Junts pel… a lo mejor, quizás, puede ser, acaso, igual, tal vez, o sea…
![[Img #32634]](upload/img/periodico/img_32634.jpg)
Paso de leer a Voltaire porque no pertenece a mi nación. Y no voy a calentar la leche en el microondas porque no lo inventó mi nación. Y desde luego, no voy a vacunar a mi hija contra la rubeola porque mi nación no descubrió la cura. ¡Qué fastidio!
Tengo que comer patatas con repollo todos los días porque es el plato más nacional de mi nación. A veces meto la pata. Hace un mes compré unas toallas en Portugal y tuve que dormir en el sofá por sedición.
Iba a pasar unos días en Montenegro pero me pareció un término racista. Cuando sea más tonto aún me haré rufián para vender pelucas en Las Ramblas a cantantes afónicos para viajar al Perú. Ahí comen tortillas noruegas mediadas internacionalmente por Harvey Weinstein.
Cuando encuentre a Dios en una rumba, acabaré las obras de La Sagrada Familia y prohibiré las películas de Wim Wenders en Eslovenia por no ser catalanas.
¡Cómo me encanta el nacionalismo! Me ayuda a matar la inteligencia, la curiosidad y sobre todo, a esquivar los problemas acuciantes de la existencia cotidiana, como los de encontrar un piso o un trabajo dignos. Hay un chiste magnifico irlandés o quizá inglés o incluso republicano, jeje : un macarra se acerca a un paisano en las calles de Belfast. Le pregunta si es católico o protestante, (que en la jerga de aquel conflicto quería decir leal a Irlanda o leal al Reino Unido). El pobre paisano (cuya madre era vasca sefardí pero afincada en Gibraltar, en mi versión, claro, que soy marciano no practicante) contesta que es judío. El buen macarra le espeta: “¿judío católico o judío protestante?”.
El lenguaje ya no nos sirve. (Ya sé que me contradigo, Carles, gracias.) A Don Ian Gibson le concedieron la nacionalidad española. Es decir, ya paga impuestos aquí. No significa otra cosa. No ha renacido por muchas manchas de paella que lleve en las solapas de su entusiasmo.
Hoy día (Siglo 21, según Jesús de Nazaret, (cuyos apellidos maternos todavía desconozco)) apelar a los gentilicios para buscar las claves de los rasgos de las pecas de la identidad de un ser humano es cada vez más una gran falacia, aunque muy divertida. (Si leo La Razón se me quitan las ganas de pedir ensaladilla rusa). Pero la política no es broma porque los impuestos no son graciosos ni en las cortes polacas.
Propongo oposiciones para la clase dirigente. Echad un vistazo al artículo https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo: Sesgos_cognitivos y reíros de la ignorancia ajena… y propia. Y luego volad a Hamburgo para comeros una hamburguesa. Yo me quedaré en Vegetaria para confeccionarme una fabada vegetariana, low cost, étnicamente limpiada en Myanmar, Yemen, Siria y, por supuesto, Israel.
![[Img #32634]](upload/img/periodico/img_32634.jpg)
Paso de leer a Voltaire porque no pertenece a mi nación. Y no voy a calentar la leche en el microondas porque no lo inventó mi nación. Y desde luego, no voy a vacunar a mi hija contra la rubeola porque mi nación no descubrió la cura. ¡Qué fastidio!
Tengo que comer patatas con repollo todos los días porque es el plato más nacional de mi nación. A veces meto la pata. Hace un mes compré unas toallas en Portugal y tuve que dormir en el sofá por sedición.
Iba a pasar unos días en Montenegro pero me pareció un término racista. Cuando sea más tonto aún me haré rufián para vender pelucas en Las Ramblas a cantantes afónicos para viajar al Perú. Ahí comen tortillas noruegas mediadas internacionalmente por Harvey Weinstein.
Cuando encuentre a Dios en una rumba, acabaré las obras de La Sagrada Familia y prohibiré las películas de Wim Wenders en Eslovenia por no ser catalanas.
¡Cómo me encanta el nacionalismo! Me ayuda a matar la inteligencia, la curiosidad y sobre todo, a esquivar los problemas acuciantes de la existencia cotidiana, como los de encontrar un piso o un trabajo dignos. Hay un chiste magnifico irlandés o quizá inglés o incluso republicano, jeje : un macarra se acerca a un paisano en las calles de Belfast. Le pregunta si es católico o protestante, (que en la jerga de aquel conflicto quería decir leal a Irlanda o leal al Reino Unido). El pobre paisano (cuya madre era vasca sefardí pero afincada en Gibraltar, en mi versión, claro, que soy marciano no practicante) contesta que es judío. El buen macarra le espeta: “¿judío católico o judío protestante?”.
El lenguaje ya no nos sirve. (Ya sé que me contradigo, Carles, gracias.) A Don Ian Gibson le concedieron la nacionalidad española. Es decir, ya paga impuestos aquí. No significa otra cosa. No ha renacido por muchas manchas de paella que lleve en las solapas de su entusiasmo.
Hoy día (Siglo 21, según Jesús de Nazaret, (cuyos apellidos maternos todavía desconozco)) apelar a los gentilicios para buscar las claves de los rasgos de las pecas de la identidad de un ser humano es cada vez más una gran falacia, aunque muy divertida. (Si leo La Razón se me quitan las ganas de pedir ensaladilla rusa). Pero la política no es broma porque los impuestos no son graciosos ni en las cortes polacas.
Propongo oposiciones para la clase dirigente. Echad un vistazo al artículo https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo: Sesgos_cognitivos y reíros de la ignorancia ajena… y propia. Y luego volad a Hamburgo para comeros una hamburguesa. Yo me quedaré en Vegetaria para confeccionarme una fabada vegetariana, low cost, étnicamente limpiada en Myanmar, Yemen, Siria y, por supuesto, Israel.






