Max Alonso
Viernes, 26 de Enero de 2018

Sin ilusión

 

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Tras los Reyes (Magos) vino Rajoy. Este sin un gramo de ilusión. Como un colegial que no había sabido la lección y tras meter la pata en el Reino Unido vino a San Isidoro a limpiarse el barro. Fue lo que nos dejó porque otra cosa no trajo. Palabritas para León, las mismas porque ya eran todas sabidas,  y para la provincia ni eso,  que está en los  mínimos: ni  ilusión. Fue auténtico: nada de dada, que esa es su generosidad. 

 

Si se hubiera ahorrado el viaje mejor. No sea que ya que no traía nada no haya aprovechado para llevarse algo, que nunca se sabe,  o dejarnos algunas de sus pudicias  corruptas, que estas le brotan por los bolsillos y regalan sus colaboradores a pie de Audiencia, que está que asusta. Aquel presidente de los trajes que fue declarado inocente, años más tarde en boca de su entonces socio y segundo,  resulta que no ha dejado de oler a chorizo porque los tribunales pueden absolver pero no lavar, que eso es cosa de la Real Academia.

 

Ya que el presidente del Gobierno, que estudió en León,  no sabía que el Reino de León fue la cuna del parlamentarismo en Europa y no el Reino Unido, en la línea de la democracia que alumbraron los griegos, es un consuelo que al menos en este viaje lo haya aprendido. Es la ventaja que tiene septiembre, que antes era también el mes de las rebajas pero ahora lo vuelve a ser enero. Mientras prosiguen los paseos de Puigdemont, sin que el Gobierno sepa muy bien por dónde anda la legalidad con lo mucho que tienen sus viajes de parecido a los Gulliver. Sería colmo del independentismo, no tan ducho en leyes pero si en como saltárselas, acabar entre el esperpento y el Ruedo Ibérico valleinclanesco, no entre los liliputienses sino entre los habitantes de una nueva raza, catalanoparlamentaria, claro está. 

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