Los bárbaros
![[Img #32766]](upload/img/periodico/img_32766.jpg)
Han llegado los bárbaros, como dice un poema de Cavafis. Han salido de la caverna oscura en la que se ocultan y se alimentan de la alimaña del odio. Han llegado. Se les ve portando banderas que les identifican, porque el concepto de Patria es lo que les hace brotar espumarajos por la boca. Una bandera tristemente esgrimida por opresores, tiempo atrás, y que un leve maquillaje, para no herir a los más radicales, la dejó, dicen, perfecta para una nueva andadura en libertad.
Han llegado los bárbaros, los de la falta de empatía, los que no piensan, los que todo lo arreglan a porrazo vivo. No se puede entablar diálogo alguno con ellos, tienen a sangre y fuego, grabado en el cerebro, una ira furibunda que les corroe. Aprovechan los momentos de cierto caos para abalanzarse contra los que no piensan como ellos. Toda opinión contraria es motivo para ejercer la violencia.
¿Qué mueve a los bárbaros? ¿Qué clase de personalidad ocultan? Se les ve como exhibiendo una sobredosis de autoestima que les hace sentir superiores al resto de la Humanidad, pero no, es todo un equívoco, una falta de fe en sí mismos que les lleva, imperiosamente, a agarrarse a un enfado crónico y contra alguien. Las frustraciones bárbaras se solventan, no en el psicoanalista, sino con la brutalidad.
La duda cartesiana es un concepto ridículo para ellos. La razón es de su absoluta propiedad. A algunos los ves en las televisiones - los hay de muchos tipos - en tertulias fatuas en donde ante cualquier intento de negociación, ellos siguen con su argumento tedioso e irreversible, que no es otro que el de ejercer la presión, el enfrentamiento, la fuerza bruta contra alguien, contra el contrario; el distante en posiciones ideológicas. Otros se manifiestan, nunca pacíficamente, por las calles de las ciudades del mundo, al menor descuido, y portando sus banderas a modo de arma intimidatoria, al igual que sus cantos y su prepotencia.
¿Ha avanzado algo la Humanidad? – me pregunto. No parece que estemos en el S. XXI sino, más bien, en la Edad de Piedra. Piedra contra piedra, puño contra puño, dolor y más dolor. Desesperada violencia gratuita para un mundo cada vez más imperfecto y violento.
![[Img #32766]](upload/img/periodico/img_32766.jpg)
Han llegado los bárbaros, como dice un poema de Cavafis. Han salido de la caverna oscura en la que se ocultan y se alimentan de la alimaña del odio. Han llegado. Se les ve portando banderas que les identifican, porque el concepto de Patria es lo que les hace brotar espumarajos por la boca. Una bandera tristemente esgrimida por opresores, tiempo atrás, y que un leve maquillaje, para no herir a los más radicales, la dejó, dicen, perfecta para una nueva andadura en libertad.
Han llegado los bárbaros, los de la falta de empatía, los que no piensan, los que todo lo arreglan a porrazo vivo. No se puede entablar diálogo alguno con ellos, tienen a sangre y fuego, grabado en el cerebro, una ira furibunda que les corroe. Aprovechan los momentos de cierto caos para abalanzarse contra los que no piensan como ellos. Toda opinión contraria es motivo para ejercer la violencia.
¿Qué mueve a los bárbaros? ¿Qué clase de personalidad ocultan? Se les ve como exhibiendo una sobredosis de autoestima que les hace sentir superiores al resto de la Humanidad, pero no, es todo un equívoco, una falta de fe en sí mismos que les lleva, imperiosamente, a agarrarse a un enfado crónico y contra alguien. Las frustraciones bárbaras se solventan, no en el psicoanalista, sino con la brutalidad.
La duda cartesiana es un concepto ridículo para ellos. La razón es de su absoluta propiedad. A algunos los ves en las televisiones - los hay de muchos tipos - en tertulias fatuas en donde ante cualquier intento de negociación, ellos siguen con su argumento tedioso e irreversible, que no es otro que el de ejercer la presión, el enfrentamiento, la fuerza bruta contra alguien, contra el contrario; el distante en posiciones ideológicas. Otros se manifiestan, nunca pacíficamente, por las calles de las ciudades del mundo, al menor descuido, y portando sus banderas a modo de arma intimidatoria, al igual que sus cantos y su prepotencia.
¿Ha avanzado algo la Humanidad? – me pregunto. No parece que estemos en el S. XXI sino, más bien, en la Edad de Piedra. Piedra contra piedra, puño contra puño, dolor y más dolor. Desesperada violencia gratuita para un mundo cada vez más imperfecto y violento.






