras y señores!, tenemos una nueva ley en proyecto, la tan nombrada LOMCE. Ley no ley, recordemos que solo tiene un artículo que modifica muchos de la LOE, que, tras otro de los consejos de ministros de los denominados religiosa y socarronamente viernes de dolores, fue aprobada por el Gobierno del Partido Popular y espera su trámite parlamentario. Una ley educativa que vuelve a imponer la Religión (varias religiones realmente, como sucede en la actualidad: católica, islámica, judía y evangélica) como una asignatura más, una de las denominadas específicas, no troncales. Y, al igual que en aquellos años pretéritos, tampoco hoy casi nadie parece estar de acuerdo con que tal materia cuente como las demás a la hora de pedir una beca o de pasar de curso o de calcular la nota media de los estudiantes que los habilita, o no, para acceder a otros estudios, centros, etc., que es lo que quiere el Gobierno de Rajoy. Y en realidad, según las encuestas, solo un 27% de la sociedad aproximadamente estaría de acuerdo en esto. Incluso la mitad de los votantes del partido en el Gobierno preferirían que la Religión no jugara un papel tan determinante. Parece que solo el 17% de la población adulta española se define como católica practicante. Pero es que además, de esta mínima parte de la ciudadanía que así se declara, un tercio estaría en contra incluso de este papel de la Religión en la Educación.
Resumiendo el torbellino de datos: que una amplia mayoría de la población padecerá las preferencias de una reducida minoría. La misma mayoría que interpreta también que esta fuerte presencia de la Religión en el currículo responde más a una presión de la jerarquía eclesiástica que a motivaciones propiamente educativas, según las encuestas también. Vamos que no cuela, pero que ahí está.
Y luego viene otro dato, pásmense, también tremendamente importante. Las personas que van a impartir clase de esas religiones, ¡reciben su sueldo de la Administración, los pagamos entre todos! Y es mucho dinero, porque son muchos. Y por si esto fuera poco, además a estas personas las contrata y despide su iglesia (el imán, el obispo,…) según su criterio, aunque con dinero ajeno. Nada de garantía de igualdad, mérito, capacidad, publicidad,… Qué va. ¡A dedo! ¡Qué me dicen a esto? ¿Se dan cuenta? Es como invitar a una mariscada a los amigos y que pague el de la mesa de al lado, que no solo no nos conoce, sino que además, quizás no nos soporta. Asombroso, ¿verdad? Pues así funciona el tema. Lo cuentas por ahí en cualquier otro país desarrollado y no te lo creen. Será que esto no es un país desarrollado…Tendremos que asumirlo. En fin, que aquí se mezclan churras con merinas en un asunto tan trascendente como la educación de los niños y no pasa nada. Adelante con los faroles que dice una amiga de cerca de Astorga.
![[Img #3686]](upload/img/periodico/img_3686.jpg)
Y opina el ínclito ministro Wert que aquí no se obliga a nadie a nada, que la Religión es optativa. Ya, claro, pero si no optan por una maría, como se considera a la Religión, recuerden ustedes sus años de estudiantes, se les castiga a cursar su alternativa fuerte, Valores Sociales o Culturales o Éticos, de la que tendrán que examinarse en su lugar. Y este es el truco. Porque, evidentemente, eso llevará a los padres y a sus hijos a inclinarse por la que es más sencilla de aprobar, dado que la nota cuenta para la media y además de este modo se descargan de tarea, que ya bastante tienen con las otras materias. Así ha sido siempre hasta que hace casi 25 años se instauró una alternativa, la actual MAE (Medidas de Atención al Estudio), que era y es, mayoritariamente, estudiar y hacer deberes bajo la supervisión de un docente, y que, naturalmente, no es evaluable. O la Historia de las Religiones, que tampoco.
Dice Wert que incluso pueden escoger las dos materias, Religión y su alternativa. Pero claro, así dejarían de recibir clase de otras asignaturas importantes, pues no pueden cursar un número ilimitado de esas asignaturas específicas. Y todo ello con el agravante de la necesidad de horas de clase que existe para otras muchas materias: pregúntenle a los docentes de Tecnología, Segunda lengua extranjera, Música o Plástica, Informática, etc. Y así en todos los cursos, desde Primaria a Bachillerato. Casí 1500 horas en total. Es que es todo un despropósito casi inescrutable.
Dicen también que si los valores religiosos… Sí, sí, muy bien, pero ¡acaso ahora decide los valores de una sociedad la Religión? Pero ¡en qué tipo de país vivimos? ¡Es que los contenidos religiosos son equiparables a los contenidos en valores sociales, culturales, éticos, cívicos o democráticos? ¡Es que es equiparable saber si hay hurís en el paraíso, o si Jesús caminó sobre el agua del lago Tiberiades, o los salmos de rigor, con conocer y fomentar la práctica de los valores sociales o éticos o los Derechos Humanos que es/era lo que se hacía básicamente en Ciudadanía, por ejemplo? Será un dogma que haya que creerse pero parece más bien que nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino. Claro que en las religiones católica, islámica,… hay valores humanos que coinciden con los DD.HH. Pero es que hay muchos otros contenidos que no y que además no tienen por qué estar presentes en una asignatura impartida en los centros educativos, pues son creencias, no ciencias. No es necesaria esta materia para impartir valores. E incluso puede ser contradictoria a ellos.
Esta etapa de injerencia de la religión en el ámbito de la Educación debe ser superada. La religión es un sentimiento muy respetable, pero no debe intentar imponerse a nadie. Aunque los intereses en juego son tales, que parece difícil que no sea así, ya que, por todo lo visto y oído, parece que la LOMCE sea una ley A.M.D.G., es decir, una ley Ad Maiorem Dei Gloriam que decía Ignacio de Loyola. Pareciera que también este fuera el lema del Ministro de Educación de Rajoy, A la Mayor Gloria de Dios. En fin, tiempos de otros tiempos.