ENTREVISTA / Fernando Merinero, director de cine
"El cine es una forma de vida, un mundo aparte, en el que cohabitamos gente utópica, movidos por una ilusión inefable"
Fernando Merinero (Madrid, 10 de abril de 1958), director de cine, productor y guionista de nuestro cine, ha protagonizado una de las trayectorias más insólitas y estimulantes, a la vez que alejadas de toda catalogación dentro de la cinematografía de nuestro país. Ha trabajado como asimismo actor, protagonizando alguna de sus películas.
A propósito de la edición en DVDs de las tres películas que componen la trilogía 'Las 1001 novias', rebautizada por su distribuidora, Cameo, como TrilORGÍA, y compuesta de los largometrajes 'Capturar', 'Alumbrar' y 'Cortar', nos aproximamos a dichas obras y de paso hacemos un repaso de toda su filmografía.

Javier Gutiérrez: Nadie podría negar que has optado por mantenerte siempre fiel a ese espíritu libre e indómito que caracteriza tus películas, a pesar de que ello implicara frecuentar otros circuitos más alternativos… ¿Cómo has logrado sacar adelante propuestas en ocasiones tan arriesgadas dentro de unos cánones que parece imponer hoy en día nuestra propia cinematografía si se trata de obtener una amplia “carrera comercial”?
Fernando Merinero: Cada película es un mundo y cómo la levantas un cuento siempre distinto. Para abreviar te diría que he logrado evolucionar desde cierta grandilocuencia hasta la libertad espartana, con ciertos grados de desapego, sus dosis de renuncia, mucha paciencia y sobredosis de confianza ciega.
Uno de mis grandes maestros, José Luis Borau, nos decía en clase que tratáramos de hacer la película que no existe y que nos gustaría ver en los cines. Siempre me pareció una gran lección, que humildemente he tratado de materializar.
Decía Billy Wilder que una película debe empezar con un terremoto e ir a más… Mi manera de ‘cumplir’ con el consejo del maestro Wilder es intentando no ser previsible ni teatral… El carácter teatral en una película viene dado no por la abundancia de diálogos, sino cuando estos se refieren a acontecimientos que el espectador no ha visto en pantalla, en tiempo presente.
La esencia de lo cinematográfico es narrar en tiempo presente y solo con imágenes en movimiento, algo al alcance solo de los grandes maestros, como en la actualidad puede ser Aki Kaurismäki, que con una gran economía de diálogos transmite infinidad de emociones.
Mis propuestas efectivamente como dices han sido arriesgadas, seguramente por dos razones fundamentalmente: intentar no repetirme nunca y tratar, con cada nueva película, de adentrarme en un nuevo territorio, lo cual siempre implica un riesgo, el no repetir fórmulas; y por otra parte, por hacer películas aparentemente personales, que la ‘industria’ ha querido etiquetar así, si bien yo que las conozco muy bien, aseguro que ni son tan personales como se dice, ni tan autobiográficas como pudiera parecer, pues los conflictos del alma son universales.
En 1982 te licenciaste en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, en 1986 lograste la titulación en Cine por el Taller de las Artes Imaginarias (T.A.I), y en 1989 recibiste además la titulación en Arte Dramático. ¿Qué recuerdo guardas de aquellos años?...
La verdad es que vivo muy en el presente, y la nostalgia puede ser paralizante… Siempre pienso que lo mejor está aún por venir, esa idea me mantiene vivo, alerta, inquieto… Además, no tengo laureles en los que dormirme…
Respondiendo a tu pregunta, sí, los primeros años de formación son apasionantes, y tras estudiar algo contra natura, cuando te liberas, cuando eres tú y das rienda suelta a tu libertad, imagínate… eres feliz, la ilusión es la fuente de vida que destila el néctar más sabroso…
En 1991 obtienes el Máster en Escritura de Guiones Cinematográficos por la Universidad Autónoma de Madrid, diriges tus primeros cortometrajes en Super 8, y obtienes con ‘Pisa Moreno’ (1989), el primer premio en el Festival Nacional de Cine Super 8 de Madrid. ¿Supuso éste reconocimiento el impulso definitivo para continuar rodando?...
No, en absoluto, nunca he pensado que los premios hagan mejores los trabajos, les pueden dar prestigio o mayor visibilidad, pero la película es la misma, con premios o sin ellos…
En todo caso, ese corto, ‘Pisa moreno’ de 29 minutos rodado en Super 8 en una semana en Ibiza, sí que puede ser el primer eslabón de lo que en 2002 denominé ‘películas vivas’. Es en ese sentido más bien, donde creo que hay que buscar el impulso, no tanto para continuar rodando, como para adentrarme en territorios de libertad creativa, donde es más factible explorar y retorcer el lenguaje audiovisual.

Tras estos magníficos inicios, rodarías dos cortometrajes en 35mm, ‘Una buena razón para vivir o morir’ (1989) y en 1990 ‘Raíles de sangre’, cortometraje seleccionado para la Sección Oficial del Festival de San Sebastián en 1991 y exhibido en la Filmoteca Española de Madrid dentro del programa ‘Mejores cortos españoles de los 80’. ¿Tratabas de experimentar con los diferentes géneros cinematográficos o de adquirir una mayor experiencia para el definitivo salto al formato de largometraje?
“Una buena razón…” quería ser una comedia postmovida madrileña, que ironizara con aquello en lo que creo se había convertido dicho movimiento, pura superficialidad, en oposición a la profundidad de los cantautores que les precedieron… Se llevó algún premio pero no creo que fuera un corto especialmente logrado.
‘Raíles de Sangre’ compitió en la sección oficial de San Sebastián en 1991 y aunque no se llevó ningún premio, llamó poderosamente la atención. Se proyectó antes de una película con Glenn Close como protagonista, y fue tal el escándalo que organizó el corto en el teatro Victoria Eugenia, que le arrebatamos los titulares en la prensa al día siguiente a la estrella hollywoodense.
En el fondo era una simple alegoría del AMOR como territorio del placer y del dolor, pero las imágenes tenían un tono poético y la música de piano compuesta por Luis Eduardo Aute también, lo que contrastaba violentamente con lo que aparentemente sucedía en imágenes. Hace 28 años gustaba y no dejaba indiferente a nadie; hoy lo censurarían y me lloverían insultos y denuncias.
Tu debut en el largometraje se produjo con Los hijos del viento (1995), donde aparte de escribir, producir y dirigir la película, interpretas a uno de los personajes protagonistas. El film tuvo su premier en el Festival Internacional de Cannes, dentro de la sección paralela ‘Semana de la Crítica’, optando a la Cámara de Oro. ¿Qué nos podrías transmitir de todas aquellas experiencias y la apasionante aventura de ser seleccionado en lo que se conoce como el “Festival de Festivales”?
La verdad es que fue una auténtica aventura acudir a Cannes, una experiencia agridulce por otra parte. Fuimos al festival sin agente de prensa propio, la agenda de prensa me la llevaba la jefa de prensa de la semana de la crítica; aun así no paré de hacer entrevistas la semana que estuve allí, para prensa escrita, revistas de cine, radio francesa, y cadenas de televisión, me entrevistó hasta una cadena de televisión de la India.
La película tuvo una gran acogida por parte del público y de la crítica, en especial la francesa.
El crítico del diario ‘Le monde’ decía que la mía era “la película más conseguida de la selección, una película literalmente hecha carne, cualidad rara en una manifestación donde se viven muchas obras puritanas o abusivamente abstractas”.
La parte agria vino por los medios de mi propio país, que pasaron bastante del film; quizás porque éramos muy inmaduros y algo sobrados…
Fíjate hasta qué punto, que no fue solo lo de no ir con agente de prensa, ni siquiera fuimos con agente de ventas internacional. Se encargó de ello uno que era amigo mío desde hacía unos meses, y pedía cifras astronómicas, me acuerdo que a una cadena canadiense muy interesada en comprar una emisión, les pidió 20 millones de las antiguas pesetas.
