Samuel Yebra Pimentel
Sábado, 22 de Septiembre de 2018

3 Nociones de la banalidad sin resquicio

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Dice Platón en el ‘Gorgias’: “Prefiero todavía que otros discrepen de mí, a que sea yo quien discrepe de mí mismo”. Este aserto resulta fértil en un mundo no desmoralizado, donde la contradicción a la que podría llevar el pensar sería motivo de desazón. 

 

En la política actual no rige ese modo de estar moral, tan solo sus apariencias. Desmoralizada y banal, la ausencia del uso del pensamiento es según Hannah Arendt el emblema de nuestras sociedades narcisistas.

 

Por eso la ‘Lomce’ repudia el ejercicio del pensar, algo que la emparenta con los sistemas totalitarios. No obstante esta ley hubiera querido que la consiguiente apatía moral fuese regulada por preceptos religiosos. (Véase la importancia creciente de la religión en las aulas, incluso cuando está siendo pervertida y mercadeada con películas sin fin y excursiones sin cuento con el objetivo de engordar en alumnado). Jesucristo, que de ser español estaría en Bélgica huyendo del tirano, les echaría por tierra, en un acto vandálico, ese chiringuito a nombre suyo. 

 

Este ejercicio de banalidad y abstinencia del pensamiento, aún teniendo capacitación para ello, es lo que Cleckley  en ‘The mask of sanity…’ denominaba ‘demencia semántica’. ‘Banalidad del mal’ tildaba Arendt a sus consecuencias. Con la pretensión de que nadie piense ya ni dude y sin mala conciencia, eso sí, con falsas consignas moralizantes para dar en la parálisis de la acción. “Cuánto menos piensa el idiota más se esfuerza en condenar el pensamiento”, dice Bilbeny. 

 

Ante una sociedad de este tipo es claro que los fantasmas de turno tengan fácil propagar sus consignas.

 

En Astorga vamos a celebrar una puesta en escena denominada ‘3 Naciones’. Una reconstrucción histórica de la que no queda claro de qué. ¿Exaltación  de la guerra? ¿De la figura de Napoleón?

 

¿Alguien públicamente se ha atrevido a cuestionar el evento? ¿A qué causas sirve? ¿Será esto otro síntoma inequívoco de nuestra actual incapacidad para usar el pensamiento?

 

En el epílogo de ‘Guerra y paz’, Tolstoy, dice de Napoleón: “Este hombre sin convicciones, sin principios, sin tradición, sin nombre, (...)  por obra y gracia de las circunstancias más extrañas avanza entre todos los partidos que trastornan Francia y, sin comprometerse con ninguno, toma el puesto predominante. La ignorancia de los compañeros, la debilidad de los adversarios, el cinismo y la mentira, la mediocridad seductora y presuntuosa le colocan a la cabeza de un ejército.” A lo que añade Norbert Bilbeny: “Sin la renuncia de toda una generación a la cultura de la paz, el fenómeno Napoleón no hubiera tenido lugar.” (El  cartel de ‘3 Naciones’, que comentaremos otro día, lo hace explícito).

 

En Astorga por lo visto van a celebrar ese encuentro de ‘3 Naciones’, digamos mejor de tres ejércitos obtusos, que en el caso del francés practicó la rapiña (dense una vuelta por el Louvre) y el exterminio programado.


Isaiah Berlín en ‘El fuste torcido de la humanidad’ define el rostro de Napoleón como “La  flor perfecta del terrorismo salvaje”, es decir, comenta  Bilbeny “el rostro de la banalidad”.

 

¿Qué podemos pensar ante esto? ¿Ante esta representación de lo banal sin resquicio? 

 

La inocencia de nuestro Corderito balaam, balaam, bee, bee, cabalga a lomos de su borrica al insistir en lo que hasta ahora permanecía a salvaguarda, (compulsión de repetición). Síntoma de que ya no da más de sí. Incluso se atreve a pedir protección aforada ante una imaginaria denuncia de sus ciudadanos. Siendo quien lo ha denunciado la UDEF.

 

Napoleón en Astorga es una imbecilidad más para beneficio del rebaño. Pero claro, si lo prioritario fueran los hipotéticos beneficios económicos de esta ‘algarada festiva’ todo habría de valer, hasta las bombas de precisión.

 

Habrá que hacer balance, pero no solo económico, sino teniendo en cuenta qué tipo de ciudad queremos ser. Algo que todavía no se ha debatido ni consultado públicamente.

 

Como bien me aconseja mi camarada tercer columnista de la última batalla civil, Aidan Mcnamara: "hasta en una opinión por breve que sea, desde ahora, entrecomillar las citas y añadir bibliografía":


Norbert Bilbeny. El idiota moral. Anagrama 1993

Hannah Arendt. Eichmann en Jerusalén. Lumen 1999

Isaiah Berlin. El fuste torcido de la humanidad; Ediciones Península 1990

Pentateuco II Levítico, Números, Deuteronomio. ‘Números 22; 2.’ Traducción de Luis Alonso Schökel, Juan Mateos y José María Valverde. Ediciones Cristiandad, Madrid; 1969

León Tolstói. Guerra y paz II. Club Internacional del Libro 2007

Platón. Diálogos II. Gorgias. Menéxeno. Eutidemo. Menón. Crátilo. Biblioteca Clásica Gredos; 2000  

Cleckley.  ‘The mask of sanity. An attempt to reinterpret the socalled psychopathic personality, Saint Louis, C. V. Mosby, 1978’

Arthur Rimbaud. Una temporada en el infierno. (pag 159). Edición de Ramón Buenaventura. Poesía Hiperión; 1989

José Luis Puerto. Trazar la salvaguarda. Calambur, poesía 133; Madrid 2012

Sigmún Freud. Más allá del principio del placer. Alianza Editorial; 1973

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