Sófocles o gazpacho nacional
![[Img #39257]](upload/img/periodico/img_39257.jpg)
Llevo unos días en estado de ensimismamiento, lo que quiere decir en estado contemplativo. Contemplo la luz cálida del otoño, estación que la naturaleza siempre comienza mucho antes de que la civilización le pueda dar ese nombre. Ya, a finales de agosto, la luz rabiosa se empieza a tornar suave, envolvente, dulce, y la naturaleza, envuelta en esa luz anaranjada, se muestra afectuosa, apacible, complaciente y silenciosa. Contemplo, digo, el exterior y vacío el interior (siempre viene bien aligerar cargas) en este excelente entorno para la meditación. Todo un poco zen.
La naturaleza invita a ello pero también el mundo exterior al mío me empuja al recogimiento en mi, podría llamarle, monasterio.
La política cansa hasta el aburrimiento, soporífera (como dice Trump de Obama). Da pereza escuchar los telediarios siempre dando vueltas a los mismo temas. Empieza la temporada, el curso, y nada se ha ventilado, ni variado, ni lavado en los baños veraniegos.
Seguimos con el procés, el estatut, con Puigdemont allí sonriendo, con Torra aquí diciendo cosas feas, con el 155 bailando de nuevo, con los presos en sus celdas… Los catalanes revueltos, los lazos amarillos multiplicándose, que sí que no, que los quito que los pongo…uff, y las negociaciones sin negociar.
Casado, con una sonrisa permanente de satisfacción porque ya se ve en el sillón presidencial, se viene arriba y bravuconea con lo que va a hacer y no va a hacer. Y los dioses benevolentes nos libren si llega a la situación de poder hacer lo que dice.
El presidente que nos infló tanto las esperanzas nos está desinflando. Ahora dice ahora se desdice. Que si hago que si rectifico. Yo no acabo de ver claro lo que dice ni lo que hace. Ahí está, y nosotros vemos pasar el tiempo como la Puerta de Alcalá.
Rivera sacando pecho, cada vez más ancho, más ampuloso, más pecho palomo. Vuela por los tejados y baja a recoger algún grano suculento. Siempre satisfecho de si mismo.
Iglesias mostrando de nuevo la cara y enseñando coleta. La paternidad no le ha cambiado el gesto y de momento no se si tampoco las ideas.
Se me ocurre que si a cada partido le asociamos un ingrediente, por ejemplo: pan duro al PP, tomate al PSOE, pepino a Podemos, cebolla a Ciudadanos, ajo a los catalanes, aceite a la Constitución, y perejil (ingrediente de todas las salsas) a la monarquía. Metemos a todos en una batidora, primero a pocas revoluciones para que se mezclen con cariño, y luego subimos las revoluciones para que la mezcla que bien fusionado. Conseguiríamos un gazpacho nacional la bomba de sabroso para todo el mundo, y todos contentos, satisfechos y con el hambre saciada.
Bueno. Con ese panorama exterior, y tras la dificultad para poder hacer ese sabroso gazpacho me refugié en Sófocles, quien a pesar de haber vivido en el 496 a.C. dice cosas como estas en boca de Edipo:
No conviene que supliquen mucho tiempo los que piden una cosa justa, ni quien recibe un beneficio no sepa pagarlo después de recibido.
Lo que mi boca dice mi corazón lo siente. Pero no es con palabras como deseo hacer ilustre mi vida, sino con actos.
Lo adquirido con engaños o con injusticia no se conserva.
Toda sospecha, por injustificada que sea, se transforma en una picadura.
Quien desea una larga existencia y desdeña la medida de una vida ordinaria me parece un verdadero insensato.
Frecuentemente lo que los numerosos días nos traen se parece más a tristezas que a alegrías.
Frases sueltas recogidas de sus tragedias que pueden venir al caso político
O témpora o mores.
![[Img #39257]](upload/img/periodico/img_39257.jpg)
Llevo unos días en estado de ensimismamiento, lo que quiere decir en estado contemplativo. Contemplo la luz cálida del otoño, estación que la naturaleza siempre comienza mucho antes de que la civilización le pueda dar ese nombre. Ya, a finales de agosto, la luz rabiosa se empieza a tornar suave, envolvente, dulce, y la naturaleza, envuelta en esa luz anaranjada, se muestra afectuosa, apacible, complaciente y silenciosa. Contemplo, digo, el exterior y vacío el interior (siempre viene bien aligerar cargas) en este excelente entorno para la meditación. Todo un poco zen.
La naturaleza invita a ello pero también el mundo exterior al mío me empuja al recogimiento en mi, podría llamarle, monasterio.
La política cansa hasta el aburrimiento, soporífera (como dice Trump de Obama). Da pereza escuchar los telediarios siempre dando vueltas a los mismo temas. Empieza la temporada, el curso, y nada se ha ventilado, ni variado, ni lavado en los baños veraniegos.
Seguimos con el procés, el estatut, con Puigdemont allí sonriendo, con Torra aquí diciendo cosas feas, con el 155 bailando de nuevo, con los presos en sus celdas… Los catalanes revueltos, los lazos amarillos multiplicándose, que sí que no, que los quito que los pongo…uff, y las negociaciones sin negociar.
Casado, con una sonrisa permanente de satisfacción porque ya se ve en el sillón presidencial, se viene arriba y bravuconea con lo que va a hacer y no va a hacer. Y los dioses benevolentes nos libren si llega a la situación de poder hacer lo que dice.
El presidente que nos infló tanto las esperanzas nos está desinflando. Ahora dice ahora se desdice. Que si hago que si rectifico. Yo no acabo de ver claro lo que dice ni lo que hace. Ahí está, y nosotros vemos pasar el tiempo como la Puerta de Alcalá.
Rivera sacando pecho, cada vez más ancho, más ampuloso, más pecho palomo. Vuela por los tejados y baja a recoger algún grano suculento. Siempre satisfecho de si mismo.
Iglesias mostrando de nuevo la cara y enseñando coleta. La paternidad no le ha cambiado el gesto y de momento no se si tampoco las ideas.
Se me ocurre que si a cada partido le asociamos un ingrediente, por ejemplo: pan duro al PP, tomate al PSOE, pepino a Podemos, cebolla a Ciudadanos, ajo a los catalanes, aceite a la Constitución, y perejil (ingrediente de todas las salsas) a la monarquía. Metemos a todos en una batidora, primero a pocas revoluciones para que se mezclen con cariño, y luego subimos las revoluciones para que la mezcla que bien fusionado. Conseguiríamos un gazpacho nacional la bomba de sabroso para todo el mundo, y todos contentos, satisfechos y con el hambre saciada.
Bueno. Con ese panorama exterior, y tras la dificultad para poder hacer ese sabroso gazpacho me refugié en Sófocles, quien a pesar de haber vivido en el 496 a.C. dice cosas como estas en boca de Edipo:
No conviene que supliquen mucho tiempo los que piden una cosa justa, ni quien recibe un beneficio no sepa pagarlo después de recibido.
Lo que mi boca dice mi corazón lo siente. Pero no es con palabras como deseo hacer ilustre mi vida, sino con actos.
Lo adquirido con engaños o con injusticia no se conserva.
Toda sospecha, por injustificada que sea, se transforma en una picadura.
Quien desea una larga existencia y desdeña la medida de una vida ordinaria me parece un verdadero insensato.
Frecuentemente lo que los numerosos días nos traen se parece más a tristezas que a alegrías.
Frases sueltas recogidas de sus tragedias que pueden venir al caso político
O témpora o mores.






