Vivir como se piensa o pensar como se vive
![[Img #37133]](upload/img/periodico/img_37133.jpg)
Los gestos siempre son más importantes que las palabras. Las palabras se las lleva el viento. Se emiten, salen de nuestra boca y… ya está, vuelan, van de un oído a otro. El que las emite las ha sacado de su pensamiento y las ha echado fuera, mientras que el que las recibe las introduce en su pensamiento, las integra. Es decir: yo suelto y tu recoges.
Por esta simple receta física nos acordamos con mucha más precisión de lo que nos dicen que de lo que decimos. Incluso la mayoría de las veces nos olvidamos de lo que hemos dicho, pero casi nunca de lo que nos han dicho.
Un día mi hermana me recriminó que en cierta ocasión la había llamado ‘gorda’ con carga de ofensa. Me quedé muy sorprendida con esta revelación porque no es para nada mi estilo el insultar, así que rápidamente me puse a escrudiñar en mi memoria el porqué, el cómo y el cuándo. La memoria es sorprendente y guarda cosas que ni imaginamos. Rebuscando, rebuscando di con el momento y la situación en la que se había producido el lamentable suceso. No me acordaba exactamente de las palabras que yo había emitido, es decir, de lo de ‘gorda’, pero sí de que había contestado con algo desagradable a mi hermana cuando esta apareció en la casa familiar y, sin previos, me dirigió unas palabras despreciativas por un mal entendido que traía erosionándole el ánimo. Con el tiempo ella se acordaba de mi reacción pero no de su ataque.
Esto es un pequeño y doméstico ejemplo de lo que habitualmente pasa con lo que decimos y lo que escuchamos.
Esta reflexión me la ha sugerido el asunto que ocupa últimamente gran parte de los informativos y las conversaciones públicas y privadas. Lo que predicaba Pablo Iglesias y lo que hace Pablo Iglesias. Todos nos acordamos claramente de lo que decía porque, además, era pertinaz en sus inculpadoras teorías sobre la casta, pero, siguiendo las leyes físicas antes enunciadas, parece que lo que salió de su boca se deshabitó de su intelecto. Aquellas teorías volaron y se dispersaron por los oídos ajenos, los de todos los demás, que ahora se las recuerdan, y de las que él no se hace eco. No parece que su memoria las haya guardado en algún rincón ¿o sí? En cualquier caso una torpeza enorme el pasar por encima de sus principales y ostentados principios.
Y aquí llegamos a los gestos. Los gestos son mucho más sólidos que las palabras. Los gestos se ven. Los gestos quedan, se asientan, son menos interpretativos que los discursos.
El haberse comprado ese chalé es un gesto francamente fachoso (de antiestético), que ha resultado apocalíptico, después de lo que estos cabezas visibles de un partido del ‘pueblo llano’ han afeado y despreciado similares gestos ajenos. Pero justificar ese ‘mal gesto’ por el hecho de tener que criar a dos hijos es bastante traído por los pelos. Infinidad de personas, y de políticos, tienen hijos en pisos, o casas de campo, sin necesidad de 2000 metros cuadrados de jardín con sugestiva piscina y 200 metros cuadrados de vivienda. Parece como si fueran los únicos en el mundo que tienen que preocuparse por la crianza de sus hijos y que necesitan grandes y ostentosos espacios para ello. Utilizar constantemente el bienestar de unos futuros niños como justificante de un deseo de grandeza es poco digno y chusco.
Y se peca en auténtica demagogia el llevar la discusión a la dignidad de la manera de vivir, como que si no tienes enorme chalé, gran jardín y sugestiva piscina no vives de manera digna. “Tienen derecho a vivir dignamente” aluden los defensores de tal torpe decisión. Por supuesto, pero la dignidad va unida a la coherencia. Y estos dos dirigentes de Podemos no sólo tienen el derecho si no la obligación de ser coherentes por ser representantes de un partido político que basa su filosofía y hasta su imagen en la ‘austeridad vital’. Hagan lo que hagan, y lo que digan los ‘inscritos’ en esa especie de votación extraña y delirante, el ‘mal gesto’ está hecho, sus inclinaciones personales se han puesto en evidencia: no coinciden con el predicamento. No hay vuelta atrás. Se queden con el chalé o no se queden con el chalé, la credibilidad de su discurso ha perdido muchísima consistencia. El predicar con el ejemplo es básico y esencial.
“Es bueno vivir como se piensa o de lo contrario pensarás como vives.”
"Yo vivo como vive la mayoría de mi pueblo, en la política lo normal tendría que ser mi forma de vida".
"¿Qué es lo que le llama la atención al mundo? ¿Qué vivo con poca cosa, una casa simple, que ando en un autito viejo, esas son las novedades? Entonces este mundo está loco porque le sorprende lo normal".
“Si no puedes ser feliz con pocas cosas no vas a ser feliz con muchas cosas”.
“No soy el presidente pobre, pobres son los que quieren más.”
Son frases del expresidente de Uruguay José Múgica en cuya filosofía política se refleja Podemos.
Ayyy el poder del dinero, cómo transforma y trastorna. Ya lo decía Quevedo: Poderoso caballero es don dinero.
Hay quienes comentan que Irene Montero es la Yoko Ono de Podemos. Yo no sé calibrar tal sutileza porque no sigo mucho sus movimientos, pero si resulta ser así, ‘adiós Podemos’, como lamentablemente asistimos en su momento al ‘adiós Beatles’.
