La senda de la poesía del arraigo y del desarraigo
La senda poética Leopoldo Panero, en su cuarta edición se inició el viernes desde la Casa Panero con 32 participantes. Los caminantes recorrieron durante dos días Maragatería, la Vega y la Sequeda, de la cual decía el Poeta que en ella descansaba todo el peso del mundo. Los senderistas hicieron una primera parada frente al solar de la calle Pio Gullón, donde estaba la casa natal del poeta astorgano.
![[Img #38850]](upload/img/periodico/img_38850.jpg)
En esta ocasión, la cita se centró en los poemas y escritos de la década de los años 40. En la primera jornada, en un paraje aledaño a la ermita de San Roque, poco antes de comer en Lagunas de Somoza, los senderistas recitaron algunos poemas de Panero sin olvidarse de homenajear a Eugenio de Nora, recientemente fallecido, con la lectura de un poema suyo.
Estas dos poéticas enfrentadas, la de Panero del ‘arraigo’, del ‘desarraigo la de Nora, convivieron este sábado entre encinas y el chirriar de las serpientes en este mágico paraje a la vera de San Roque.
En una parada anterior habían leído ‘Quizá mañana’, un poema de Leopoldo que dedica al cofundador de la revista 'Espadaña' Eugenio de Nora.
![[Img #38851]](upload/img/periodico/img_38851.jpg)
Quizá mañana
A Eugenio de Nora
Sí,
quizá mañana;
quizá mañana, y ahora estoy tan tranquilo,
y ahora respiro como debajo de un sudario,
y ahora estoy escribiendo palabras oscuras,
debajo de las estrellas, iluminado sólo por mi alma.
Quizá mañana mismo transcurriré hacia Tu espíritu,
y ahora, como el que acaba del volver la ultima página de un libro amado,
siento que hay algo que continúa,
siento que es imposible que termine de este modo
- parándose las cosas, interrumpiéndose las manos -
y quizá mañana a mi casa por la noche,
y todo quizá mañana será diferente,
y habré cambiado para siempre de sitio,
y las horas, como una caricia interminable, como si se abrieran lentamente las puertas,
tornan ligeramente desde lo más olvidado,
regresan desde lo invisible,
a posarse sobre este papel donde escribo,
y quizá la postrer palabra no llegue a rozar su blancura.
Sí, quizá mañana,
quizá mañana mismo me tenderé hacia Tus manos, Padre mío,
me tenderé temblando, adivinándome en Tu alma,
y ahora vivo yo libre al borde de Tu voluntad
abandonado a ella hasta la raíz de mis cabellos,
vibrando entre lo invisible y lo que toco con mis manos,
palpitando entre la esperanza y el recuerdo,
y miro a mi alrededor para cerciorarme de que vivo,
para olvidarme de que vivo, desprendido del todo entre Tus brazos.
Y sé que quizá mañana quedaré tendido en Tu memoria,
y escarbarás en mis maldades, y tomarás a peso mi alma,
y estoy temblando en tu balanza, estoy temblando ahora mismo, temblando fríamente,
y quizá mañana seré otro, y no sé dónde, y mi alma tiembla,
porque sé que es verdad, que quizá mañana me preguntarás, Padre mío,
y estoy trabajando de noche, oscuramente trabajando
para ser más secreto, para medir con mis pies las montañas, esperando tu Profecía,
y las palabras me responden oscuramente, como si algo muy profundo estuviera vibrando,
y voy vertiendo mi corazón, naciendo desde mis raíces,
y quizá mañana todo habrá cambiado, todo será como una casa abandonada,
llena de mujeres llorosas, y abre pasado por sus puertas,
quizá mañana mismo habré pasado, habré pasado, habré pasado por el orificio de una aguja,
quizá mañana mismo habré pasado,
quizá mañana la hora que está ya viva en el futuro,
la hora que cuelga como una lámpara tenuemente velada cada día,
la hora de que esta sed naciera, de que este amor bajara de las estrellas de una noche,
la hora de esta claridad que está sonando dulcemente en mi alma.
Leopoldo Panero
Adiós
¿Recuerdas? Era así. Césped de alfombra
florecía en colores dulcemente,
y en la vibrante y tibia y clara sombra
era verdad tu cuerpo adolescente.
Dorados, rosas, blancos, tus vestidos:
gaviotas de aquel cielo, extenuadas
por adioses inmensos, sólo oídos
en mis remotas playas deslumbradas.
¡Adiós, amor! Tu fuego ya en mi pecho.
¿Dónde el mundo y su forma, luz gozosa?
¡Huye, cintura breve, astro deshecho,
opaca ya en tu piel la luz hermosa!
Nada quedaba, boca. Así fui hecho
a la furia: besar un ascua rosa.
Eugenio de Nora
Los senderistas pernoctaron en Santiagomillas y el sábado, en Bustos.
![[Img #38853]](upload/img/periodico/img_38853.jpg)
![[Img #38852]](upload/img/periodico/img_38852.jpg)
Abundando en la figura de Panero, el jueves y viernes últimos se celebraron en Astorga las ‘Jornadas Casa Panero’ con las conferencias: ‘Simbología de la montaña en la poesía de Leopoldo Panero’. por Andrés Martínez Oria, y ‘Los Panero: encinas parían cadáveres’, por Violeta Serrano.
