¡El nuevo gran negocio!
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No he leído con detenimiento los Presupuestos del Estado aprobados recientemente pero no he oído que se hable de una partida especial para ampliar la dotación de prisiones. Quizás esté incluida en el apartado de infraestructuras, pero aun así, como el asunto del dinero para estos menesteres debería ser enorme, deberíamos haberlo advertido.
El caso es que tal y como van las cosas, en este país nuestro ninguna previsión va a ser suficiente. ¿Dónde vamos a meter a tanto catalán separatista, a tanto pederasta informático y no informático, a tanto maltratador de mujeres, a tanto cantautor de lengua voraz, a tanto pensador de lengua viperina, a tantos malabaristas de las finanzas, a tantos ingenieros de volátiles estructuras económicas, a tantos hambrientos de lo ajeno, a tantos ilusionistas curriculares, a tantos ambiciosos de privilegios, a tantos ‘yonkis del dinero’…, a tontos y tantos que se hace llamar políticos pero que sólo son lo que vulgarmente se les puede llamar chorizos?
¿En dónde se podrá internar a tantos individuos? ¿Todavía queda espacio vacante? ¿Cuánto dinero nos va a costar a los curritos de a pie el sostenimiento de tanta gente? ¿Además de haber robado al españolito currito millones de euros es el currito españolito quien tiene que pagar más impuestos para mantenerlos? ¿No deberían los hospedados públicos pagar el importe de su alojamiento, alimento y atenciones varias en la cárcel? ¿Nos devolverán estos señores lo que se llevaron de nuestro patrimonio nacional? Me asaltan muchas preguntas con vagas respuestas.
Y vuelvo al inicio de mi pensamiento porque con tanta enumeración se me pierde el hilo del ‘relato’. Por cierto, palabra esta, la del ‘relato’, que se ha puesto de moda y me pone un poco irritable. Ya que, con esta gran creatividad y amplitud filológica que habitualmente corre por las bocas de los parlantes públicos, en cuanto alguien engarza en su discurso, de manera novedosa, una curiosa expresión, ya está, a tope con ella, todo el mundo a utilizarla a destajo hasta aburrir. Y, con este mimetismo discursivo, el rescatado vocablo, en este caso concreto: ‘el relato’, se repite y se repite en todos los contextos posibles. Parece como si los habladores quisieran afirmarse en una supuesta modernidad lingüística, pero la realidad es que resulta de una gran pobreza en su misma repetición.
De nuevo me he ido del tema que me ocupa y me preocupa, se me escapa ‘el relato’.
Me centro. Esta mañana me he levantado con la lucecita financiera encendida después de que los habitantes de este país, asistiéramos atónitos al comunicado, con los ojos bien abiertos y los oídos bien alertas, sobre la fabulosa sentencia Gürtel. Como no teníamos bastante con la snobada del chalé de los dirigentes del partido de los pobres, ni con los millones de vuelta a casa del otrora ministro Zaplana, la vida nos regala un desayuno con… ¿diamantes? no, no, algo mucho más extraordinario: altos políticos con un futuro de presidiarios. A la encantadora Audrey Hepburn le sería difícil resolver esta escena con toda tranquilidad.
Todos sabíamos, intuíamos, sospechábamos que aquello (lo llamado trama Gürtel) fue como fue, y por lo que fue que no fue por lo que fulminaron al juez Garzón hace nueve años. Pero ahora, a pesar del tiempo transcurrido, resulta que lo que no fue sí había sido, razón tenía Garzón, y nos impacta la constatación, la penalización, la actuación de la justicia y la visualización de todos estos dandis de la política viviendo en celdas con rejas durante años.
Y aquí retomo la idea que me ha alumbrado esta mañana. El gran negocio que se avecina. Viendo cómo va el patio español lo más beneficioso, y seguro por lo necesario, va a ser invertir en cárceles. Mucho más lucrativo que el filón de las Residencias de Ancianos va a ser el negocio de las Residencias Presidiarias”. Vislumbro un beneficio asegurado.
