Paradojas
![[Img #36080]](upload/img/periodico/img_36080.jpg)
¿De qué hablamos cuando hablamos de personas ilegales? ¿Qué significa para el sistema ‘estar ilegal’ en el país, o lo que suena mucho peor ‘ser un ilegal’?
Hay muchas cosas que no entiendo, que les doy vueltas y vueltas en mi cabeza y no acabo de comprender. Claro, no tengo un espíritu político (entendiendo por espíritu político un espíritu de conveniencias de poder), ni tengo espíritu administrativo, ni gerencial, ni estadista… pero mi mente razonadora razona y piensa.
A los subsaharianos, por ejemplo, que llegan a nuestro país en pateras, o como sea, es decir, que entran sin los permisos correspondientes a la península, se les acoge en unos lugares, centros, o podíamos llamarlo ‘reservas’. Y ahí se les tiene viviendo hacinados hasta que, pasado un tiempo, a los individuos que no devuelven a su país se les deja en libertad para que campeen por el territorio nacional a sus anchas. Es como si les dieran un atractivo caramelo envuelto herméticamente en papel de estraza para que no puedan saborearlo.
Estas personas, que creen que han llegado al paraíso terrenal, resulta que no conocen el terreno que pisan ni el idioma que precisan ni el dinero que necesitan. El sistema les ha dejado libres como el viento, pero con el sambenito a sus espaldas de ‘ilegales’. Entonces yo me pregunto ¿cómo el mismo sistema que les considera ‘ilegales’ es el que les permite vivir en el país? ¿no es una gran contradicción? Están ilegales pero les dejo estar. Y si se les deja que vivan en nuestro país ¿por qué no se les proporciona los medios para que puedan vivir?
“Ustedes tienen permiso para vivir sin vivir” (¿como Santa Teresa?).
Se les da la libertad de vivir en el país pero son oficialmente ilegales. Algo incomprensible. Como son ilegales es muy difícil que puedan trabajar de una manera oficial, así que los ilegales tienen que buscarse la vida ilegalmente, única forma. Pero ¡OJO! Llegado este momento el sistema te persigue porque haces trabajos ilegales y, además, eres un ‘ilegal’.
Es un te dejo pero no te dejo. Te doy pero no te doy. Te admito pero no te admito. Ahí te quedas a tu suerte. ¿Cómo se come eso?
No entiendo nada. Si se admite a estas personas que han llegado con esfuerzo a nuestro país habrá que tener estudiado la manera de integrarlos en la sociedad. De darles la posibilidad de que puedan vivir (o sobrevivir). Y si no, si no se puede hacer eso, si resulta que la economía está por los suelos y no hay trabajo para nadie, ¿por qué se les admite en una vida de penurias y persecuciones?
La solución a esta oleada de inmigrantes no es poner vayas más altas, ni admitirlos para machacarlos. La solución no está en hacer políticas draconianas de inmigración. La solución está en tratar de resolver el problema vital en el punto de partida de estas desventuradas y vulnerables personas.
Europa ha esquilmado el continente Africano todo lo que le ha dado la gana y más a lo largo de los siglos. Primero apropiándose de sus habitantes para llevárselos como esclavos a tierras lejanas. Segundo esclavizándoles en su propia tierra para llevarse toda la riqueza que encontraba, que era mucha, a sus países. Tercero, repartiéndose el gran continente con tiralíneas sobre un mapa, como si se tratara de un monopoli, sin contar con sus propios dueños y sin tener en cuenta los territorios de las distintas etnias, desbaratando así su sistema social de tribus y su economía de subsistencia.
Como consecuencia de todo ello los africanos, dueños de un continente riquísimo, viven pobremente y tienen que emigrar de sus valiosas tierras para ir a vivir pobremente a los países que les han robado y les están robando toda su riqueza. ¿No es una terrible paradoja?
Europa está en deuda con África. Pero una deuda enorme, grandísima. Y ahora, con justicia, deberían revertir las tornas. Moralmente Europa tiene la obligación de devolver la riqueza que se llevó fomentando el desarrollo en los países africanos para que sus habitantes no tengan que dejarse la vida en el desierto o en el mar o en tierra europea para perseguir el sueño de poder vivir dignamente.
Los africanos tienen que volver a ser totalmente dueños de su África, sin intrusiones ni explotaciones ajenas, y disfrutar de sus riquezas sin las intervenciones avariciosas de los llamados países del primer mundo. Otra paradoja. Soy el primer mundo porque robo y destruyo al tercero.
Ya es tiempo de que cambie las tornas.
