Un negocio de arriería en Santiagomillas (IX)
Novena entrega del libro desconocido de Esteban Carro Celada sobre la empresa de conducción de caudales 'Alonso Cordero y Franco Hermanos', fundada en Madrid por tres maragatos de Santiago de Millas, el 3 de febrero de 1832.

(...)
Pero el enfurruñamiento de Francisco ha ido a más, ya que hasta quiere dejar de hacer de corresponsal, cuando está en el pueblo. ¿Qué le ha sucedido? Desde luego las palabras de Bernardino son contundentes: “Si no quieres seguir con la correspondencia de la Compañía haz lo que quieras, pues yo haré lo mismo y veremos quién es el que se encarga de tener fondos en esa.” Ha llegado el momento de apretarse el cinto. Vemos una valoración. Se queja del gasto de 40 reales que hubo de dar a un propio, por los jornales de dos días que le costó ir y volver hasta Ponferrada: “Me fueron repugnantes los 40 reales, no por lo que valen, sino porque debías ir tú y nos ahorrábamos ese gasto”.
La Navidad está cerca. Es el día de San Andrés. Se escribe a Blas Alonso, el correspondiente en León, encargándole “las cajas de mantequilla del año pasado: 20 docenas”. Las habrá de remitir para 4 o 6 días antes de Navidad. Con ellas se distribuirá la alegría navideña. A pesar de los acontecimientos, el negocio ha de desarrollarse. No puede extrañar que se ponga en marcha Miguel Francisco Alonso, con su carromato, con su tralla, machos y paciencia para organizar la Conducta de Galicia. Le recomiendan seguridad: “Verá si le acomoda ir solo o que vaya otro para más seguridad, por si acaso no se encontrasen escoltas, pues los fondos deben venir con seguridad y pronto.”
Por otra parte hay repeluznos entre los comisionados. Parece que Santiago Alonso Cordero les ha dicho que no cobrarán hasta fin de año. Eso hace que se tema puedan plantarse. Por lo tanto se advierte a Francisco: “Si por algún accidente dijesen los comisionados que no quieren ir, acordar el modo de hacer la conducta, pues quieren esté aquí el dinero el 4 o el 6 de enero”.
En Tuy poseen unos fondos que necesitan estar en Madrid con prontitud. El corresponsal no los ha entregado ni a Ares Puente ni a Eusebio Alonso. Ha dejado pasar, sin preocuparse a Ares Alonso. Les mandan que se los entreguen “al representante de los otros conductores, Botas Roldán, exigiendo recibo que nos remitirá.”
Estos Botas son aquellos que antes evitaban. Ahora, con los tiempos difíciles, parece que se han engrasado las tensas relaciones, y hasta el recelo que mantenía quieto en Madrid a Santiago el maragato, mientras ellos no hubieran salido de la Corte.
La mantequilla de León, que debe ser para amistades de Madrid, llega el 21 de diciembre de 1833. Pero unos días antes envían unas “cortas expresiones de la Navidad”, con destino a la colación. A Mondoñedo por el maragato Ángel Fuertes Morán; a Ponferrada, por el maragato Bernardino Rodríguez; a León, por Toribio Alonso. Un detalle especial es el que mantienen con Lugo, donde no solo va “la corta expresión” de otros corresponsales, sino también “dos cortes de vestido para cada una de sus hijas, estando indecisos si hacerlo aquí o remitir el corte, pues quisiéramos acertar.”, Al fin, ante la indecisión de la modista madrileña, optan por el envío de los dos cortes, por medio del maragato Gabriel González, en pieza “que sean del gusto de las señoritas. La tela es de lo que se estila aquí.”


También podemos asistir a la escena típica. Es una carta de Bernardino a Francisco, donde comunica el envío de las colaciones para la familia de Santiago de Millas: “El primo Esteban lleva colaciones con orden de entregarlas a Antonia, y desde luego puedes ir para repartirlo, si estás en casa, y si no ya te lo mandarán.” Se recoge otro incidente: La huelga de los comisionados, que no están acordes con hacer la Conducta. Este es el punto de vista de Bernardino: “No puedo menos de aprobar tú determinación y cuenta conmigo para cuanto ocurra pues no es justo que los tres comisionados nos quieran poner la ley, tanto más cuanto no tenemos culpa, pues si no hubieses ido por Santiago con sus cosas, ya estaría acordado y dado lo que se debiese pagar, pero se dejó para la liquidación de fin de año.” Cuando se escriben estas palabras es el día 21 de diciembre, pocas horas más tarde llega a Santiago de Millas para pasar la Navidad Santiago el maragato. Se entiende con los comisionados y pocos días más tarde pueden escribir desde Madrid al comisionado Miguel Franco: “olvidándonos de las muchas cosas que sabemos tenemos que olvidar y visto lo que nos dice nuestro hermano y socio don Santiago de que se vayan los comisionados prontos para lo que ocurra, damos hoy las órdenes convenientes a Galicia.”
