Eloy Rubio
Jueves, 23 de Agosto de 2018

La catarsis familiar de Lala Isla

El miércoles se presentaba en la Biblioteca astorgana el libro de Lala Isla, 'Las rendijas de la desmemoria', un libro polémico porque destapa, desde la compulsión que exige toda prohibición, aquello de lo que no se debería de hablar, la historia 'real' de sus familias astorgana y bañezana y sus comportamientos durante la Guerra Civil y la subsiguiente posguerra

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José Cabañas, Juan José Alonso Perandones y José Antonio Reñones fueron los encargados de presentar el libro de Lala Isla que no pudo estar este miércoles en Astorga por "un problema médico serio", según señaló el editor Reñones, quien leyó unas palabras que había enviado la autora, en las que se disculpaba por no haber asistido a la presentación de ‘Las rendijas de la desmemoria’ en Astorga. También agradeció por encima de los otros presentes en la mesa a José Cabañas su colaboración intensa en la confección del libro. Hizo mención a Mercedes Unzeta Gullón y la aventura de su molino que fue lo que la atrajo a Astorga a donde no había vuelto desde sus 18 años. 

 

Explicaba José Antonio Reñones también que la aventura de este libro proviene de una nota breve que había leído hacía ocho años en El País, en la que se decía: “Astorga pide a Garzón abrir su fosa común…” Esa nota “abría una zanja común de asombro y omisión en mi persona -seguía escribiendo Lala-, pues mi padre siempre decía lo que corroboraba mi madre, que aquí en Astorga y en La Bañeza no había pasado nada durante la guerra”. Y Lala se preguntaba entonces: “Si no pasa nada cómo es que hay una fosa común”.

 

Comienza entonces su investigación y se da cuenta de que Astorga fue un lugar importantísimo en España con varias cárceles, una de mujeres y un campo de concentración donde murieron muchos ‘rebeldes’. Terminaba Lala su escrito diciendo: “Yo nunca podría haber escrito este libro sin una terapia psicoanalítica que me ayudó a la distanciación y lucidez para ver a los míos como si no me fueran familiares... Siento la compulsión de haberlo escrito a pesar del dolor que pueda engendrar en mi familia de los Isla, porque hemos vivido una mentira inconmensurable que todavía hace sufrir enormemente a los que no pueden sacar a sus seres queridos de las fosas comunes. No se pueden cerrar los duelos hasta que se entierra como es debido a los seres queridos…”

 

Volvió José Antonio Reñones a recuperar su palabra para decir que estábamos ante un libro inaudito desde su enfoque. “Hay muy pocas personas que perteneciendo al mundo de la burguesía hayan investigado sobre la participación de esa burguesía en la Guerra Civil. Destacó también en 'Las rendijas de la desmemoria', la forma en que estaba escrito: “Literatura muy prodigiosa y con un estilo muy típico de Lala.” 

 

En el libro, terminó, se narra el duelo de Lala a la muerte de su madre, en el trayecto desde Barcelona a Astorga, según iba traqueteándole su pasado en la ciudad. Cómo eran las tiendas de color canela, el sabor de los olores, la dulcificación de la aridez de los paisajes, los sonidos y palabras que entonces oyera. “Un libro que necesariamente deparará modos de acercamiento y todos ellos dignos de hacerse.”

 

 

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Por su parte José Cabañas comenzaba su intervención leyendo un texto reciente del periódico digital ‘eldiario.es’ en el que se expresaba el miedo actual de mucha gente para hablar de lo que les pasó a ellos y a sus familias durante la Guerra Civil. “Síntoma de que no se han resuelto muchos problemas, por no abrir heridas se argumenta. Lo que lleva al desconocimiento de la historia por parte de muchos españoles.”

 

Habitualmente, decía Cabañas, se cuenta lo que pasó y se tiene por verdad o mentira sin ninguna equidistancia. “Lala Isla pretende en su libro lograr esa equidistancia, denunciando una memoria tergiversada y falseada por el fascismo y por sus mitos que han logrado pervivir en la autoconciencia del pueblo español.”

 

'Las Rendijas de la desmemoria', continuaba diciendo José Cabañas, es un trabajo de deconstrucción y derrumbamiento de las falsificaciones, de los mitos procedentes de sus ramas familiares astorgana y bañezana. "Labor valiente y muy arriesgada que muy pocos en España se han atrevido a hacer. Donde desfilan en contraposición esas dos memorias, la ganadora y la ‘rebelde’, la presente y la ausente”. Algo que es paradigma de nuestro autoconocimiento como españoles" y puso como ejemplo que en La Bañeza todavía se podía leer en una inscripción a los caídos la presencia de un hermano nacional y la ausencia del hermano republicano. "Las heridas nunca han estado curadas para esa familia".

 

También dio fe, Cabañas, de que en Astorga se siguen difundiendo versiones de la historia de la Guerra Civil dadas como novedosas y que "vienen a repetir la versión tradicional fascista".

 

El libro, acabó diciendo, va de la confrontación y contraposición de unas memorias con otras. “Está derribando mitos con verdades contrastadas y sólidamente referenciadas”.

 

 

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Alonso Perandones intervino en último lugar indicando que el libro de Lala que era muy complejo, con párrafos añadidos de escritores de la época, en el que no hay grandes hallazgos sino que trata de dos historias familiares que por la relevancia de ambas y por el mundo en que orbitaban "nos sitúa en una ciudad cuya armonía viene a desbaratar la guerra". Señaló también que la familia Ortiz era oriunda de un pueblo cordobés, una familia entrañable que se relacionaba bien en Astorga, "pero al llegar la guerra  todo el mundo tiene miedo y está obligado a posicionarse en favor del régimen para salvar el pellejo.  Por eso el libro es doloroso”, pero terminó afirmando que "la memoria es lo que es, y las nuevas generaciones tienen que conocer lo que hubo en la ciudad. En la historiografía local no se ha abordado todavía la historia real de la ciudad. Esa realidad que Lala cuenta".


El libro concluía Perandones, deja un cuadro de Astorga que la hace más comprensible: “Una cosa que hay que contar sin hacer batalla de ella y que tiene que saberse a fin de que no se repita.”

 

La presentación del libro finalizó con coloquio muy vivo y en muchas ocasiones discrepante con lo que se había dicho en la mesa.

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