Una concejalía de actividades del motor en el Ayuntamiento de Astorga
![[Img #32677]](upload/img/periodico/img_32677.jpg)
Ahora que resulta que la mayoría de los ayuntamientos españoles abominan del automóvil y la cultura que encierra, uno descubre que en Astorga, población leonesa de unos 11.000 habitantes, a mitad de camino entre Madrid y La Coruña, por la autovía A6, tiene en la nómina de cargos de su corporación municipal un edil, Pablo Peyuca, que asume, en el área global de Comercio e Industria, el epígrafe Actividades del Motor.
Sin hacer una investigación exhaustiva, casi me atrevo a pronosticar que si no es la única de la Administración Local española que acoge semejante competencia, no debe haber muchas con esa dedicación exclusiva al área del automóvil. Más chocante aún resulta que una ciudad, con un muy atractivo conjunto histórico-artístico, pero atacada por la progresiva despoblación de la España rural, haga este reconocimiento a una actividad que el propio Gobierno Central ha olvidado incluir en los membretes de sus ministerios y la ignora en una especie de rango secundario, cuando tanto debe a su dinamismo inversor en los recientes años de la crisis.
Peyuca, a su vez teniente de alcalde, reconoce que el cargo asumido tiene mucho de devoción. “Mi familia viene de toda la vida de la industria auxiliar del motor. Somos apasionados de los coches y las motos”. Pero al mismo tiempo, combina un sentido práctico, cuando señala a La Tribuna de Automoción que “el turismo del motor deja dinero. Es un recurso económico. Llega a los sitios y gusta. Por eso queremos hacer de Astorga un referente de estas actividades. Y el mundo del motor es enorme”.
Este concejal del motor se atribuye para la ciudad primicias de las que no oculta un cierto orgullo, como el haber organizado la primera concentración motera en España, pocas horas después de conocerse el fallecimiento de Ángel Nieto; o como un Gran Premio de Karts de la Federación de Castilla y León, en recorrido urbano. Y esto último ha sido posible “al aval de seguridad que ofrece una concejalía especializada en la cuestión”.
Con cierta habilidad, Pablo Peyuca, elude circunscribir sus competencias a la movilidad urbana, para concentrarse en los apartados de competición y exposición. Del primero desgrana proyectos para este ámbito geográfico, como una escuela para jóvenes pilotos y un circuito de karts homologable en medidas a pruebas de motociclismo. De los segundos ya aporta concentraciones de clásicos como las de los clubs portugueses de MG, franceses de Morgan y español del Seat 850, sin obviar otros eventos moteros como el de la BMW K600 o de la Suzuki Burman, que “trajo a Astorga 220 aficionados, incluso de Canarias “. “De todos ellos -proclama ufano- hemos recibido felicitaciones y han dejado dinero en la ciudad, con coste cero para las arcas del ayuntamiento”. Por ello recapitula: “la faceta expositiva la orientamos a todo club que quiera venir, sea de coches o de motos”.
“Buscamos meses no estacionales para perpetuar la actividad. Nos movemos preferentemente en los modelos clásicos, pues el clásico de andar por casa llega al corazón de la gente. ¿Quién no ha tenido en su infancia un coche de estos en la familia? El coche atrae a la gente y con ello consigues que la ciudad se conozca. Con el buen trato que damos conseguimos que la gente vuelva a Astorga, que haga el boca a boca. Eso, ¿en qué perjudica?”.
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La cultura motera de este interlocutor asoma en el proyecto de un museo de la motocicleta en la propia Astorga, recalcando que hay localizado excelente material de importantes colecciones ciudadanas en cantidad y calidad. Pero tampoco se escapa su sensibilidad hacia el colectivo en esta manifestación: “los moteros somos el único grupo que se saluda en la carretera, sea el que sea el que circula. Da lo mismo el país, la religión, la ideología, la raza. Tiene muy arraigada una filosofía internacional. La moto es un escuela de relaciones públicas. La gente de la moto tiene más movilidad. Es más fácil que un fin de semana vengan a comer un cocido maragato”.
Peyuca insiste en la entrevista, hasta convertirlo en una especie de mantra, que los proyectos de la escuela de pilotos, del circuito y del museo se abordan con la inversión de capital privado. Y subraya a continuación que la escuela pretende ser un centro no solo de pilotaje, pues “lo primero que queremos es que los alumnos estudien y aprendan a ser personas y luego que se monten en la moto”.
Reconoce que estas acciones han recibido ataques, pero según él, “responden a motivaciones políticas” y no a disconformidad ciudadana. En ese momento de la entrevista me pide acompañarle al despacho del alcalde, contiguo al suyo, para que el primer edil de Astorga, del PP, corrobore los apoyos a su concejalía, algo que se materializa sin reservas ni dudas. Hay que decir que Peyuca fue cabeza de lista por el PAL (Partido Autonomista Leonés) y se coaligó con los populares para gobernar el ayuntamiento astorgano en coalición.