Entonces no era frecuente tener teléfono móvil, cuando llegamos a Cannes los móviles y las líneas francesas estaban agotadas, de manera que fuimos hasta Mónaco a por un móvil mastodóntico, que operaba sin saber cómo funcionaba el hombre aquel de las ventas millonarias.
En fin, ya te digo, visto con perspectiva, fue hasta cómico, si bien mi presencia en el festival de festivales, me enseñó desde el primer momento lo que es la fama y el glamour: llegamos una tarde a Cannes, esa misma noche era la fiesta inaugural de la semana de la crítica, y nada más cruzar la puerta de entrada, una de las personas del equipo de la sección, que ya había visto mi película, casi llora de la emoción al reconocerme, pues aparte de director hacía de actor, algo así aún no me había sucedido, que te vieran como a una estrella.
Durante esos días mucha gente me reconoció por la calle, te pedían autógrafos; incluso pude asistir a la fiesta de Kusturica, que ganó la palma de oro con ‘Underground’ y codearme en el ágape con Johnny Depp, Carole Bouquet, Jean Moreau, etc…
Si tuviera la fortuna de volver a Cannes con otra película, lo haría todo al revés de cómo lo hice entonces…
Me viene ahora a la mente mi querido amigo y mentor, Luis Eduardo Aute, a quien le encantan mis películas, siempre quiere ser el primero en verlas y darme su docta opinión; bueno, pues él, Aute, me dijo un día de 2015, que el mundo que soñaron los artistas e intelectuales de su generación es precisamente el contrario del que tenemos hoy en día, lo opuesto totalmente a lo que soñaron en los años sesenta y setenta.

En tu segunda película, Agujetas en el alma (1997), abordas el género del ‘cine dentro del cine’ desde la ficción, mediante el recurso de la metaficción, desde una mirada romántica y naturalista, al igual que en Casting (1998), tu tercer largometraje, en este último caso desde el territorio del documental, que adquiere un tono de terapia colectiva. En ambos films parece como si oficiaras una profesión de fe hacia una religión llamada cine que tú transmites con una serie de vivencias muy peculiares… Tus películas además son reconocidas como ‘cine de culto’… ¿Cómo describirías tu ritual o sistema de creencias personal en torno al Séptimo Arte?
Parafraseando, lo describiría como “La Única religión verdadera”. El cine es entretenimiento, es filosofía, es emoción, es identificación, es vivir otras vidas, es aprendizaje, humano, espiritual, social, sentimental, es viajar, es llorar, es reír, es sufrir, es sentir, puede llenar una vida, o ser una vida paralela…
No podría concebir la vida sin el cine, sin la música, sin la literatura…
Yo siempre digo que si un marciano llega a la Tierra y le ponen una tras otra todas las películas de Luis Buñuel, acaba conociendo al ser humano perfectamente: sus cuitas, sus anhelos, sus emociones más profundas, sus sueños reales y ficticios, su consciente, su inconsciente, sus debilidades y contradicciones.
‘‘Agujetas en el alma’ y “Casting’ constituyen un díptico sobre la creación cinematográfica, tienen mucho de metalenguaje cinematográfico y de declaración de amor al cine; y en ambas películas el tema sobre el que gravita todo es el de la fidelidad.
Por último, para responder a tu pregunta, creo que el cine es una forma de vida, es un mundo aparte, en el que cohabitamos gente utópica, movidos por una gran ilusión, una ilusión inefable…
Voy a echar mano de nuevo de otro de mis grandes maestros, el director suizo Alain Tanner, me lo presentó Myriam Mézières, una de sus musas. Me dijo Tanner que los del cine formábamos una Internacional, una internacional sin patrias ni fronteras físicas, la internacional del cine.
Yo lo veo así, como un territorio intangible regido por el Misterio.
En el 2001 coproduces la película hispano-argentina Un día de suerte (2002), dirigida por Sandra Gugliota, con la que obtenéis el Premio Caligari en la Berlinale de 2002. ¿Qué tal resultó la experiencia de coproductor y el prestigioso premio de la Berlinale, otro legendario festival europeo?
Solo he producido a otros directores en dos ocasiones, esta fue una de ellas, y exitosa.
A Sandra la conocí en el festival de Londres, yo estaba con ‘Los hijos del viento’ y ella con un cortometraje que había dirigido, y que me gustó bastante. Por cierto, que yo estaba de subidón, en el Time Out londinense publicaron que mi película era ‘El ángel azul’ de los años 90.
Pues total, que empatizamos Sandra y yo, me habló de su idea y luego me iba mandando por email las sucesivas versiones del guion y yo aportándole ideas e indicaciones para mejorarlo. De esa manera fuimos adquiriendo confianza mutua y se gestó la coproducción de una manera muy natural.
‘Un día de suerte’ fue su ópera prima, premiada en la Berlinale, y al igual que me ocurrió a mí con ‘Los hijos del viento’ en Cannes, tras tener la prémière en un gran festival, se exhibió en muchos otros festivales de primer orden por todo el mundo. Es la película con la que más he viajado.

En tu cuarta película como director, La novia de Lázaro (2002), abordas con crudeza el tema de la inmigración y la pasión amorosa, decantándote en esta ocasión por un tono hiperrealista, e introduces el concepto de ‘película viva’, que defines como aquellas cuya génesis creativa va en línea paralela con la propia vida, que coadyuva en su construcción. La premier del film fue en el Festival de Cine Español de Málaga, donde su actriz protagonista obtuvo la Biznaga de Plata a Mejor Actriz. ¿Cuáles consideras las mayores ventajas de una ‘película viva’ respecto al cine de género?
Lo que yo llamo ‘películas vivas’ no es tanto un género cinematográfico como una manera de abordar la producción y el rodaje…
En todo caso, creo que acuñé un término que antes de 2002 no existía, no se utilizaba, y ahora sirve incluso como adjetivo calificativo que esgrimen algunos críticos para películas muy frescas y hasta cierto punto espontáneas, aquellas que traspiran vida.
Me inventé un decálogo con 10 postulados o recomendaciones para hacer una película viva… Un poco al estilo de lo que había hecho Lars Von Trier y sus ‘secuaces’ en 1995 con el movimiento Dogma.
Aunque nadie me lo ha reconocido públicamente, creo que mi forma de rodar y de producir ha influido a mucha gente en España, al menos a los que hacen cine ‘low cost’ y a los que ruedan buscando la confusión dramática y narrativa entre la realidad y la ficción.
Otra cosa que me viene a la cabeza al hablar de ‘La novia de Lázaro’, que la rodé en 2001 y estrené en el festival de Málaga en 2002, es que en parte se me acusaba de utilizar la cámara al hombro (toda la película se rodó así), entonces era descabellado, ahora es casi imprescindible para dar a la película un toque de modernidad, que la cámara medio tiemble y que no esté fija, como si tuviera vida propia.
En 2005 vuelves a dirigir un cortometraje, ‘Háblame bajito’, muy premiado tanto a nivel nacional como internacional, y en 2006 completas tu película documental, Las huellas de Dylan, en torno a la figura de Bob Dylan, uno de tus ídolos confesos. ¿Cómo recuerdas esos momentos de convivencia con uno de nuestros más entrañables cantautores y figuras del panorama musical contemporáneo, aparte de flamante Premio Nobel?
Con ‘Háblame bajito’ me hizo especial ilusión el premio al mejor cortometraje en Cádiz, en el festival Alcances, pues era el público quien votaba, y concurrían todos los cortos más premiados durante ese año y el año anterior en los más prestigiosos festivales españoles; y el que más gustó al público fue el mío.
Por otra parte, me dio la oportunidad de dirigir a una niña de seis años, que era la protagonista, y aunque en algún film mío anterior habían aparecido niños, nunca con un papel protagónico.
En cuanto a ‘Las huellas de Dylan’, exactamente convivir, convivir, Bob Dylan y yo, no convivimos, él viajaba por España con su caravana de autocares de lujo con todo su equipo, incluidos los músicos, y yo viajaba en un humilde turismo que teníamos para surcar España.
El rodaje estuvo plagado de anécdotas, por si solas dan para un libro; el montaje fue muy laborioso, durante meses y meses.
