Javier Gutierrez (Saberius)
Sábado, 01 de Septiembre de 2018
ENTREVISTA / Gus Van Sant, director de cine

Gus Van Sant: Uno de los últimos independientes

El cineasta nacido el 24 de Julio de 1952 en Louisville (Kentucky), aunque finalmente establecido en Portland, ciudad a la vez adoptiva y arcadia de sus obras más personales, acudió a Madrid para presentar una exposición sobre la relación de su cine con la pintura y mantener un coloquio en el Cine Doré en torno a Elephant, que logró la Palma de Oro de hace quince años.

 

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Javier Gutiérrez: Tras una infancia nómada, condicionada por la profesión de tu padre que era viajante de comercio, desde muy joven nacieron en ti diversas inquietudes y pasiones como la pintura y el cine, lo cual te llevaría a rodar tus primeros cortometrajes en Súper 8 autobiográficos, cuando todavía ibas a la escuela y dudabas entre ser cineasta o pintor. Te matriculaste en 1970 en la Escuela de Diseño de Rhode Island mientras firmabas tus primeras creaciones pictóricas, y allí tuviste como compañero de clase al genial músico escocés David Byrne, fundador de Talking Heads. También fue en aquél lugar donde descubriste tu definitiva vocación como cineasta, al asistir a un curso impartido por directores vanguardistas como Jonas Mekas y Andy Warhol. A partir de entonces, comenzaste a desarrollar esa nueva faceta creativa que desembocaría en la filmación de los cortometrajes en 16mm y 35mm. titulados The Happy Organ (1971)(19’); Little Johnny (1972)(1’); 1/2 of a Telephone Conversation (1973)(4’)...

 

 

Gus Van Sant: No te equivocas... Buena memoria… Excelente documentación… También pasé una temporada de aprendizaje en Europa, donde aprendí a amar el cine europeo clásico y contemporáneo, antes de decidir establecerme en Los Ángeles con la voluntad de consolidar una carrera en el mundo del cine, de la mano de Ken Shapiro, con quien oficié en mis inicios de ayudante de producción, pero la experiencia no resultó del todo satisfactoria porque apenas se tuvieron en cuenta todas aquellas aportaciones que yo consideraba fundamentales, verdaderamente originales y que podían enriquecer muchísimo las producciones… Pero su línea parecía marcada de antemano, nada se podía hacer para innovar… Por esa razón decidí comenzar a trabajar en una agencia de publicidad, para poder producirme mi primera película con mi propio estilo que reflejara aquellos ‘leit motifs’ que después lo caracterizarían… 

 

 

Tu extraordinario debut se produjo con Mala noche (1985) (título en español incluso en la versión original), considerada como un verdadero hito del cine ‘indie’ norteamericano gracias a una estética profusa en una fotografía contrastada mayoritariamente el blanco y negro, colmada de claroscuros, quizá como extensión de la crudeza y la ternura del alma de tus personajes. En esta ‘ópera prima’ ya aparecían todas las constantes de una obra que después desarrollarías en toda su extensión…
 


 
En tu primera película habitualmente sueles mostrar consciente o inconscientemente todo ese rango de intenciones, propuestas temáticas, búsquedas, la paleta cromática o resolución estética predilecta, que en cierta forma es lo que da coherencia a tu obra y lo que además la configura con un sello propio, algo que permite que, desde ese momento, el resto de tu filmografía sea reconocible, si hablamos de las películas más personales… Fue además una de las primeras películas que abordaba la temática gay… En ella trataba la historia de un joven norteamericano marginado por su entorno social que trata de seducir a un joven inmigrante mexicano…

 


 

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¿Cuál es la razón que te ha llevado a adentrarte en el mundo de los jóvenes como catalizadores principales de los misterios de nuestra vida?

