Las Jave Marías y los generalísimos (sic)
![[Img #33791]](upload/img/periodico/img_33791.jpg)
Las generalizaciones no son peligrosas si se las mira desde los contextos y les adjuntamos categorías. Las suyas… Estoy generalizando. Hay tres tipos de generalizaciones. (Véase la frase anterior). Convenientes, retóricas y cómicas (y puede que esta última pertenezca al segundo). Luego hay estilos, arquetipos, estereotipos, más las exageraciones, los reduccionismos, las ignorancias etc.
Ejemplos.
1.
El Smartphone es malo para las tertulias. Sí y no. Dentro de la categoría de las generalizaciones está la de las provocativas. Para suscitar el debate, vamos a lanzar el balón. Antaño, se podía debatir sobre los colores y las formas de las banderas de Colombia y Venezuela. Durante veinte minutos. Con voces. Ahora, los buenos paisanos, tras una sesión de tute insulsa (tampoco están en casa ayudando con las tareas que conllevan preparar la cena) se muestran tristes al ver que uno de sus colegas saca el móvil para zanjar el tema.
-Amarillo, azul, rojo.
-Lo que tú dices azul…
(En fin.)
El Smartphone (casi) mata el debate tonto y deja a los contertulios en evidencia con sus emociones totalmente divorciadas de sus convicciones, erróneamente basadas en hechos poco controlados. Se acaba la conversación. Vaya Smartphone de mierda, ya no podemos llenar el vacío de nuestra ignorancia y soledad con debates tan apasionantes como estériles. El Smartphone está jodiendo nuestras tardes… a ver si me apunto a Facebook para ponerme en ridículo yo solito.
2.
Los alemanes son más eficaces que los españoles. Sí y no. Si somos una pandilla de estudiantes de Erasmus (es un decir, los Erasmus somos estudiantes de cerveza y muy pocos sabemos decirnos algo sobre Erasmus… pero estoy generalizando) reunidos en la tabernas de moda en Sevilla, y el balón nos llega en forma de comparar los caracteres (ethos, para los doctorando) de los países de nuestro entorno (Erasmus), uno va a decir, sabiendo que va a haber bronca, que habría llegado la ronda a la mesa hace 14,57 minutos si estuviéremos en un bar de Hamburgo. El intelectual del grupo va a decir que Hamburgo no tiene nada que ver con Múnich. Y otra, la sabia, va a decir que si lo pagas… (en El Hotel Ritz, con los convenios laborales en orden, el servicio es excelente). El poeta añadirá que los españoles son más eficaces a la hora de expresar su cariño, su amor, su vitalidad y su opinión.
…
Antes de llegar al tercer ejemplo, permíteme decir que las generalizaciones son divertidas y necesarias cuando hay límites de espacio y tiempo. Son peligrosas si no son alegres, es decir cuando son insultantes.
3.
La iglesia es una casa de putas, además de ser una frase cargada de estupidez epistemológica dado que las mujeres en ella ni siquiera pueden cobrar por sus cuerpos o manos como un buen barbero o masajista, es una frase que se oye a la hora de denunciar la negligencia sistemática criminal que encubría los delitos de abusos sexuales cometidos por parte de algunos cleros, con la connivencia de sus superiores, afincados en el Vaticano, un Estado formado por un decreto, dentro de Roma, del fascista Mussolini. La metonimia es peligrosa. Sobre todo, en Twitter. O en boca de personas poco formadas, valga la redundancia. O sea, cuidado con la iglesia, pero no te olvides de los obispos Romero, Tutu, y el padre Ángel, el papa de todos. (Generalización retórica.)
4.
