Luis Miguel Suárez Martínez
Martes, 24 de Julio de 2018
ENTREVISTA / Javier Díez de Revenga

"La Generación del 27 marcó el pulso de la poesía hasta los años 90"

Este lunes se inauguraba el curso internacional 'Cesar Vallejo y las vanguardias en León y Astorga', en la que intervinieron Arsenio García Fuertes, Adolfo Alonso Ares, Javier Gómez Montero y Javier Huerta Calvo.
La conferencia inaugural 'La vocación hispanoamericana de Gerardo Diego' estuvo a cargo de Javier Díez de Revenga. A quien, aprovechando la ocasión, hemos entrevistado.

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Luis Miguel Suárez: Usted ha sido profesor universitario durante más de 40 años,

 

Javier Díez de Revenga: de cincuenta: soy emérito y estoy en mis 50 años de servicio.

 

 

¿Cómo ha visto usted la evolución de la universidad a lo largo de todo este tiempo en el que se han sucedido, además, diversas reformas legislativas?

 

La universidad actual no se parece en nada a la universidad en la que yo estudié desde 1963 hasta 1968 y en la que trabajé desde entonces hasta el presente. En el caso de mi universidad, la Universidad de Murcia, era una universidad muy pequeña con pocas titulaciones, y ahora se ha convertido en una de las universidades más numerosas de España con 35000 alumnos. Así que estamos hablando de un mundo completamente diferente. Y respecto a los planes de estudio y la relación profesor alumno,  han cambiado muchísimo.  Hay que tener en cuenta que yo empecé estudiando en una universidad franquista, donde el profesor era inabordable. Con respecto a los contenidos, los planes de estudio venían de antes de la guerra, por lo que eran carreras muy generalistas; en concreto la mía, de Filosofía y Letras, donde se estudiaba de todo: filosofía, historia, etcétera. Hoy ya no es así. El alumno va más directamente hacia la titulación que se aproxima a sus preferencias en vistas a tener un trabajo o una dedicación profesional. Es muy distinto todo. Y lo que veo yo más diferente es el número de alumnos. Se ha pasado de  unas cifras relativamente mínimas en una universidad de provincias a unas cifras enormes, con muchísimas ofertas, con un profesorado muy bien diversificado y muy especializado, y mucho mejor formado que el profesorado de aquellos años. La universidad ha cambiado radicalmente y afortunadamente para todos.

 

En su caso, en su formación como filólogo, ¿qué maestros y qué lecturas le marcaron principalmente?

 

 

En Murcia, mi profesor preferido era don Mariano Baquero Goyanes.  Él fue el que dirigió mis estudios de literatura española, quien dirigió también mi tesis doctoral, y con él me formé. Era especialista en la novela española del siglo XIX y por ello mi formación junto a él fue fundamental. La titulación que cursé en Murcia fue fundamentalmente de Filología Románica, porque todavía no existía en la universidad española Filología Hispánica. Pero luego mi formación literaria ha sido muy extensa; fundamentalmente en el siglo XX y en los poetas de la generación del 27, pero también he trabajado sobre el Siglo de Oro.

 

 

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Sin duda sus estudios sobre la Generación del 27 son estudios de referencia, pues es usted toda una autoridad en este tema. Desde ese punto de vista, quería preguntarle si fue el grupo del 27 el grupo más importante de poetas del siglo XX.

 

Sin duda. El grupo de poetas más importante, por lo menos, como conjunción de poetas. Ellos no querían ni hablar de grupo, pero el conjunto de poetas que confluyen en un momento dado en los años inmediatamente anteriores a la guerra a partir de 1920, alcanzó unas dimensiones absolutamente extraordinarias, con figuras de primerísima categoría en el campo de la poesía y también en el campo ensayístico o teatral. Pensemos, por ejemplo, en la figura de Federico García Lorca, en su diversificación literaria, como poeta, como dramaturgo, incluso como ensayista o como estudioso del cante jondo. Es de destacar esa capacidad que tienen todos, no solo de ser poetas sino de ser algo más. Se ha hablado incluso de que son un nuevo siglo de oro o una edad de plata que empezaría en el 98 y terminaría en el 36 con todos ellos. Son épocas de una  confluencia extraordinaria de creadores verdaderamente originarios y emprendedores.

 

¿Podría destacar algunos títulos, aunque parezca difícil, dentro de ese conjunto tan brillante de poetas?

 

 

Para mí, el libro fundamental es el que Claudio Rodríguez llamaba la ‘cátedra de la poesía’, ‘Cántico’ de Jorge Guillén. Una obra monumental que empieza a escribirse en 1917 y se termina 1950. Pero claro, no puedo dejar de mencionar ‘Poeta en Nueva York’, que es una genialidad absoluta. “Poeta en Nueva York” es un monumento, una obra maestra como lo son ‘La voz a ti debida’ y ‘Razón de amor’ de Pedro Salinas o ‘Alondra de verdad’ de Gerardo Diego. Son libros fundamentales de esa promoción, como también ‘La realidad y el deseo’ de Luis Cernuda, otro libro trascendental y que también se escribe desde el año 1920 hasta el año 1936, libros que se alargan en el tiempo.