Dos de las mayores satisfacciones de esa película son que el propio Dylan pidiera ver la película con subtítulos en inglés, que le gustara y nos diera su autorización incluso para meter 28 cortes de canciones suyas en la película; y que, en mayo de 2011, el día 24, para el 70 ‘Las huellas de Dylan’.
Desde entonces mantenemos correspondencia epistolar de emails por medio de su manager y mano derecha, le mandé el DVD, la guía y cartel firmado de la película; le he felicitado por el Nobel y ayer mismo le mandé el pack con la trilogía ‘Las 1001 novias’, a ver si disfruta con ellas… Se lo merece después de tanta gira, que no para el hombre, pese a su edad.

En 2007 estrenas en el Festival de Cine Español de Málaga, Un millón de amigos, otra ‘película viva’, donde en un tono jocoso se especula sobre la burbuja inmobiliaria y la crisis económica que estaba a punto de acaecer por aquél entonces, tomando partido por una vida más orientada al disfrute de los sentidos que hacia el consumismo exacerbado… ¿Crees que seguiría siendo, hoy en día, una de las soluciones más lúcidas, para aproximarnos hacia ese siempre complejo y proteico concepto de felicidad, o de bienestar?...
‘Un millón de amigos’ es una película viva de no ficción en la que el protagonista, Javier Jurdao, va desnudando su alma y su forma de vivir, aproximándose a la idea del disfrute vital desde sus postulados, realmente divertidos y originales.
A su vez es un ‘showman’, un hombre con alma de cómico, un genio del humor, que disfruta el momento y vive la vida sin previsión alguna, un “carpe diem” total, en esencia… Un monstruo de la naturaleza, un iluminado, un genio, un bufón, un pícaro, un farsante, un filósofo, un digno hijo de su padre: Su padre fue un hombre de cuna muy humilde, que se hizo a sí mismo, llegó a estudiar seis carreras, a escribir numerosos libros y a llevar una vida novelesca…
En ‘Un millón de amigos’ la cámara sigue al Hijo hasta que se da de bruces con el Padre, y entonces la lucha de Egos hace crecer la narración, la desmesura y la sana comicidad.
Creo que ‘Un millón de amigos’ es a ‘El desencanto’ como los Jurdao a los Panero. Surrealismo, esplendor y decadencia carpetovetónica: una aristocrática y la otra popular.
En el mes de septiembre de 2008, exactamente hace diez años, el Círculo de Bellas Artes de Madrid, te dedica una retrospectiva, programando toda tu obra cinematográfica. ¿Cómo viviste todo ese cúmulo de sensaciones de poder apreciar la obra al completo desde aquella perspectiva?
La verdad es que me sentí muy orgulloso y honrado de que una institución artística y cultural tan prestigiosa como el Círculo de Bellas Artes reparara en mí y en mi obra para homenajearme con un ciclo completo.
Me hizo especial ilusión que proyectaran hasta mis cortos en súper 8, en pantalla grande; unos cortos que, por otra parte, ahora que recuerdo, también se habían proyectado durante una semana, en la sala 5 de los cines Alphaville, en el año 1991, tres de esos cortos de súper 8.
También recuerdo con especial agrado uno de los coloquios que hubo en el Círculo de Bellas Artes, así como la posibilidad que me dieron de proyectar en primicia algunas de las escenas de “El viaje de Penélope” que entonces estaba rodando.

Para tu séptimo largometraje como director, El viaje de Penélope (2010), te introduces en el territorio mítico de ‘La Odisea’ y adaptas de una forma muy libre la obra de Homero, actualizándola y cambiando los géneros de los personajes, reservándote incluso el papel de Penélope como actor. La película, en parte experimental, es una adaptación literaria al cine, a medio camino entre los dos lenguajes, el cinematográfico y el literario. ¿Con este film tratabas de reconvertir el naturalismo cultivado en sus anteriores películas, a favor de una exploración en torno los recursos escénicos minimalistas?
Quería muy poca escenografía, eso sí, unos decorados casi desnudos. Me produjo admiración unos años antes ‘Dogville’ de Lars Von Trier, y el talento que hay que tener para que en una película despojada de decorados, con solo un mapa y una tiza, puedas lograr en el espectador la sensación de que hay edificios, garajes, calles y habitaciones.
Desde niño me fascinaba la historia de Ulises y sobre todo la fidelidad de Penélope.
Ya leí ‘La odisea’ en el Instituto, y de cara a adaptarla, me volví a leer la obra así como ‘La Ilíada’.
Sus ecos y resonancias míticas se mantenían constantes en mi alma, y me parecía rebajarles el hacer hablar a los personajes como seres humanos normales, lo que me llevaba a huir del naturalismo interpretativo, sentía que declamaban más que hablaban, como si fueran dioses del Olimpo.
Como la obra tenía que traerla a la actualidad, el naturalismo podía venir por ahí, por ver calles, coches, ropa moderna, construcciones y muebles actuales; y que el territorio mítico viniera del tono interpretativo y de la ‘voz en off’ del narrador omnisciente, el propio Homero, interpretado por una mujer, lógicamente.
‘El viaje de Penélope’ es una película que no deja indiferente a nadie, la puedes odiar o amar, pero te sorprende, te desconcierta, te irrita y te excita.
Cambié el género y los rostros de los personajes, incluso la propia Penélope, interpretada por mí mismo, engaña a Ulises tirándose a uno de sus pretendientes, y me pareció perfecto y totalmente justificado, él hacía lo propio con las sirenas y con su idea de viaje, huida…
Creo que es una adaptación muy fiel de tan infiel que es… Ya sé que eso es difícil de comprender y de explicar, pero prometo hacerlo algún día…
En fin, creo que es una película maldita que merecería ser reivindicada. El tiempo me dará la razón o no.
Es una adaptación ejemplar y extensiva, pues mantiene un tono a mitad de camino entre lo literario y lo visual, la ‘voz en off’, que en general me molesta en el cine, aquí creo que está muy bien traída; lo cinematográfico no fagocita lo literario, sino que lo respeta y conviven, al igual que la poesía de la obra original de alguna manera se respeta en mi película, pues tiene una vocación poética y musical, lírica, está todo el film plagado de bellas canciones de modernos juglares, canciones de Aute, de Javier Colis, de Lilith; por todo ello creo que es expansiva la adaptación, pues aglutina cine, poesía, literatura, música, hasta teatro, ya que la manera de interpretar es más teatral e impostada que naturalista.
En junio de 2012 se te tributa un homenaje en París, en el contexto del festival Different 5, auspiciado por Españolas en París, el Instituto Cervantes y el Ayuntamiento de París. ¿En qué consistió aquél tributo? ¿Cómo lo viviste?
De entrada siempre es un honor que se acuerden de ti y de tus películas, pero si te rinden un homenaje, encima en París y el otro homenajeado ese año es nada menos que Jean-Claude Carrière, imagínate… Un verdadero orgullo.
El homenaje consistió en la proyección de ‘Los hijos del viento’ mi única película en ese momento con copia en 35mm subtitulada al francés…
Bueno, antes unas palabras del director del festival, José María Riba, quien hace una labor magnífica e imprescindible de difusión del cine español en Francia, también glosaron mi figura Myriam Mézières, Laura del Sol, que me entregó un trofeo muy bonito y el director del Instituto Cervantes, Enrique Camacho.
Tras la proyección, hubo un coloquio muy intenso con una sala abarrotada de público… En fin, todo eso, nada más y nada menos.
Lo viví con felicidad y con humildad, consciente de que, pese al homenaje, el camino seguía siendo muy largo y de que me quedaba mucho por hacer y aprender.
Siempre pienso de mí mismo que estoy empezando, a punto de rodar mi ópera prima.
Tu octavo largometraje lo ruedas en un castillo de Toledo y se titula Haz de tu vida una obra de arte (2014). El pretexto argumental del film es la celebración de un curso de superación personal donde se dan cita unos personajes bastante perdidos, que encontrarán su nuevo rumbo en la vida no tanto por los consejos del gurú como por la interacción humana que se da entre ellos mismos. ¿Definirías esta original obra como una nueva suerte de metaficción tratando de retratar el ‘trabajo de campo’ que supone a su vez el hecho de filmar toda una terapia?
