Eloy Rubio Carro
Viernes, 21 de Septiembre de 2018
ENTREVISTA / Alberto Delgado, periodista

"Fortalecer los medios, clásicos o nuevos, siempre es bueno, y no entorpecer su labor también"

El periodista (porque aunque jubilado un periodista nunca deja de serlo) Alberto Delgado vuelve a reencontrarse este viernes con los astorganos en 'Panorama desde la Muralla' (conferencia a las 20 horas en la Casa Panero). Es la segunda vez en un mes que la voz y el rostro bien conocidos de este periodista, se cuela en la sociedad astorgana, ya lo hizo el pasado 17 de agosto en el homenaje que le tributó el Ayuntamiento por ser "una figura comprometida con la ciudad. Desde su faceta de periodista de renombre ha luchado por llevar el nombre de Astorga allende nuestras fronteras”, afirmó, entonces, el alcalde.

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En la época actual, de conceptos débiles, las instituciones que hacían posible la existencia de una verdad compartida están siendo cuestionadas ¿Se consume mucha información, pero faltaría análisis, faltaría comprensión?

 

Estamos asistiendo a un volumen de información difícil de asimilar. No hay tiempo para seleccionar, para analizar, para reflexionar. Y en este proceso, el rigor y la verdad corren peligro.

 

 

La comunicación marca los tiempos y fija el calendario político.  Hoy todo va muy rápido ¿Se antepone la emocionalidad en la opinión pública sobre la racionalidad? Tal vez pudieran servirnos de ejemplo los últimos asuntos de la agenda política española: Masters, tesis doctorales, tema catalán, y otros desaforamientos… ¿Qué locura es esta?

 

Cada vez se acentúa la tendencia a lo que yo llamo 'titulitis'. Antes la licenciatura bastaba para ejercer dignamente una profesión. Ahora los títulos se han devaluado, y hacen falta 'masters' para dar la impresión de mayores conocimientos. Los doctorados servían, fundamentalmente, para emprender una carrera docente en la Universidad. Pero nos olvidamos de la importancia que tienen los conocimientos prácticos junto a los teóricos, de esa gran escuela para todo tipo de conocimientos que es la propia vida, la propia experiencia.

 

 

Los medios están perdiendo el monopolio de la distribución de la noticia en favor de las redes sociales. ¿Qué consecuencias tiene esto para la veracidad de la información recibida?

 

Cualquiera puede ser capaz de transmitir una noticia. Pero la elaboración, difusión y comentario debería corresponder a los profesionales, que tienen la obligación de responsabilizarse de lo que escriben o hablan. Oficio o profesión, el manejo de la noticia debería estar, como principio general, en manos de personas previamente preparadas para ello.

 

 

¿La diversidad de los medios sigue garantizando la calidad democrática cuando vienen orientados hacia el beneficio económico?

 

La libertad de los profesionales es algo tan necesario como, en ocasiones, difíciles de alcanzar, no sólo en la empresa privada, sino también en la pública. La pluralidad de medios es muy conveniente para analizar los distintos puntos de vista, pero el lector tiene la responsabilidad de extraer conclusiones sobre opiniones diferentes.

 

 

¿Urge fortalecer los medios de comunicación clásicos cuando la educación y la justicia son claves para fortalecer la sociedad? ¿O no?

 

Fortalecer los medios, clásicos o nuevos, siempre es bueno, y no entorpecer su labor también. Una sociedad que avanzada es siempre una sociedad bien informada.

 

 

¿Sería conveniente como reclaman desde la FAPE (Federación de Asociaciones de Periodistas de España)  que "en el pacto por la educación se incluyeran el estudio de la función de los medios de comunicación" para que los adolescentes supieran diferenciar medios de comunicación de redes sociales, opinión de información?

