La piñata de los carnavales
![[Img #35053]](upload/img/periodico/img_35053.jpg)
Los Carnavales, que cuando lo que se llevaba era el prohibir estuvieron por tanto prohibidos en toda España y sólo sobrevivieron en Canarias, quizá por aquello de que ya eran África, han renacido con fuerza y variedad por toda la península. También aquí en Astorga han encontrado su espacio y su fórmula en la Piñata, como se conoce al primer domingo de la cuaresma. La elección ha sido un acierto porque concluidos los carnavales en las demás localidades y prueba de que la gente tiene ganas de más, acuden y participan en los de Astorga, que son el broche de todos.
El programa se va configurando y aquilatando y adquiere su mayor vistosidad en el desfile de la tarde del sábado y en la celebración de los antruejos en la mañana del domingo. Todo ello lo ha reflejado con acierto y maestría Astorga Redacción en sus reportajes especiales y bellamente gráficos
.
Se da la cifra de 2000 participantes en el desfile que han lucido variados disfraces, coloristas y sugerentes, expresando buen gusto y humor. Los antruejos y entroidos después del descalabro del pasado año por culpa del tiempo, han conseguidos en este su segundo año su plasmación espectacular como un logro asentado y atrayente. Los representantes de los carnavales rurales, en una mañana soleada de temperatura suave, desfilaron reuniendo personajes míticos que se remontan en los siglos de las celebraciones tradicionales.
Desfilaron así los jurros y castrones de Alija del Infantado en León, evocando las antiguas contiendas de los tiempos de los astures, con las ‘maragatas’ y patahenos de la Alberca en Salamanca, con los personajes imposibles de Fullon a Veiga y Maceda y los cigarrones de Verín, todos ellos de la provincia de Orense.
Ha faltado una mayor participación de la tierra de Astorga, que no es que no la haya sino que no se ha dejado hasta ahora descubrir. Concha Casado Lobato en sus estudios etnográficos ha consignado celebraciones que perviven en Andiñuela y Rabanal del Camino como la escenificación de la ‘Fiesta del arado’, en la que tres mozos caracterizados con máscaras, pieles y cencerros tiran del arado siguiendo a otro mozo, el Blanquillo o el Birria, seguidos de la Princesa y la Pobre. El Birria, ser demoniaco y risible, ha pervivido en las fiestas patronales de muchos pueblos de la Maragatería, al igual que en otras tierras, y en Astorga, en donde adquirió carácter urbano junto a la mojiganga de los Vencejos.
El ultimo carnaval en el tiempo, el de Astorga, tras abrirse con un Elvis Presley revivido, con un completo sentido lúdico, se cerró con el fuego purificador de la Piñata, donde bajo la representación de la compañía de teatro en la calle “a_ras_de_suelo” fueron arrojados a las llamas los siete pecados capitales para experimentar la correspondiente catarsis cuaresmal.
Se cerraba así el último de los carnavales y las fiesta aunando el juego con un sentido cultural en busca de la permanencia de las tradiciones, en donde no se eludió la crítica, como corresponde a todo carnaval que se precie, con la proclamación grotesca y la parodia de la que se llevaron la palma las especialidades sanitarias que se prometen y nunca llegan y la maltratada sanidad rural. No faltó tampoco la destacada y simpática participación infantil.
Se ha abierto con solvencia y eficacia un camino que es de desear que prosiga y se consolide con la aspiración municipal de la declaración de fiesta de interés turístico regional. Se lo merece.
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Los Carnavales, que cuando lo que se llevaba era el prohibir estuvieron por tanto prohibidos en toda España y sólo sobrevivieron en Canarias, quizá por aquello de que ya eran África, han renacido con fuerza y variedad por toda la península. También aquí en Astorga han encontrado su espacio y su fórmula en la Piñata, como se conoce al primer domingo de la cuaresma. La elección ha sido un acierto porque concluidos los carnavales en las demás localidades y prueba de que la gente tiene ganas de más, acuden y participan en los de Astorga, que son el broche de todos.
El programa se va configurando y aquilatando y adquiere su mayor vistosidad en el desfile de la tarde del sábado y en la celebración de los antruejos en la mañana del domingo. Todo ello lo ha reflejado con acierto y maestría Astorga Redacción en sus reportajes especiales y bellamente gráficos
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Se da la cifra de 2000 participantes en el desfile que han lucido variados disfraces, coloristas y sugerentes, expresando buen gusto y humor. Los antruejos y entroidos después del descalabro del pasado año por culpa del tiempo, han conseguidos en este su segundo año su plasmación espectacular como un logro asentado y atrayente. Los representantes de los carnavales rurales, en una mañana soleada de temperatura suave, desfilaron reuniendo personajes míticos que se remontan en los siglos de las celebraciones tradicionales.
Desfilaron así los jurros y castrones de Alija del Infantado en León, evocando las antiguas contiendas de los tiempos de los astures, con las ‘maragatas’ y patahenos de la Alberca en Salamanca, con los personajes imposibles de Fullon a Veiga y Maceda y los cigarrones de Verín, todos ellos de la provincia de Orense.
Ha faltado una mayor participación de la tierra de Astorga, que no es que no la haya sino que no se ha dejado hasta ahora descubrir. Concha Casado Lobato en sus estudios etnográficos ha consignado celebraciones que perviven en Andiñuela y Rabanal del Camino como la escenificación de la ‘Fiesta del arado’, en la que tres mozos caracterizados con máscaras, pieles y cencerros tiran del arado siguiendo a otro mozo, el Blanquillo o el Birria, seguidos de la Princesa y la Pobre. El Birria, ser demoniaco y risible, ha pervivido en las fiestas patronales de muchos pueblos de la Maragatería, al igual que en otras tierras, y en Astorga, en donde adquirió carácter urbano junto a la mojiganga de los Vencejos.
El ultimo carnaval en el tiempo, el de Astorga, tras abrirse con un Elvis Presley revivido, con un completo sentido lúdico, se cerró con el fuego purificador de la Piñata, donde bajo la representación de la compañía de teatro en la calle “a_ras_de_suelo” fueron arrojados a las llamas los siete pecados capitales para experimentar la correspondiente catarsis cuaresmal.
Se cerraba así el último de los carnavales y las fiesta aunando el juego con un sentido cultural en busca de la permanencia de las tradiciones, en donde no se eludió la crítica, como corresponde a todo carnaval que se precie, con la proclamación grotesca y la parodia de la que se llevaron la palma las especialidades sanitarias que se prometen y nunca llegan y la maltratada sanidad rural. No faltó tampoco la destacada y simpática participación infantil.
Se ha abierto con solvencia y eficacia un camino que es de desear que prosiga y se consolide con la aspiración municipal de la declaración de fiesta de interés turístico regional. Se lo merece.