![[Img #38850]](upload/img/periodico/img_38850.jpg)
En esta ocasión, la cita se centró en los poemas y escritos de la década de los años 40. En la primera jornada, en un paraje aledaño a la ermita de San Roque, poco antes de comer en Lagunas de Somoza, los senderistas recitaron algunos poemas de Panero sin olvidarse de homenajear a Eugenio de Nora, recientemente fallecido, con la lectura de un poema suyo.
Estas dos poéticas enfrentadas, la de Panero del ‘arraigo’, del ‘desarraigo la de Nora, convivieron este sábado entre encinas y el chirriar de las serpientes en este mágico paraje a la vera de San Roque.
En una parada anterior habían leído ‘Quizá mañana’, un poema de Leopoldo que dedica al cofundador de la revista 'Espadaña' Eugenio de Nora.
![[Img #38851]](upload/img/periodico/img_38851.jpg)
Quizá mañana
A Eugenio de Nora
Sí,
quizá mañana;
quizá mañana, y ahora estoy tan tranquilo,
y ahora respiro como debajo de un sudario,
y ahora estoy escribiendo palabras oscuras,
debajo de las estrellas, iluminado sólo por mi alma.
Quizá mañana mismo transcurriré hacia Tu espíritu,
y ahora, como el que acaba del volver la ultima página de un libro amado,
siento que hay algo que continúa,
siento que es imposible que termine de este modo
- parándose las cosas, interrumpiéndose las manos -
y quizá mañana a mi casa por la noche,
y todo quizá mañana será diferente,
y habré cambiado para siempre de sitio,
y las horas, como una caricia interminable, como si se abrieran lentamente las puertas,
tornan ligeramente desde lo más olvidado,
regresan desde lo invisible,
a posarse sobre este papel donde escribo,
y quizá la postrer palabra no llegue a rozar su blancura.
Sí, quizá mañana,
quizá mañana mismo me tenderé hacia Tus manos, Padre mío,
me tenderé temblando, adivinándome en Tu alma,
y ahora vivo yo libre al borde de Tu voluntad
abandonado a ella hasta la raíz de mis cabellos,
vibrando entre lo invisible y lo que toco con mis manos,
palpitando entre la esperanza y el recuerdo,
y miro a mi alrededor para cerciorarme de que vivo,
para olvidarme de que vivo, desprendido del todo entre Tus brazos.
Y sé que quizá mañana quedaré tendido en Tu memoria,
y escarbarás en mis maldades, y tomarás a peso mi alma,
y estoy temblando en tu balanza, estoy temblando ahora mismo, temblando fríamente,
y quizá mañana seré otro, y no sé dónde, y mi alma tiembla,
porque sé que es verdad, que quizá mañana me preguntarás, Padre mío,
y estoy trabajando de noche, oscuramente trabajando
para ser más secreto, para medir con mis pies las montañas, esperando tu Profecía,
y las palabras me responden oscuramente, como si algo muy profundo estuviera vibrando,
y voy vertiendo mi corazón, naciendo desde mis raíces,
y quizá mañana todo habrá cambiado, todo será como una casa abandonada,
llena de mujeres llorosas, y abre pasado por sus puertas,
quizá mañana mismo habré pasado, habré pasado, habré pasado por el orificio de una aguja,
quizá mañana mismo habré pasado,
quizá mañana la hora que está ya viva en el futuro,
la hora que cuelga como una lámpara tenuemente velada cada día,
la hora de que esta sed naciera, de que este amor bajara de las estrellas de una noche,
la hora de esta claridad que está sonando dulcemente en mi alma.
Leopoldo Panero
Adiós
¿Recuerdas? Era así. Césped de alfombra
florecía en colores dulcemente,
y en la vibrante y tibia y clara sombra
era verdad tu cuerpo adolescente.
Dorados, rosas, blancos, tus vestidos:
gaviotas de aquel cielo, extenuadas
por adioses inmensos, sólo oídos
en mis remotas playas deslumbradas.
¡Adiós, amor! Tu fuego ya en mi pecho.
¿Dónde el mundo y su forma, luz gozosa?
¡Huye, cintura breve, astro deshecho,
opaca ya en tu piel la luz hermosa!
Nada quedaba, boca. Así fui hecho
a la furia: besar un ascua rosa.
Eugenio de Nora
Los senderistas pernoctaron en Santiagomillas y el sábado, en Bustos.
![[Img #38853]](upload/img/periodico/img_38853.jpg)
![[Img #38852]](upload/img/periodico/img_38852.jpg)
Abundando en la figura de Panero, el jueves y viernes últimos se celebraron en Astorga las ‘Jornadas Casa Panero’ con las conferencias: ‘Simbología de la montaña en la poesía de Leopoldo Panero’. por Andrés Martínez Oria, y ‘Los Panero: encinas parían cadáveres’, por Violeta Serrano.