 

 

Creo que los jóvenes viven suspendidos entre la vida y la muerte, sin saberlo. Su sensibilidad es muy particular porque la mayoría de las veces no saben cuál va a ser su futuro… La adolescencia es una etapa formativa, fundamental en nuestro desarrollo, cuando nos afirmamos como personas, aprendemos a amar y a reconocernos a nosotros mismos… Recuerdo la mía, y la describiría como un momento de mi vida que sin duda recuerdo con intenso afecto. Existe una belleza especial en los jóvenes, donde transita el temor, la desesperanza, la impaciencia, el amor y el desamor…

 

 

Cuatro años después firmaste una segunda obra que se ha convertido igualmente en película de culto, Drugstore Cowboy (1989), una obra insólita recordada también porque levantó cierta polémica entre la crítica insobornable, que la consideraba como una película única y esencial dentro del cine alternativo, y la que respondía al ‘mainstream’ de la llamada ‘sociedad bienpensante’ americana, como ocurriera con Abel Ferrara, en este caso por mostrar una historia de adicciones desde el punto de vista de los jóvenes que se deciden a adentrarse en ella, sin comentarios o aproximaciones sociológicas, exenta de contextualización o previa marginalización, con personajes de diversa extracción y procedencia, tan sólo movidos inicialmente por sus propias apetencias… Y eso que existe una suerte de redención en el protagonista…

 

 

Siempre existirá una parte de la sociedad que se escandalice cuando alguien procura hablar sobre estos temas con un acercamiento honesto, alejado de toda consideración moral o coyuntura social, más apegado al sentir de quienes realmente deciden optar por este tipo de vida al margen de toda interpretación apriorística… Trataba de retratar sin ambages, sin concesiones, el despiadado infierno de las drogas en las dramáticas existencias de cuatro toxicómanos con una interpretación magnífica de Matt Dillon, que acabaría consagrándole y demostrando su capacidad proteica y camaleónica a la hora de encarnar a muy diversos personajes…

 

 

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También supondría tu consagración como director, una carrera que verías aún más fortalecida con Mi Idaho privado (‘My Own Private Idaho’) (1991), ese sugerente y poderoso drama sobre la amistad y el abandono, la solidaridad entre los seres que se reconocen en sus afinidades ante la falta de apoyo familiar, en la que mostrabas directamente la realidad de dos chaperos que venden su cuerpo en las calles de Portland, protagonizada por el malogrado River Phoenix, que encarnaba a un joven homosexual aquejado de narcolepsia y en busca de su madre, y un debutante Keanu Reeves, que daba vida a quien decide dedicarse a la prostitución como expresión de rebeldía contra su padre, el alcalde de la ciudad…

 

 

Sí… Se ha dicho, y creo que en esta ocasión acertadamente, que el personaje de Reeves se basaba libremente en Enrique IV de Shakespeare…. Y recuerdo que River Phoenix ganó la Copa Volpi al mejor actor en Venecia, poco antes de dejarnos por una sobredosis en Sunset Boulevard… Aquél suceso me afectó tanto que recuerdo haber descrito toda esa amalgama de sentimientos en una novela que se titularía ‘Pink’… (Permanece un tiempo en silencio, cabizbajo, con la mirada perdida, como si aún permaneciera embargado y desolado por aquella trágica pérdida…)  

 

 

Durante los años ochenta continuarías cultivando aquellos magníficos cortometrajes con Switzerland (1985)(4’); Five Ways to Kill Yourself (1986)(3’); Ken Death Gets Out of Jail (1987)(3’); e incluso durante los noventa, con Flea Sings (1991)(3’) y Four Boys on the Road in a Volvo (1996)(4’).