Ahora que resulta que la mayoría de los ayuntamientos españoles abominan del automóvil y la cultura que encierra, uno descubre que en Astorga, población leonesa de unos 11.000 habitantes, a mitad de camino entre Madrid y La Coruña, por la autovía A6, tiene en la nómina de cargos de su corporación municipal un edil, Pablo Peyuca, que asume, en el área global de Comercio e Industria, el epígrafe Actividades del Motor.
Sin hacer una investigación exhaustiva, casi me atrevo a pronosticar que si no es la única de la Administración Local española que acoge semejante competencia, no debe haber muchas con esa dedicación exclusiva al área del automóvil. Más chocante aún resulta que una ciudad, con un muy atractivo conjunto histórico-artístico, pero atacada por la progresiva despoblación de la España rural, haga este reconocimiento a una actividad que el propio Gobierno Central ha olvidado incluir en los membretes de sus ministerios y la ignora en una especie de rango secundario, cuando tanto debe a su dinamismo inversor en los recientes años de la crisis.
Peyuca, a su vez teniente de alcalde, reconoce que el cargo asumido tiene mucho de devoción. “Mi familia viene de toda la vida de la industria auxiliar del motor. Somos apasionados de los coches y las motos”. Pero al mismo tiempo, combina un sentido práctico, cuando señala a La Tribuna de Automoción que “el turismo del motor deja dinero. Es un recurso económico. Llega a los sitios y gusta. Por eso queremos hacer de Astorga un referente de estas actividades. Y el mundo del motor es enorme”.
Este concejal del motor se atribuye para la ciudad primicias de las que no oculta un cierto orgullo, como el haber organizado la primera concentración motera en España, pocas horas después de conocerse el fallecimiento de Ángel Nieto; o como un Gran Premio de Karts de la Federación de Castilla y León, en recorrido urbano. Y esto último ha sido posible “al aval de seguridad que ofrece una concejalía especializada en la cuestión”.
Con cierta habilidad, Pablo Peyuca, elude circunscribir sus competencias a la movilidad urbana, para concentrarse en los apartados de competición y exposición. Del primero desgrana proyectos para este ámbito geográfico, como una escuela para jóvenes pilotos y un circuito de karts homologable en medidas a pruebas de motociclismo. De los segundos ya aporta concentraciones de clásicos como las de los clubs portugueses de MG, franceses de Morgan y español del Seat 850, sin obviar otros eventos moteros como el de la BMW K600 o de la Suzuki Burman, que “trajo a Astorga 220 aficionados, incluso de Canarias “. “De todos ellos -proclama ufano- hemos recibido felicitaciones y han dejado dinero en la ciudad, con coste cero para las arcas del ayuntamiento”. Por ello recapitula: “la faceta expositiva la orientamos a todo club que quiera venir, sea de coches o de motos”.
“Buscamos meses no estacionales para perpetuar la actividad. Nos movemos preferentemente en los modelos clásicos, pues el clásico de andar por casa llega al corazón de la gente. ¿Quién no ha tenido en su infancia un coche de estos en la familia? El coche atrae a la gente y con ello consigues que la ciudad se conozca. Con el buen trato que damos conseguimos que la gente vuelva a Astorga, que haga el boca a boca. Eso, ¿en qué perjudica?”.
La cultura motera de este interlocutor asoma en el proyecto de un museo de la motocicleta en la propia Astorga, recalcando que hay localizado excelente material de importantes colecciones ciudadanas en cantidad y calidad. Pero tampoco se escapa su sensibilidad hacia el colectivo en esta manifestación: “los moteros somos el único grupo que se saluda en la carretera, sea el que sea el que circula. Da lo mismo el país, la religión, la ideología, la raza. Tiene muy arraigada una filosofía internacional. La moto es un escuela de relaciones públicas. La gente de la moto tiene más movilidad. Es más fácil que un fin de semana vengan a comer un cocido maragato”.
Peyuca insiste en la entrevista, hasta convertirlo en una especie de mantra, que los proyectos de la escuela de pilotos, del circuito y del museo se abordan con la inversión de capital privado. Y subraya a continuación que la escuela pretende ser un centro no solo de pilotaje, pues “lo primero que queremos es que los alumnos estudien y aprendan a ser personas y luego que se monten en la moto”.
Reconoce que estas acciones han recibido ataques, pero según él, “responden a motivaciones políticas” y no a disconformidad ciudadana. En ese momento de la entrevista me pide acompañarle al despacho del alcalde, contiguo al suyo, para que el primer edil de Astorga, del PP, corrobore los apoyos a su concejalía, algo que se materializa sin reservas ni dudas. Hay que decir que Peyuca fue cabeza de lista por el PAL (Partido Autonomista Leonés) y se coaligó con los populares para gobernar el ayuntamiento astorgano en coalición.