Roberto Prada Gallego
Viernes, 01 de Junio de 2018

Moción desagradable

 

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Existen situaciones realmente desagradables, de esas que hacen que se remueva un poco el estómago y lo que hay dentro. Por ejemplo, entras a un bar nocturno, de esos que ahora llaman pubs y sirven copas que entran como agua y al día siguiente salen como agua también, y de repente te encuentras en el baño, mitad abrumado mitad pasmado, ya saben en qué posición les digo. Y viene un animal y se sitúa justamente al lado, voceando con unos amigotes que le acompañan y cuando se baja la cremallera resulta inevitable que la meada no se corte. En ese momento quedan dos opciones: recordar a Cela, que decía que en España gana el que más resiste o subirse uno mismo su cremallera e ir a mear a un árbol. 


Otra situación fuera de lugar, incómoda y repugnante y que también se puede dar en lo que viene siendo una discoteca es la de meter la lengua en la boca de otra persona, así como que no quiere la cosa. La música muy alta, mucha gente o poca, da igual…o no, que diría el Presidente Rajoy, te acercas a su oído porque de lo contrario no hay quien pueda comunicarse e inesperadamente ya está el lío montado. Menos mal que de esto no suele acordarse uno al día siguiente, porque solo de pensarlo me da hasta vergüenza. 


Aunque para escenas desagradables no hace falta salir de fiesta sino, simplemente, leer periódicos o mirar las noticias y toparte con la política española. Por un lado, un Presidente para el que la política, la moral y la ética funcionan como entes separados e independientes, que ha basado su programa político en que se le vote por ser lo menos malo. Y no le falta razón, en verdad, porque si en la otra orilla tenemos a Sánchez pretendiendo gobernar con ochenta y cuatro diputados y el apoyo de los que orquestaron un golpe de Estado en Cataluña, los camaleones del PNV y los niños mimados de Podemos, apaga y vámonos. O votemos y veamos si existe la tercera España, no la de españoles, simplemente, la de ciudadanos libres e iguales. 


Por cierto, como ven no soy serio, no se me puede tomar en serio, mi pensamiento es firme, pero a la vez no es, está constantemente al vaivén de las olas que chocan contra las rocas, como pudiendo erosionarse y cambiar de forma. Que sirva esta columna para que las intuiciones se tornen claras al transformarlas en palabras. Y para que nos aburramos plácidamente, sin arrepentimientos. 

 

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