 

 

Fue un formato que nunca abandone… Me parece tan importante con el del largometraje, solo que con diferente duración o extensión…

 

 

Seguías dando voz a personajes marginales en el drama Ellas también se deprimen (‘Even Cowgirls Get the Blues’), sobre varias mujeres vaqueras, una de las cuales, la que interpreta Uma Thurman, había nacido con unos enormes pulgares…

 

 

Sí… Era la adaptación de una novela de Tom Robbins (no confundir con Tim Robbins), pero aún no acierto a comprender por qué tuvo críticas tan adversas que terminarían provocando terribles ingresos en taquilla… A veces en el cine independiente ocurren estas cosas, uno parece estar vendido a la opinión de algún crítico más o menos conocido… Lo que puede desembocar en la debacle desde su estreno…

 

 

Por este motivo, en cierta forma, te encontraste obligado a realizar una de tus primeras producciones dentro de los cánones de una película comercial, Todo por un sueño (‘To Die For’)(1995), aunque lograste dar la vuelta a ese tipo de comedias “blancas” por medio de un humor negro, con una sátira despiadada frente al mundo de la televisión colmado de tipos que desean triunfar a cualquier precio, quizá como Tony Richardson hiciera durante los años sesenta con la adaptación de ‘Los seres queridos’, la célebre novela de Evelyn Waugh, dentro del mismo corazón de Hollywood…

 

 

Exacto… Ese era el epicentro de la película: una ambiciosa joven, aspirante a reportera televisiva, admirablemente interpretada  por Nicole Kidman, que está dispuesta a cualquier cosa, incluso a transgredir todos los límites de la moral, la ética, e incluso la aniquilación de todo aquél que se convierta en contrincante o competidor… Excepto cuando entran en liza las ‘peligrosas amistades’ o “turbios compromisos” con la Mafia… Sin duda esto terminará trastocando todos sus planes… Y la comparación con esa obra maestra de Tony Richardson es todo un honor…

 

 

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Con El indomable Will Hunting (‘Good Will Hunting’) (1997) lograste el éxito definitivo, incluso en salas comerciales, no ya sólo en los circuitos alternativos. Surgió de tu decisión de apoyar a los por entonces desconocidos jóvenes actores Matt Damon y Ben Affleck, que decidieron escribir su propio guión porque no lograban papeles y que sería reconocido con un Óscar al Mejor Guión Original… ¿Fue quizá la obra en la mejor comenzabas a combinar el cine comercial con los temas personales que cruzaban tus películas?...

 

 

Así podría definirse, puesto que de nuevo trataba de resaltar las difíciles existencias de esos individuos socialmente marginados y que desarrollan por tanto un carácter conflictivo, aunque en realidad se trate, como en este caso, de un superdotado, capaz incluso de transformar la vida de un psiquiatra aquejado de una crónica depresión, interpretado magistralmente por Robin Williams, quien no en vano logró el Óscar al Mejor Actor Secundario.

 

 

Después llegaría otro varapalo sobre todo de la crítica… Y de muchos incondicionales tanto de tu cine como del de Hitchcock, que te llegaron a considerar incluso como un mercenario por el hecho de elaborar una réplica, plano a plano, de la obra maestra de Alfred Hitchcock Psicosis (‘Psycho’) y con el mismo título decidiste homenajear así en 1998 al maestro del suspense…

 

 

Se trataba de una propuesta del estudio… Y puesto que el original resultaba magnífico e imposible de superar, nada podría salir mal si trataba de copiarla plano a plano… Simplemente aportando el color y… lógicamente nuevos actores (Anne Heche y Vince Vaughn).

 

 

Pero de nuevo llegó un nuevo reconocimiento unánime de la crítica y también de los espectadores con Descubriendo a Forrester (‘Finding Forrester’) (2000) donde aparecía por primera vez retratado J.D. Salinger, el autor de la mítica novela ‘El guardián entre el centeno’, interpretado por Sean Connery, alguien que se oculta igualmente de la sociedad y cuya existencia es descubierta por otro de esos jóvenes de inteligencia excepcional, encarnado aquí por un chico de color con un talento especial para la narrativa…

 

 