Los regalos que han mandado para la colación de Navidad son a porte pagado. Se levanta un revuelo en torno al despiste del criado que enviaba la “corta expresión” a León. No pagó el porte. Le piden perdón y se disculpan: “nuestras ocupaciones no nos permiten meternos en futesas.”
El 28 de enero de 1834 ha vuelto ya a Santiago de Millas. Francisco estaba ya en la Maragatería a principios de enero. Sin duda ha ido a tratar asuntos del negocio. Una especie de consejo de administración de los tres, en estos momentos azarosos. Una nueva conducta comienza con un grueso paquete de cerca de un millón. Francisco Alonso Cordero se ha vuelto activo hasta el punto que desde Madrid le reprenden por su excesiva solicitud al salir él a cobrar a Palencia, para dar facilidades a la conducta que se está organizando con toda la ductilidad: “Desapruebo tu salida, pues debía de ir Gabriel, puesto que Pedro estaba en Galicia y los comisionados no son acreedores a nada, debe hacérseles cumplir y sujetarse, pero no abandonarles del todo.” En fin que le llaman calzonazos.

Los maragatos hacían estos largos viajes, este hervidero de cobranzas en todos los puntos fuertes de una determinada densidad económica. Mueven cada año varios cientos de millones de reales. Es de cine la cruzada por cobrar en los deanatos que va a nombre de los obispos. Otras veces es el cobro de las dependencias de lotería, las libranzas de la Real Caja, y de cientos de personas particulares. La arriería maragata es la médula de la economía. Son ellos los que transportan los caudales de los bancos, de las instituciones oficiales. Y en este sistema gubernamental, durante más de dos años y medio hemos podido observar la influencia de Don Santiago Alonso Cordero junto con sus hermanos. Santiago Alonso ya está cosechando parte de los frutos de sus amistades y también prepara de esta manera el plinto para su futuro, tanto en el orden político como en el financiero. Se nota como el hombre va emergiendo de la tierra, de su propia villa natal, para escalar nuevos puestos.
(Continuará...)
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Pero el enfurruñamiento de Francisco ha ido a más, ya que hasta quiere dejar de hacer de corresponsal, cuando está en el pueblo. ¿Qué le ha sucedido? Desde luego las palabras de Bernardino son contundentes: “Si no quieres seguir con la correspondencia de la Compañía haz lo que quieras, pues yo haré lo mismo y veremos quién es el que se encarga de tener fondos en esa.” Ha llegado el momento de apretarse el cinto. Vemos una valoración. Se queja del gasto de 40 reales que hubo de dar a un propio, por los jornales de dos días que le costó ir y volver hasta Ponferrada: “Me fueron repugnantes los 40 reales, no por lo que valen, sino porque debías ir tú y nos ahorrábamos ese gasto”.
La Navidad está cerca. Es el día de San Andrés. Se escribe a Blas Alonso, el correspondiente en León, encargándole “las cajas de mantequilla del año pasado: 20 docenas”. Las habrá de remitir para 4 o 6 días antes de Navidad. Con ellas se distribuirá la alegría navideña. A pesar de los acontecimientos, el negocio ha de desarrollarse. No puede extrañar que se ponga en marcha Miguel Francisco Alonso, con su carromato, con su tralla, machos y paciencia para organizar la Conducta de Galicia. Le recomiendan seguridad: “Verá si le acomoda ir solo o que vaya otro para más seguridad, por si acaso no se encontrasen escoltas, pues los fondos deben venir con seguridad y pronto.”
Por otra parte hay repeluznos entre los comisionados. Parece que Santiago Alonso Cordero les ha dicho que no cobrarán hasta fin de año. Eso hace que se tema puedan plantarse. Por lo tanto se advierte a Francisco: “Si por algún accidente dijesen los comisionados que no quieren ir, acordar el modo de hacer la conducta, pues quieren esté aquí el dinero el 4 o el 6 de enero”.
En Tuy poseen unos fondos que necesitan estar en Madrid con prontitud. El corresponsal no los ha entregado ni a Ares Puente ni a Eusebio Alonso. Ha dejado pasar, sin preocuparse a Ares Alonso. Les mandan que se los entreguen “al representante de los otros conductores, Botas Roldán, exigiendo recibo que nos remitirá.”