Don Javier Marías va de listillo (a ver si ha trabajado una semana cambiando pañales o si ha padecido la tos del minero) cuando afirma que no se cree la nomenclatura que hemos, de corazón (muchas generalizaciones son lindas), usado estos días para describir y denunciar los crímenes de violencia de género, es decir, Violencia de Género. Pues yo, generalizando, le diría que, primero, su alternativo es una generalización también (violencia individual, ejem, voy pensando en un humano que no lo sea) en sí (pero menos útil por ser más existencial que social) y obvia indagar sobre ello o justificarlo. Os voy a dar un ejemplo, el clásico: si soy hombre efebo, bonito, carismático, heterosexual y practicante, solvente e inteligente y me meto con dos osos en mi tasca de gusto, de moda, en Chueca (y, eso sí, genderfluid, traducción.: me da igual la orientación sexual, o falta de la misma, del cliente), en pos de su atuendo, sus tatuajes, sus pantalones bien planchados, sus ganas de estar juntos sin ser molestados, y les aporto un comentario incordiante, ellos son capases de echarme a la calle y llenarme de moratones tipo recuerdo. Dos mujeres, no. Porque los hombres son más fuertes que las mujeres. Físicamente. Generalizando. Y por las buenas.
La violencia de género es el nombre de un tipo de violencia que proporciona y sienta la supuesta, maldita, razón mediante lo bruto metabólico/físico varonil. Es machista, sexista y generalmente, en sus formas, con sus resultados no devengados, una muestra de la fuerza física (ya sé que hay otros factores, pero estamos tratando de consecuencias y conclusiones: la violencia), la del varón sobre un genero, el sexo hémbrico, (quiero que la RAE tarde cien años, en este caso, en admitir este neologismo para confirmarme en mis sospechas sobre su implicación en el tema, ni hablar de la distribución de sus escaños) el de la mujer, el más físicamente débil.
Y yo, que pinto tan poco como Don Javier, en un asunto tan horriblemente serio, os/as diré que jamás le acusaré de porrero pijo por su apellido. Sería una mala generalización, tan necia como vulgar.
Y ahora. Manos arriba las que nos hemos sentido identificadas en los retratos de los personajes femeninos en las novelas de…. (deberes: poned los nombres a esos escritores, vosotras.)
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Las generalizaciones no son peligrosas si se las mira desde los contextos y les adjuntamos categorías. Las suyas… Estoy generalizando. Hay tres tipos de generalizaciones. (Véase la frase anterior). Convenientes, retóricas y cómicas (y puede que esta última pertenezca al segundo). Luego hay estilos, arquetipos, estereotipos, más las exageraciones, los reduccionismos, las ignorancias etc.
Ejemplos.
1.
El Smartphone es malo para las tertulias. Sí y no. Dentro de la categoría de las generalizaciones está la de las provocativas. Para suscitar el debate, vamos a lanzar el balón. Antaño, se podía debatir sobre los colores y las formas de las banderas de Colombia y Venezuela. Durante veinte minutos. Con voces. Ahora, los buenos paisanos, tras una sesión de tute insulsa (tampoco están en casa ayudando con las tareas que conllevan preparar la cena) se muestran tristes al ver que uno de sus colegas saca el móvil para zanjar el tema.
-Amarillo, azul, rojo.
-Lo que tú dices azul…
(En fin.)
El Smartphone (casi) mata el debate tonto y deja a los contertulios en evidencia con sus emociones totalmente divorciadas de sus convicciones, erróneamente basadas en hechos poco controlados. Se acaba la conversación. Vaya Smartphone de mierda, ya no podemos llenar el vacío de nuestra ignorancia y soledad con debates tan apasionantes como estériles. El Smartphone está jodiendo nuestras tardes… a ver si me apunto a Facebook para ponerme en ridículo yo solito.
2.