Sí… Incluso hay quien ha descubierto en esta película una segunda parte de El indomable Will Hunting, ya que el propio J.D. Salinger, dotado de una inteligencia y astucia poco común, en efecto decidió aislarse del mundanal ruido y pasar desapercibido el resto de sus días tras publicar su novela más legendaria, en lo que pudo ser una vida paralela a la del joven matemático pero aquí en el mundo de las letras, que trata de transmitir sus enseñanzas a alguien que por fin cree merecedor de las mismas, un digno aspirante a descubrir todos sus secretos tan celosamente guardados durante años… En el fondo quizá tuviera esta secreta vocación de profesor o transmisor de conocimientos en eterna espera de un largamente anhelado alumno ideal…

 

 

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Después llegaría Gerry (2002), una deslumbrante amalgama entre cuento de hadas místico, alienación moderna y alegoría gay…

 

 

Desde mi ópera prima, Mala noche, creo que no he llegado a realizar una película tan pura, intransigente y deslumbrante, hasta Gerry

 

 

Y en el año 2003, con Elephant, lograrías la Palma de Oro en el Festival de Cannes al Mejor Director y además el Premio del Sistema Nacional de Educación. Suponía tu regreso al cine vanguardista, con jóvenes actores no profesionales como protagonistas y en cuyo argumento tratabas de dilucidar, mediante un realismo descarnado, toda una serie de procesos psicológicos, marcados por un nihilismo angustioso y asfixiante, que pudieron llevar a la masacre del instituto Columbine, provocada por dos jóvenes armados con fusiles de asalto, los cuales pudieron adquirir sin ningún problema con una compra a domicilio, tras verlos anunciados. La cámara sigue a los asesinos y a varios estudiantes del instituto en los momentos previos a la masacre… ¿Por qué te decantaste por este título?

 

 

Lo cogí prestado de una película de Alan Clarke de 1989 sobre el tema de la violencia en Irlanda del Norte. Pensé que hacía referencia a la parábola budista de los ciegos y el elefante, hasta que leí unas notas del propio director en las que se refería al título dejando constancia de cómo la violencia puede ser tan fácil de ignorar como el hecho de tener un elefante en el salón…

 

 

Recuerdo como Scott Tobías reflexionaba acerca de ella manifestando cómo “en la yuxtaposición de lo sereno y lo violento, lo bello y lo brutal”, tu película lograba “un equilibrio exquisitamente estudiado, avanzando ingeniosamente a través de un campo cultural minado...”

 

 

Sin duda levantó otra de las grandes polémicas que se originan, en ocasiones indescriptiblemente, en lo que hoy se reconoce como el ‘festival de festivales’…

 

 

Con Last Days (2005) nos transponías en imágenes la tragedia de un cantante de éxito que sin duda se inspiraba en el fallecido Kurt Cobain, líder del grupo Nirvana…

 

 

Efectivamente… Pero en ella trataba de distanciarme del habitual ‘biopic’ sobre una estrella del rock desesperada, utilizando metáforas y símbolos para crear una suerte de fantasmagoría, renegando por tanto de todo lo legendario, despojando al ídolo de sus atributos icónicos, evitando todo “cliché” relativo al género o al personaje, aproximándome mucho más por el misterio que subyace en esos últimos días antes que por el ídolo…

 

 

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Después contribuirías en el film colectivo Paris, je t’aime con una pieza de corta duración donde describías con naturalidad un encuentro homosexual y poco después retomarías el tema de la incomunicación adolescente en Paranoid Park (2007) donde nos narrabas la historia de un adolescente apasionado al “skate” que accidentalmente acaba con la vida de un guardia de seguridad ferroviario pero no se atrevía a contarlo, y a su vez, nos lograbas transmitir, merced a esa estética tan personal, una inquietante tristeza y peligro omnipresente, ofreciendo a un tiempo innumerables destellos de inefable esperanza…

 

 

Sí… Hay que reconocer en este aspecto la impagable labor de mi director de fotografía, Christopher Doyle, un auténtico visionario, verdaderamente único, sin parangón…

 

 

Después llevarías a la gran pantalla la verdadera historia del primer político declaradamente gay de Estados Unidos en Mi nombre es Harvey Milk (‘Milk’)(2008), con un memorable reparto liderado por Sean Penn, que ganaría precisamente el Óscar de Hollywood encarnando al político que fue una figura clave de las reivindicaciones homosexuales en Estados Unidos…