Estos Botas son aquellos que antes evitaban. Ahora, con los tiempos difíciles, parece que se han engrasado las tensas relaciones, y hasta el recelo que mantenía quieto en Madrid a Santiago el maragato, mientras ellos no hubieran salido de la Corte.
La mantequilla de León, que debe ser para amistades de Madrid, llega el 21 de diciembre de 1833. Pero unos días antes envían unas “cortas expresiones de la Navidad”, con destino a la colación. A Mondoñedo por el maragato Ángel Fuertes Morán; a Ponferrada, por el maragato Bernardino Rodríguez; a León, por Toribio Alonso. Un detalle especial es el que mantienen con Lugo, donde no solo va “la corta expresión” de otros corresponsales, sino también “dos cortes de vestido para cada una de sus hijas, estando indecisos si hacerlo aquí o remitir el corte, pues quisiéramos acertar.”, Al fin, ante la indecisión de la modista madrileña, optan por el envío de los dos cortes, por medio del maragato Gabriel González, en pieza “que sean del gusto de las señoritas. La tela es de lo que se estila aquí.”
También podemos asistir a la escena típica. Es una carta de Bernardino a Francisco, donde comunica el envío de las colaciones para la familia de Santiago de Millas: “El primo Esteban lleva colaciones con orden de entregarlas a Antonia, y desde luego puedes ir para repartirlo, si estás en casa, y si no ya te lo mandarán.” Se recoge otro incidente: La huelga de los comisionados, que no están acordes con hacer la Conducta. Este es el punto de vista de Bernardino: “No puedo menos de aprobar tú determinación y cuenta conmigo para cuanto ocurra pues no es justo que los tres comisionados nos quieran poner la ley, tanto más cuanto no tenemos culpa, pues si no hubieses ido por Santiago con sus cosas, ya estaría acordado y dado lo que se debiese pagar, pero se dejó para la liquidación de fin de año.” Cuando se escriben estas palabras es el día 21 de diciembre, pocas horas más tarde llega a Santiago de Millas para pasar la Navidad Santiago el maragato. Se entiende con los comisionados y pocos días más tarde pueden escribir desde Madrid al comisionado Miguel Franco: “olvidándonos de las muchas cosas que sabemos tenemos que olvidar y visto lo que nos dice nuestro hermano y socio don Santiago de que se vayan los comisionados prontos para lo que ocurra, damos hoy las órdenes convenientes a Galicia.”
Los regalos que han mandado para la colación de Navidad son a porte pagado. Se levanta un revuelo en torno al despiste del criado que enviaba la “corta expresión” a León. No pagó el porte. Le piden perdón y se disculpan: “nuestras ocupaciones no nos permiten meternos en futesas.”
El 28 de enero de 1834 ha vuelto ya a Santiago de Millas. Francisco estaba ya en la Maragatería a principios de enero. Sin duda ha ido a tratar asuntos del negocio. Una especie de consejo de administración de los tres, en estos momentos azarosos. Una nueva conducta comienza con un grueso paquete de cerca de un millón. Francisco Alonso Cordero se ha vuelto activo hasta el punto que desde Madrid le reprenden por su excesiva solicitud al salir él a cobrar a Palencia, para dar facilidades a la conducta que se está organizando con toda la ductilidad: “Desapruebo tu salida, pues debía de ir Gabriel, puesto que Pedro estaba en Galicia y los comisionados no son acreedores a nada, debe hacérseles cumplir y sujetarse, pero no abandonarles del todo.” En fin que le llaman calzonazos.
Los maragatos hacían estos largos viajes, este hervidero de cobranzas en todos los puntos fuertes de una determinada densidad económica. Mueven cada año varios cientos de millones de reales. Es de cine la cruzada por cobrar en los deanatos que va a nombre de los obispos. Otras veces es el cobro de las dependencias de lotería, las libranzas de la Real Caja, y de cientos de personas particulares. La arriería maragata es la médula de la economía. Son ellos los que transportan los caudales de los bancos, de las instituciones oficiales. Y en este sistema gubernamental, durante más de dos años y medio hemos podido observar la influencia de Don Santiago Alonso Cordero junto con sus hermanos. Santiago Alonso ya está cosechando parte de los frutos de sus amistades y también prepara de esta manera el plinto para su futuro, tanto en el orden político como en el financiero. Se nota como el hombre va emergiendo de la tierra, de su propia villa natal, para escalar nuevos puestos.
(Continuará...)