Ya estoy pensando en cómo reconvertir mi casa en un lugar de reclusión para cuerpos de élite. Esta selección la hago pensando en el avispado señor Urdangarín y en su mujer la infeliz feliz Infanta Cristina. Ah, no, se me olvidaba que a ella la salvaron de toda culpa debido a su cándida inocencia y su menguada agudeza para discernir.
Bueno, no importa, hay mucho personal dónde elegir. Podría pensar también en acoger al genial tesorero Bárcenas y a su mujer Rosalía Iglesias que parece que es más lista que la Infanta y por eso a ella si le toca ir a la cárcel, ella si sabe y si se entera… En fin, gente de ese estilo, educada en el saber estar y saber vivir jugando siempre a los entretenidos juegos de mesa como el Monopoly, la ruleta, la bolsa…, pero en juego a lo grande, como corresponde a los grandes, sobre un enorme tapete en forma de piel de toro, con auténtico dinerito, con casitas, hotelitos y arbolitos de verdad. Y constantemente ganando, lo que siempre nos ha mosqueado a los mirones y nos ha dado que pensar en que estos elegidos juegan con un as en la manga, con truco, con trampa. Pero ¡ay! hay que pillarles, y es bien sabido que en el juego: “los mirones son de piedra y dan tabaco”.
Siempre es sano saber la cara oculta de los manejos, para que el juego ajeno no te pille desprevenido, por eso he pensado que si los tuviera recluidos en mi casa, además del negocio de la pensión algo podría aprender de altas y bajas finanzas.
Como idea me parece bastante buena, ya veremos. A lo mejor tendría que abrir algo la selección del elenco por necesidades del guion e incluir a personas no tan subiditas cuyo entretenimiento sea algo más burdo, menos fino. La cantidad de concurrentes lo va a requerir creo yo, viendo cómo va la cosa, y quizás tenga que hacer la vista gorda con la calidad. La astucia y la sagacidad estará siempre asegurada para el aprendizaje y aprender aprenderé, y ganar ganaré. País.
O témpora, o mores.
No he leído con detenimiento los Presupuestos del Estado aprobados recientemente pero no he oído que se hable de una partida especial para ampliar la dotación de prisiones. Quizás esté incluida en el apartado de infraestructuras, pero aun así, como el asunto del dinero para estos menesteres debería ser enorme, deberíamos haberlo advertido.
El caso es que tal y como van las cosas, en este país nuestro ninguna previsión va a ser suficiente. ¿Dónde vamos a meter a tanto catalán separatista, a tanto pederasta informático y no informático, a tanto maltratador de mujeres, a tanto cantautor de lengua voraz, a tanto pensador de lengua viperina, a tantos malabaristas de las finanzas, a tantos ingenieros de volátiles estructuras económicas, a tantos hambrientos de lo ajeno, a tantos ilusionistas curriculares, a tantos ambiciosos de privilegios, a tantos ‘yonkis del dinero’…, a tontos y tantos que se hace llamar políticos pero que sólo son lo que vulgarmente se les puede llamar chorizos?
¿En dónde se podrá internar a tantos individuos? ¿Todavía queda espacio vacante? ¿Cuánto dinero nos va a costar a los curritos de a pie el sostenimiento de tanta gente? ¿Además de haber robado al españolito currito millones de euros es el currito españolito quien tiene que pagar más impuestos para mantenerlos? ¿No deberían los hospedados públicos pagar el importe de su alojamiento, alimento y atenciones varias en la cárcel? ¿Nos devolverán estos señores lo que se llevaron de nuestro patrimonio nacional? Me asaltan muchas preguntas con vagas respuestas.