 

 

Sí… Pero se sitúa mucho más allá que una hagiografía del célebre activista gay: fue reconocida como una genuina lección de política en Norteamérica y, al mismo tiempo, como la crónica de todo civilizado juego de estrategia ciudadana cuya meta final es la conquista de libertades colectivas…

 

 

En Restless (2011) decidías adentrarte en un nuevo territorio donde los formalismos indies conviven con temáticas para públicos más amplios y menos especializados y donde además afianzas un increíble ‘melange’ genérico…

 

 

Se puede contemplar como un relato de fantasmas, de amor adolescente o de desarraigo, y a la vez como una comedia sobre el complejo cúmulo de sentimientos que nos procura el duelo de nuestros semejantes y la dureza de una enfermedad terminal…

 

 

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…y en Tierra prometida (‘Promised Land’) (2012) nos ofreces una película inapelable e impecable, que algunos tildaron en su momento de ‘demodé’ y artesanal, aunque lograbas combinar con elegancia y sin estridencias aquél cine político y ecológico de los setenta (Naves misteriosas, la saga de El planeta de los simios) aunque esta vez sin hipótesis ni distopías, sin visiones apocalípticas sino basándote en la patente realidad de las prácticas de ‘fracking’ que utilizan muchas empresas extractoras de gas tanto en Estados Unidos como en muchos otros países…

 

 

Además de tener esa lectura didáctica sobre el peligro del ‘fracking’ tanto para nuestro subsuelo como para las especies que en el habitan, con efectos colaterales en el agua y en los productos que consumimos, decidí ofrecer un final verdaderamente sorprendente y que nadie se espera, al más puro estilo del cine de “suspense”… Por lo tanto, podríamos decir que la película cuya propuesta siempre partía como independiente, desde la misma selección de sus actores (Matt Damon, Frances McDormand, John Krasinski), se puede comprender como un drama, una tragicomedia o película de suspense por ese giro inesperado que no desvelaremos para evitar el “spoiler” a quien no la haya visto…

 

 

El bosque de los sueños (‘The Sea of Trees’) (2015), nos describía por medio de un drama interpersonal, un territorio en Japón conocido como Aokigahara o ‘el mar de árboles’ donde los individuos desesperados acuden para poner fin a sus días… ¿Tratabas de configurar otra nueva alegoría o de elaborar un filme hiperrealista sobre un lugar real en el país nipón contemporáneo?

 

 

Trataba de contar la torturada existencia de Arthur Brennan, en busca del lugar apropiado para decir adiós a su existencia, donde conoce a Takumi Kakamura, que también ha perdido su camino, y ambos emprenden una peripecia de reflexión y supervivencia a lo largo de Aokigahara…  

 

 

…y finalmente No te preocupes, no llegará lejos a pie (‘Don’t Worry, He Won’t Get Far on Foot’)(2018), una película que aquí se estrenará el próximo mes en las salas comerciales pero cuya distribuidora, Diamond Films, ha tenido la deferencia de permitir que se proyectara en el Cine Doré, sede de las proyecciones de la Filmoteca Española, para completar la retrospectiva con toda tu filmografía…

 

 

La cual agradezco inmensamente… Respecto a esta última obra, se trata de una película biográfica o ‘biopic’ sobre el dibujante John Callahan, en el que trataba de adaptar las memorias de este artista que comenzó a despuntar en 1989, y que a causa de un accidente comenzó una existencia como tetrapléjico, aunque según los entendidos deberíamos referirnos a su estado exactamente como cuadripléjico alcohólico, y he tratado de mantenerme fiel al espíritu del artista caracterizado por un humor negro muy particular, sobre todo en las abiertas conversaciones con su terapeuta sexual a lo largo de las cuales trataba de dilucidar o esclarecer el tema de la culminación del placer en cuerpos con diferentes capacidades… 

 

 

 

  

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