Los alemanes son más eficaces que los españoles. Sí y no. Si somos una pandilla de estudiantes de Erasmus (es un decir, los Erasmus somos estudiantes de cerveza y muy pocos sabemos decirnos algo sobre Erasmus… pero estoy generalizando) reunidos en la tabernas de moda en Sevilla, y el balón nos llega en forma de comparar los caracteres (ethos, para los doctorando) de los países de nuestro entorno (Erasmus), uno va a decir, sabiendo que va a haber bronca, que habría llegado la ronda a la mesa hace 14,57 minutos si estuviéremos en un bar de Hamburgo. El intelectual del grupo va a decir que Hamburgo no tiene nada que ver con Múnich. Y otra, la sabia, va a decir que si lo pagas… (en El Hotel Ritz, con los convenios laborales en orden, el servicio es excelente). El poeta añadirá que los españoles son más eficaces a la hora de expresar su cariño, su amor, su vitalidad y su opinión.
…
Antes de llegar al tercer ejemplo, permíteme decir que las generalizaciones son divertidas y necesarias cuando hay límites de espacio y tiempo. Son peligrosas si no son alegres, es decir cuando son insultantes.
3.
La iglesia es una casa de putas, además de ser una frase cargada de estupidez epistemológica dado que las mujeres en ella ni siquiera pueden cobrar por sus cuerpos o manos como un buen barbero o masajista, es una frase que se oye a la hora de denunciar la negligencia sistemática criminal que encubría los delitos de abusos sexuales cometidos por parte de algunos cleros, con la connivencia de sus superiores, afincados en el Vaticano, un Estado formado por un decreto, dentro de Roma, del fascista Mussolini. La metonimia es peligrosa. Sobre todo, en Twitter. O en boca de personas poco formadas, valga la redundancia. O sea, cuidado con la iglesia, pero no te olvides de los obispos Romero, Tutu, y el padre Ángel, el papa de todos. (Generalización retórica.)
4.
Don Javier Marías va de listillo (a ver si ha trabajado una semana cambiando pañales o si ha padecido la tos del minero) cuando afirma que no se cree la nomenclatura que hemos, de corazón (muchas generalizaciones son lindas), usado estos días para describir y denunciar los crímenes de violencia de género, es decir, Violencia de Género. Pues yo, generalizando, le diría que, primero, su alternativo es una generalización también (violencia individual, ejem, voy pensando en un humano que no lo sea) en sí (pero menos útil por ser más existencial que social) y obvia indagar sobre ello o justificarlo. Os voy a dar un ejemplo, el clásico: si soy hombre efebo, bonito, carismático, heterosexual y practicante, solvente e inteligente y me meto con dos osos en mi tasca de gusto, de moda, en Chueca (y, eso sí, genderfluid, traducción.: me da igual la orientación sexual, o falta de la misma, del cliente), en pos de su atuendo, sus tatuajes, sus pantalones bien planchados, sus ganas de estar juntos sin ser molestados, y les aporto un comentario incordiante, ellos son capases de echarme a la calle y llenarme de moratones tipo recuerdo. Dos mujeres, no. Porque los hombres son más fuertes que las mujeres. Físicamente. Generalizando. Y por las buenas.
La violencia de género es el nombre de un tipo de violencia que proporciona y sienta la supuesta, maldita, razón mediante lo bruto metabólico/físico varonil. Es machista, sexista y generalmente, en sus formas, con sus resultados no devengados, una muestra de la fuerza física (ya sé que hay otros factores, pero estamos tratando de consecuencias y conclusiones: la violencia), la del varón sobre un genero, el sexo hémbrico, (quiero que la RAE tarde cien años, en este caso, en admitir este neologismo para confirmarme en mis sospechas sobre su implicación en el tema, ni hablar de la distribución de sus escaños) el de la mujer, el más físicamente débil.
Y yo, que pinto tan poco como Don Javier, en un asunto tan horriblemente serio, os/as diré que jamás le acusaré de porrero pijo por su apellido. Sería una mala generalización, tan necia como vulgar.
Y ahora. Manos arriba las que nos hemos sentido identificadas en los retratos de los personajes femeninos en las novelas de…. (deberes: poned los nombres a esos escritores, vosotras.)