O tempora, o mores
¿De qué hablamos cuando hablamos de personas ilegales? ¿Qué significa para el sistema ‘estar ilegal’ en el país, o lo que suena mucho peor ‘ser un ilegal’?
Hay muchas cosas que no entiendo, que les doy vueltas y vueltas en mi cabeza y no acabo de comprender. Claro, no tengo un espíritu político (entendiendo por espíritu político un espíritu de conveniencias de poder), ni tengo espíritu administrativo, ni gerencial, ni estadista… pero mi mente razonadora razona y piensa.
A los subsaharianos, por ejemplo, que llegan a nuestro país en pateras, o como sea, es decir, que entran sin los permisos correspondientes a la península, se les acoge en unos lugares, centros, o podíamos llamarlo ‘reservas’. Y ahí se les tiene viviendo hacinados hasta que, pasado un tiempo, a los individuos que no devuelven a su país se les deja en libertad para que campeen por el territorio nacional a sus anchas. Es como si les dieran un atractivo caramelo envuelto herméticamente en papel de estraza para que no puedan saborearlo.
Estas personas, que creen que han llegado al paraíso terrenal, resulta que no conocen el terreno que pisan ni el idioma que precisan ni el dinero que necesitan. El sistema les ha dejado libres como el viento, pero con el sambenito a sus espaldas de ‘ilegales’. Entonces yo me pregunto ¿cómo el mismo sistema que les considera ‘ilegales’ es el que les permite vivir en el país? ¿no es una gran contradicción? Están ilegales pero les dejo estar. Y si se les deja que vivan en nuestro país ¿por qué no se les proporciona los medios para que puedan vivir?
“Ustedes tienen permiso para vivir sin vivir” (¿como Santa Teresa?).
Se les da la libertad de vivir en el país pero son oficialmente ilegales. Algo incomprensible. Como son ilegales es muy difícil que puedan trabajar de una manera oficial, así que los ilegales tienen que buscarse la vida ilegalmente, única forma. Pero ¡OJO! Llegado este momento el sistema te persigue porque haces trabajos ilegales y, además, eres un ‘ilegal’.
Es un te dejo pero no te dejo. Te doy pero no te doy. Te admito pero no te admito. Ahí te quedas a tu suerte. ¿Cómo se come eso?
No entiendo nada. Si se admite a estas personas que han llegado con esfuerzo a nuestro país habrá que tener estudiado la manera de integrarlos en la sociedad. De darles la posibilidad de que puedan vivir (o sobrevivir). Y si no, si no se puede hacer eso, si resulta que la economía está por los suelos y no hay trabajo para nadie, ¿por qué se les admite en una vida de penurias y persecuciones?
La solución a esta oleada de inmigrantes no es poner vayas más altas, ni admitirlos para machacarlos. La solución no está en hacer políticas draconianas de inmigración. La solución está en tratar de resolver el problema vital en el punto de partida de estas desventuradas y vulnerables personas.
Europa ha esquilmado el continente Africano todo lo que le ha dado la gana y más a lo largo de los siglos. Primero apropiándose de sus habitantes para llevárselos como esclavos a tierras lejanas. Segundo esclavizándoles en su propia tierra para llevarse toda la riqueza que encontraba, que era mucha, a sus países. Tercero, repartiéndose el gran continente con tiralíneas sobre un mapa, como si se tratara de un monopoli, sin contar con sus propios dueños y sin tener en cuenta los territorios de las distintas etnias, desbaratando así su sistema social de tribus y su economía de subsistencia.
Como consecuencia de todo ello los africanos, dueños de un continente riquísimo, viven pobremente y tienen que emigrar de sus valiosas tierras para ir a vivir pobremente a los países que les han robado y les están robando toda su riqueza. ¿No es una terrible paradoja?
Europa está en deuda con África. Pero una deuda enorme, grandísima. Y ahora, con justicia, deberían revertir las tornas. Moralmente Europa tiene la obligación de devolver la riqueza que se llevó fomentando el desarrollo en los países africanos para que sus habitantes no tengan que dejarse la vida en el desierto o en el mar o en tierra europea para perseguir el sueño de poder vivir dignamente.
Los africanos tienen que volver a ser totalmente dueños de su África, sin intrusiones ni explotaciones ajenas, y disfrutar de sus riquezas sin las intervenciones avariciosas de los llamados países del primer mundo. Otra paradoja. Soy el primer mundo porque robo y destruyo al tercero.
Ya es tiempo de que cambie las tornas.
O tempora, o mores