No exactamente, aunque ciertos críticos quisieron ver en ella una burla del psicoanálisis.
Yo aspiraba desde hacía tiempo a rodar una película en un solo decorado, que el protagonismo fuera muy coral y que tuviera muy mala leche, que poco a poco se fueran destrozando unos a otros, que la fiesta se aguara, vamos… Una de mis películas favoritas es ‘El ángel exterminador’, también me inspiró para la ocasión ‘La grande bouffe’ de Marco Ferreri.
Mi película intenta ser un reflejo de la falta de rumbo, del sin sentido en que de alguna manera se encuentra, creo, hoy en día la humanidad en su conjunto.
En definitiva, un retrato ácido y desencantado de la sociedad actual, de su falta de valores profundos, de su superficialidad. El mensaje lo encierra el propio título: ‘Haz de tu vida una obra de arte’. Esa es mi aportación, mi consejo, mi rumbo…
De hecho creo que me tomé tan en serio la terapia, que en mi siguiente proyecto: “Las 1001 novias” traté de hacer arte repasando mi propia vida. Me viene ahora a la cabeza una cita del mismísimo Picasso, “El Arte provoca que se descubra la realidad”.
Con ‘Haz de tu vida una obra de arte’ de alguna manera quise encerrar ‘El Gran Teatro del Mundo’ en un castillo toledano; todos los personajes mienten y sobre todo se engañan a sí mismos, pero en el fondo son buena gente, y acaba siendo una película de lectura entrañable, si tienes buen humor, y no te escandalizas fácilmente, pues es la película más sexual que he rodado nunca, pienso, por encima incluso de’“Los hijos del viento’ o de ‘La novia de Lázaro’ donde había sexo explícito.

Entre 2015 y 2016 te embarcas de nuevo como guionista, productor, director y actor principal en la producción de tu trilogía ‘Las 1001 novias’, compuesta por tres películas a mitad de camino entre la ficción y el documental: Capturar, Alumbrar y Cortar. En esta trilogía, convocas en el reparto a algunas mujeres de tu vida personal y sentimental junto a actrices de tus anteriores películas. También he tenido la fortuna de presenciarla, y he de decir que la trilogía completa me ha resultado divertidísima y muy innovadora. Es un tipo de comedia o tragicomedia, como la vida misma, en la que utilizas una serie de recursos que apenas había podido observar en otras comedias... Eso, y el estado de gracia de las actrices/amigas/compañeras, capaces de lograr improvisar las emociones de esos personajes sin dejar de ser ellas mismas, junto a la esa reflexión en torno a las vanidades que a veces se retroalimentan al pensar que las personas deben sentirse exclusivas cuando parecen ocupar el centro de una relación, ese juego constante capaz de desencajar los absurdos ‘egos’ que crecen en torno al concepto de la relación tradicional, me parece algo realmente admirable, y muy difícil de expresar, de hacerlo discurrir con esa fluidez. Es algo que puede parecer sencillo, pero sin duda, manifestar en pantalla esa entrañable naturalidad no es nada fácil... Si el neorrealismo pudo revolucionar los modos de filmación, sin duda este nuevo método interpretativo y argumental parece renovar los géneros cinematográficos precisamente porque tus películas inauguran ese género tan personal, alejado de toda catalogación, que tu defines como “película viva”... ¿Estás de acuerdo con todo ello?...
Sí, de alguna manera, creo que has analizado con inteligencia y profundidad todo lo que se cuece y cómo se cuece en las tres películas que forman la trilogía.
En su conjunto creo que es mi obra más arriesgada y apasionante, pues de alguna manera resume y compendia mi obra anterior. Son tres películas íntimas y sinceras, que abordan las relaciones de pareja, juegan con las identidades y las máscaras, con la verdad y la mentira de los sentimientos, con el presente como reflejo y consecuencia de las acciones pasadas. Forman una trilogía, la primera ‘CAPTURAR’ está concebida desde el humor, la segunda ‘ALUMBRAR’ desde la reflexión y la tercera ‘CORTAR’ desde la melancolía.
Es recomendable conocer mi obra o mi persona, para verla sin prejuicios y con sentido del humor. Me río de mí mismo, de mi obra, de mi persona, de mi biografía, en fin, algo muy saludable, desmitificarse uno a sí mismo y ponerse a caldo exhibiendo las vergüenzas… Si ‘El viaje de Penélope’ era extravagante hasta decir basta, ‘La trilogía las 1001 novias’ es valiente hasta la saciedad.
Mi filmografía finalmente pienso que gira siempre en torno al AMOR, mi principal obsesión, y quizás por ello, todas y cada una de las películas que he dirigido pueden dialogar entre sí, aunque aparentemente sean muy distintas, que lo son…
En todo caso, como dije antes, vivo de presente y lo mejor siempre está por venir… Con la trilogía ‘Las 1001 novias’ doy por cerrada la primera etapa de mi filmografía, que se pliega en torno a si misma, empieza en Gran Canaria con ‘Los hijos del viento’ en 1994, con Magaly y yo de protagonistas, y la cierro en 2017 con “Cortar”, también en Gran Canaria y de nuevo con Magaly y conmigo hiriéndonos en la pantalla.
A partir de ahora y ya con mi nuevo proyecto, ‘Unos más que otros’ seré otro, otro director, sin abandonar mi máximo interés por las emociones humanas, pero más concienzudo y reflexivo, y desde luego mucho menos periférico a nivel industrial, esa es mi aspiración actual.
Premios y nominaciones
1995 Los hijos del viento (Nominación a Cámara de Oro en el Festival Internacional de Cine de Cannes)
1995 Los hijos del viento (Nominación al Círculo Precolombino de Oro en el Festival de Cine de Bogotá)
1998 Agujetas en el alma (Premio Especial del Jurado en la ENINCI de Burgos)
1998 Agujetas en el alma (Nominación al Tulipán Dorado del Festival Internacional de Estambul)
1998 Casting (Premio Especial del Jurado en Alcine, Alcalá de Henares)
2002 Un día de suerte (Coproductor) (Premio Caligari en la Berlinale)
2002 La novia de Lázaro (Nominación a Biznaga de Oro en el Festival de Cine Español de Málaga)
2003 La novia de Lázaro (Premio del Público en el Festival de Cine Pobre de Gibara - Cuba)
2006 Háblame bajito (Caracola de Plata, Alcances, Cádiz)
2006 Háblame bajito (Premio Especial del Jurado en el World-Fest Houston)
2007 Un millón de amigos (Nominación a Biznaga de Oro en el Festival de Cine Español de Málaga)
2015 Haz de tu vida una obra de arte (Nominación en categoría Mejor Canción Original en los Premios Goya)
2016 Capturar (Premio del Jurado Mejor Película Documental en el Dada Saheb Phalke Festival (Delhi, India)
2016 Capturar (Premio a la Mejor Película en el Drunken Film Fest, Bradford, UK)
2016 Capturar (Premio a la Mejor Película Documental en el Marbella International Film Festival)
2017 Alumbrar (Premio Mejor Película Documental en el Noida International Film Festival (Delhi, India)
2017 Cortar (Premio Mejor Película Documental en el Dada Saheb Phalke Festival (Delhi, India)
Filmografía como director y guionista
Año Película
2017 Cortar
2017 Alumbrar
2016 Capturar
2014 Haz de tu vida una obra de arte
2010 El viaje de Penélope
2007 Un millón de amigos
2006 Las huellas de Dylan
2002 La novia de Lázaro
1998 Casting
1997 Agujetas en el alma
1995 Los hijos del viento
Año Cortometraje
2009 Casada
2009 Empezar de nuevo
2008 El último bohemio
2005 Háblame bajito
2001 Ya soy mujer
1993 El doctor más majete del planeta
1992 Cinco mujeres a todo gas
1992 Rubia sobre rubia
1991 Raíles de sangre
1990 Te moriré siempre (con nuestras propias manos)
1989 Una buena razón para vivir o morir
1989 Pisa moreno
1988 Si tocas la flauta, ¿por qué no el violín?
1988 El oído de la cámara
1988 Fantasías semisexuales
1987 Madrid bien vale un carrete
1986 Una jornada desigual
1985 Encuentros en ninguna fase
1985 ¿Casi?