 

Esa diferenciación a la que alude es cada vez más difícil. Y más cuando se confunde la opinión con el insulto, la calumnia o la injuria. Es un tema que debería abordarse de forma objetiva en las escuelas, pero me temo que cada vez estamos siendo más dominados por el sectarismo.

 

 

Dice la expresidenta de la FAPE, Elsa González, que "el periodismo se crece frente a las redes sociales si lo ejercemos con rigor y honestidad, y el código deontológico es el patrimonio moral de la profesión y clave del futuro de la democracia".

 

Totalmente de acuerdo. El problema no es el código deontológio. El problema está en su aplicación, en la convicción individual y colectiva para aplicarlo.

 

 

Usted ingresó en Televisión Española en 1970 y fue uno de los rostros visibles de la primera época de la Transición, ¿cómo se vivió el cambio a nivel periodístico?

 

Como un momento decisivo en la historia de España. Yo era más pesimista de lo que pude comprobar en la realidad. Fue una muestra difícilmente repetible de patriotismo por unos y otros. De deseos de construir juntos un futuro mejor. Gracias a la renuncia de muchos principios en aras de la concordia hemos podido disfrutar de un período de paz, de progreso social y económico, único en la historia. La Constitución no es perfecta, puede y debe mejorarse. Pero no suprimirse por inservible.

 

 

Estaba especializado en asuntos parlamentarios y además de su presencia en el Telediario Última Edición (entre 1971 y 1983) también realizaba programas de información sobre las Cortes como Las Instituciones (1974-1975), Parlamento (1978-1981) u Opinión Pública (1981). En 1983 se le puso al frente de la Secretaría General de Informativos de TVE, puesto que ocupó hasta 1984. ¿Qué cambios detecta en el funcionamiento parlamentario actual?

 

Desde el punto de vista institucional, no he observado demasiados cambios en los últimos años. Quizá han aumentado las Comisiones de Investigación. Desde el punto de vista profesional, empezamos siendo cuatro gatos (cinco, para ser exactos, fuimos los periodistas a los que se autorizó por vez primera asistir e informar sobre las Comisiones legislativas, hace más de medio siglo. Sólo sobrevivo yo.) Ahora hay una proliferación de medios que dificultan el contacto entre diputados y senadores y periodistas. Se ha ganado en tecnología, pero se ha perdido en intimidad en los contactos.

 

 

Un momento importante de nuestra historia fue el 23 de febrero de 1981, fecha en la que usted presentaba el Telediario Última Edición.  ¿De qué información dispusieron en ese momento y en qué condiciones estaban para poder difundirla?

 

El papel de Televisión Española fue decisivo al lograr introducir en Prado del Rey el Mensaje del Rey y poder difundirlo. Un recuerdo especial para José Marín, el realizador del Pleno en directo, que tuvo la sangre fría de mandar apagar el piloto de la Cámara y seguir grabando, con imágenes que sorprendieron al mundo.

 

 

Cada vez hay más presiones y lobbies contra las cadenas públicas para reducir los presupuestos asignados. Además el Consejo de Administración se ha elegido de manera excesivamente partidaria, con menos contrapesos. Esto no ayuda en nada a una información de calidad, ¿o sí? ¿Cómo estaban las cosas por aquel entonces? ¿Qué cree que va a pasar ahora con los cambios propuestos por Pedro Sánchez?

 

Lo que deseo es una televisión libre y plural, ajena a los devenires políticos. Por la experiencia de muchos años, eso es muy difícil de conseguir.

 

 

La Unión Europea, se dice en el informe de Reporteros Sin Fronteras de 2017, ha sido la zona del mundo donde en los últimos cinco años más se ha degradado la libertad de información. No solo Polonia y Hungría, sino también Holanda y Finlandia retroceden en el ranking. ¿Cuál a su entender es el origen de esta obsesión por el control y la vigilancia?  

 

Pues la obsesión por el control y la vigilancia. Pero gracias a las nuevas tecnologías, el control absoluto es más difícil.

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