Mercedes Unzeta Gullón
Viernes, 23 de Marzo de 2018

¡¡Las pensiones!!

 

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Parece que Rajoy condiciona la atención a los requerimientos de los pensionistas a que la oposición apoye sus presupuestos. ¡Qué bárbaro!  ¿Cómo se puede hacer un chantaje institucional de ese calibre? ¿Cómo se atreve un Presidente de Gobierno a utilizar las necesidades de un enorme colectivo del país como moneda de cambio para sus fines políticos? ¡Vaya ejemplo de moralidad! Me parece un escándalo.

 

Y, hablando de pensiones. Sí, dinero parece que hay, pero por lo que vamos viendo bastante mal administrado. Hay un dicho que viene muy al caso “El que reparte, reparte, se lleva la mejor parte”. Y aquí, en este momento de esta España nuestra, ese dicho es un hecho.

 

Se me ocurre que podían poner en el Ministerio de Hacienda a una ama de casa, y si es pensionista mejor, y ya veríamos si hay dinero o no para repartir equitativamente entre los asuntos más necesarios. Seguramente el criterio de esta administradora doméstica no coincidiría con los criterios del actual Ministerio. El ama de casa, buena gestora, da prioridad en sus gastos a las necesidades básicas de la casa y de los habitantes de la casa. El comer, dormir, estudiar y atender la salud de la familia es lo primero que va a atender, luego, si queda dinero, ya se piensa en los gastos extraordinarios, como caprichos, vacaciones, modelitos…

 

Pero los que administran nuestro dinero en el círculo más amplio que el familiar tienen un concepto de distribución más particular que general, más pueril que racional, más apasionado que equilibrado, más ilícito que honesto…, y prefieren dar prioridad financiera a veleidades ingenieras, como emplear cantidades ingentes de dineros en surcar el territorio del país de líneas de altas velocidades para ganar un poco tiempo al tiempo, o un sinfín de aeropuertos para no ir a ningún puerto, o sufragar autopistas que no se pisan, o… , todo esto antes que tener en cuenta que lo primero es el bienestar de los habitantes del territorio que gestionan. Estos habitantes, que conforman la sociedad, tienen que comer, vestir, tener salud y culturizarse. Son las neuronas del país. Hay que cuidarlas y protegerlas  para que el país funcione. No es necesario ser muy inteligente para llegar a este razonamiento.

 

¿Qué pasa con esa distribución del dinero? Evidentemente, todo tiene su trasfondo, nada es tan simple como parece, pero deberíamos hacerlo simple. Por ejemplo, las empresas de construcción y de armamento cuentan mucho, son un lobby (palabra de mucho uso actual) importante, es decir que mandan mucho entre los que mandan y como, naturalmente, necesitan obras o encargos para mantener sus emporios empresariales, sus amigos que mandan se las adjudican. Al final todo queda en la pandi: Yo te doy, me das, y Él se queda sin pillar, sólo le toca mirar. Él somos todos menos el Yo y el , que por desgracia deberíamos ponerlo en plural Nosotros y Vosotros, y los demás mortales, que somos Ellos. Por ahí se nos van buenos dineros.

 

Podemos hacer un recuento aproximado de los dineros que el Yo y el han manejado en el toma y daca, ajenos al bien común, contando con cifras que se han publicado. Caso Auditorio: 2.2 millones de euros ; caso Bomsai: 3 millones; caso Noos: 6 millones; tarjetas Black: 15 millones; caso Acuamed: 20 millones; trama Lezo: 23,5 millones; financiación ilegal: 47 millones; Caso Pujol: 69 millones, ERES Andalucía: 152 millones; trama Púnica: 500 millones; trama Gürtel: 863 millones; corrupción Comunidad Valenciana: 4.000 millones; proyecto Castor: 1.650 millones; rescatar autopistas: 3.710 millones; Amnistía fiscal: 2.800 millones; sobrecostes de obras públicas: 20.000 millones; evasión fiscal de grandes fortunas: 79.000 millones; rescate encubierto a las eléctricas: 80.000 millones; rescate a la banca 60.000 millones (aunque la auditoria ciudadana cifra en 1.5 billones).

 

Si sumamos estas cifras, que ni son todas ni son cabales, nos encontramos con un montante de 252.860.7 millones de euros  que han bailado en bolsillos particulares, sin contar con los billones/banca.  Una buena cifra para poder emplear en el bien común y no en el bien privado.

 

La gente empieza a cansarse de los engaños y las estafas.

 

¿Por qué no se publican las pensiones que se adjudican los que manejan los dineros? ¿Por qué  personas profesionales, que han aportado más de 25 años los dineros correspondientes al Estado para su futuro, con altas cotizaciones la mayoría de las veces,  le quedan tan sólo 640€ de pensión porque en sus últimos años o no han trabajado o lo han hecho en régimen autónomo? ¿Cómo se puede vivir con eso? ¿Dónde está el dinero aportado? Como pueden recibir lo mínimo que los que no han cotizado nunca. ¿Dónde está lo justo?

 

Por otro lado ¿Por qué un emigrante sin trabajo llega a recibir una ayuda de 450€ para vivir, más una ayuda a la vivienda  de 250€, más 200€ por hijo, y suelen tener varios, y además Caritas les da alimentos, y… o han cotizado muy poco o nada? No sé cuánto dinero supondrá este gasto pero los emigrantes son un colectivo considerable. Y, aclaro (porque en este momento cualquier comentario sobre los emigrantes o sobre las mujeres, sin carga despectiva alguna, se etiqueta con grandilocuencias negativas) en absoluto este análisis tiene una connotación  xenófoba, tan sólo hago un razonamiento lógico. 

 

La caridad bien entendida empieza por uno mismo. Se da lo que se tiene, y si no se tiene hay que pensar muy bien lo que se da.

 

El lema de que ‘los menos favorecidos’ tienen forzosamente que ser ‘favorecidos’, es, en sí, caritativamente loable, pero su aplicación lleva su complejidad porque ¿quiénes son esos menos favorecidos y a costa de quién hay que favorecer?  ¿Se rebajan los de arriba sus pensiones para compartirlas con los de abajo? O ¿son los de menos abajo lo que tienen que compartir con los de más abajo? Al final, resulta, que los de menos abajo acaban estando más abajo que aquellos de más abajo que favorecieron con su dinero.

 

Las pensiones hoy no tienen un repartimiento justo, ni equitativo, ni saludable.

 

Esperemos que todo cambie. Amén.

 

O tempora, o mores

 

 

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