A propósito de la edición en DVDs de las tres películas que componen la trilogía 'Las 1001 novias', rebautizada por su distribuidora, Cameo, como TrilORGÍA, y compuesta de los largometrajes 'Capturar', 'Alumbrar' y 'Cortar', nos aproximamos a dichas obras y de paso hacemos un repaso de toda su filmografía.
Javier Gutiérrez: Nadie podría negar que has optado por mantenerte siempre fiel a ese espíritu libre e indómito que caracteriza tus películas, a pesar de que ello implicara frecuentar otros circuitos más alternativos… ¿Cómo has logrado sacar adelante propuestas en ocasiones tan arriesgadas dentro de unos cánones que parece imponer hoy en día nuestra propia cinematografía si se trata de obtener una amplia “carrera comercial”?
Fernando Merinero: Cada película es un mundo y cómo la levantas un cuento siempre distinto. Para abreviar te diría que he logrado evolucionar desde cierta grandilocuencia hasta la libertad espartana, con ciertos grados de desapego, sus dosis de renuncia, mucha paciencia y sobredosis de confianza ciega.
Uno de mis grandes maestros, José Luis Borau, nos decía en clase que tratáramos de hacer la película que no existe y que nos gustaría ver en los cines. Siempre me pareció una gran lección, que humildemente he tratado de materializar.
Decía Billy Wilder que una película debe empezar con un terremoto e ir a más… Mi manera de ‘cumplir’ con el consejo del maestro Wilder es intentando no ser previsible ni teatral… El carácter teatral en una película viene dado no por la abundancia de diálogos, sino cuando estos se refieren a acontecimientos que el espectador no ha visto en pantalla, en tiempo presente.
La esencia de lo cinematográfico es narrar en tiempo presente y solo con imágenes en movimiento, algo al alcance solo de los grandes maestros, como en la actualidad puede ser Aki Kaurismäki, que con una gran economía de diálogos transmite infinidad de emociones.
Mis propuestas efectivamente como dices han sido arriesgadas, seguramente por dos razones fundamentalmente: intentar no repetirme nunca y tratar, con cada nueva película, de adentrarme en un nuevo territorio, lo cual siempre implica un riesgo, el no repetir fórmulas; y por otra parte, por hacer películas aparentemente personales, que la ‘industria’ ha querido etiquetar así, si bien yo que las conozco muy bien, aseguro que ni son tan personales como se dice, ni tan autobiográficas como pudiera parecer, pues los conflictos del alma son universales.
En 1982 te licenciaste en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, en 1986 lograste la titulación en Cine por el Taller de las Artes Imaginarias (T.A.I), y en 1989 recibiste además la titulación en Arte Dramático. ¿Qué recuerdo guardas de aquellos años?...
La verdad es que vivo muy en el presente, y la nostalgia puede ser paralizante… Siempre pienso que lo mejor está aún por venir, esa idea me mantiene vivo, alerta, inquieto… Además, no tengo laureles en los que dormirme…
Respondiendo a tu pregunta, sí, los primeros años de formación son apasionantes, y tras estudiar algo contra natura, cuando te liberas, cuando eres tú y das rienda suelta a tu libertad, imagínate… eres feliz, la ilusión es la fuente de vida que destila el néctar más sabroso…
En 1991 obtienes el Máster en Escritura de Guiones Cinematográficos por la Universidad Autónoma de Madrid, diriges tus primeros cortometrajes en Super 8, y obtienes con ‘Pisa Moreno’ (1989), el primer premio en el Festival Nacional de Cine Super 8 de Madrid. ¿Supuso éste reconocimiento el impulso definitivo para continuar rodando?...
No, en absoluto, nunca he pensado que los premios hagan mejores los trabajos, les pueden dar prestigio o mayor visibilidad, pero la película es la misma, con premios o sin ellos…
En todo caso, ese corto, ‘Pisa moreno’ de 29 minutos rodado en Super 8 en una semana en Ibiza, sí que puede ser el primer eslabón de lo que en 2002 denominé ‘películas vivas’. Es en ese sentido más bien, donde creo que hay que buscar el impulso, no tanto para continuar rodando, como para adentrarme en territorios de libertad creativa, donde es más factible explorar y retorcer el lenguaje audiovisual.
Tras estos magníficos inicios, rodarías dos cortometrajes en 35mm, ‘Una buena razón para vivir o morir’ (1989) y en 1990 ‘Raíles de sangre’, cortometraje seleccionado para la Sección Oficial del Festival de San Sebastián en 1991 y exhibido en la Filmoteca Española de Madrid dentro del programa ‘Mejores cortos españoles de los 80’. ¿Tratabas de experimentar con los diferentes géneros cinematográficos o de adquirir una mayor experiencia para el definitivo salto al formato de largometraje?
“Una buena razón…” quería ser una comedia postmovida madrileña, que ironizara con aquello en lo que creo se había convertido dicho movimiento, pura superficialidad, en oposición a la profundidad de los cantautores que les precedieron… Se llevó algún premio pero no creo que fuera un corto especialmente logrado.
‘Raíles de Sangre’ compitió en la sección oficial de San Sebastián en 1991 y aunque no se llevó ningún premio, llamó poderosamente la atención. Se proyectó antes de una película con Glenn Close como protagonista, y fue tal el escándalo que organizó el corto en el teatro Victoria Eugenia, que le arrebatamos los titulares en la prensa al día siguiente a la estrella hollywoodense.
En el fondo era una simple alegoría del AMOR como territorio del placer y del dolor, pero las imágenes tenían un tono poético y la música de piano compuesta por Luis Eduardo Aute también, lo que contrastaba violentamente con lo que aparentemente sucedía en imágenes. Hace 28 años gustaba y no dejaba indiferente a nadie; hoy lo censurarían y me lloverían insultos y denuncias.
Tu debut en el largometraje se produjo con Los hijos del viento (1995), donde aparte de escribir, producir y dirigir la película, interpretas a uno de los personajes protagonistas. El film tuvo su premier en el Festival Internacional de Cannes, dentro de la sección paralela ‘Semana de la Crítica’, optando a la Cámara de Oro. ¿Qué nos podrías transmitir de todas aquellas experiencias y la apasionante aventura de ser seleccionado en lo que se conoce como el “Festival de Festivales”?
La verdad es que fue una auténtica aventura acudir a Cannes, una experiencia agridulce por otra parte. Fuimos al festival sin agente de prensa propio, la agenda de prensa me la llevaba la jefa de prensa de la semana de la crítica; aun así no paré de hacer entrevistas la semana que estuve allí, para prensa escrita, revistas de cine, radio francesa, y cadenas de televisión, me entrevistó hasta una cadena de televisión de la India.
La película tuvo una gran acogida por parte del público y de la crítica, en especial la francesa.
El crítico del diario ‘Le monde’ decía que la mía era “la película más conseguida de la selección, una película literalmente hecha carne, cualidad rara en una manifestación donde se viven muchas obras puritanas o abusivamente abstractas”.
La parte agria vino por los medios de mi propio país, que pasaron bastante del film; quizás porque éramos muy inmaduros y algo sobrados…
Fíjate hasta qué punto, que no fue solo lo de no ir con agente de prensa, ni siquiera fuimos con agente de ventas internacional. Se encargó de ello uno que era amigo mío desde hacía unos meses, y pedía cifras astronómicas, me acuerdo que a una cadena canadiense muy interesada en comprar una emisión, les pidió 20 millones de las antiguas pesetas.
Entonces no era frecuente tener teléfono móvil, cuando llegamos a Cannes los móviles y las líneas francesas estaban agotadas, de manera que fuimos hasta Mónaco a por un móvil mastodóntico, que operaba sin saber cómo funcionaba el hombre aquel de las ventas millonarias.