 

 

Según algunos poetas y críticos, ese legado de la Generación del 27 quedó relegado tras la guerra civil por las corrientes literarias dominantes en la poesía española hasta la llegada de los novísimos, que fueron un poco los que volvieron a reivindicarlos…

 

 

No, no, lo que ocurrió fue una desgracia muy grande y es que muchos de ellos marcharon  de España. Por razones políticas, casos de Rafael Alberti, Jorge Guillén o Pedro salinas. Y en España, de los poetas importantes, solo quedaron Gerardo Diego, Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre. Y Aleixandre en condiciones de salud muy delicadas, aunque en el año 1944 publicaría ‘Sombra del paraíso’, un libro fundamental para las nuevas generaciones, como también lo fuera ‘Hijos de la ira’ de Dámaso Alonso. Eso de que hasta los novísimos no hubo poesía en España no es verdad, pues los del 27 continuaron y por supuesto Jorge Guillén continúo con su obra fuera, en el exilio, dónde público su libro ‘Clamor’. Salinas público ‘El contemplado’, ya al final de su vida. Aquí la poesía siguió su curso, con todas las dificultades que producía el hecho de que existiese esa situación política tan compleja y tan adversa; pero los novísimos son una mínima innovación al lado de lo que significan todos estos poetas que además continuaron en activo hasta los años 90.

 

 

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Me refería que las grandes corrientes dominantes en la poesía de posguerra, la poesía social, que sí que se alejaron del 27.

 

 

 Sí, primero la poesía garcilasista o neoclásica, luego la poesía social, pero eso fueron oleadas que se fueron pasando. Mientras que los del 27 seguían con su ritmo.

 

 

Desde su perspectiva de especialista en la generación del 27 ¿qué tareas importantes quedan todavía pendientes en los estudios de esa generación?

 

 

Quedan todavía muchos epistolarios por ser transcritos y por ser publicados. En la Residencia de Estudiantes hay un proyecto que se denomina ‘Proyecto epístola’, que desde los últimos 15 años está dando a conocer los epistolarios de esos poetas del 27. En realidad, la obra de los poetas del 27 está totalmente publicada. Podrían surgir todavía algunos textos menores, pero lo fundamental de su poesía es conocido y está ya publicado. Lo que queda por investigar es la obra crítica, y sobre todo quedan los epistolarios, de los que ya se han publicado los de Salinas, Guillén, Gerardo Diego y Luis Cernuda; pero quedan todavía bastantes por darse a conocer. Ese trabajo de recopilación todavía podrá iluminar muchos detalles sobre la relación entre este grupo de poetas.

 

 

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Para finalizar, no puedo dejar de preguntarle sobre su visión de un importante crítico español, y una importante saga de  poetas, me refiero a Ricardo Gullón y a los Panero.

 

 

Ricardo Gullón no creía nada en la generación del 27, decía que lo de la generación había sido un error. Yo estoy convencido de que tenía razón, pero, en fin, eso es lo que nos ha deparado la bibliografía: algo insostenible, concebirlos como un grupo cohesionado y cerrado. Eso no existe. En ese sentido trabajó muy bien: él prefería hablar de la historia del modernismo, del posmodernismo, de grandes corrientes que afectaron a toda la literatura; era un gran maestro con el que yo estuve en bastantes ocasiones y a mí me distinguió con mucho afecto cuando le di a conocer mi trabajo. Le tenía mucho aprecio y yo creo que él a mí también. Por supuesto que su obra es fabulosa y las ideas suyas sobre los poetas, tanto sobre Lorca, sobre Guillén, sobre Salinas y sobre tantos otros, es impagable. Y su labor al frente de la editorial Taurus,  dirigiendo la colección de ‘El escritor y la crítica’, fue fundamental para dar a conocer todo lo que después hemos hecho. Don Ricardo era un auténtico maestro y, además, una gran persona, a la que yo recuerdo muy cercana.


 

Y de los Panero.

 

Los Panero forman parte de la historia de la poesía española. Los mayores (Leopoldo y Juan) y los hijos mayores. A mí los que más me han seducido como creadores y como escritores y por su vida han sido los jóvenes. Los he seguido, sobre todo he seguido sus obras y sus biografías. Ha sido una familia extraordinariamente interesante y sorprendente, y la obra de Leopoldo Panero es una gran obra en el contexto de la poesía del siglo XX, eso es indiscutible. Pero lo mismo sucede con Juan y con los dos hijos que escribieron. En fin, son personajes que a mí me han interesado siempre muchísimo.

 

 

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