Santa Águeda, de Murias de Rechivaldo, llega con la lluvia
![[Img #34779]](upload/img/periodico/img_34779.jpg)
![[Img #34780]](upload/img/periodico/img_34780.jpg)
Había dudas hasta el último momento de si saldría o no la procesión de Santa Águeda de Murias de Rechivaldo. El tamboril y los cofrades esperaban enfundados en gruesos capotes a la puerta de la Iglesia, mirando de hito en hito al nubarrón. Chispeaba de cuando en cuando. Se alargó la misa y el cura dio su bendición.
La santina se encontraba cómoda entre el colorido de la ofrenda floral. No se diga más; cuatro santos varones con la venia del cura, apartaron los ramos de flores y tomaron las andas, la levantaron a brazo como quien tira de una silla y salieron al exterior.
![[Img #34781]](upload/img/periodico/img_34781.jpg)
![[Img #34782]](upload/img/periodico/img_34782.jpg)
Afuera ondeaba el pendón y la alegría de la flauta y el tambor casi como proclama de la primavera. Santa Águeda agitaba su palma en la mano izquierda, mientras que en la derecha portaba un plato mostrando su renuncia. Se alegró de ver la calle, aunque lloviera, aunque no pudiera ver ni bendecir los centenales, tal como otros años.
![[Img #34783]](upload/img/periodico/img_34783.jpg)
![[Img #34785]](upload/img/periodico/img_34785.jpg)
Al pasar por el ábside la comitiva de cofrades se dio la vuelta y le hicieron la venia. Se alegró Santa Águeda de este paseo, que fue tan solo alrededor del atrio pero que sabía como si fuera alrededor del orbe entero. Más se alegraron algunos niños y sus padres de verla a la plena luz. Estará contenta lo que queda de año, esa pequeña vuelta al atrio de la eternidad.
![[Img #34786]](upload/img/periodico/img_34786.jpg)
Había dudas hasta el último momento de si saldría o no la procesión de Santa Águeda de Murias de Rechivaldo. El tamboril y los cofrades esperaban enfundados en gruesos capotes a la puerta de la Iglesia, mirando de hito en hito al nubarrón. Chispeaba de cuando en cuando. Se alargó la misa y el cura dio su bendición.
La santina se encontraba cómoda entre el colorido de la ofrenda floral. No se diga más; cuatro santos varones con la venia del cura, apartaron los ramos de flores y tomaron las andas, la levantaron a brazo como quien tira de una silla y salieron al exterior.
Afuera ondeaba el pendón y la alegría de la flauta y el tambor casi como proclama de la primavera. Santa Águeda agitaba su palma en la mano izquierda, mientras que en la derecha portaba un plato mostrando su renuncia. Se alegró de ver la calle, aunque lloviera, aunque no pudiera ver ni bendecir los centenales, tal como otros años.
Al pasar por el ábside la comitiva de cofrades se dio la vuelta y le hicieron la venia. Se alegró Santa Águeda de este paseo, que fue tan solo alrededor del atrio pero que sabía como si fuera alrededor del orbe entero. Más se alegraron algunos niños y sus padres de verla a la plena luz. Estará contenta lo que queda de año, esa pequeña vuelta al atrio de la eternidad.