En fin, ya te digo, visto con perspectiva, fue hasta cómico, si bien mi presencia en el festival de festivales, me enseñó desde el primer momento lo que es la fama y el glamour: llegamos una tarde a Cannes, esa misma noche era la fiesta inaugural de la semana de la crítica, y nada más cruzar la puerta de entrada, una de las personas del equipo de la sección, que ya había visto mi película, casi llora de la emoción al reconocerme, pues aparte de director hacía de actor, algo así aún no me había sucedido, que te vieran como a una estrella.
Durante esos días mucha gente me reconoció por la calle, te pedían autógrafos; incluso pude asistir a la fiesta de Kusturica, que ganó la palma de oro con ‘Underground’ y codearme en el ágape con Johnny Depp, Carole Bouquet, Jean Moreau, etc…
Si tuviera la fortuna de volver a Cannes con otra película, lo haría todo al revés de cómo lo hice entonces…
Me viene ahora a la mente mi querido amigo y mentor, Luis Eduardo Aute, a quien le encantan mis películas, siempre quiere ser el primero en verlas y darme su docta opinión; bueno, pues él, Aute, me dijo un día de 2015, que el mundo que soñaron los artistas e intelectuales de su generación es precisamente el contrario del que tenemos hoy en día, lo opuesto totalmente a lo que soñaron en los años sesenta y setenta.
En tu segunda película, Agujetas en el alma (1997), abordas el género del ‘cine dentro del cine’ desde la ficción, mediante el recurso de la metaficción, desde una mirada romántica y naturalista, al igual que en Casting (1998), tu tercer largometraje, en este último caso desde el territorio del documental, que adquiere un tono de terapia colectiva. En ambos films parece como si oficiaras una profesión de fe hacia una religión llamada cine que tú transmites con una serie de vivencias muy peculiares… Tus películas además son reconocidas como ‘cine de culto’… ¿Cómo describirías tu ritual o sistema de creencias personal en torno al Séptimo Arte?
Parafraseando, lo describiría como “La Única religión verdadera”. El cine es entretenimiento, es filosofía, es emoción, es identificación, es vivir otras vidas, es aprendizaje, humano, espiritual, social, sentimental, es viajar, es llorar, es reír, es sufrir, es sentir, puede llenar una vida, o ser una vida paralela…
No podría concebir la vida sin el cine, sin la música, sin la literatura…
Yo siempre digo que si un marciano llega a la Tierra y le ponen una tras otra todas las películas de Luis Buñuel, acaba conociendo al ser humano perfectamente: sus cuitas, sus anhelos, sus emociones más profundas, sus sueños reales y ficticios, su consciente, su inconsciente, sus debilidades y contradicciones.
‘‘Agujetas en el alma’ y “Casting’ constituyen un díptico sobre la creación cinematográfica, tienen mucho de metalenguaje cinematográfico y de declaración de amor al cine; y en ambas películas el tema sobre el que gravita todo es el de la fidelidad.
Por último, para responder a tu pregunta, creo que el cine es una forma de vida, es un mundo aparte, en el que cohabitamos gente utópica, movidos por una gran ilusión, una ilusión inefable…
Voy a echar mano de nuevo de otro de mis grandes maestros, el director suizo Alain Tanner, me lo presentó Myriam Mézières, una de sus musas. Me dijo Tanner que los del cine formábamos una Internacional, una internacional sin patrias ni fronteras físicas, la internacional del cine.
Yo lo veo así, como un territorio intangible regido por el Misterio.
En el 2001 coproduces la película hispano-argentina Un día de suerte (2002), dirigida por Sandra Gugliota, con la que obtenéis el Premio Caligari en la Berlinale de 2002. ¿Qué tal resultó la experiencia de coproductor y el prestigioso premio de la Berlinale, otro legendario festival europeo?
Solo he producido a otros directores en dos ocasiones, esta fue una de ellas, y exitosa.
A Sandra la conocí en el festival de Londres, yo estaba con ‘Los hijos del viento’ y ella con un cortometraje que había dirigido, y que me gustó bastante. Por cierto, que yo estaba de subidón, en el Time Out londinense publicaron que mi película era ‘El ángel azul’ de los años 90.
Pues total, que empatizamos Sandra y yo, me habló de su idea y luego me iba mandando por email las sucesivas versiones del guion y yo aportándole ideas e indicaciones para mejorarlo. De esa manera fuimos adquiriendo confianza mutua y se gestó la coproducción de una manera muy natural.
‘Un día de suerte’ fue su ópera prima, premiada en la Berlinale, y al igual que me ocurrió a mí con ‘Los hijos del viento’ en Cannes, tras tener la prémière en un gran festival, se exhibió en muchos otros festivales de primer orden por todo el mundo. Es la película con la que más he viajado.
En tu cuarta película como director, La novia de Lázaro (2002), abordas con crudeza el tema de la inmigración y la pasión amorosa, decantándote en esta ocasión por un tono hiperrealista, e introduces el concepto de ‘película viva’, que defines como aquellas cuya génesis creativa va en línea paralela con la propia vida, que coadyuva en su construcción. La premier del film fue en el Festival de Cine Español de Málaga, donde su actriz protagonista obtuvo la Biznaga de Plata a Mejor Actriz. ¿Cuáles consideras las mayores ventajas de una ‘película viva’ respecto al cine de género?
Lo que yo llamo ‘películas vivas’ no es tanto un género cinematográfico como una manera de abordar la producción y el rodaje…
En todo caso, creo que acuñé un término que antes de 2002 no existía, no se utilizaba, y ahora sirve incluso como adjetivo calificativo que esgrimen algunos críticos para películas muy frescas y hasta cierto punto espontáneas, aquellas que traspiran vida.
Me inventé un decálogo con 10 postulados o recomendaciones para hacer una película viva… Un poco al estilo de lo que había hecho Lars Von Trier y sus ‘secuaces’ en 1995 con el movimiento Dogma.
Aunque nadie me lo ha reconocido públicamente, creo que mi forma de rodar y de producir ha influido a mucha gente en España, al menos a los que hacen cine ‘low cost’ y a los que ruedan buscando la confusión dramática y narrativa entre la realidad y la ficción.
Otra cosa que me viene a la cabeza al hablar de ‘La novia de Lázaro’, que la rodé en 2001 y estrené en el festival de Málaga en 2002, es que en parte se me acusaba de utilizar la cámara al hombro (toda la película se rodó así), entonces era descabellado, ahora es casi imprescindible para dar a la película un toque de modernidad, que la cámara medio tiemble y que no esté fija, como si tuviera vida propia.
En 2005 vuelves a dirigir un cortometraje, ‘Háblame bajito’, muy premiado tanto a nivel nacional como internacional, y en 2006 completas tu película documental, Las huellas de Dylan, en torno a la figura de Bob Dylan, uno de tus ídolos confesos. ¿Cómo recuerdas esos momentos de convivencia con uno de nuestros más entrañables cantautores y figuras del panorama musical contemporáneo, aparte de flamante Premio Nobel?
Con ‘Háblame bajito’ me hizo especial ilusión el premio al mejor cortometraje en Cádiz, en el festival Alcances, pues era el público quien votaba, y concurrían todos los cortos más premiados durante ese año y el año anterior en los más prestigiosos festivales españoles; y el que más gustó al público fue el mío.
Por otra parte, me dio la oportunidad de dirigir a una niña de seis años, que era la protagonista, y aunque en algún film mío anterior habían aparecido niños, nunca con un papel protagónico.
En cuanto a ‘Las huellas de Dylan’, exactamente convivir, convivir, Bob Dylan y yo, no convivimos, él viajaba por España con su caravana de autocares de lujo con todo su equipo, incluidos los músicos, y yo viajaba en un humilde turismo que teníamos para surcar España.
El rodaje estuvo plagado de anécdotas, por si solas dan para un libro; el montaje fue muy laborioso, durante meses y meses.
Dos de las mayores satisfacciones de esa película son que el propio Dylan pidiera ver la película con subtítulos en inglés, que le gustara y nos diera su autorización incluso para meter 28 cortes de canciones suyas en la película; y que, en mayo de 2011, el día 24, para el 70 ‘Las huellas de Dylan’.