Y vuelvo al inicio de mi pensamiento porque con tanta enumeración se me pierde el hilo del ‘relato’. Por cierto, palabra esta, la del ‘relato’, que se ha puesto de moda y me pone un poco irritable. Ya que, con esta gran creatividad y amplitud filológica que habitualmente corre por las bocas de los parlantes públicos, en cuanto alguien engarza en su discurso, de manera novedosa, una curiosa expresión, ya está, a tope con ella, todo el mundo a utilizarla a destajo hasta aburrir. Y, con este mimetismo discursivo, el rescatado vocablo, en este caso concreto: ‘el relato’, se repite y se repite en todos los contextos posibles. Parece como si los habladores quisieran afirmarse en una supuesta modernidad lingüística, pero la realidad es que resulta de una gran pobreza en su misma repetición.
De nuevo me he ido del tema que me ocupa y me preocupa, se me escapa ‘el relato’.
Me centro. Esta mañana me he levantado con la lucecita financiera encendida después de que los habitantes de este país, asistiéramos atónitos al comunicado, con los ojos bien abiertos y los oídos bien alertas, sobre la fabulosa sentencia Gürtel. Como no teníamos bastante con la snobada del chalé de los dirigentes del partido de los pobres, ni con los millones de vuelta a casa del otrora ministro Zaplana, la vida nos regala un desayuno con… ¿diamantes? no, no, algo mucho más extraordinario: altos políticos con un futuro de presidiarios. A la encantadora Audrey Hepburn le sería difícil resolver esta escena con toda tranquilidad.
Todos sabíamos, intuíamos, sospechábamos que aquello (lo llamado trama Gürtel) fue como fue, y por lo que fue que no fue por lo que fulminaron al juez Garzón hace nueve años. Pero ahora, a pesar del tiempo transcurrido, resulta que lo que no fue sí había sido, razón tenía Garzón, y nos impacta la constatación, la penalización, la actuación de la justicia y la visualización de todos estos dandis de la política viviendo en celdas con rejas durante años.
Y aquí retomo la idea que me ha alumbrado esta mañana. El gran negocio que se avecina. Viendo cómo va el patio español lo más beneficioso, y seguro por lo necesario, va a ser invertir en cárceles. Mucho más lucrativo que el filón de las Residencias de Ancianos va a ser el negocio de las Residencias Presidiarias”. Vislumbro un beneficio asegurado.
Ya estoy pensando en cómo reconvertir mi casa en un lugar de reclusión para cuerpos de élite. Esta selección la hago pensando en el avispado señor Urdangarín y en su mujer la infeliz feliz Infanta Cristina. Ah, no, se me olvidaba que a ella la salvaron de toda culpa debido a su cándida inocencia y su menguada agudeza para discernir.
Bueno, no importa, hay mucho personal dónde elegir. Podría pensar también en acoger al genial tesorero Bárcenas y a su mujer Rosalía Iglesias que parece que es más lista que la Infanta y por eso a ella si le toca ir a la cárcel, ella si sabe y si se entera… En fin, gente de ese estilo, educada en el saber estar y saber vivir jugando siempre a los entretenidos juegos de mesa como el Monopoly, la ruleta, la bolsa…, pero en juego a lo grande, como corresponde a los grandes, sobre un enorme tapete en forma de piel de toro, con auténtico dinerito, con casitas, hotelitos y arbolitos de verdad. Y constantemente ganando, lo que siempre nos ha mosqueado a los mirones y nos ha dado que pensar en que estos elegidos juegan con un as en la manga, con truco, con trampa. Pero ¡ay! hay que pillarles, y es bien sabido que en el juego: “los mirones son de piedra y dan tabaco”.
Siempre es sano saber la cara oculta de los manejos, para que el juego ajeno no te pille desprevenido, por eso he pensado que si los tuviera recluidos en mi casa, además del negocio de la pensión algo podría aprender de altas y bajas finanzas.
Como idea me parece bastante buena, ya veremos. A lo mejor tendría que abrir algo la selección del elenco por necesidades del guion e incluir a personas no tan subiditas cuyo entretenimiento sea algo más burdo, menos fino. La cantidad de concurrentes lo va a requerir creo yo, viendo cómo va la cosa, y quizás tenga que hacer la vista gorda con la calidad. La astucia y la sagacidad estará siempre asegurada para el aprendizaje y aprender aprenderé, y ganar ganaré. País.
O témpora, o mores.