La Opinión. De Tenerife 2014
![[Img #35934]](upload/img/periodico/img_35934.jpg)
“El poeta Leopoldo María Panero (Madrid, 1948-Las Palmas de Gran Canaria, 2014) autorizó en junio de 2011 a su editor Antonio J. Huerga, de Huerga y Fierro Editores, la gestión de "mis asuntos literarios ante terceros durante el tiempo que viva", a la vez que facultaba a su representante literario a que "una vez que haya muerto mi representante podrá disponer libremente si así lo desea de mis enseres, derechos literarios o lo que le salga de los cojones. ¡Esto es una mierda y tú crees que servirá para algo, ponlo por favor!".
“Hablamos de unas primas lejanas, que así me lo hizo saber el poeta Javier de la Rosa [pareja de Charo Alonso Panero], y los familiares se pusieron en un tono exigente reclamando al hospital las cenizas y los enseres, cuando estando ellos toda la vida en Tenerife y Panero unos 17 años en Las Palmas, nunca le llevaron ni siquiera un paquete de cigarrillos.”
Verdaderamente las primas Alonso Panero, nunca se ocuparon, ni preocuparon, de sus “ahora” “queridísimos” primos Panero. A rey muerto rey puesto. Entonces, cuando vivían, eran unos primos enojosos, fastidiosos, poco glamurosos, con necesidades vitales que las primas canarias (con marido incluido) no estaban dispuestas a atender, ni a gastar un solo “paquete de cigarrillos”.
¡Ah!, pero la muerte elimina las miserias mundanas y eleva a los cielos sociales los espíritus y las valías que en vida estaban escondidas tras las penurias y las fatigas terrenales.
A rey muerto rey puesto. Las primas se desentendieron económica y humanamente de sus desdichados primos en vida pero… ¡ay, las cenizas de los primos! resultan ser de lo más querido. Los primos en vida no, pero sus cenizas… ¡qué de emociones suscitan!
Es como un sentir de fuerzas calculadas. Si las cenizas no fueran acompañadas de los derechos de autor, de un goteo de dinero que puede ir entrando durante 50 años, sea poco o mucho, yo me pregunto ¿quién se ocuparía de ellas? ¿dónde acabarían las queridísimas cenizas?
Ya no hay amor ni poesía en el mundo porque los mató el dinero.
O tempora, o mores
“El poeta Leopoldo María Panero (Madrid, 1948-Las Palmas de Gran Canaria, 2014) autorizó en junio de 2011 a su editor Antonio J. Huerga, de Huerga y Fierro Editores, la gestión de "mis asuntos literarios ante terceros durante el tiempo que viva", a la vez que facultaba a su representante literario a que "una vez que haya muerto mi representante podrá disponer libremente si así lo desea de mis enseres, derechos literarios o lo que le salga de los cojones. ¡Esto es una mierda y tú crees que servirá para algo, ponlo por favor!".
“Hablamos de unas primas lejanas, que así me lo hizo saber el poeta Javier de la Rosa [pareja de Charo Alonso Panero], y los familiares se pusieron en un tono exigente reclamando al hospital las cenizas y los enseres, cuando estando ellos toda la vida en Tenerife y Panero unos 17 años en Las Palmas, nunca le llevaron ni siquiera un paquete de cigarrillos.”
Verdaderamente las primas Alonso Panero, nunca se ocuparon, ni preocuparon, de sus “ahora” “queridísimos” primos Panero. A rey muerto rey puesto. Entonces, cuando vivían, eran unos primos enojosos, fastidiosos, poco glamurosos, con necesidades vitales que las primas canarias (con marido incluido) no estaban dispuestas a atender, ni a gastar un solo “paquete de cigarrillos”.
¡Ah!, pero la muerte elimina las miserias mundanas y eleva a los cielos sociales los espíritus y las valías que en vida estaban escondidas tras las penurias y las fatigas terrenales.
A rey muerto rey puesto. Las primas se desentendieron económica y humanamente de sus desdichados primos en vida pero… ¡ay, las cenizas de los primos! resultan ser de lo más querido. Los primos en vida no, pero sus cenizas… ¡qué de emociones suscitan!
Es como un sentir de fuerzas calculadas. Si las cenizas no fueran acompañadas de los derechos de autor, de un goteo de dinero que puede ir entrando durante 50 años, sea poco o mucho, yo me pregunto ¿quién se ocuparía de ellas? ¿dónde acabarían las queridísimas cenizas?
Ya no hay amor ni poesía en el mundo porque los mató el dinero.
O tempora, o mores