Desde entonces mantenemos correspondencia epistolar de emails por medio de su manager y mano derecha, le mandé el DVD, la guía y cartel firmado de la película; le he felicitado por el Nobel y ayer mismo le mandé el pack con la trilogía ‘Las 1001 novias’, a ver si disfruta con ellas… Se lo merece después de tanta gira, que no para el hombre, pese a su edad.
En 2007 estrenas en el Festival de Cine Español de Málaga, Un millón de amigos, otra ‘película viva’, donde en un tono jocoso se especula sobre la burbuja inmobiliaria y la crisis económica que estaba a punto de acaecer por aquél entonces, tomando partido por una vida más orientada al disfrute de los sentidos que hacia el consumismo exacerbado… ¿Crees que seguiría siendo, hoy en día, una de las soluciones más lúcidas, para aproximarnos hacia ese siempre complejo y proteico concepto de felicidad, o de bienestar?...
‘Un millón de amigos’ es una película viva de no ficción en la que el protagonista, Javier Jurdao, va desnudando su alma y su forma de vivir, aproximándose a la idea del disfrute vital desde sus postulados, realmente divertidos y originales.
A su vez es un ‘showman’, un hombre con alma de cómico, un genio del humor, que disfruta el momento y vive la vida sin previsión alguna, un “carpe diem” total, en esencia… Un monstruo de la naturaleza, un iluminado, un genio, un bufón, un pícaro, un farsante, un filósofo, un digno hijo de su padre: Su padre fue un hombre de cuna muy humilde, que se hizo a sí mismo, llegó a estudiar seis carreras, a escribir numerosos libros y a llevar una vida novelesca…
En ‘Un millón de amigos’ la cámara sigue al Hijo hasta que se da de bruces con el Padre, y entonces la lucha de Egos hace crecer la narración, la desmesura y la sana comicidad.
Creo que ‘Un millón de amigos’ es a ‘El desencanto’ como los Jurdao a los Panero. Surrealismo, esplendor y decadencia carpetovetónica: una aristocrática y la otra popular.
En el mes de septiembre de 2008, exactamente hace diez años, el Círculo de Bellas Artes de Madrid, te dedica una retrospectiva, programando toda tu obra cinematográfica. ¿Cómo viviste todo ese cúmulo de sensaciones de poder apreciar la obra al completo desde aquella perspectiva?
La verdad es que me sentí muy orgulloso y honrado de que una institución artística y cultural tan prestigiosa como el Círculo de Bellas Artes reparara en mí y en mi obra para homenajearme con un ciclo completo.
Me hizo especial ilusión que proyectaran hasta mis cortos en súper 8, en pantalla grande; unos cortos que, por otra parte, ahora que recuerdo, también se habían proyectado durante una semana, en la sala 5 de los cines Alphaville, en el año 1991, tres de esos cortos de súper 8.
También recuerdo con especial agrado uno de los coloquios que hubo en el Círculo de Bellas Artes, así como la posibilidad que me dieron de proyectar en primicia algunas de las escenas de “El viaje de Penélope” que entonces estaba rodando.
Para tu séptimo largometraje como director, El viaje de Penélope (2010), te introduces en el territorio mítico de ‘La Odisea’ y adaptas de una forma muy libre la obra de Homero, actualizándola y cambiando los géneros de los personajes, reservándote incluso el papel de Penélope como actor. La película, en parte experimental, es una adaptación literaria al cine, a medio camino entre los dos lenguajes, el cinematográfico y el literario. ¿Con este film tratabas de reconvertir el naturalismo cultivado en sus anteriores películas, a favor de una exploración en torno los recursos escénicos minimalistas?
Quería muy poca escenografía, eso sí, unos decorados casi desnudos. Me produjo admiración unos años antes ‘Dogville’ de Lars Von Trier, y el talento que hay que tener para que en una película despojada de decorados, con solo un mapa y una tiza, puedas lograr en el espectador la sensación de que hay edificios, garajes, calles y habitaciones.
Desde niño me fascinaba la historia de Ulises y sobre todo la fidelidad de Penélope.
Ya leí ‘La odisea’ en el Instituto, y de cara a adaptarla, me volví a leer la obra así como ‘La Ilíada’.
Sus ecos y resonancias míticas se mantenían constantes en mi alma, y me parecía rebajarles el hacer hablar a los personajes como seres humanos normales, lo que me llevaba a huir del naturalismo interpretativo, sentía que declamaban más que hablaban, como si fueran dioses del Olimpo.
Como la obra tenía que traerla a la actualidad, el naturalismo podía venir por ahí, por ver calles, coches, ropa moderna, construcciones y muebles actuales; y que el territorio mítico viniera del tono interpretativo y de la ‘voz en off’ del narrador omnisciente, el propio Homero, interpretado por una mujer, lógicamente.
‘El viaje de Penélope’ es una película que no deja indiferente a nadie, la puedes odiar o amar, pero te sorprende, te desconcierta, te irrita y te excita.
Cambié el género y los rostros de los personajes, incluso la propia Penélope, interpretada por mí mismo, engaña a Ulises tirándose a uno de sus pretendientes, y me pareció perfecto y totalmente justificado, él hacía lo propio con las sirenas y con su idea de viaje, huida…
Creo que es una adaptación muy fiel de tan infiel que es… Ya sé que eso es difícil de comprender y de explicar, pero prometo hacerlo algún día…
En fin, creo que es una película maldita que merecería ser reivindicada. El tiempo me dará la razón o no.
Es una adaptación ejemplar y extensiva, pues mantiene un tono a mitad de camino entre lo literario y lo visual, la ‘voz en off’, que en general me molesta en el cine, aquí creo que está muy bien traída; lo cinematográfico no fagocita lo literario, sino que lo respeta y conviven, al igual que la poesía de la obra original de alguna manera se respeta en mi película, pues tiene una vocación poética y musical, lírica, está todo el film plagado de bellas canciones de modernos juglares, canciones de Aute, de Javier Colis, de Lilith; por todo ello creo que es expansiva la adaptación, pues aglutina cine, poesía, literatura, música, hasta teatro, ya que la manera de interpretar es más teatral e impostada que naturalista.
En junio de 2012 se te tributa un homenaje en París, en el contexto del festival Different 5, auspiciado por Españolas en París, el Instituto Cervantes y el Ayuntamiento de París. ¿En qué consistió aquél tributo? ¿Cómo lo viviste?
De entrada siempre es un honor que se acuerden de ti y de tus películas, pero si te rinden un homenaje, encima en París y el otro homenajeado ese año es nada menos que Jean-Claude Carrière, imagínate… Un verdadero orgullo.
El homenaje consistió en la proyección de ‘Los hijos del viento’ mi única película en ese momento con copia en 35mm subtitulada al francés…
Bueno, antes unas palabras del director del festival, José María Riba, quien hace una labor magnífica e imprescindible de difusión del cine español en Francia, también glosaron mi figura Myriam Mézières, Laura del Sol, que me entregó un trofeo muy bonito y el director del Instituto Cervantes, Enrique Camacho.
Tras la proyección, hubo un coloquio muy intenso con una sala abarrotada de público… En fin, todo eso, nada más y nada menos.
Lo viví con felicidad y con humildad, consciente de que, pese al homenaje, el camino seguía siendo muy largo y de que me quedaba mucho por hacer y aprender.
Siempre pienso de mí mismo que estoy empezando, a punto de rodar mi ópera prima.
Tu octavo largometraje lo ruedas en un castillo de Toledo y se titula Haz de tu vida una obra de arte (2014). El pretexto argumental del film es la celebración de un curso de superación personal donde se dan cita unos personajes bastante perdidos, que encontrarán su nuevo rumbo en la vida no tanto por los consejos del gurú como por la interacción humana que se da entre ellos mismos. ¿Definirías esta original obra como una nueva suerte de metaficción tratando de retratar el ‘trabajo de campo’ que supone a su vez el hecho de filmar toda una terapia?
No exactamente, aunque ciertos críticos quisieron ver en ella una burla del psicoanálisis.