O témpora, o mores.
Los gestos siempre son más importantes que las palabras. Las palabras se las lleva el viento. Se emiten, salen de nuestra boca y… ya está, vuelan, van de un oído a otro. El que las emite las ha sacado de su pensamiento y las ha echado fuera, mientras que el que las recibe las introduce en su pensamiento, las integra. Es decir: yo suelto y tu recoges.
Por esta simple receta física nos acordamos con mucha más precisión de lo que nos dicen que de lo que decimos. Incluso la mayoría de las veces nos olvidamos de lo que hemos dicho, pero casi nunca de lo que nos han dicho.
Un día mi hermana me recriminó que en cierta ocasión la había llamado ‘gorda’ con carga de ofensa. Me quedé muy sorprendida con esta revelación porque no es para nada mi estilo el insultar, así que rápidamente me puse a escrudiñar en mi memoria el porqué, el cómo y el cuándo. La memoria es sorprendente y guarda cosas que ni imaginamos. Rebuscando, rebuscando di con el momento y la situación en la que se había producido el lamentable suceso. No me acordaba exactamente de las palabras que yo había emitido, es decir, de lo de ‘gorda’, pero sí de que había contestado con algo desagradable a mi hermana cuando esta apareció en la casa familiar y, sin previos, me dirigió unas palabras despreciativas por un mal entendido que traía erosionándole el ánimo. Con el tiempo ella se acordaba de mi reacción pero no de su ataque.
Esto es un pequeño y doméstico ejemplo de lo que habitualmente pasa con lo que decimos y lo que escuchamos.
Esta reflexión me la ha sugerido el asunto que ocupa últimamente gran parte de los informativos y las conversaciones públicas y privadas. Lo que predicaba Pablo Iglesias y lo que hace Pablo Iglesias. Todos nos acordamos claramente de lo que decía porque, además, era pertinaz en sus inculpadoras teorías sobre la casta, pero, siguiendo las leyes físicas antes enunciadas, parece que lo que salió de su boca se deshabitó de su intelecto. Aquellas teorías volaron y se dispersaron por los oídos ajenos, los de todos los demás, que ahora se las recuerdan, y de las que él no se hace eco. No parece que su memoria las haya guardado en algún rincón ¿o sí? En cualquier caso una torpeza enorme el pasar por encima de sus principales y ostentados principios.
Y aquí llegamos a los gestos. Los gestos son mucho más sólidos que las palabras. Los gestos se ven. Los gestos quedan, se asientan, son menos interpretativos que los discursos.
El haberse comprado ese chalé es un gesto francamente fachoso (de antiestético), que ha resultado apocalíptico, después de lo que estos cabezas visibles de un partido del ‘pueblo llano’ han afeado y despreciado similares gestos ajenos. Pero justificar ese ‘mal gesto’ por el hecho de tener que criar a dos hijos es bastante traído por los pelos. Infinidad de personas, y de políticos, tienen hijos en pisos, o casas de campo, sin necesidad de 2000 metros cuadrados de jardín con sugestiva piscina y 200 metros cuadrados de vivienda. Parece como si fueran los únicos en el mundo que tienen que preocuparse por la crianza de sus hijos y que necesitan grandes y ostentosos espacios para ello. Utilizar constantemente el bienestar de unos futuros niños como justificante de un deseo de grandeza es poco digno y chusco.
Y se peca en auténtica demagogia el llevar la discusión a la dignidad de la manera de vivir, como que si no tienes enorme chalé, gran jardín y sugestiva piscina no vives de manera digna. “Tienen derecho a vivir dignamente” aluden los defensores de tal torpe decisión. Por supuesto, pero la dignidad va unida a la coherencia. Y estos dos dirigentes de Podemos no sólo tienen el derecho si no la obligación de ser coherentes por ser representantes de un partido político que basa su filosofía y hasta su imagen en la ‘austeridad vital’. Hagan lo que hagan, y lo que digan los ‘inscritos’ en esa especie de votación extraña y delirante, el ‘mal gesto’ está hecho, sus inclinaciones personales se han puesto en evidencia: no coinciden con el predicamento. No hay vuelta atrás. Se queden con el chalé o no se queden con el chalé, la credibilidad de su discurso ha perdido muchísima consistencia. El predicar con el ejemplo es básico y esencial.
“Es bueno vivir como se piensa o de lo contrario pensarás como vives.”
"Yo vivo como vive la mayoría de mi pueblo, en la política lo normal tendría que ser mi forma de vida".
"¿Qué es lo que le llama la atención al mundo? ¿Qué vivo con poca cosa, una casa simple, que ando en un autito viejo, esas son las novedades? Entonces este mundo está loco porque le sorprende lo normal".
“Si no puedes ser feliz con pocas cosas no vas a ser feliz con muchas cosas”.
“No soy el presidente pobre, pobres son los que quieren más.”
Son frases del expresidente de Uruguay José Múgica en cuya filosofía política se refleja Podemos.
Ayyy el poder del dinero, cómo transforma y trastorna. Ya lo decía Quevedo: Poderoso caballero es don dinero.
Hay quienes comentan que Irene Montero es la Yoko Ono de Podemos. Yo no sé calibrar tal sutileza porque no sigo mucho sus movimientos, pero si resulta ser así, ‘adiós Podemos’, como lamentablemente asistimos en su momento al ‘adiós Beatles’.
O témpora, o mores.