Carlos Suárez Felipe
Viernes, 12 de Julio de 2013

Prohibir es mucho más sencillo que hacer cumplir y ser competente

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Todos los días sale de casa con su libro, su perrita y su bastón. Es su rutina, acercarse al parque, sentarse y leer. Mientras, la perrita sestea a su lado porque ya es viejecita y no tiene los ímpetus que tuvo. La señora tendrá alrededor de ochenta años y hace mucho tiempo que comparte el parque con un montón de gente. Jubilados de paseo, peregrinos rendidos, estudiantes de recreo, alguna parejita embelesada y otros que, al igual que ella, pasean a su perro. Nunca ha habido queja, ni protesta, de los que cada día disfrutamos el parque con ella. Ahora ya no viene. No es que le haya pasado nada, no señor, es que no puede entrar en el parque con su perrita. 


Ya se sabe, los perros hacen caquitas, los más pequeños, y cacotas lo grandes, y muchos propietarios ignoran olímpicamente la obligación de recoger estos presentes. Así, para defenderse de los perros con amos maleducados, prohíben la entrada a todos. Hay una señal bien clara que prohíbe la entrada en el parque con perros. No dice nada de otros animales, como los que también entran en el parque y dejan en él sus propios desperdicios, yo los veo cada día, los que abandonan las latas de refresco después de engullirlas, los muchos que, sin ser perros, orinan a lo largo de la muralla, las mamás que alegremente sostienen a sus niños culito al sol y depositan caquitas que tampoco recogen, o los peregrinos que dejan los restos de un almuerzo frugal y jacobeo. 

Maleducados los hay de todos los pelajes, pero no por eso se prohíbe la entrada a peregrinos, madres, padres, niños, o seminaristas. En algún lugar tendrán que pasear y disfrutar de su perro y de su parque los ciudadanos bien educados. Yo no tengo perro, pero quiero que los que lo tienen, y se comportan como bien nacidos, puedan disfrutar de este parque conmigo, o al menos de una parte reservada a sus mascotas sin tener que llevárselas a siete Km de casa. Ellos también sufren a los maleducados que sin tener perro tienen libre la entrada. Si tenemos que vigilar a estos, también se puede vigilar a los otros sin tener que prohibir. Prohibir es mucho más sencillo que hacer cumplir y ser competente.
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