Yo aspiraba desde hacía tiempo a rodar una película en un solo decorado, que el protagonismo fuera muy coral y que tuviera muy mala leche, que poco a poco se fueran destrozando unos a otros, que la fiesta se aguara, vamos… Una de mis películas favoritas es ‘El ángel exterminador’, también me inspiró para la ocasión ‘La grande bouffe’ de Marco Ferreri.
Mi película intenta ser un reflejo de la falta de rumbo, del sin sentido en que de alguna manera se encuentra, creo, hoy en día la humanidad en su conjunto.
En definitiva, un retrato ácido y desencantado de la sociedad actual, de su falta de valores profundos, de su superficialidad. El mensaje lo encierra el propio título: ‘Haz de tu vida una obra de arte’. Esa es mi aportación, mi consejo, mi rumbo…
De hecho creo que me tomé tan en serio la terapia, que en mi siguiente proyecto: “Las 1001 novias” traté de hacer arte repasando mi propia vida. Me viene ahora a la cabeza una cita del mismísimo Picasso, “El Arte provoca que se descubra la realidad”.
Con ‘Haz de tu vida una obra de arte’ de alguna manera quise encerrar ‘El Gran Teatro del Mundo’ en un castillo toledano; todos los personajes mienten y sobre todo se engañan a sí mismos, pero en el fondo son buena gente, y acaba siendo una película de lectura entrañable, si tienes buen humor, y no te escandalizas fácilmente, pues es la película más sexual que he rodado nunca, pienso, por encima incluso de’“Los hijos del viento’ o de ‘La novia de Lázaro’ donde había sexo explícito.
Entre 2015 y 2016 te embarcas de nuevo como guionista, productor, director y actor principal en la producción de tu trilogía ‘Las 1001 novias’, compuesta por tres películas a mitad de camino entre la ficción y el documental: Capturar, Alumbrar y Cortar. En esta trilogía, convocas en el reparto a algunas mujeres de tu vida personal y sentimental junto a actrices de tus anteriores películas. También he tenido la fortuna de presenciarla, y he de decir que la trilogía completa me ha resultado divertidísima y muy innovadora. Es un tipo de comedia o tragicomedia, como la vida misma, en la que utilizas una serie de recursos que apenas había podido observar en otras comedias... Eso, y el estado de gracia de las actrices/amigas/compañeras, capaces de lograr improvisar las emociones de esos personajes sin dejar de ser ellas mismas, junto a la esa reflexión en torno a las vanidades que a veces se retroalimentan al pensar que las personas deben sentirse exclusivas cuando parecen ocupar el centro de una relación, ese juego constante capaz de desencajar los absurdos ‘egos’ que crecen en torno al concepto de la relación tradicional, me parece algo realmente admirable, y muy difícil de expresar, de hacerlo discurrir con esa fluidez. Es algo que puede parecer sencillo, pero sin duda, manifestar en pantalla esa entrañable naturalidad no es nada fácil... Si el neorrealismo pudo revolucionar los modos de filmación, sin duda este nuevo método interpretativo y argumental parece renovar los géneros cinematográficos precisamente porque tus películas inauguran ese género tan personal, alejado de toda catalogación, que tu defines como “película viva”... ¿Estás de acuerdo con todo ello?...
Sí, de alguna manera, creo que has analizado con inteligencia y profundidad todo lo que se cuece y cómo se cuece en las tres películas que forman la trilogía.
En su conjunto creo que es mi obra más arriesgada y apasionante, pues de alguna manera resume y compendia mi obra anterior. Son tres películas íntimas y sinceras, que abordan las relaciones de pareja, juegan con las identidades y las máscaras, con la verdad y la mentira de los sentimientos, con el presente como reflejo y consecuencia de las acciones pasadas. Forman una trilogía, la primera ‘CAPTURAR’ está concebida desde el humor, la segunda ‘ALUMBRAR’ desde la reflexión y la tercera ‘CORTAR’ desde la melancolía.
Es recomendable conocer mi obra o mi persona, para verla sin prejuicios y con sentido del humor. Me río de mí mismo, de mi obra, de mi persona, de mi biografía, en fin, algo muy saludable, desmitificarse uno a sí mismo y ponerse a caldo exhibiendo las vergüenzas… Si ‘El viaje de Penélope’ era extravagante hasta decir basta, ‘La trilogía las 1001 novias’ es valiente hasta la saciedad.
Mi filmografía finalmente pienso que gira siempre en torno al AMOR, mi principal obsesión, y quizás por ello, todas y cada una de las películas que he dirigido pueden dialogar entre sí, aunque aparentemente sean muy distintas, que lo son…
En todo caso, como dije antes, vivo de presente y lo mejor siempre está por venir… Con la trilogía ‘Las 1001 novias’ doy por cerrada la primera etapa de mi filmografía, que se pliega en torno a si misma, empieza en Gran Canaria con ‘Los hijos del viento’ en 1994, con Magaly y yo de protagonistas, y la cierro en 2017 con “Cortar”, también en Gran Canaria y de nuevo con Magaly y conmigo hiriéndonos en la pantalla.
A partir de ahora y ya con mi nuevo proyecto, ‘Unos más que otros’ seré otro, otro director, sin abandonar mi máximo interés por las emociones humanas, pero más concienzudo y reflexivo, y desde luego mucho menos periférico a nivel industrial, esa es mi aspiración actual.
Premios y nominaciones
1995 Los hijos del viento (Nominación a Cámara de Oro en el Festival Internacional de Cine de Cannes)
1995 Los hijos del viento (Nominación al Círculo Precolombino de Oro en el Festival de Cine de Bogotá)
1998 Agujetas en el alma (Premio Especial del Jurado en la ENINCI de Burgos)
1998 Agujetas en el alma (Nominación al Tulipán Dorado del Festival Internacional de Estambul)
1998 Casting (Premio Especial del Jurado en Alcine, Alcalá de Henares)
2002 Un día de suerte (Coproductor) (Premio Caligari en la Berlinale)
2002 La novia de Lázaro (Nominación a Biznaga de Oro en el Festival de Cine Español de Málaga)
2003 La novia de Lázaro (Premio del Público en el Festival de Cine Pobre de Gibara - Cuba)
2006 Háblame bajito (Caracola de Plata, Alcances, Cádiz)
2006 Háblame bajito (Premio Especial del Jurado en el World-Fest Houston)
2007 Un millón de amigos (Nominación a Biznaga de Oro en el Festival de Cine Español de Málaga)
2015 Haz de tu vida una obra de arte (Nominación en categoría Mejor Canción Original en los Premios Goya)
2016 Capturar (Premio del Jurado Mejor Película Documental en el Dada Saheb Phalke Festival (Delhi, India)
2016 Capturar (Premio a la Mejor Película en el Drunken Film Fest, Bradford, UK)
2016 Capturar (Premio a la Mejor Película Documental en el Marbella International Film Festival)
2017 Alumbrar (Premio Mejor Película Documental en el Noida International Film Festival (Delhi, India)
2017 Cortar (Premio Mejor Película Documental en el Dada Saheb Phalke Festival (Delhi, India)
Filmografía como director y guionista
Año Película
2017 Cortar
2017 Alumbrar
2016 Capturar
2014 Haz de tu vida una obra de arte
2010 El viaje de Penélope
2007 Un millón de amigos
2006 Las huellas de Dylan
2002 La novia de Lázaro
1998 Casting
1997 Agujetas en el alma
1995 Los hijos del viento
Año Cortometraje
2009 Casada
2009 Empezar de nuevo
2008 El último bohemio
2005 Háblame bajito
2001 Ya soy mujer
1993 El doctor más majete del planeta
1992 Cinco mujeres a todo gas
1992 Rubia sobre rubia
1991 Raíles de sangre
1990 Te moriré siempre (con nuestras propias manos)
1989 Una buena razón para vivir o morir
1989 Pisa moreno
1988 Si tocas la flauta, ¿por qué no el violín?
1988 El oído de la cámara
1988 Fantasías semisexuales
1987 Madrid bien vale un carrete
1986 Una jornada desigual
1985 Encuentros en ninguna fase
1985 ¿Casi?